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el general frances pudo nieterse en ella con su gente, la hueste de la liga hubo de levantar el cerco. El ejército veneciano fue muy luego derrotado por los franceses, quienes se apoderaron de Bérgamo y contentos con estas victorias dieron la vuelta á Milan. Salidos de nuevo á campaña á muy poco tiempo se dispusieron para presentar la batalla al ejército confederado que se entretenia en el territorio de Bolonia esperando á los venecianos, los cuales ajustadas treguas con el emperador podian con seguridad hacer la guerra á los franceses. Aunque estos avenidos con el duque de Ferrara fueron para donde el virey estaba, no atreviéndose sin embargo á atacarle tomaron el camino de Ravena que estaba en poder de los nuestros. La importancia de esta plaza aconsejó al virey levantar el campo y dirigirse hácia ella tras de los enemigos que le precedian de tres millas. Llegados los franceses al frente de la ciudad comenzaron á combatirla aunque inútilmente por la resistencia de los cercados á quienes alentaba la proximidad del ejército de la liga, pues en efecto el virey se habia adelantado hasta el punto de que la vanguardia escaramucease con los franceses sin que no obstante llegara á formalizarse la pelea. Uno y otro campo se dispusieron para comenzarla el día siguiente que era el 8 de abril.

Los contrarios tenian veinte y cuatro mil infantes, cuatro mil caballos y cincuenta piezas de artillería; los de la liga selo llevaban veinte y cuatro, y su ejército se componia de dos mil caballes y diez y ocho mil infantes. Puestas en órden entrambas huestes dióse principio á la pelea, que si bien se mantuvo equilibrada durante mucho tiempo, comenzó á declararse contra el ejército de la liga cuando acometiendo nuestra infantería á la francesa la puso en tanto desorden que dejó los cañones abandonados. El éxito sin embargo fue muy distinto de lo que hacia esperar este golpe, pues la caballería francesa al ver aquel descalabro se arrojó contra los infantes españoles, que rotos y cansados se desbandaron. La infantería de la vanguardia acudió á su socorro, y como el duque de Nemours general del ejército frances intentase vencer tambien aquellas tropas que veniau de refresco, fue muerto, juntamente con tres de los principales gefes que seguian sus banderas. Fabri

cio Colonna fue el último en sostener el honor de las armas italianas y españolas; pero despues de recibir dos heridas cayó en manos de los enemigos que poco antes habian hecho prisionero al conde Pedro Navarro. La victoria quedó por los franceses si bien murió de ellos mucha gente y perdieron el general y á otras personas de cuenta. Como consecuencia de aquella jornada fueron á parar á su poder las ciudades de Ravena, Foli, Imola, Cesana, Arimono y muchos fuertes de la Romania. El virey recogidas las reliquias de su vencido cjército se retiró á Nápoles para reponerse. ·

Los suizos que hasta entonces no se habian resuelto á favor de la liga determinaron ausiliarla, y poco despues de la batalla de Ravena penetraron en número de veinte y cuatro mil en Italia mientras de ella se salian los otros. Los recien llegados barriendo á los franceses que quedaban penetraron en Verona, luego en Pontevico y en Cremona, no parando hasta obligar á sus enemigos á retirarse al último confin del ducado de Milan cuyas ciudades se entregaron á los vencedores, mientras Ravena volvia al poder del papa.

El virey de Nápoles reforzado su ejército partió luego para el Abruzzo al frente de siete mil infantes y mas de dos mil caballos, y aunque el pontífice quisiera que no pasase adelante por considerar conciuido aquel negocio, Cardona se encaminó hácia Bolonia. Lo mismo que el papa le exigieron los suizos y venecianos, y asi fue que el virey desistiendo de su empresa dirigióse hácia Florencia cuya ciudad y las de Siena y Luca se le entregaron poniéndose bajo la proteccion del rey Católico. El ejército de la liga por otra parte se apoderaba de Génova, cuyos pueblos se declararon contra los franceses á quienes hostigaba tambien la escuadra del rey Católiro que se habia dirigido á aquellas aguas.

Terminada asi la lucha en 1513 tratóse de sentar las paces entre el emperador y los venecianos; mas como no pudiesen avenirse en los pactos, la república se concertó con la Francia, quedándose con todo lo que antes tuvo, esceptuando á Cremona y Geradaque debian pertenecer al rey de Francia junto cou el ducado de Milan. Los pueblos de Lombardía al saber esto se declararon

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muy pronto a favor del frances, que por entonces trató de concertarse con D. Fernando. Despues de muchas conferencias en 1. de abril de aquel año se ajustó entre ambos una tregua por un año, acordando que si el emperador y el rey de Inglaterra no. la firmaban dentro de dos meses quedarian escluidos de ella. Poco le agrado al emperador este concierto porque recelaba que apoyado por el rey Católico el de Francia podria en muy breve tiempo apoderarse de la Italia entera. Con esto rompióse otra vez la guerra, y aunque varias veces se trató de avenencias no pudo acabarse cosa alguna; y los asuntos de Italia seguian en muy mal aspecto cuando el primer dia de enero de 1515 falleció el rey de Francia dejando el trono á Francisco de Valois primer duque de Angulema, conocido con el nombre de Francisco I. Antes de entrar en los hechos que acontecieron desde el instante en que empuñó este príncipe el cetro de Francia, es indispensable retroceder un poco á fin de dar cuenta de otro suceso que influyó mucho en la suerte de España.

