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su familia, y concedió á D. Lope tal amistad y privanza que llegó á decirse en Castilla que el verdadero rey era D. Lope. Lejos de desmentir el favorito tales hablillas, abusando de su posicion maltrataba á los pequeños y ajaba á los grandes, en términos que estos hacian conocer públicamente su descontento y comenzaban á discurrir la manera de derribar á aquel orgulloso valido, y á los muchos parientes y deudos que para sostenerse habia ido colocando en altos destinos. El mismo D. Lope parecia que ausiliase á propósito los intentos de sus contrarios, pues no satisfecho ni con las gracias ni con el favor del monarca, ni con el parentesco que con él habia contraido enlazando á su hija con el infante D. Juan, pretendió que el rey se casase con su prima Guillerma, hija del vizconde de Bearne, y para ello calificaba de nulo el matrimonio del rey con D.a María. Esta ambicion ilimitada fue la causa de su desgracia. El rey no pudo llevar á bien que D. Lope se declarara contra su primer matrimonio, y desde entonces formó el plan de apartarle de su lado y de castigar su audacia. Tal suele ser el fin de los privados, ya porque es antigua usanzà en ellos abusar del valimiento que tienen, ya porque los reyes rara vez son agradecidos, y nunca perdonan que otro pretenda alzarse con mas de lo que ellos quieren darle. D. Lope hubiera caido al momento de la gracia del monarca si las circunstancias de la época permitieran á este dar el paso que deseaba; mas no siendo entonces oportuno disimuló su resentimiento, y aparentando con el valido el mismo afecto que le tuvo hasta entonces, lo llevaba consigo á todas partes, y aun le encargó que sosegase á los Gallegos que andaban harto alboro

tados.

Sin duda contribuyeron tambien á la caida del de Haro los consejos de D. Dionisio de Portugal, quien hizo ver al monarca que no podia esperar paz en su reino mientras no separase de su privanza á D. Lope y pusiera en su lugar á D. Alvar Nuño de Lara, cuyo poder y nobleza eran por lo menos iguales á los del otro. Entendiendo el favorito lo que pasaba se trasladó á Navarra, cuyos moradores descontentos hacian la guerra á Castilla. Allí permaneció hasta que por la muerte de su rival D. Alvar volvió á Castilla; mas

antes que demos cuenta de lo que sucedió con esta vuelta, y de las nuevas alteraciones que hubo, es indispensable volver los ojos á Aragon en donde hasta el año 1288 en que nos hallamos sucedieron cosas de importancia.

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Suspendimos la historia de aquel reino en el momento en que acababa de morir D. Pedro el Grande, dejando sus estados á D. Alfonso II en Cataluña y III en Aragon, apellidado el Liberal.

El corto reinado de este príncipe seria apenas memorable si durante él no hubiese habido en Aragon bastantes disturbios entre la Union y el monarca, y no se hubieran por último fijado los privilegios de aquella. En virtud de las órdenes de su padre habia pasado D. Alfonso á Mallorca, y en ella supo la muerte de D. Pedro; por lo cual sujetada aquella isla y la de Iviza se vino á Cataluña, para asistir á las exequias del difunto monarca. Desde Mallorca habia escrito D. Alfonso á los de la Union que acababa de rendir la isla, y como en las cartas se titulase rey, cosa que no hizo su padre hasta háber recibido la corona en Zaragoza, en 21 de enero de 1286 se juntaron los aragoneses en la iglesia de San Salvador y resolvieron enviarle embajadores para que le requiriesen de parte del reino que viniese á Zaragoza á jurar los fueros y privilegios, absteniéndose hasta verificarlo de llamarse rey y de hacer donaciones. D. Alfonso contestó que habiéndole dado aquel título los magnates y ciudades de Cataluña en las cartas en que le avisaban el fallecimiento de su antecesor, no le parecia cosa estraña haberlo tomado, y que luego que fuesen hechas las exequias de D. Pedro iria á Zaragoza. En efecto en 12 de abril entró en ella y en el domingo siguiente fue coronado y armado caballero, y en el acto protestó que sus sucesores pudiesen recibir la corona en cualquier otro punto que no fuese Zaragoza, y juró los fueros y privilegios del reino. Algunos de los personages de la Union solicitaron de él que ordenase su casa y consejo con acuerdo de las Córtes, cuya demanda fue contradicha por otras personas de la misma Union, y mas resueltamente por el rey á quien la demanda incomodó tanto que se salió de la capital. Despues de varias pretensiones y respuestas convinieron las partes en nombrar árbitros

para que dirimiesen la discordia. Entre tanto el rey á fin de condescender en algun modo con las peticiones de la Union, resolvió tener audiencia pública los lunes, y consejo los martes y viernes para que en aquella y en estos se resolviesen los negocios de utilidad del estado. En el mes de mayo estaba D. Alfonso en Zaragoza con el objeto de resolver las propuestas de la Union, cuando tuvo noticia de que el rey de Mallorca reunia gentes en el Rosellon con ánimo de penetrar en Cataluña. Salió pues de Zaragoza para el principado, y el de Mallorca sabida su llegada desistió del primer intento.

Por el mes de junio los de la Union enviaron nueva embajada con otras peticiones, y eligieron algunos ricos-hombres á fin de que asistiesen al consejo del rey, requiriéndole por tercera vez para que fuese á las Cortes de Zaragoza á resolver las cuestiones pendientes. Convocó Córtes para Huesca, y como no quisiese acceder á las solicitudes, por segunda vez se dividieron los que habian acudido en representacion del reino.

