Imágenes de páginas
PDF
EPUB
[ocr errors]

ó no pudiese gobernarlos, fuese su administrador y gobernador general D. Fernando, hasta que D. Cárlos nieto de la testadora y primogénito de D. Juana llegara á la edad de veinte años. Esta cláusula terminaba con las palabras siguientes: é suplico al Rey mi Señor que querrá acetar el dicho cargo de gobernador, é re,,gir é gobernar estos mis reinos y Señoríos en los dichos casos, como yo lo espero que lo hará; é como quiera, que segun su Señoría siempre ha fecho para acrescentar las cosas de la Real Coropor eso no era necesario mas lo suplicar."

وو

,, na,

é

Mandó que ademas de los maestrazgos de las órdenes militares que le habia concedido la Sede apostólica, se diese á D. Fernando la mitad de los provechos que resultasen de las islas y tierra firme descubiertas en América, dejándole ademas una gruesa renta anual. Dispuso que su cuerpo fuese sepultado en Granada, diciendo acerca de esto en su testamento: «Pero quiero é mando que si el Rey mi Señor eligiere sepultura en otra cualquier Iglesia ó Monasterio de cualquier otra parte ó lugar de estos mis reinos, que „mi cuerpo sea allí trasladado é sepultado junto con el

وو

وو

cuerpo

de ,, su Señoría, porque el ayuntamiento que tuvimos viviendo, y que nuestras ánimas espero en la misericordia de Dios ternan en el Cielo lo tengan é represeuten nuestros cuerpos en el suelo."

وو

دو

وو

En la misma última voluntad nombró por testamentarios al rey, al arzobispo de Toledo, al obispo de Palencia, á D. Antonio de Fonseca, á D. Juan Velazquez y á D. Juan Lopez de Lazarraga.

Apenas hubo fallecido la reina de Castilla, arrancando de los pueblos las lágrimas con que debia llorarse la muerte de tan grande señora, cuando muchas de las personas de mayor cuenta del reino aconsejaron á D. Fernando que pues era sucesor por línea varonil de la casa de Castilla se declarase legítimo heredero de aquella corona. D. Fernando, aunque justamente agriado con su yerno, convencido del trastorno mental de D. Juana y seguro de que no se le haria resistencia, no quiso dar oidos á las invitaciones de sus aficionados, y en el mismo dia en que quedó viudo hizo proclamar como reyes á su hija D. Juana y al archiduque D. Felipe. En las demas villas y ciudades en que se verificó la pro

a

y

clamacion solo se nombraba á D.a Juana, pues antes de aclamarse á su esposo era preciso que jurase la conservacion de los fueros privilegios, como todos los reyes lo ejecutaron.

tes

que

Hemos puesto fin al mas glorioso reinado de España y poco anél ha terminado el siglo XV. Nuestra historia reclama una pausa y nuestro trabajo un instante de reposo: lo segundo para tomar aliento despues de la larga fatiga que llevamos; lo primero para detenernos en consideraciones que no menos que él pueden ser interesantes, si para esponerlas tenemos el tino y el saber que son indispensables. Vamos á probarlo del mejor modo que sepamos, y juzguen nuestros lectores si habrémos tenido acierto.

OJEADA GENERAL.

Varias son las veces que en el dilatado camino de nuestra historia nos hemos detenido, acaso para hacer un compendio de los principales acontecimientos de uno ó mas siglos, quizás á fin de observar la marcha general de las cosas, ora con el objeto de apuntar las causas que debian producir los hechos proximos á realizarse, y ora para las tres cosas á un tiempo. En cada página de nuestra obra hubiéramos querido reclamar la indulgencia de los lectores, pero mas particularmente en aquellas en que hemos estendido semejantes reseñas, porque son á no poderse dudar la parte mas arriesgada de nuestro trabajo y la mas meritoria, si algun mérito se descubre en la obra presente. Al esponer los sucesos apenas es dable presentar otra novedad que el lenguage y el sistema de esposicion, y en esto podemos haber sido mas o menos felices, aunque nó del todo originales; pero esas pausas, y el modo como las hemos aprovechado creemos que son una cosa nueva en la historia de nuestra patria. A no engañarnos sirven de descanso á la mente del lector, le presentan de un golpe la marcha general de las cosas, le recuerdan en pocas palabras los sucesos pasados, y le disponen para los venideros; quien lea esas reseñas dejando á un lado todo lo demas de nuestra obra, podrá formarse una idea de

la historia de nuestra patria, y de aquellos acontecimientos que si bien pertenecen á la historia general influyen mucho en la de España.

Tal ha sido nuestro objeto, y confesamos ingenuamente que para desempeñarlo cual se debe nuestras fuerzas son escasas. Empréndalo quien las tenga mas poderosas, dé latitud á nuestro ensayo, añada cosas de mas saber y mas sustancia, y nosotros los primeros acatarémos sus conocimientos y apreciarémos su trabajo, porque la esperiencia propia nos ha demostrado cuánto debe emplearse para escribir pocas líneas de esa especie. Los hechos que abrazará la reseña que vamos á comenzar ofrecen mucho interes: asi fuese tan grande nuestra aptitud para esponerlos de la manera que reclama su importancia.

