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sin previa determinacion de las Córtes, en el caso de que los otorgados no bastaran para seguir con honor la comenzada lucha. Pero cuando mas ocupadas estaban las Córtes en este y en otros negocios sucumbió el rey á sus añejas dolencias en 25 de diciembre de 1407, á la edad de veinte y siete años, y despues de diez y seis en que habia sucedido á su padre.

La nacion entera conoció la gran pérdida que sufria con la muerte de este monarca. En su temprana edad y en los pocos añcs que habia gobernado dejó ver muy á las claras lo que de él podia esperarse si la divina Providencia no le hubiera llamado á sí cuando los vasallos comenzaban á ver los frutos de su sabio regimiento. Solícito de la felicidad de sus pueblos procuraba verlo todo por sí mismo, informarse de las costumbres y leyes de otros reinos, y seguir los ejemplos de do quiera que fuese, con tal que su imitacion pudiera redundar en provecho del reino que le tenia á su cabeza. Por los pasos que hemos visto, con su anhelo nunca interrumpido y con la cooperacion de su hermano el infante D. Fernando aumentó en gran manera las rentas reales, desempeñó su patrimonio y aun pudo allegar las sumas indispensables para hacer frente á las ordinarias atenciones. Nunca sus vasallos hubieron de quejarse de que se les arrancasen escesivos tributos, pues ademas de que la economía y el arreglo del monarca los hacian innecesarios, siempre tuvo por principio grangearse el amor del pueblo, porque él mismo decia: mas temo las maldiciones del pueblo que las armas de los enemigos." En su tiempo y en las Cortes de Toledo de 1396 se estableció la ley que declaraba incapaces de obtener beneficios eclesiásticos en la corona de Castilla á todos los estrangeros, á escepcion de los portugueses, ó porque, como dice el P. Isla, no se los considerase como tales, ó porque quisiese darse á entender que no se habia renunciado al derecho ni á la pretension de sujetarlos.

El quebranto causado por la muerte de semejante rey se auinentó en gran manera con la consideracion de los males que debia traer la larga menoría del heredero de la corona. El testamento de D. Enrique encargaba el reino á su esposa y á su hermano D. Fer

nando, encomendando la educacion del príncipe á Diego Lopez de Zúñiga, á Juan de Velasco y al obispo de Cartagena, ordenándoles que desempeñasen este cargo sin mezclarse en los asuntos del gobierno. Mas adelante verémos de qué manera fue recibida esta disposicion testamentaria, pues habiendo dado fin al reinado de este monarca, antes de entrar en la minoridad de su sucesor, indispensable dar la vuelta por España, fijarnos despues en Aragon, y echar una mirada á los asuntos de Sicilia y de Cerdeña.

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Engorroso es para nosotros y se hará pesado á nuestros lectores divertir á cada momento la atencion que todos quisiéramos tener siempre dirigida á un objeto, mas la inmensa complicacion de la historia de España reclama tales distracciones, y hace muy ímprobo nuestro trabajo. Los que nos han precidido en la tarea que vamos desempeñando siguieron un método distinto, pues desde luego se han ocupado poquísimo de los Arabes hablando de ellos tan solo cuando sus hechos se referian directamente á los cristianos, y por lo que toca á los diferentes reinos de España pocas veces se han detenido en esplicar la marcha que seguian, si en esta marcha no quedaba envuelta Castilla. Con harta frecuencia sucede encontrar en una misma página cosas de tres ó cuatro reinos espuestas como especies sueltas que es muy difícil retener, y mas todavía combinar con otras que se hallan al cabo de veinte ó mas páginas. Nosotros adoptamos desde el principio el sistema de sen-tar las cosas de un reino ó de interrumpir su historia en algun punto muy notable para dar noticia de los otros. Parécenos que esto presenta los hechos mas, claros, ó á lo menos no vacilamos en decir que nuestro método facilita el formar del estado de los diferentes reinos un concepto distinto y seguro. Sigámosle pues y pasémonos á Navarra, en donde desde el año 1387 reinaba Don Cárlos III el Noble, casado con D.a Leonor de Castilla, y de quien hemos hecho mencion cuantas veces lo ha reclamado su concurrencia en los negocios de los castellanos.

Seguia gobernando el reino de Portugal D. Juan I, que desde maestre de la órden de Avis pasó á ser monarca por la voluntad de los estados, que creyeron ver en él al caudillo capaz de guiar

los al combate en la contienda que emprendian para sostener su independencia.

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El trono de Granada continuaba ocupado por el usurpador Mohamad que en 1406 renovó la guerra con Castilla y contra quien se disponia á luchar con todas sus fuerzas el doliente D. Enrique cuando le sobrevino la muerte en las Cortes de Toledo.

Hecha esta breve reseña que debe servirnos como un lugar de cita para ver de una ojeada cuando nos conviniere hacerlo el estado de los varios reinos en que continua dividido el territorio de la Península, nos ocuparemos de la suerte de aquel cuyo poder no cabiendo en sí mismo se derramaba ya desde muchos años hasta distantes territorios. La corona de Aragon habia llegado á aquel punto de poder y de riqueza en el cual las naciones pueden atreverse á todo y de todo salen airosas. El último monarca cuyas sienes habia cenido no fue de aquellos que tienen por idea dominante las conquistas, cual si el hacer mas estenso el territorio de una monarquía fuera trabajar para proporcionarle mayor ventura. D. Juan I por principios y por carácter profesaba la paz, y á su aficion por ella debieron sus súbditos los dias de tranquilidad y bienandanza que alcanzaron.

