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dificultad ó más bien imposibilidad de que por este medio pudiese comunicarse el veneno hasta el estremo de causar la muerté, seméjanté rélato es de todo punto increible, atendido el carácter de Mohamad que nos es bien notorio, y las amistosas y estrechas relaciones que mediában entre él y el de Castilla

No hablaremos de las calidades de este rey, porque ademas de haber dado de ellas alguna noticia siempre que se ha ofrecido ocasion oportuna, sus obras hacen conocer cuál era su carácter y cuáles las prendas que le adornaban. Se le ha achacado el haber sido escesivamente generoso, sin atender los que estó vituperan, que para que le ayudasen á conquistar un trono era preciso que diese mucho y prometiese mucho. No negamos que sus larguezas: perjudicaron á la corona, pero el rey no podia echar mano de otros recursos; y en tanto no desconoció los daños que de esto resultaban como que le puso un remedio muy grande mandando en su testamento que no pudiesen heredar los bienes donados los parientes. transversales de los que los recibieron: por cuya providencia aqueHos bienes han ido incorporándose con el tiempo á la corona. Esos regalos son conocidos con el nombre de Donaciones enriqueñas.

Al tiempo de morir dió á su hijo algunos consejos para que se condujese bien en el difícil cargo que iba á tomar sobre sí despues de la muerte del padre. A fuer de agradecido le encargó que conservase con la Francia la misma amistad que él tuvo, y que en el cisma que dividia á la Iglesia no se inclinara á ninguna de las dos partes, sino despues de meditarlo mucho. Otros consejos le dió, entre los cuales hay uno que merece mentarse. Cuando aconteció la muerte de D. Pedro el Cruel, forzosamente debia haber en Castilla tres partidos, á saber, el de los que siguieron el bando de D. Enrique, el de los que constantemente se mostraron por D. Pedro, y el de aquellos que en todas las revueltas se mantuvieron neutrales. D. Enrique habia vivido con todos ellos, y al tiempo de morir aconsejó á su hijo que conservase á los que á él favorecieron las mercedes que les hizo, pero que no se entregara con absoluta confianza á su lealtad: que á los que nunca abandonaron á D. Pedro podia encargarles cualquier oficio, pues no dejarian de scr

leales ni de procurar que sus buenas obras actuales hiciesen olvidar las pasadas ofensas; y qué en cuanto á los que se mantuvieron neutrales, no les encomendara nada porque tales hombres eran incapaces de hacer cosa alguna en provecho de su patria. Efectivamente, el que en medio de una guerra civil y cuando dividen á la patria partidos tan opuestos y encarnizados como los que hubo en tiempo de D. Pedro no se decide a favor del uno ó del otro, es hombre muy para poco, no tiene opinion alguna, es indiferente á la suerte de su patria, y casi está tan dispuesto á mostrarse enemigo de cualquiera de los dos bandos que pugnan, como á decidirse en favor del que quede con la victoria. El indiferentismo en política es tan misérrimo y despreciable como en religion.

Sabemos ya que D. Enrique dejaba un hijo llamado Juan que desde luego sucedió á su padre; mas no pensamos dar principio á su reinado, sin haber puesto antes á nuestros lectores al corriente de los sucesos particulares que en Aragon acontecieron mientras empuñó el cetro de Castilla D. Enrique. A la verdad en los negocios de este hemos encontrado envuelto siempre al aragones que tomó en ellos mucha mano; pero hay cosas sin embargo que no teniendo relacion alguna con Castilla debian esponerse separadamente. Veámoslas pues.

Aunque hablando algunos siglos atras de Cataluña dijimos que el período del feudalismo habia pasado por ella casi sin 'sentirlo, porque en el momento en que fue conquistada de los Arabes se erigió en su territorio un trono, notamos tambien que este mismo trono y algunos otros principados que allí se alzaron debian por fuerza resentirse de los vicios del feudalismo; porque á la manera que cuando hay en un pueblo una enfermedad reinante casi todas las demas degeneran en ella, asi cuando domina un régimen universal en las formas de gobierno, todos los gobiernos participan mas o menos de aquel régimen. Los condes de Barcelona obligados á defenderse de los moros, y deseosos de ensanchar á costa de estos sus dominios, reclamaron el concurso de sus súbditos, y hubieron de recompensar sus servicios. Las guerras posteriores contra otros reyes de España hicieron necesarios estos mismos ausilios, y

forzosamente dieron ocasion á nuevas recompensas: asi fue que ademas del condado de Barcelona, habia en Cataluña, como en los otros reinos de España, condados, marquesados, baronías, en una palabra, señoríos feudales. Estos señores abusando de su poder, vejaron mas o menos á los pueblos, y dieron ocasion á serias disensiones. Una de las mas graves tuvo lugar en el año 1370, en que comenzó una contienda entre los condes de Urgel y Ampurias, y los vizcondes de Cardona y Castellbó por una partě, y los hombres de Parage por otra. Aquellos dando ensanches á su poder arrancaban contribuciones á sus pueblos y procedian criminalmente contra personas que se consideraban exentas de su jurisdiccion. Creyendo D. Pedro que la suya sufria mengua por este motivo, logró que muchos señores y caballeros se armasen para resistir la demasía de aquellos magnates, y que los eclesiásticos tomasen parte en este negocio y juntos con los seglares se confederaron en Barcelona con consentimiento del rey, y con el objeto de sostener las preeminencias reales. Entabláronse negociaciones en las cuales los cuatro señores manifestaron que no se habian escedido de sus facultades sino hecho lo que sus predecesores hicieron, y para lo cual se les habia dado derecho, galardonando de este modo los grandísimos servicios prestados á sus reyes. Al fin convinieron los señores en que no tenian justa razon para imponer tributos, y solicitaron que se eligiesen personas con el objeto de resolver lo que fuese de derecho en cuanto al punto de jurisdiccion. Verificóse el nombramiento de jueces en las Cortes de Montblanch celebradas en diciembre de 1370, y no pudiendo venirse á un concierto, en las que se congregaron en abril del año siguiente en Tortosa se proveyó que por dos años hubiese tregua entre los contendentes, se diputaron magnates con cuyo consejo resolviese D. Pedro lo que debia hacerse mientras se dirimia la discordia, y se encargó á varias personas que ejerciesen la jurisdiccion civil y criminal con respecto á los caballeros. Los confederados sin embargo no abandonaron por entonces la empresa, sino que todos los años elegian regidores y formalizaban estatutos, manteniendo de continuo algunas tropas para hacer frente á las pretensiones de los cuatro magnates.

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BUQUES BARCELONE SES copiados de la carta maritima mas nes en 1374.

antigua hecha por los catala-.

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