derna el campo que heredó de la sociedad antigua; las libertades de los pueblos fueron heridas de muerte; se descubrió un mundo; los hombres se arrojaron á espantables empresas; las ciencias, las bellas artes, la navegacion, la industria y el comercio hicieron pasmosos adelantos; la guerra tomó un carácter mas humano, nació la diplomacia, y por su influjo las transacciones y los acuerdos amistosos vinieron á sustituir á las tremendas escenas de sangre y de esterminio que sin ella hubieran cubierto de luto á la Europa entera; creáronse los ejércitos permanentes, que si son una carga muy pesada para las naciones evitan el grave daño de que todo el pueblo abandonando sus talleres y sus campos haya de alzarse en masa para hacer la guerra; y finalmente se inventó la imprenta que debia con el tiempo generalizar el saber humano, dar impulso á la industria, al comercio, á las artes, derramar infinidad de bienes y causar no pocos males. En España se verificó un contrasentido que fue la creacion del Santo Oficio, tribunal mas propio del siglo XI que del XV, verdadero anacronismo de la época, y alcázar en donde la Iglesia alzó un poder que los reyes no le dejaban conservar sobre los pueblos. Cumpliendo aquel tribunal su mision se alió con los monarcas, hizo mas despótica su autoridad, obstruyó el conducto del saber, y enfrenando el pensamiento retardó por muchos años el desarrollo de la civilizacion en nuestra patria.

Rica esta, poderosa por mar y tierra, dominadora de inmensos territorios, respetada y temida en el universo entero, y tranquila en su interior, hubiera sido bajo todos aspectos la primera nacion del globo, si los reyes Católicos impulsados por un objeto tal vez laudable y que á lo menos no era perverso, no hubieran creado ese tribunal que estaba lejos de conocer la religion cuya defensa se le encomendaba, y que con sus fallos dió una semblanza de terror á esa divina religion que toda es paz, amor y misericordia. Tal era el estado de Europa, tal el de la sociedad moderna, tal el de nuestra patria al fallecimiento de Isabel la Católica.