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grandes. El Rey y el príncipe su hijo, comunicados los negocios entre sí, acordaron se pusiesen guarniciones en las fronteras del reyno en lugares convenientes, en especial contra los moros. Resuelto esto, Alonso Giron primo de Juan Pacheco fue nombrado para que estuviese en Hellin y en Humilla por frontero con docientos de a caballo y quatrocientos infantes, con que acometió cierto número de moros que entraron por aquella parte, y los desbarató, Mostró en este caso mayor animo que prudencia, ca los enemigos se recogieron en un collado que cerca caía: dende de repente con grande alarido cargaron sobre los christianos que con gran seguridad y descuido recogian los despojos, y por estar espar cidos por todo el campo los destrozaron, sin poder huir, ni tomar las armas, ni hacer ni proveer nada Los mas fueron muertos, algunos pocos con el capitan se salvaron por los pies, perdidas las armas y los estandartes. Sobre las demas desgracias de Castilla Ceste nuevo revés alteró el ánimo del Rey, tanto mas que por el mismo tiempo el príncipe don Enrique, ofendido de nuevo contra don Alvaro de Luna, desde Madrid do estaba con su padre, se retiró á Segovia: "causa de nuevo sentimiento para el Rey. Determinóse para remedio de tantos males, y buscar algun camino para atajallos, de juntar cortes en Valladolid. El príncipe don Enrique por orden de su padre se llegó

Tordesillas: antes que el Rey tambien fuese a verse con él, como estaba acordado en una junta que -tuvo, declaró ser su voluntad reconciliarse con su hijo y perdonalle; á los caballeros conforme a los méritos de cada qual premiallos ó castigallos, en particular dixo que queria hacer merced y repartir los pueblos y estados de los parciales entre los leales. -Los procuradores de las ciudades, cada qual á porfia

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loaba el acuerdo del Rey: quien mas podia, mas le adulaba; que es una mala manera de servicio y de agrado tanto mas perjudicial quanto mas á los principes gustoso. Solo Diego Valera procurador de la ciudad de Cuenca á instancia de su compañero y por mandado del Rey tomó la mano; y aunque con cierto rodeo, claramente amonestó al Rey no permitiese que los grandes, personas de tanta nobleza y de tan grandes méritos suyos y de sus antepasados, fuesen condenados sin oirlos primero: dixo que de otra manera sería injusto el juicio, dado que sentenciasen lo que era razon. Hernando de Ribadeneyra, hombre suelto de lengua y arrojado amenázó a Valera: dixo que le costaria caro lo que habló. El Rey mostró mal rostro contra aquel atrevimiento: salióse luego de la junta, con que dió á entender quanto le desagradaron las palabras de Ribadeneyra. Ocho dias despues Valera escribió al Rey una carta en esta sustancia: «Dad »paz, señor, en nuestros dias. Quantos males hayan >> traido a la república las discordias domésticas, no »hay para que declarallo: nuestras desventuras dan »bastante testimonio de todo, las mas graves que los >>hombres se acuerdan: todo está destruido, asolado, » desierto, y la miserable España la tercera vez se va a tierra, si con tiempo no es socorrida. Quiero con los profetas antiguos llorar el daño y destrui»cion de la patria; pero quexarse y sospirar solamennte, y no poner otro remedio a los males fuera de >> las lágrimas téngolo por cosa vana. Esto es lo que >>me ha forzado á escribir. En vuestra prudencia, se»ñor, despues de Dios estan puestas todas nuestras esperanzas: si no os mueve nuestra miseria, á lo menos la desventura de vuestro reyno os punce si »>én alguna cosa se errare; el daño será común de »todos, la afrenta solo vuestra ; que la fama y la for¬

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»tuna de los hombres corren a las parejas. Este es » el peligro de los que reynan: las prosperidades per>>tenecen á todos, las cosas adversas y reveses a solo »el principe se imputan. Con premio y con castigo, » severidad y clemencia se gobiernan los reynos: asi »lo enseña la cxperiencia y grandes varones lo dexa»ron escrito, Cierto término debe haber en esto y » guardar cierta medida, bien asi como en lo demas. >>No es mi intento de disputar en este lugar de cosa >> tan grande: traer exemplos asi antiguos como mo-. >>dernos por la una y por la otra parte, qué presta? >>á muchos levantó la clemencia, la severidad a po>>cos, por ventura a ninguno poned los ojos en »Alexandro, César, Salomon, Roboam, en los Ne»rones. Las partes que la aspereza y el rigor por >> ventura necesario, pero usado fuera de tiempo., tie>>nen enconadas, con la blandura se han de

