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nian noticia de la tierra, y por la escuridad de la

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noche que cerró. Hacíanse las cortes de Castilla en 1430. Medina del Campo por principio del año mil y quatrocientos y treinta, y por el mismo tiempo las de los catalanes en Tortosa, presentes los dos Reyes cada qual en su parte. Era grande la falta de dinero para los gastos de la guerra, que pretendian sería muy larga; y era grande la dificultad que se ofrecia para allegallo. Las rentas de Aragon eran pequeñas, las riquezas de Castilla consumidas con los gastos y poco orden del Rey y de su casa, como quier que planza del príncipe sirva en lugar de muy gruesas rentas bastantes para el tiempo de la guerra y de la paz. En ambas partes se trató de la poca lealtad que algunos grandes guardaban á sus Reyes. Deseaba el de Aragon sosegar a don Fadrique conde de Luna, ca se entendia inclinaba á seguir el partido de Castilla, movido del dolor y sentimiento que causaba en él habelle quitado el reyno; demas que no faltaba gente liviana que despertaba su auimo inconstante, y le ponia grandes esperanzas de vengarse y alcanzar mayores riquezas, si se arrimaba á Castilla. No pudo salir el de Aragon con lo que pretendia en esta parte, ni le pudo haber a las manos, pero confiscóle todo su estado, que le tenia muy grande. Lo mismo hizo el Rey de Castilla con los infantes de Aragon, y aun pasó mas adelante, qué, ó por ser de su condi cion pródigo, ó con intento que a aquellos señores no les quedase esperanza de reconciliarse con él y ser restituidos en sus bienes, los pueblos que les quitó, los repartió entre otros caballeros principales. El maestrazgo de Santiago se dió en administracion á don Alvaro de Luna, á Pedro Fernandez de Velasco en propiedad la villa de Haro, Ledesma á Pedro de Zúñiga (al uno y al otro con título de condes) á Pedro

Manrique dió a Paredes, al conde de Benavente hizo merced de la villa de Mayorga, Medinilla fue dada á Pero Ponce. A Iñigo Lopez de Mendoza cupieron del repartimiento y del botin algunos lugares cerca de Guadalaxara, que eran de la infanta doña Cathalina: á don Gutierre Gomez de Toledo, obispo que fue adelante de Palencia, Alva de Tormes en tierra de Salamanca: a otros caballeros diferentes dió otros pueblos y lugares en gran número. Por este modo de la caida destos infantes como de un grande edificio se fundaron en Castilla nuevas casas y estados, que permanecen y se conservan hasta el dia de hoy, dado que algunos han hecho mudanza por diversas causas de apellidos y linages. A don Fadrique conde de Luna, que huido de Aragon, por el mismo tiempo llegó a Medina del Campo, despues de habelle honrado y festejado mucho dieron primero las villas de Cuellar y Villalon, despues tambien Arjona y otras rentas con que pudiese sustentar su casa y estado. Doña Leonor Reyna de Aragon fue llamada á Tordesillas, Ꭹ alli puesta en el monasterio de Santa Clara. Quitáronle asi mismo tres, castillos suyos que tenia con guarnicion, que ella entregó como le era mandado, todo a propósito que no pudiese ayudar á sus hijos ni con hacienda, ni de otra manera alguna; pero poco despues se revocó todo esto en Burgos. Despues del rigor suele seguirse la benignidad y com+ pasion, demas que parecia cosa fea que la madre inocente pagase los deméritos de sus hijos. Fue puesta en libertad, y fuéronle restituidos sus castillos con condicion y promesa que hizo de no acudir á sus hijos en aquella guerra. Ayudó mucho para tomar esta resolucion una embaxada que vino sobre estas diferencias de Portugal, dado que lo que sobre todo con ella se pretendia, era que entre los Reyes de Castilla

