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antes de la refriega se fuera á juntar con sus hermanos: al presente, confiado en las capitulaciones de la paz, por Sigüenza pasó á Uclés, resuelto, si no le guardaban lo asentado, de mover nuevos alborotos con ayuda de los de su valía. Sin embargo el Rey de Castilla con la fuerza de sus gentes y exército apresuraba su camino: llevaba mas de diez mil de á caballo y cincuenta mil infantes, todos número. Fuéronse para él la Reyna de Aragon su hermana y el cardenal de Fox: avisaronle de los conciertos y amonestaronle dexase las armas. El encendido en deseo de satisfacerse, y feroz por la esperanza que llevaba de la victoria, respondió que las capitulaciones no eran validas por ser hechas sin su mandado, que era justo castigar la insolencia de los dos Reyes. Tenia sus estancias cerca de Belamazan, pueblo situado á la ribera de Duero. Llegó alli don Fadrique, duque de Arjona y conde de Trastamara, Llegado que hobo á la presencia del Rey, fue preso: llevaronle al castillo de Peñafiel, que en este comedio era venido en poder del Rey, donde falleció el año siguiente: notable lastima asi por su edad como por ser de sangre real, como tambien por venir sin esperar salvo conducto, creo confiado y asegurado de su buena conciencia contra el crimen de traycion que le cargaban, es á saber de sentir con los infantes de Aragon. La discordia civil es madre de sospechas, y contraria muchas veces a la inocencia. Los buenos suelen en tal ocasion ser tenidos por mas sospechosos que los malos, en especial si aman el sosiego. La sepultura deste príncipe se vee cerca de Carrion en tierra de Campos en un monasterio que se llama Beneviere, con su lucillo y letrero que le hizo poner Pero Ruyz Sarmiento su sobrino hijo de su hermana, y primer conde que fue

de Salinas. Entró el Rey de Castilla luego por las tierras de Aragon con grande espanto de aquella tierra. Los labradores con sus ganados y ropilla se recogian á lugares fuertes: los soldados ponian fuego a las aldeas que quedaban yermas, y talaban los campos. Llegaron con los reales hasta Hariza, villa fuerte por estar sentada en un alto: recogiéronse los moradores al castillo, y con esto saquearon el pueblo y en grau parte le quemarón. En el mismo tiempo como estaba acordado hacían tambien entradas por las tierras de Navarra gentes de Castilla debaxo la conducta de Pedro Velasco general de aquellas fronteras. Tomaron por fuerza á San Vicente villa de Navarra, y le pusieron fuego á causa que por quedar el castillo por los navarros no se podia conservar. Por otra parte el obispo de Calahorra y Diego de Zúñiga su sobrino se apoderaron de la villa de la Guardia y de su castillo. Fuera desto el condé de Benavente don Rodrigo Alonso Pimentel, como le era mandado, con parte del exército to cesaba de apoderarse de los pueblos y castillos que el infante de Aragon don Enrique poseía en Castilla: él desamparada la villa de Ocaña, que era cámara de su maestrazgo, se fue a Segura, castillo asentado á la raya de Portugal y a la ribera del rio Guadianą. Alli dexó la infanta su muger, y él se volvió a Truxillo por r si ya que le tomaron los demas pueblos de su estado, pudiese entretenerse y hacer algun daño por aquella comarca en las tierras del Rey. Acudióle luego su hermano el infante don Pedro, que por miedo de aquella tempestad se retiró á aquellos lugares, mozo de gran corazon, y muy diestro en las armas por el uso que de ellas alcanzó en las guerras de Nápoles.

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CAPITULO II.

Del fin desta guerra.

Mucho se adelantaron las cosas de Castilla quier para ganar reputacion y mantenerse en su honra, quier para vengar y castigar el atrevimiento de los aragoneses y navarros, pues por tantas partes y en tantas maneras los apretaron. Poner sitio al castillo de Hariza era cosa larga, y poco lo que en tomalle se interesaba, que fue la causa porque el Rey de Castilla dió la vuelta con sus gentes y soldados á Medinaceli, mas alegres por la victoria que ricos con la presa. Con esto y con poner diversas guarniciones en aquellas fronteras deshizo el campo y dió licencia á los soldados para irse á invernar y volverse á sus casas. El mismo Rey al fin del otoño se partió para Medina del Campo a tener cortes de su reyno, que para alli tenia aplazadas. Con su partida los enemigos recobraron ánimo. El Navarro se era ido a defender su reyno el de Aragon juntadas sus gentes se metió por las tierras de Castilla por la parte y comarca de la ciudad de Soria, por donde antiguamente se tendian los pueblos llamados Celtiberos. Apoderóse de la villa de Deza, ganó los castillos de Ciria y Borovia, y con ellos á Bozmediano: el castillo se le entregó el alcayde por dineros. Fue grande la presa de ganados y trigo, tomarou muchos prisioneros: con esto las gentes y soldados sin recibir algun daño se volvieron a Calatayud de do salieron. A la raya de Portugal por la parte que corre Guadiana y baña las tierras de Estremadura, los infantes de Aragon con mayor libertad y ganancia hacían sus cabalgadas y presas de ganados, de que hay en aquellas comarcas gran muchedumbre por la abundancia de los pastos; los

