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tra atencion apenas tendrá que divertirse yendo como hasta ahora de un punto á otro; y la historia de nuestra patria correrá con mas uniformidad y mas despejo.

Antes de proseguir el relato de sus acontecimientos, aun todavía nos parece oportuno hablar de otro pueblo que espulsado de su patria hacia ya quince siglos, vino en parte á refugiarse en España, de donde va á ser arrojado. Los lectores apenas se acordarán de esos infelices proscritos, mas nosotros no los hemos olvidado y ocuparnos de ellos un momento.

vamos

á

Apenas los

reyes

LOS JUDIOS.

a

Católicos hubieron derrocado para siempre el dominio de los moros en España, cuando pensaron arrancar de nuestro suelo todo lo que pudiera ser nocivo á la religion cristiana, cuyo ensalzamiento fue uno de sus principales objetos. Espulsados los moros no quedaban en España mas enemigos de la doctrina de Jesucristo que los Judíos, y estos fueron los que llamaron la atencion de D. Fernando y D.a Isabel á los dos meses de la conquista de Granada. La proscripcion de aquel pueblo fue resuelta en Granada mismo, y en marzo del propio año 1492 se publicó un edicto mandando que dentro de cuatro meses los Judíos saliesen de todos los estados y dominios de los dominios de los reyes, dándoles permiso para llevar consigo los bienes muebles y vender los raices durante aquel plazo. Recelando que la compasion de los cristianos fuese un obstáculo para que esta medida se llevara á efecto en todas sus partes, el inquisidor general Fr. Tomas de Torquemada publicó otro edicto en el mes de abril inmediato por el cual se prohibia á todos los cristianos con muy graves penas que trascurrido aquel término de cuatro meses tuviesen trato ni relacion alguna con los Judíos, y les proporcionasen subsistencias, ausilios, ni cosa alguna de cuantas pudiesen serles necesarias. El rigorismo con que estas medidas fueron ejecutadas hizo ver á los Judíos que era inútil concebir esperanza alguna de que se revocara la órden que los desterraba de

TOMO II.

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España, y entonces doblegando su voluntad á lo que la suerte disponia de ellos, se aparejaron para ir en busca de algun pais hospitalario en donde se les permitiera vivir y profesar su ley. A la verdad los hubo que o bien prefiriendo la conservacion de sus intereses y las comodidades de la vida á ser fieles á la creencia que profesaban, ó poco firmes en esta, resolvieron usar de la facultad que se les concedió de quedarse en España con la condicion de bautizarse; pero el número de estos renegados fue corto y su mayor parte tuvo lugar de arrepentirse de no haber seguido la fortuna de sus hermanos.

Quizás ningun pueblo del universo ha sufrido una suerte tau digna de lástima como el pueblo judío. Su patria invadida por las legiones romanas dejó de existir para ellos cuando en el año 73 despues de J.-C. Tito se hizo dueño de Jerusalen, destruyóla de alto abajo, acabó con la vida de gran número de judíos y redujo á los restantes á servidumbre. Asi pagó el mas horrendo crímen que los hombres han cometido desde la creacion de los siglos. La muerte de un Dios debia ser vengada, y los Judíos hace diez y ocho siglos que estan espiando ese delito. ¡Y cuántos siglos durará todavía esa espiacion que sufren todas sus generaciones desde aquella que deicida! La muchedumbre que quedó esclava en Judea fue dispersada por todo el imperio romano, y España que constituia una parte de ese vasto imperio acogió á muchos de los proscritos. Se ha dicho que se establecieron en Mérida; pero fuese en aquella ciudad fuese en otras, ello es cierto que desde entonces hubo judíos en España, que se aumentaron prodigiosamente, y que se distribuyeron por la nacion entera. ¿Y cuál fue su fortuna en ella?

fue

Durante el imperio romano no es difícil comprender cuál seria la suerte de los judíos, porque sometidos al yugo del mismo pueblo que los habia arrojado de su patria mal pudieran esperar consideracion ni lástima siquiera por parte de sus conquistadores. Los bárbaros cuya invasion derrocó el imperio romano heredaron su odio hacia los Judíos con quienes los Godos no se condujeron en España mejor que sus antecesores. Condenado el pueblo judío á una opresion eterna veia cambiarse sus señores sin que en ello ga

nase su fortuna; asi fue que cuando los Arabes inundaron nuestra patria, los Judíos en vez de grangear alguna cosa con la mudanza de señores perdieron mucho, ya porque los sectarios de Mahoma los aborrecian tanto como los discípulos de Jesucristo, ya porque los cristianos viendo su patria sujetada al yugo de los que profesaban una religion enemiga de la suya, sintieron como en su pecho se encendia el odio contra aquel pueblo tan contrario de Jesucristo como el pueblo de Mahoma. Ya sabemos que desde el mismo instante en que los Arabes fueron dueños de España comenzó aquella encarnizada lucha cuyo término acabamos de esponer en nuestra historia. Patriótica y religiosa á un tiempo, esa guerra delia ser fatal para todos aquellos á quienes se considerase enemigos de la religion ó de la patria, y los Judíos si nó de la segunda lo eran á lo menos de la primera. Los pueblos cristianos reputándolos por adversarios suyos, no perdonaron ocasion alguna de envilecerlos, atormentarlos, saquear sus casas, y poner fin á su existencia.

