su derecho no era dudoso y que por lo mismo no correspondia ventilarlo en justicia sino ponerlo en ejecucion con las armas, ya que sus contrarios se valian de estas para resistirlo. Semejante contestacion del monarca hizo que el pontífice mas decididamente se declarara contra los intereses de Aragon dando órdenes á su legado para que juntase tropas á fin de poner en el trono al duque de Anjou. En vano D. Alfonso solicitó del papa que se mantuviese neutral en la lucha que iba á emprenderse, pues las fuerzas reunidas por su mandato eran muchas y trabajaban contra el príncipe aragones que trasladado á Capua y habiéndosele juntado con sus 'compañías los varios señores italianos que militabau en su partido, salió de aquel punto y en poco tiempo se hizo dueño de muchas plazas. Viendo que sus cosas tomaban buen aspecto se fue para Nápoles y ocupó su territorio con ánimo de cercar la capital, cuando al comenzar el año 1437 penetró en los dominios de aquel reino el legado del pontífice á la cabeza de las tropas que abiertamente sostenian la causa de los Franceses. Alentados los Napolitanos con la llegada de este refuerzo salieron de la ciudad con intento de reunirse á las fuerzas pontificias y de guerrear en campo abierto con D. Alfonso, mas al ir á ejecutarlo fueron rotos por el ejército de este hácia mitad de aquel año mismo.

Mejor fortuna tuvo el legado, pues como el príncipe de Taranto saliese de sus dominios para ir en busca del rey de Aragon, dió en el camino con la hueste del patriarca por quien fue vencido y hecho prisionero. Temeroso sin duda de la suerte que pudiera caberle y prefiriendo seguir la fortuna del vencedor que la del vencido, renunció á la amistad que tenia contratada con el rey, y se declaró en pro del pontífice arrastrando tras sí á muchos de los magnates que antes estuvieron ligados con D. Alfonso, quien al tiempo de perder á estos valedores adquirió otro mas poderoso confederándose con el príncipe de Salerno. So color de entablarse proposiciones de paz concertóse entre el rey y el legado una tregua que este quebrantó escandalosamente, y que fue causa de que como el monarca se quejase al papa del proceder de su teniente, fue este obligado á salir del reino y volvieron á ponerse á la devocion del

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ALFONSO IV ENTREGA A LOS CONCELLERES DE BARCELONA LOS USATGES DE MARQUILLES, en 2 de abril de 1448. Copiado del Códice que está en las casas Consistoriales de Barcelona.