Habiendo sabido la isla de Menorca era el punpor entonces que to destinado para recoger la armada francesa que con la gente de Rosellon queria apoderarse de Mallorca é inquietar las costas de Cataluña, á últimos del año dicho hizo rumbo hácia la primera y en enero de 1287 se apoderó de ella restituyéndose al punto á Barcelona. Sin embargo de que Zurita fija en esta época la absoluta rendicion de Menorca, el documento que existe en el archivo de la corona de Aragon (Registrum octavum Regis Alfonsi III super captione Minorice, de 1286 á 1286, foleo 51) es de fecha de 21 de enero de 1286, y contiene las convenciones ajustadas entre dicho D. Alfonso y el arraez del castillo de Menorca; por lo cual nos persuadimos que el hecho tuvo lugar en 1286 Ꭹ no

en 1287.

En las Cortes reunidas en este año en Alagon se renovaron las pretensiones por parte de los confederados y la negativa por la del rey. Divididos entonces los mismos aragoneses, comenzaron á hacerse mutuamente la guerra, pasando á muy lamentables escesos y alterando la tierra so color de defender las libertades; de manera

que el reino de Aragon estuvo á pique de sufrir graves males. El monarca por su parte revocó varias de las donaciones hechas, de modo que las cosas habian llegado á un estremo indecible cuando en diciembre de 1288, fueron á Zaragoza cuatro magnates para acordar las diferencias entre la Union y el príncipe Los de la Union presentaron la demanda por escrito en la cual pedian la enmienda de varios daños que dijeron haber causado el rey, y sobre todo insistian en que les otorgase privilegio de que si él ó sus sucesores hiciesen matar ó dañar á alguno de los de la Liga sin preceder sentencia del Justicia de Aragon les fuese permitido que desde aquel momento no le acatasen ni tuviesen por rey, sino que absolviéndolos de la fidelidad que le debian pudieran elegir por rey y señor á quien les pareciese. Pedian ademas que despues que el rey se lo otorgase les diera en rehenes para seguridad de su promesa diez y seis castillos, y mientras estos no se les entregaran fuesen puestos en sus manos las personas de varios magnates. Entró el rey en Zaragoza el dia 25 de diciembre, y el 29 concedió los privilegios de la Union, uno de los cuales era el que hemos apuntado mas arriba; y el otro el de desde allí en adelante y en cada año fuese obligado á celebrar Córtes generales á los aragoneses en Zaragoza, y por el mes de noviembre, y que en ellas se eligiesen las personas que debieran ser consejeros del rey, para que con su acuerdo determinase los negocios de Aragon, Valencia y Ribagorza.

que

Es indispensable que el lector tenga presente que á la concesion de estos privilegios precedieron varias discordias entre los ricos-homes, que no se otorgaron en Córtes generales del reino, y que contradijeron su concesion mucha parte de los mismos ricoshombres. Mas adelante, y en tiempo de D. Pedro el Ceremonioso se tuvieron presentes todas estas circunstancias para revocar los privilegios y la Union, calificando lo uno y lo otro de cosa perjudicial á la paz del reino.

Despues de varios sucesos de importancia no grave entre el rey de Aragon y los de Francia y Mallorca, finalmente en febrero de 1291 se firmó la paz entre los dos primeros, tomándose varios

acuerdos acerca de la isla de Sicilia y de las provincias de Calabria y Pulla y de algunos otros asuntos.

Volvamos de nuevo al reino de Castilla y al momento en que D. Lope de Haro caido de la gracia del monarca se habia retirado á Navarra, sucediéndole en él valimento D. Alvaro Nuño de Lara. Fue de corta duracion el favor de este, pues murió á breve tiempo; pero le sucedió en el favoritismo su hermano D. Juan, con no poco enojo del de Haro, que vuelto á Castilla á la muerte de D. Alvar, no supo ocultar el resentimiento que tenia contra D. Juan por la privanza de qué gozaba. Llegó á tanto su audacia que se manifestó quejoso al mismo rey, y hasta le dijo que las correrías con gente armada que el infante D. Juan hacia por tierra de Salamanca eran por su consejo. Grande fue la ira que se encendió en el ánimo de D. Sancho por esta causa; mas forzado á disimular por entonces esperó un momento oportuno para la venganza que se cumplió muy luego. Hallábase el rey en la villa de Alfaro celebrando Córtes, y al presentársele á besarle la mano D. Lope y el iufante D. Juan, les mandó qué en el acto pusiesen á su disposicion los castillos y plazas que tenian, y como ambos se escusaron manse los prendiese. A semejante órden D. Lope echó mano á la espada, y denostando al rey con los dicterios de tirano y fementido, se fue para él con intento de matarle. Algunos de los presentes desenvainaron sus armas, y arremetiendo á D. Lope acabaron con él allí mismo. D. Juan perseguido por D. Sancho que iba tras el con espada en mano se refugió en el cuarto de la reina, cuyas lágrimas y ruegos pudieron alcanzar que no se le quitara la vida y que fuese encerrado en una cárcel. Graves fueron las desazones sobrevenidas con este motivo, pues los amigos del y del preso se quejaban amargamente de la conducta de D. Sancho, y muchos de ellos se marcharon de Castilla. La reina pudo recabar ademas que no se quitase al hijo de D. Lope el señorío de Vizcaya mientras por otra parte la esposa del infante D. Juan se pasó á Navarra, á donde la siguieron muchos de sus valedores. Aprovechando la oportunidad que tales desacuerdos ofrecian, trasladose á Aragon el vizconde de Bearne, á cuyos rue

que

muerto

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