Varias causas ademas concurrian á esto mismo. La historia general del pueblo judío despues de su dispersion nos prueba que en los siglos en que Europa yacia en la ignorancia mas crasa y las naciones de ella en un aislamiento absoluto, los Judíos se comunicaban desde los puntos mas distantes, y habian hecho grandes adelantos en las ciencias naturales y exactas, en la industria y en el comercio. Estas ventajas debieron por fuerza proporcionarles riquezas que sirvieron para remediar la penuria de los reyes y ocurrir á los ruinosos dispendios de los señores. Fácil es comprender que un pueblo proscrito y maltratado se vengaba en cuantas ocasiones podia de los insultos de sus verdugos, y de aqui los exorbitantes intereses con que era forzoso comprar sus préstamos, y de aqui un motivo mas para que los odiaran aquellos que apelaban á sus arcas á fin de salir de apuros. Desde el monarca hasta el último hombre de la plebe llegaron á ser tributarios de los Judíos; y asi los Judíos fueron aborrecidos desde el postrer hombre de la plebe hasta el monarca. No es de maravillar que en aquellos tiempos el celo religioso que llevado hasta el último estremo cometió terribles desmanes, ausiliado por el odio y por los compromisos con los Ju

díos se convirtiera muchas veces en una sed de venganza que inundó con sangre las calles de muchos pueblos. En tales circunstancias los Judíos compraban su seguridad ofreciendo á manos llenas sus riquezas, y quizás la esperanza de arrebatárselas por este medio daba ocasion á que se promovieran contra ellos los espantosos motines cuya memoria nos han conservado las crónicas y los archivos. A estos males que atacaban á todos los judíos de un pueblo deben agregarse los que iban dirigidos contra los individuos, á quienes podia cualquiera insultar impunemente, seguro de que los administradores de la justicia no descargarian sobre él su cuchilla. Destinados en varios puntos á cobrar las contribuciones de los pueblos, solian pagar muy cara la confianza de ese odioso encargo, y vez hubo en que no habiéndolo podido llevar á cabo fueron obligados á satisfacer lo debieran haber recogido.

que

Dados á la física, á las matemáticas, á la astronomía y á la astrología judiciaria, hubieron de tener laboratorios, tirar líneas, rodearse de máquinas y enseres cuyo uso desconocido para el vulgo atribuyóse á brujería y á pacto secreto con el demonio. Para los hombres de la edad media todo era de suponer en un pueblo que habia crucificado al hijo de Dios. No hay que decir hasta qué pun to estas preocupaciones atizaron aquel odio, que sugerido por el celo indiscreto de la religion adquirió grande aumento con las riquezas que los Judíos tenian y que prestaban á los cristianos, y llegó á su estremo desde que se los creyó de inteligencia con los espíritus del infierno. Entonces aborrecidos hasta un punto indecible no se les tuvo consideracion alguna, y el pueblo desatado contra ellos muchas veces los trató con una crueldad y un barbarismo que parecen imposibles. Nos quedan de ello tantas pruebas y tantos rastros que casi es inútil presentar á nuestros lectores hecho alguno de los muchos que los archivos conservan; sin embargo nuestras aserciones son tantas y hemos dado á este cuadro algunas pinceladas tan negras, que para justificarlas es casi necesario citar algunos ejemplares.

Hemos dicho que la primera causa la primera causa impulsiva de ese odio fue el celo religioso, y lo prueba el que los dias en los cuales el pueblo

que

se encarnizaba mas furiosamente contra los Judíos eran aquellos en que se celebran los mas graudes misterios de nuestra religion, porque se reproducia entonces en la memoria de los cristianos la idea de los Judíos eran los autores de la pasion y muerte de Jesucristo. Como una prueba de esto no podemos menos de citar la frase que en Cataluña (en donde los Judíos quizás fueron mas cruelmente tratados) se usa para indicar el ruido que en la iglesia se hace al concluirse los maitines en los tres últimos dias de Semana Santa. A esto se llama en Cataluña matar judíos, y los niños al dar con las mazas en el piso de la iglesia estan todavía en la persuasion de que matan judíos. Sabemos que esta creencia consiste en que los padres se lo dicen, y sabemos tambien que los padres no lo creen; mas esto justifica que aquellos dias eran fatales para los Hebreos, y que la costumbre de asesinarlos en ellos hizo que se diera una significacion distinta á aquel ruido que tiene por objeto representar el trastorno que sufrió el universo al espirar el Redentor.

Por lo demas la persecucion de los Judíos fue general en toda España, aunque mas cruel y despiadada en unos puntos que en otros. En Navarra en los primeros dias de marzo del año 1328 hubo contra ellos un alboroto terrible que costó la vida á muchísimos, especialmente en Estella en donde fueron degollados á millares. En Toledo en el tercer mes del año 1355 el pueblo atacó las calles en que los judíos moraban, y despues de haberlás saqueado, y hecho mil pedazos las mercaderías que en ellas habia, dieron muerte á mas de mil que no pudieron huir del furor popular.

En el año 1348 y á fines de mayo en Barcelona hubo un sangriento motin contra los judíos del Call, cuyas casas allanaron dando muerte á sus habitantes, y por el mismo tiempo en Gerona no contentos con haber practicado otro tanto, el pueblo concitado por algunos magnates y hasta por varios sacerdotes acometió el cementerio de los judíos, y estrayendo los cadáveres los quemo públicamente, haciendo presenciar aquel acto por muchos hebreos que asesinados luego sirvieron de pábulo á la hoguera que habia consumido los restos de sus antepasados.

Los alborotos mas terribles que contra los Judíos hubo y los

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