sanar, y

>> con echar por diverso camino que el que hasta a aqui

» se ha tomado. En conclusion quatro cosas conviene >> hacer; este es mi parecer, oxala tan acertado como »es el deseo que de acertar tengo. Conviene apaci»guar al principe, llamar a los desterrados, soltar á »los que estan presos, y establecer un perpétuo olvi»do de las enemigas pasadas. La facilidad en el per>> donar dira alguno sería causa de desprecio: verdad »es, si el principe pudiese ser despreciado que tiene »valor y ánimo; cosa peligrosa es quererse autorizar >> con la sangre de sus vasallos. La falta de castigo dira >> otro hará los hombres atrevidos, y las leyes man»dan sea castigado el desacato y la deslealtad: es >> asi, pero la propia loa de los Reyes es la clemen» cia, y toda grande hazaña es forzoso tenga algo que » se pueda tachar, que si en algo se quebrantaren las nleyes, el bien y la salud pública lo recompensarán »y soldarán todo. Quiero ultimamente hacer mis ple

»garias. Ruego a Dios que de mis palabras, salidas » de corazon muy llano, esté lexos toda sospecha » de arrogancia, y que vuestro entendimiento para >>> determinar cosas tan grandes sea alumbrado con luz >> celestial que os enseñe lo que convendra hacer.” Esta carta dió pesadumbre a don Alvaro de Luna; al Rey y á todos los buenos fue muy agradable. El conde de Plasencia, leida esta carta, gustó tanto del ingenio de Valera y de su libertad, que le recibió en su servicio, y le entregó su hijo mayor para que le criase y amaestrase.

2009

ཎཱི ཝཱ སྠཽ་

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De las bodas del Rey de Portugal:

La prision de tan grandes señores y la huida de otros que fueron forzados a salir de toda Castilla, altero mucho la gente y acarreó graves daños. Tratabase dentro y fuera del reyno de poner a los presos en libertad, y hacer que los huidos volviesen á su tierra. El temor los entretenia y enfrenaba, maestro no duradero ni bueno de lo que conviene, ca mudadas las cosas algun tanto, se atrevieron los que esto pensaban, á procurallo y ponello por obra. El conde de Benavente huyo de la prision: diole lugar para ello Alonso de Leon por grandes dádivas de présente, y mayores promesas que le hizo para adelante del qual Diego de Ribera alcayde del castillo hacía grande confianza. Este dió entrada a treinta soldados en el castillo, que acompañaron al conde en caballos que para esto tenian apercebidos en un pinár alli cerca, y le llevaron a Benavente. Con su venida los moradores de aquella villa echaron la guarnicion de soldados que tenian puestos por el Rey: lue

go despues acudieron a Alba de Liste que estaba cercada por los del Rey, y los forzaron a alzar el cerco; junto con esto se apoderaron de otros pueblos de menos cuenta. Esta nueva fue de mucha alegría para los buenos, y comunmente para el pueblo. El Rey alterado con ella, dexó a don Alvaro en Ocaña con orden de apercebir lo necesario para la guerra de Aragon, y él á grandes jornadas se fue a Benavente; desde donde por hallar aquel pueblo apercebido pasó a Portugal, que halló alegre por las bodas de su Rey que poco antes celebró con doña Isabel, hija de don Pedro su tio y gobernador del reyno, con quien siete años antes estaba desposado. Fue esta señora de costumbres muy santas, y de apostura muy grande. Deste casamiento nacieron don Juan que murió niño, y doña Juana su hermana que murió sin › casar, y otro don Juan años y hevivio largos que redó el reyno de su padre. Era el Rey todavia de tierna edad, y no bastante para los cuidados del reyno. Don Pedro su suegro estaba muy apoderado del gobierno de mucho tiempo atrás, cosa que los demas grandes la tenian por pesada, la comenzaban a llevar mal. La muchedumbre del pueblo como quier que sea amiga de novedades, huelga con la nudamza de los señores por pensar siempre que lo venidero sera mejor que lo presente y pasado. El que mas se señalaba en tratar de derribar a don Pedro, era don Alonso conde de Barcelos, sin tener ningun respeto

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a que e era su hermano ni tener memoria de la merced que poco antes le hiciera que por muerte de don Gonzalo señor de Berganza, que falleció sin bijos poco antes le nombró y dió título de duque de Berganza: asi suelen los hombres muchas veces pagar grandes beneficios con alguna grave injuria; la ambicion y la envidia quebrantan las leyes de la natura

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