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quales enviaban a Portugal no obstante que el conde
de Benavente quien esto tenia encomendado, les ha-
cía resistencia, pero no era bastante para estorballos.
Por esta causa don Alvaro de Luna acudió en per-
sona á reparar aquel daño, y para el mismo efecto
á su llamado Pero Ponce señor de Marchena, que era
un caballero muy poderoso y rico en el Andalucía.
Enviaron sus reyes de armas a pedir la presa, emien-
da y restitución de los daños, y ninguna cosa alcan-
zaron fuera de buenas palabras, porque el Rey de
Portugal de secreto les hacía espaldas, y holgaba de
los trabajos y alteraciones de Castilla por serle muy
á propósito para afirmarse él mas y arraygarse en
aquel su reyno de que se apoderára. Sucedió a la mis-
ma sazon que los infantes de Aragon por no hallarse
con fuerzas iguales á don Alvaro de Luna, quemados
los arrabales de Truxillo, fortificaron aquella plaza
que se tenia
por ellos,
, y en la fortaleza pusieron
buena guarnicion de soldados; demas desto por sí
mesmos de sobresalto se apoderaron de Alburquerque,
villa fuerte y de importancia a la raya de Portugal:
por todo esto las voluntades de sus contrarios que-
daron mas irritadas. Pareció grave daño, especial la
pérdida de Alburquerque, porque se temia que los
portugueses se fortificasen en aquel pueblo, puesto
que entre Portugal y Castilla habia treguas, mas no
estaban de todo punto concertadas las paces, y me-
nos las voluntades conformes. Determinó el Rey acu-
dir á aquel daño convidado por don Alvaro, y esto
para que con mayor autoridad y fuerza se hiciese todo,
y la honra de la victoria que esperahan, y de con-
cluir aquella empresa quedase por el mesmo Rey. Su-
cedió al revés de lo que cuidaban, porque si bien to-
maron la villa y fortaleza de Truxillo y á Montanges,
no hobo orden de apoderarse de Alburquerque: asi

ya

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con dexar alli por capitanes y fronteros al maestre de Alcántara y don Juan hijo de Pero Ponce, el Rey y' don Alvaro dieron la vuelta, y se partieron para Medina del Campo. En la toma de Truxillo sucedió una cosa memorable. Estaba el condestable don Alvaro dentro de la villa: la fortaleza se tenia por el infante don Enrique. Tratóse con el alcayde que la rindiese: impedíalo un bachiller Garci Sanchez de Quincoces, que tenia gran parte en la guarda. Procuró don Alvaro haber habla con él, y aunque con dificultad, al fin alcanzó que por un postigo a la parte del campo que tiene una cuesta agria, viniese a ella solo con un mozo de espuelas, que con la mula se quedó tambien a la mitad de la cuesta. Salió el bachiller; mas como ni por promesas, ni amenazas se dexase vencer, abrazóse el condestable con él, y ambos fue-> ron rodando la cuesta abaxo de suerte que antes que de la fortaleza pudiese ser socorrido, le puso en lugar seguro entre cien hombres de armas que alli cerca tenia puestos en celada, con lo qual sin dilacion se rindió la fortaleza. Por este mismo tiempo recibieron los de Castilla una nueva rota en los campos de Arabiana, que estan a las haldas de Moncayo, harto conocidos y desgraciados de tiempo antiguo por la muerte desgraciada y desleal executada en las personas de los siete infantes de Lara. Ruy Diaz de Mendoza por sobrenombre el Calvo, aunque ciudadano de Sevilla, era capitan de quatrocientos caballos de Navarra. Este venció en un encuentro a Iñigo Lopez de Mendoza señor de Hita por arriscarse con menor número de gente á pelear con los contrarios: pocos fueron los muertos porque el capitan, como vió los suyos desbaratados, se recogió con algunos á un ribazo en que se hizo fuerte. Los mas se pusieron en huida y se salvaron a causa que los contrarios no te

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