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La muerte de este buen rey, acaecida en el bosque de Foixá en 19 de mayo de 1396, puso la corona de Aragon en la cabeza de D. Martin el Humano, que entonces estaba en Sicilia batallando para asegurar á su hijo, otro D. Martin, el cetro de aquel reino. Hallábanse en Barcelona D. María condesa de Luna, esposa del nuevo monarca, y D.a Violante viuda de D. Juan I, la cual no tenia hijo alguno varon y miraba escapársele de las manos el gobierno que segun la mayor parte de los historiadores rigió siempre en vida de su marido. Por lo mismo, viendo que se daba á Doña María título de reina, que iban á Sicilia algunos embajadores para traer á D. Martin, y que se reunia una junta de magnates para que atendiesen al gobierno mientras durara la ausencia del nuevo monarca, hizo entender que estaba embarazada y aun afirmó que el hijo póstumo seria varon. D.a María y los que tenian mano en el gobierno tomaron las debidas precauciones para que no pudie

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se haber en esto engaño alguno; y ello fue que á poco tiempo las sospechas del embarazo quedaron desvanecidas, y D. Martin fue sin contradiccion reconocido por legítimo monarca. Apenas los pueblos tuvieron lugar de regocijarse por el advenimiento del nuevo rey cuando se presentó otro motivo de disturbios. El conde de Foix casado con D. Juana hija del segundo matrimonio del rey D. Juan, al saber la muerte de este pretendió que su esposa era la legítima sucesora del reino, y se dispuso á sostener su pretension con las armas, ausiliado en este intento por varios señores franceses. A tales nuevas la reina D.a María y sus consejeros acordaron las medidas necesarias para disponerse á la defensa, mientras que el conde de Foix mandaba sus embajadores á Zaragoza y Barcelona á fin de que sostuviesen su demanda. Reunidos los aragoneses en Zaragoza manifestaron al embajador que reconocian por su rey á D. Martin, y que á este tocaba responder á la solicitud del conde, y la misma contestacion dieron los concelleres de Barcelona, que puestos ya de acuerdo con Valencia y Zaragoza estaban fortificando la frontera. El papa Benedicto XIII conocido antes por el cardenal de Luna y que habia sucedido en el pontificado á Clemente VI, interpuso su voz para desengañar al conde, pero ni las respuestas del reino, ni las amonestaciones del pontífice fueron capaces de disuadir de su loco intento al de Foix que estaba resuelto á penetrar en Cataluña. Asi fue que se enviaron tropas á la frontera, mientras el conde y la condesa invadian Cataluña por otro punto con buen golpe de gente, y se comenzó á guerrear con varia fortuna y tomándose unos á otros distintos pueblos, hasta que el conde de Foix pasando á Aragon se puso sobre Barbastro y pudo apoderarse de parte de la ciudad. No siéndole dable sin embargo hacerse dueño del resto, tomó el camino de Huesca, y acosado por todas partes hubo de meterse en Navarra y renunciar á su empresa; porque no solo él sino sus valedores que intentaron hacer nuevas entradas por el territorio de Cataluña, fueron dispersados en todas partes y vencidos.

En tal estado se hallaban las cosas cuando salido el rey D. Martin de la isla de Cerdeña, en 20 de febrero de 1397 llegó al puerto

de Marsella desde donde se trasladó á Aviñon á solicitud del papa Benedicto á quien prestó homenage por el reino de Córcega y Cerdeña. A últimos de mayo de 1397 se vino á Barcelona, en la cual se le presentaron los mensageros de Aragon solicitando que fuese á jurar los fueros en la capital, como lo ejecutó despues que en Barcelona, en vista del proceso formado contra el conde y la condesa de Foix, pronunció sentencia declarándolos rebeldes y traidores y confiscándoles los bienes. En las Córtes generales en que el rey juró á los aragoneses sus fueros fue jurado por sucesor á la corona su hijo D. Martin, rey entonces de Sicilia. La sentencia dictada contra los condes de Foix no fue bastante para aquietarlos, y si bien el conde nada intentó en persona, algunas tropas llevando la voz del mismo hicieron en Aragon otra entrada que no fue mas que un vano alarde, pues aun antes que los nuestros llegasen al punto en que los contrarios estaban, ya estos habian tomado el camino de Francia en donde á pocos meses murió el conde.

En 13 de abril de 1399 fue coronado D. Martin en Zaragoza por el arzobispo de Atenas, segun lo asegura el señor Bofarull con referencia á documentos del archivo de la corona de Aragon, y nó por el de Zaragoza como dice Zurita. Concurrieron á la ceremonia muchos magnates de Aragon, Valencia y Cataluña, y en ella el rey dió título de duque de Gandia al marques de Villena y armó caballeros á muchos señores. A los pocos dias se practicó la misma ceremonia con la reina. Los acontecimientos de Aragon desde esta época hasta el año 1407 se refieren casi todos á los reinos de Sicilia y Cerdeña, y nos parece mas oportuno esponerlos cuando nos ocupemos de estos.

En 29 de diciembre del año últimamente apuntado falleció en Villareal del reino de Valencia D.a María esposa de D. Martin, de la cual este habia tenido tres hijos, D. Jaime y D. Juan que murieron niños, y D. Martin que agraciado primero con el título de conde de Exerica, subió al trono de Sicilia por el camino que hemos visto; mas este hijo, único que le quedaba, y en quien se fundaban las esperanzas de todos los súbditos de la corona, murió sin

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