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LA VOZ

BL7 169

DE LA RELIGION. v.3-4

EL CELO DE LOS PRELADOS.

Como la Voz DE LA RELIGION es el órgano de las verdades que ella enseña, y de que es la mas fiel depositaria, hará siempre justicia á las que hayan pronunciado y pronuncien los Obispos Prelados del reino, en prueba de su celo por la pureza de la misma Religion, y en defensa de su santa doctrina, para que apropiadas y consignadas en nuestra obra, la posteridad vea con seguridad lo cierto sobre los sucesos de nuestra época desgraciada. A este fin insertamos en seguida dos representaciones que el Ilmo. señor Obispo de Cuenca ha dirigido á S. M., con los motivos y en las fechas que se espresan.

SEÑORA:

Vuestro Secretario de Estado y del Despacho del Fomento general del reino me dirigió, y recibí á su debido tiempo, el Real decreto de 4 de enero último, en el que se modifica el sistema de impresion, publicación y circulacion de libros; la atencion tan justa, como debida, que merece á V. M. la pureza de nuestra divina Religion, y el bien general del Estado, motivos por los cuales se prohibe la absoluta é ilimitada libertad de imprenta, debe

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ser tan grata á todo buen español que mira la Religion como el mayor bien que ha recibido de Dios, como lo es el Obispo de N., quien da por esto las mas humildes y rendidas gracias á V. M.; ni debe sernos menos apreciable la sábia prevision de V. M. mandando, que queden sujetas á la censura las obras, que tratando de Geologia, Historia, las de Viages, las Poesías y Novelas. ¡Ojalá que las de Física, Química y Medicina estuviesen tambien comprendidas en esta clase! Los justos recelos de que en esta clase de obras se inserten reflexiones, máximas, ó al menos algunas espresiones que ataquen, aunque con disimulo, la moralidad, las costumbres ó là Religion, son el motivo de estos deseos razonables. Es demasiado cierto, que la astuta impiedad derrama su veneno en todo género de escritos; aquellos mismos en que hay menos motivos de recelar ni temer por las materias sobre que tratan, por desgracia no dejan de esperimentar este contagio, y verse inficionados; cuanto mas debe esto temerse en aquella clase de obras, en las que por los asuntos sobre que versan, prestan al materialista, al enemigo de nuestra Religion divina, y al impio frecuentes ocasiones para hacer reflexiones, presentar dudas, esparcir espresiones, que ocasionan en el alma de sus lectores daños incalculables: el católico sábio, que ha llegado despues de mucho estudio á poseer la ciencia de la Religion, no teme entrar en lid con estos enemigos; los sofismas, las sutilezas y sus argumentos al parecer mas razonables, mil veces ya pulverizados, le son conocidos: la confusion y vergüenza para esta clase de enemigos es el resultado que deben esperar, si intentan presentarse en esta lucha: el católico que no está versado en este género de combates, ni le compete por su profesion, 6 estudios diferentes á que se ha dedicado, huye con prudencia de estas controvérsias, y con razon

se recela aun de pasar la vista por las obras, en las que los enemigos de la Religion y la verdadera moralidad combaten las máximas mas inconcusas, y las verdades mas sólidas; pero uno y otro, el sábio y el que no tiene tantos conocimientos en estas ciencias deben temer, á no abundar en una vigilante precaucion, verse enredados en las sutiles y fraudulentas redes del error, que la astuta impiedad puede y. sabe harto bien tender con disimulo, y esparcir "por estas y otras clases de obras, en las que ni se temia el lazo, ni se recelaba la asechanza.

Si atendido el espíritu de proselitismo, que devora al impio y falso filósofo, hay motivos justos de temor, que con la publicacion de libros intente corromper los ánimos de sus lectores; mas temible y mas peligroso es aun que procuren hacer esto mismo, y lo consigan, con la publicacion de las estampas que ofenden los respetos de nuestra sagrada Religion, ó el pudor y la decencia: no les es desconocido este grosero y vil artificio; no ignoran los mortíferos efectos del veneno que se introduce por la vista; saben que el rústico y el ignorante, que ni lee, ni se entretiene en oir lectura alguna, al ver semejantes estampas, se para, las observa, rie y queda perbertido; saben que la inocente criatura, incapaz todavia de discurso ni reflexion, se alegra al ver por la primera vez las estampas; pasa de nuevo la vista por ellas; con ellas se divierte, y su alma y su corazon se corrompen antes de saber qué cosa sea el vicio. ¡Cuántos daños pueden causar, y de cuántos perjuicios irreparables pueden ser origen semejantes estampas en toda clase de personas! perjuicios faciles de evitar si los grabadores presentasen sus dibujos ante un prudente censor, dificiles de remediar una vez hecho el daño: ni la mas vigilante autoridad puede poner un remedio oportuno á unos perjuicios, de los que por lo regular tendrá noticia

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