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y de Aragon se hiciesen treguas hasta tanto que jueces señalados por ambas partes tratasen entre sí, y asentasen las condiciones de la paz. No tuvo esto efecto por no estar aun sazonadas las cosas. En Peñíscola este año el domingo de Ramos, que fue á los nueve de abril, y el jueves adelante salió del sepulcro del Papa Benedicto tan grande y tan suave olor, que se hinchó del todo el castillo: asi lo testifican algunos autores (1), como yo pienso, mas por aficion que con verdad. Esta fama por lo menos fue ocasion que Juan de Luna su sobrino le hiciese trasladar á Illueca, villa suya puesta entre Tarazona y Calatayud. La licencia para hacello alcanzó debaxo de condicion que ni le hiciesen honras, ni fuese enterrado en lugar sagrado en pena de su contumacia, y de haber por ella muerto descomulgado. Aprestábase el Rey de Castilla para la guerra, y con gran cuidado juntaba una hueste muy grande, como el que estaba determinado de hacer de nuevo con mayor fuerza y pujanza otra entrada en Aragon. Junto con esto tenía mandado á don Fadrique Enriquez almirante del mar que con su armada que tenia a punto, trabajase las riberas y mares de Aragon con todo género de daños. Hecho esto, movió con sus gentes y llegó á Osma. El Rey de Aragon en Tarazona se aparejaba para la guerra, el de Navarra en Tudela: ambos con mayor porfia y diligencia que recaudo, d causa que aquellas dos naciones aborrecian aquella guerra como mala y desgraciada. Fueron sobre el caso enviados embaxadores de Aragon, que llegaron á Osma a catorce dias de junio. Dióseles luego audiencia: don Domingo obispo de Lérida, que era el

(1) Zurit. lib. 13. cap. 70.

principal y cabeza en aquella embaxada, habida licencia de hablar, con un largo razonamiento que hizo, relató quán grandes beneficios tenian los aragoneses recebidos de los Reyes de Castilla. Que la memoria dellos sería perpétua, sin embargo que tomaron las armas no por voluntad sino forzados de los engaños de algunos señores, que se aprovechaban de la facilidad y nobleza de su Rey para echar sus deudos de la corte, sin dar lugar aun de hablalle como los que estaban con la privanza inchados y acostumbrados á malas mañas. Que de buena gana las dexarian, si con reputacion lo pudiesen hacer, y que los partidos fuesen honrosos y tolerables. Ninguno ignoraba quán grande sería el estrago y desventura de todos si se viniese á las manos de poder a poder. Las espadas que una vez se tiñen en sangre de parientes, con dificultad y tarde se limpian, no de otra manera que si los muertos y sus cenizas anduviesen por las familias y casas pegando fuego y furia a los vivos, todos se em. bravecen, sin tener fin ni término la locura y los males. Punzados por el razonamiento del obispo don Alvaro y el conde de Benavente respondieron por sí y por los demas: llegaron á malas palabras, y parece buscaban ocasion de pasar adelante. Ramon Perellos, uno de los embaxadores, con loco atrevimiento se ofreció a hacer campo y probar con las armas á qualquiera que quisiese salir á la causa, que tenian la razon de su parte grande resolucion y brava; pero por estar el Rey presente no se pasó á mas que palabras. Con esto se acabó aquella junta: 'despues los embaxadores de Aragon hablaron de uno en uno a los grandes de Castilla, y hicieron con sus amonestaciones tanto que los inclinaron á la paz. Estaban los reales de Castilla á la puente de Garay, sitio en que se entiende estuvo asentada la autigua Numancia,

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mas por las medidas y sitio de los lugares, que porque hay algun rastro cierto desta antigüedad. Pasó el Rey con su campo á Majano. Alli por gran diligencia que los dichos embaxadores hicieron, asentaron treguas por parte de Castilla don Alvaro de Luna y don Lope de Mendoza arzobispo de Santiago, que nombraron para tratar de las capitulaciones con los embaxadores de los dos Reyes. Concertaron finalmente que durasen las treguas por espacio de cinco años con estas condiciones: dexadas por ambas partes las armas, se abriese la contratacion como antes: los infantes de Aragon restituyesen á Alburquerque dentro de treinta dias, y que no pudiesen entrar en Castilla en todo el tiempo de las treguas, ni tampoco el Rey de Castilla les quitase los pueblos que por ellos se tenian: últimamente que don Fadrique conde de Luna, y don Jofre marques de Cortes hijo de don Carlos Rey de Navarra, que andaban foragidos en Castilla, no fuesen maltratados por los Reyes de Aragon y Navarra. Para las demas diferencias se nombrasen catorce jueces, siete de cada parte: y que hasta concluir estuviesen y residiesen en Tarazona y Agreda pueblos á la raya de Aragon. Luego que estas condiciones fueron aprobadas por los Reyes, se pregonaron las treguas en los reales la misma fiesta del apóstol Santiago: lo mismo se hizo en las ciudades y lugares de los tres reynos con grande alegria de todos, que se regocijaban no solo por el bien presente, sino mucho mas por la esperanza que cobraron de asentar una paz muy larga. Despacháronse correos á todas partes que llevasen nuevas tan alegres, y en particular al Rey de Portugal, el qual con su embaada y grande instancia que hizo muchas veces, procurára se compusiesen estos debates de los Reyes; y en aquella sazon se mostraba alegre por los desposo

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