Tenemos presente que cuando al principiar el reinado de los monarcas Católicos hablamos de las cualidades de D. Fernando dijimos que algunos escritores estrangeros le habian achacado como un delito la conquista de Navarra, suponiendo que no tenia derecho alguno para aspirar á su corona. Añadimos allí mismo que al hablar de esa conquista manifestaríamos el derecho que D. Fernando alegaba y las razones que para ello le asistian. Ha llegado el momento de verificarlo porque la Navarra fue incorporada á la corona de Castilla en el mismo año 1515 en que nos encontramos.

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Por muerte de D. Francisco apellidado Febo acaecida en 1483 habia heredado aquella corona su hermana D. Catalina casada con D. Juan Labrit. D. Francisco y D.a Catalina eran nietos de D. Leunor tercera hija de D. Juan II, la cual sucedió en el trono de Navarra por los fallecimientos de D. Cárlos príncipe de Viana y de D.a Blanca, á quien su hermana envenenó cuando la tenia reclusa en la fortaleza de Orthez. Varias fueron desde entonces las relaciones que mediaron entre Castilla y Navarra, y aun se trató de concertar algunos matrimonios; mas cuando en el año 1512 los fran

ceses contendian en Italia con el ejército de la liga de que formaba parte el rey Católico, la Navarra hizo amistad con la Francia y provocó con esto el enojo del papa, el cual en 18 de setiembre de aquel año publicó la sentencia de escomunion contra los reyes de Navarra, privólos del título y dignidad real, y concedió el reino al primero que de él se apoderase.

Remontándonos ahora á algunos años atras no habrán olvidado nuestros lectores que despues de hablar de la guerra de Cataluña en favor del príncipe de Viana apuntamos como episodio de aquel suceso la suerte que le cupo á D.a Blanca hermana de dicho príncipe, y entre los documentos citados entonces por nosotros lo fue la protesta que D. Blanca estendió en Roncesvalles, en la cual añade que declara nulas todas las renuncias del reino que en adelante pudiesen presentarse hechas en su nombre y con su firma, porque serian arrancadas á la violencia; y en particular da de nulidad cualquier renuncia en pro de su hermana Leonor, de los hijos de esta, del infante de Aragon ó de otra persona, á no ser el de Castilla, ó el conde de Armaignach. Tres dias despues de esta protesta y no dudando ya de la suerte que le aguardaba, hizo una donacion entre vivos del reino de Navarra en favor del monarca de Castilla, declarando que ninguno como él podria vengar su muerte y arrebatar á sus homicidas el fruto de su delito. Muerta D. Blanca le sucedió su hermana D.a Leonor, á esta Don Francisco Febo, y á este D. Catalina casada con D. Juan Labrit,

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que eran los que reinaban en el año por donde vamos.

De lo dicho se sigue que D. Leonor habiendo envenenado á su hermana adquirió el trono por un medio atroz y que la hacia indigna de él y sus descendientes lo heredaron, heredando tambien el vicio capital de que aquella adquisicion adolecia. Por esto debe considerarse que D. Blanca no tuvo herederos forzosos, y por lo mismo pudo dejar el trono á quien quisiera, bien por testamento bien por donacion. Usando de este derecho y de este último medio lo donó al rey de Castilla, y como el sucesor de este fue el rey Católico por su matrimonio con D.a Isabel I, hé aqui á D. Fernando revestido del derecho de heredar la corona de Navarra. Es ver

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dad que D. Blanca escluyó de aquel derecho al infante de Aragon y que este era el mismo D. Fernando, mas este se apoderó de Navarra en época en que dejando de ser infante de Aragon pasó á ser rey de Castilla y sucesor de aquel á cuyo favor habia hecho la donacion D.a Blanca. Por esto D. Fernando al conquistar el reino de Navarra no lo incorporó á la corona de Aragon, como podia hacerlo, respetando con esto la voluntad de la donadora que era de que el reino que donaba perteneciese á Castilla.

Con tales razones no parece que pueda calificarse de usurpador á D. Fernando, y quien asi lo hace quiere sancionar el horrendo y desorganizador principio de que un asesinato es un título legítimo para obtener un trono. Convenimos en que D. Fernando podia haber tenido títulos mas robustos; pero desde el momento en que se ponen en cotejo los suyos con los de D. Catalina, las leyes divinas y humanas, la razon natural y los eternos principios de moral que no se pliegan á consideraciones ni á raciocinios abogan en alta voz por el rey Católico y proscriben á los sucesores de la fratricida D. Leonor. Con tales antecedentes vengamos á la esposicion de aquella lucha cuyo resultado fue incorporarse la Navarra á la corona de Castilla.

Dicho tenemos que el rey de Navarra habia contraido alianza con el de Francia y contra la liga de que D. Fernando formaba parte. Esto decidió al Católico que hasta entonces nada habia intentado contra aquel reino. Una antigua pretension de los ingleses sobre la Guyena dió lugar á que se dispusiesen para hacer la guerra á la Francia por aquella parte, y á este objeto se coligaron con D. Fernando. En tales circunstancias este requirió al de Navarra á fin de que le asegurase que por su reino no le haria daño alguno; mas el navarro lejos de acceder á esto halagado por las promesas del frances se coufederó con él contra la liga. En esto se comenzó la guerra y las fuerzas castellanas á las órdenes del duque de Alba penetraron en Navarra á últimos de junio de 1512, y en 25 de julio se hicieron dueñas de Pamplona. D. Juan al verlo trató de concertarse con el de Castilla, el cual quiso que le entregasc el reino en depósito hasta que los asuntos generales se arreglasen, apla

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