reunion

Hay momentos en que la historia de todas las naciones de Europa tomada en su totalidad es una misma, y el siglo XV presenta uno de esos pasages universales, un hecho que coge de lleno á todos los pueblos, porque todos han contribuido á él, porque todos sienten su influjo y acaban por sujetarse á su poder. Si comparamos entre sí á las naciones de Europa es indudable que verémos en ellas grandes anomalías, debidas á la diversidad de carácter, á la influencia del clima, y á otras mil causas que conoce quien ha leido sus historias; pero hay en todas ellas una fisonomía, cuyos rasgos estan esparramados por la Europa entera, y cuya forma una faz que es la faz europea. Epocas hemos visto durante las cuales entre esos rasgos ha habido poca armonía, y de ahí la diferencia en los pasos que las naciones han dado en el camino de la civilizacion; y épocas en que animados todos esos rasgos por iguales sensaciones, bañados con una misma tinta, ofrecen una fisonomía armónica, un total simétrico. Una de esas épocas fue sin duda el siglo XV. En él puede decirse con propiedad que acaba la Europa primitiva para comenzar la moderna, y en él sufrió la sociedad europea un cambio que la presenta bajo un aspecto totalmente distinto. No es decir esto que de golpe cesasen los hechos anteriores y se mudasen los hombres, nó; los hechos continuaron, y los hombres fueron los mismos; pero esos hombres y esos hechos

[ocr errors]

se presentarou de otro modo, sufrieron una modificacion, la cual fue el resultado de muchos y muy antiguos trabajos que mas tarde ó mas temprano debian producir su fruto, que comenzaron á producirlo entonces, y que lo dieron completo en el siglo XVI. Hasta llegar á aquella época se ven una multitud de elementos sociales que unas veces se combaten mutuamente, que se confunden otras, que se segregan no pocas y que vuelven á pugnar para sobreponerse cada uno á los restautes. Eu el siglo XV se combinan otra vez todos esos elementos, y en él quedan refundidos en dos: el gobierno y el pueblo; y desde entonces ya no hay mas que gobierno y pueblo. Aun lidian, es verdad, en campo abierto, y atacándose con ardides combaten todavía, y combaten con encarnizamiento: el primero oprime al otro y este sacude la opresion; el segundo ataca al primero y este se defiende : la fortuna es varia: hoy vence el sucumbió se alza de nuevo; pero que ayer era vencido, y el que van segregando á los otros de la pelea para quedarse solos y combatir solos, y quitar á todos los demas la esperanza de mezclarse en esta lucha gigantesca.

Los elementos sociales que produjeron ese resultado comenzaron la pelea en el siglo XII, y despues de cuatrocientos años desaparecieron todos para dejar el puesto á los que habian producido. Fueron una generacion social, si nos es lícito esplicarnos asi, que dejó de existir cuando hubo asegurado la existencia de la otra generacion que debía sucederle. Aquella terrible lucha se efectuó de dos maneras unas veces se quiso que un solo elemento social dominase á todos los demas, otras se pugnó por que todas las sociedades particulares anduviesen de acuerdo, y cada una gozase su libertad particular, y ejercicra su parte de influjo en la comunidad de todas. La primera de esas dos maneras tendia á la teocracia, y á la democracia la segunda. Aquella intentaba someterlo todo al imperio de la sociedad eclesiástica, porque la Iglesia tenia qua superioridad moral y política.

El cristianismo, esta religion de amor y de paz que se estableció predicando ese amor y esa paz, no podia echar mano de la fuerza que no tenia y que tampoco deseaba tener; y asi aunque ejercia

un influjo inmenso no gobernaba. A pesar de este terrible obstáculo quizás hubiera mandado ó diera al menos un gran paso hacia el poder si no hubiese tenido que luchar con el feudalismo puesto en armas y orgulloso, que creyéndose llamado á poseer y á mandar se resistió á la Iglesia, del mismo modo que hizo frente á los reyes, porque creyó que aquella y estos pretendian dominarlo. El clero cristiano haciendo profesion del celibato no perpetuaba sus familias, y aunque todos sus individuos participasen del deseo de la comunidad, una generacion no bastaba para llevarlo á cabo', y la generacion eclesiástica que le seguia ya no heredaba ese deseo sino que debia concebirlo, y no podia continuar la obra en donde su antecesora la dejó, porque esa generacion entraba de nuevo en el plan, habia de comprenderlo, adoptarlo, seguirlo para legarlo á otra generacion que no lo admitia sino en parte, y que era fuerza que renunciase para ello á todos los afectos de familia, á todas las relaciones que la ligaban con la sociedad cuando se desprendió de ella para entrar en la Iglesia.

En esa misma Iglesia faltaba la unidad sin la cual no hay fuerza, ni hay medios de obrar, ni es posible llevar á cabo un proyecto. El clero de cada nacion luchaba con la corte suprema, los concilios hacian rostro al papa, brotan heregías, nacen cismas, no calcula los medios con que puede contar para obtener el triunfo, se atreve con los reyes, ataca su poder temporal, y los reyes amenazados se emancipan de la Iglesia con mas o menos latitud, con mas ó menos osadía; y los pueblos en la alternativa de obedecer al clero ó al rey se declaran por este que les aligerará el yugo de aquel; y la Iglesia se ve imposibilitada de llevar adelante sus intentos: tal es el aspecto que á primera vista ofrece la Iglesia representada por los pontífices ausiliados por los obispos, mas si por una parte aparece que la Iglesia aspiraba á la teocracia, cuando se trata de examinarlo filosóficamente es necesario echar una mirada á los tiempos y á los hombres, so pena de equivocarse en el juicio que se forme de los hechos. No puede negarse que los pontífices, y como delegados suyos los obispos, se atreven con los reyes y llegan hasta el punto de amenazarlos con que los harán descender del

« AnteriorContinuar »