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rios que festejaba de doña Isabel su hija con Philipe duque de Borgoña viudo de su segunda muger. Deste matrimonio nació Carlos llamado el Atrevido, duque que fue adelante de Borgoña, conocido no mas por la grandeza de sus hechos y valor, que por el triste y desgraciado fin que tuvo. El Rey de Aragon despachó una armada á Portugal para llamar á sus hermanos. Pretendia él que dexando á Alburquerque, le acompañasen, y empleallos en la guerra de Italia, que le tenia en mucho cuidado, y de dia y de noche no pensaba sino en volver a ella; aunque la ida de los infantes no se efectuó luego. Las gentes de Castilla fueron desde Osma despedidas con orden que á la primavera no faltasen de acudir a sus banderas para dar principio á la guerra de los moros de Granada. Hecho esto, el Rey pasó lo demas del estío en Madrigal villa muy conocida, do á la sazon la Reyna se hallaba.

CAPITULO III.

De la guerra de Granada.

El fin de la guerra de Aragon fue principio de otras dos guerras: de la que á los moros se hizo, y de la de Nápoles como quier que nunca los Reyes sosiegan, en especial quando su imperio está muy estendido; antes unas diferencias se traban de otras y se mueven de nuevo cada dia, ademas de la ambicion, mal desapoderado y cruel, y que no tiene límite alguno: el que mas tiene, mas desea, y de mas cosas está menguado: miserable y torpe condicion de la naturaleza · de los mortales, si bien a don Juan Rey de Castilla puede escusar el deseo que tenia de ensanchar el nombre christiano, y extirpar la nacion de los moros, por lo menos en España. El Rey Mahomad llamado el

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Izquierdo, restituido que fue en el reyno (como antes desto queda dicho) rehusaba sin embargo de pagar el tributo y parias que asi él como sus antepasados tenian costumbre de pagar; que fue la causa por que quando se hacian los aparejos para la guerra de Aragon, si bien pidió treguas, ni del todo se las negaron, ni claramente se las concedieron y otorgaron. Tomóse solamente por expediente de enviar por embaxador á Granada á Alonso de Lorca para entretener aquel Rey bárbaro, y dar tiempo al tiempo hasta que el juego estuviese bien entablado. Al presente como nuevos embaxadores para esto enviados hiciesen de nuevo instancia por las treguas, respondió el Rey que no se tomaria ningun asiento si no fuese que ante todas cosas pagasen el tributo que tenian antes concertado. Fue junto con esto Alonso de Lorca enviado por embaxador al Rey de Tunez con ricos presentes para dar razon á aquel Rey de la deslealtad y contumacia del Rey de Granada, que ni se movia por el peligro, ni correspondia al amor que le mostráran. Con esto obró tanto que persuadió a aquel Rey no enviase al de Granada para aquella guerra socorros desde Africa. Esto fue tanto mas facil que aquellos bárbaros ponen de ordinario la amistad y lealtad en venta, y mas les mueve su pro particular que el respeto de la religion y honestidad. Por ventura hacen esto solos los bárbaros, y no los mas de los príncipes que tienen el nombre y se precian de la profesion de christianos? Tuviéronse cortes en Salamanca, en que con gran voluntad de todos los estados se otorgó al Rey ayuda de dinero para aquella guerra en mayor cantidad que les pedian, porque era contra los enemigos de christianos. Por el fin deste año se hicieron diversas entradas en tierras de moros, en particular don Gonzalo obispo de Jaen y Diego de Ribera, adelantado que era del Andalucía, con

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ochocientos caballos y tres mil de a pie entraron hasta llegar á la vega de Granada. Repartieron la gente desta manera: pusieron dos celadas en lugares a propósito: ochenta de á caballo llegaron á dar vista á la ciudad con intento de sacar los moros á la pelea, y metellos en las zalagardas, y enredallos. Salieron ellos, pero con recato al principio porque temian lo que era, que habia engaño: los que tenian en la primera celada (como les fuera mandado) á los primeros golpes volvieron las espaldas. Asegurados con esto los moros, como si no hobiera mas que temer, sin orden y concierto siguen a rienda suelta el alcance: llegaron con esto donde estaba la fuerza de los contrarios, que era la segunda celada. No pensaban los moros cosa semejante, ni hallar resistencia: asi ellos se atemorizaron, y á los nuestros creció el ánimo; hirieron en los enemigos, mataron docientos, prendieron ciento, los demas como pláticos de la tierra se salvaron por aquellas fraguras, a las quales los caballos de los moros estaban acostumbrados, y á los christianos fueron causa por su aspereza y no estar usados de detenerse. Por otra parte Fernan Alvarez de Toledo señor de Valdecorneja, a cuyo cargo quedó la guarnicion de Ecija, entró por los campos y tierra de Ronda: no le sucedió tan prósperamente, porque acudiendo los naturales, con igual daño suyo del que hizo en los contrarios, fue forzado á retirarse. Poco despues Rodrigo Perea adelantado de Cazorla entró por otra parte: acudieron al improviso los enemigos, y fue la carga que dieron tan grande, que con pérdida de casi todos los suyos apenas el adelantado se pudo salvar á uña de caballo; verdad es que García de Herrera que era mariscal, escaló de noche y ganó de los moros por fuerza el lugar de Ximena, que fue alguna recompensa de aquellos daños. Desta manera variaban las cosas

