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D. Isabel que en otras cosas tomaba el lugar primero, consiguió humillar á los régulos y hacer que solo hubiese un monarca.

El reinado de los dos esposos que tanto pudieron y que tanta gloria alcanzaron es el que vamos á esponer ahora, y aunque este relato es difícil por la multitud de acontecimientos, y por la complicacion con que sobrevienen, no puede ser enojoso, porque el enojo no cabe en donde hay tanta gloria y tantas venturas para nuestra patria. Los desastres de ella y los mutuos odios de sus hijos es lo que nos duele relatar; mas cuando alcanzamos dias de paz, como nos traerá el reinado de Isabel y de Fernando, nuestra pluma corre con menos fatiga del entendimiento que de la mano.

Apenas llegó á Segovia en el mismo diciembre de 1474 la noticia de que habia fallecido D. Enrique, cuando pública y solemnemente fue jurada por reina D.a Isabel su hermana. Aunque á la ceremonia asistieron pocos grandes, muy luego se presentaron los principales de ellos, llevando á su cabeza al arzobispo de Toledo que era quien mas habia contribuido á la conclusion del matrimonio de la princesa con D. Fernando. Desde Zaragoza en donde este se hallaba se fue al instante para Castilla, y en el dia 2 de enero de 1475 recibió en Segovia el mismo homenage que pocos dias antes se habia prestado á su esposa.

D. Juana la Beltraneja fue la verdadera manzana de la discordia arrojada en Castilla en los últimos años del reinado de D. Enrique, y en los primeros de D. Fernando y D." Isabel. Aunque esta, segun ya lo dijimos, fue jurada por sucesora á la corona en 1468, como despues contrajese casi clandestinamente su matrimonio, este paso que contrariaba los deseos de D. Enrique irritó de tal modo á este monarca, que no solo rehusó contestar á la embajada que los príncipes le mandaron participándole su enlace, sino que habiendo jurado tanto él como la reina que D. Juana era hija de ambos, en 26 de octubre de 1470 fue jurada por princesa y heredera del reino, anulándose en consecuencia el homenage prestado á D.a Isabel dos años antes Varios fueron los enlaces que se propusieron á D.a Juana, y aunque todos quedaron frustrados, el rey de Portugal D. Alfonso V no habia renunciado al matrimonio que procuró con

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traer con ella, y para el cual le ausiliaba D. Juan Pacheco favorito de Eurique IV. Este era el estado de las desavenencias de Castilla cuando D.a Isabel fue proclamada. El marques de Villena y el duque de Arévalo eran los magnates de mas cuenta que estaban á favor de D. Juana, á quien favorecian gran parte de los nobles de Galicia. El de Villena mantenia inteligencia secreta con el portugues á quien instigaba para que protegiese á D." Juana y se encargara del gobierno de Castilla. El regimiento de esta y de Aragou se dividió entre los dos esposos, ajustándose varios pactos acerca de la manera de encabezar las leyes y privilegios, administrar las rentas y la justicia y proveer los obispados; en todo lo cual se procuró que en la apariencia cuando menos sonase que D." Isabel mandaba verdaderamente en Castilla.

Las intrigas del marques de Villena y las grandes promesas de ausilios que hacia al rey de Portugal escitaron algunas divisiones en este reino, pues no todas las personas á quienes consultó D. Alfonso opinaron que se rompiese la guerra. Los mas prudentes recordaban la pública declaracion hecha en Castilla de que D. Juana era ilegítima, y no habian tampoco olvidado que el marques y los de su valía, eran los mismos que poco antes proclamaron rey al infante D. Alfonso, cometiendo un gran desafuero contra su padre D. Enrique. Oponíase al dictámen de los varones sensatos que estaban por la paz el primogénito de Portugal D. Juan, á quien como mozo y audaz deslumbraba la gloria de la conquista que ofrecian á su padre, sin dejarle prever los riesgos en que estaba envuelta tamaña empresa. Dos circunstancias desgraciadas vinieron en apoyo de la opinion de D. Juan, y fueron las nuevas ofertas que varios grandes de Castilla hacian á D. Alfonso, y D. Alfonso, y el desabrimiento del arzobispo de Toledo que no habiendo podido alcanzar que los reyes Católicos se pusiesen bajo su tutela, como esperaba que lo hicieran en recompensa de lo que les habia valido, juró vengarse de lo que él reputaba una ingratitud, y marchó de Segovia trascurrido apenas un mes desde la proclamacion de D. Fernando.

Persuadido por las razones de su hijo y por las instancias de los descontentos de Castilla, se presentó el portugues en la frontera con

catorce mil infantes y cinco mil caballos, mientras que los reyes recelándose de la tempestad que los amenazaba y temiendo la audacia y el poder del arzobispo procuraban grangearse en el reino el ánimo de los grandes y buscar fuera de él otros ausilios. Por de pronto lograron reducir á D. Eurique de Aragon y al conde de Benavente, cosa que no fue difícil en órden al primero porque veia desvanecidas las esperanzas que tuvo de casarse con la Beltraneja, ya que esta se encaminaba á Trujillo para contraer su enlace con el rey de Portugal. Con el socorro de estos dos magnates se decidió el de Portugal por un rompimiento, y los dos esposos viendo que era imposible terminar aquellas diferencias por otro camino que por el de las armas se dispusieron á la guerra. Utiles en grau manera les fueron para este objeto los tesoros que les entregó D. Andres de Cabrera, quien hasta entonces los habia guardado, esperando el momento en que fuesen necesarios. Con ellos partieron de Segovia los reyes, hicieron suya á Medina del Campo, y marchando á Valladolid comenzaron á juntar el ejército que debia sostenerlos. Desde allí partió la reina á Toledo, y aunque procuró en vano reducir al arzobispo, aseguró la ciudad con una fuerte guarnicion, al paso que D. Fernando hacia lo mismo con Salamanca y Zamora, retornando luego á Valladolid en donde de nuevo se vieron los dos reyes. A las nuevas instancias del de Villena penetraron en Castilla los portugueses, y aunque sin duda les fuera mas útil dirigirse á Andalucía en donde varias ciudades estaban á favor de Da Juana, tomaron el camino de Estremadura, y llegados á Plasencia D. Alfonso contrajo desposorios con la Beltraneja, y si bien no se efectuó el matrimonio por faltarles la dispensa del papa en razon á su inmediato parentesco, en aquella ciudad fueron ambos proclamados reyes de Castilla á fines de mayo. En seguida haciendo por escrito una larga y minuciosa relacion de los derechos de D.a Juana, la derramaron profusamente, encendiendo mas y mas el fuego de la discordia; porque en aquel documento se afrentaba en gran manera á los reyes Católicos.

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En varios puntos de la Península se habian roto ya las hostilidades batallándose en favor de entrainbos reyes, tomándose ciudades

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