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prósperas y adversas, fuera de que el tiempo no era a propósito, antes por las contínuas aguas ballaban los caminos empantanados, los rios ihan crecidos; en particular en Navarra el rio Aragon salió de madre, y derribó gran parte de la villa de Sangüesa con gran pérdida y notable daño de los moradores de aquel lugar. El Rey llamó por sus cartas á don Diego Gomez de Sandoval conde de Castro, y al maestre de Alcántara don Juan de Sotomayor. No obedecieron, sea por miedo de sus enemigos, sea estimulados de su mala conciencia. Era cierto seguían la voz de los infantes de Aragon, y aun despues de hechas las treguas, perseveraban en lo mismo. A la sazon que se apercebian para esta guerra, falleció la primera muger de don Alvaro de Luna dona Elvira de Portocarrero. Por su muerte casó segunda vez con doña Juana hija del conde de Benavente: los regocijos de las bodas se celebraron en Palencia, no fueron grandes á causa que á la misma sazon falleció doña Juana de Mendoza abuela de la desposada, y muger que fue del almirante don Eurique; los padrinos de la boda fueron el Rey y la Reyna. Ninguna cosa por entonces parecia demasiada por ir en aumento y con viento próspero la privanza y autoridad de don Alvaro. Sucedian estas cosas 1431..al principio del año mil y quatrocientos y treinta y uno. El Papa Martino Quinto, ya mas amigo (á lo que mostraba) del Aragones, al tiempo mismo que ó por odio de los franceses, ó con una profunda disimulacion tenia llamado á Italia al dicho Rey don AlonSO falleció en mala sazon en Roma de apoplexia a veinte del mes de febrero: otros buenos autores senalan el año siguiente, que hace maravillar haya variedad en cosa tan fresca y tan notable, En lugar del Papá Martino fue puesto el cardenal Gabriel Condelmario, veneciano de nacion, con nombre pue tomó de

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Eugenio Quarto: fue su eleccion á tres días de marzo, Ayudóle en gran manera para subir a aquel grado el cardenal Jordan Ursino: por esto comenzó á favorecer mucho a los ursinos, bando muy poderoso en Roma, y á perseguir por el mismo caso á los coloneses sus contrarios; y á su exemplo Juana Reyna, de Nápoles, muger mudable é inconstante, despojó á Antonio Colona de la ciudad de Salerno. Por respeto del nuevo Pontífice le quitó lo que el Pontífice pasado le hizo dar, ó por ventura hubo algun demérito suyo, de que resultaron nuevas alteraciones y diferentes esperanzas en otros de ser acrecentados. El Rey de Castilla, determinado de ir en persona á la guerra de los moros, nombró para el gobierno de Castilla en su ausencia a Pedro Manrique. Hecho esto, de Medina del Campo pasó á Toledo, en cuyo templo por devocion pasó toda una noche armado y en vela, costumbre de los que se armaban caballeros. Venida la mañana, hizo bendecir las banderas; y pasadas las fiestas (que se le hicieron grandes) hechos sus votos y plegarias, partió para la guerra. Está en medio del camino puesta Ciudadreal: alli como el Rey se detuviese por algunos dias, á los veinte y quatro de abril dos horas despues de medio dia tembló la tierra de tal manera que algunos edificios quedaron maltratados, y algunas almenas del castillo cayeron en tierra; el mismo Rey fue forzado por el miedo y por el peligro salir a raso y al descubierto; fue grande el espanto que en todos causó, y mayor por estar el Rey presente y correr peligro su persona; mas el daño fue pequeño, y ningun hombre pereció. En Aragon, Cataluña y en Ruysellon fue mayor el el estrago por esta misma causa y á la misma sazon, tanto que algunos lugares quedaron destruidos, y algunos maltratados por los temblores de la tierra. En Granada otrosi poco adelante, y en los reales de

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