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popular ganó las voluntades del pueblo de tal manera que en ningun tiempo estuvo mas obediente a su principe, por el contrario se desabrió la mayor parte de los nobles. Quitaron a Juan de Luna el gobierno de la ciudad de Soria, y le echaron preso: todo esto por maña de don Juan Pacheco, que pretendia por este camino para su hijo don Diego una nieta de don Alvaro de Luna que dexó don Juan de Luna su hijo ya difunto, y al presente estaba en poder de aquel gobernador de Soria por ser pariente y su muger tia de la doncella. Pretendia con aquel casamiento, por ser aquella señora heredera del condado de Santistevan, juntar aquel estado como lo hizo con el suyo. Asi mismo con la revuelta de los tiempos el adelantado de Murcia Alonso Faxardo se apoderó de Cartagena y de Lorca, y de otros castillos en aquella comarca. Envió el Rey contra él á Gonzalo de Saavedra, que no solo le echó de aquellas plazas, sino aun le despojó de los pueblos paternos, y tuvo por grande dicha quedar con la vida. Falleció á la misma sazon el marques de Santillana. Dexó estos hijos: don Diego que le sucedió, don Pedro que era entonces obispo de Calahorra, don Iñigo, don Lorenzo y don Juan y otros de quien decienden linages y casas en Castilla muy nobles. Tambien la Reyna viuda de Aragon falleció en Valencia á quatro de setiembre: su cuerpo enterraron en la Trinidad monasterio de monjas de aquella ciudad. El entierro ni fue muy. ordinario, ni muy solemne: el premio de sus merecimientos en el cielo y la fama de sus virtudes en la tierra durará para siempre. Poco adelante el Rey de Portugal con una gruesa armada que apercibió, ganó en Africa de los moros á diez y ocho de octubre dia miércoles, fiesta de San Lucas, un pueblo llamado Alcázar cerca de Ceuta. Acompañaronle en esta

jornada don Fernando su hermano duque de Viseo, y don Enrique su tio. Duarte de Meneses quedó para el gobierno y defensa de aquella plaza, el qual con grande ánimo sufrió por tres veces grande morisma que despues de partido el Rey acudieron, y con encuentros que con ellos tuvo, quebrantó su avilenteza y atrevimiento: caudillo en aquel tiempo señalado, y guerrero sin par. De Sicilia envió don Carlos príncipe de Viana embaxadores á su padre para ofrecer, si le recebia en su gracia, se pondria en sus manos, y le sería hijo obediente; que le suplicaba, perdonase los yerros de su mocedad como Rey y como padre. No eran llanas estas ofertas; en el mismo tiempo solicitaba al Rey de Francia y á Francisco duque de Bretaña hiciesen con él liga: liviandad de mozo, y muestra del intento que tenia de cobrar las armas lo por que su padre no le diese. Esto junto con recelarse de los sicilianos que le mostraban grande aficion, no le alzasen por su Rey, hizo que su padré le otorgó el perdon que pedia, con que a su llamado llegó a las riberas de España por principio del año mil y quatrocientos y cincuenta y nueve. 1459.` Desde alli alli pasó a Mallorca para entretenerse y esperar lo que su padre le ordenaha: no tenia ni mucha esperanza ni ninguna que le entregaria el reyno de su madre. La muerte que le estaba muy cerca, como suele, desbarató todas sus trazas. Los trabajos continuados hacen despeñar a los que los padecen, y á veces los sacan de juicio. Pedia por sus embaxadores, que eran personas principales, que su padre le perdonase a él y á los suyos, y pusiese en libertad al condestable de Navarra don Luis. de Biamonte con los demas que le dió los años pasados en rehenes: que le hiciese jurar por príncipe y heredero, y le diese libertad y licencia para residir en qualquier lugar y

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ciudad que quisiese fuera de la corte: que sus esta dos de Viana y de Gandía acudiesen á él con las rentas, y no se las tuviese embargadas; debaxo desto ofrecia de quitar las guarniciones de las ciudades y castillos que por él se tenían en Navarra: llevaba muy mal que su hermana doña Leonor muger del conde de Fox estuviese puesta y encargada del gobierno de aquel reyno, y asi pedia tambien se mudase esto. Gastóse mucho tiempo en consultar al fin ni todo lo que pedia le otorgaron, ni aun lo que le prometicron, se lo cumplieron con llaneza. Decíase y creía el pueblo que todo procedia de la Reyna, que como madrasta aborrecia al príncipe y procuraba su muerte, por temer y recelarse no le iria bien á ella mi1á sus hijos, si el príncipe don Carlos Hegase a suceder en los reynos de su padre.

CAPITULO XX.

De ciertos pronósticos que se vieron en Castilla.

La semilla de grandes alteraciones que en Castilla todavia duraba, en breve brotó y llegó a rompimiento. El Rey demas de su poco orden se daba a locos amores sin tiento, y sin tener cuidado del gobierno: primero estuvo aficionado á Cathalina de Sandoval, la qual dexó porque consintió que otro caballero la sirviese; sin embargo poco despues la hizo abadesa en Toledo del monasterio de monjas de San Pedro de las Dueñas, que estuvo en el sitio que hoy es el hospital de Santa Cruz. El color era que tenian niecesidad de ser reformadas: buen título, pero mala traza, pues no era para esto á proposito la amiga del Rey asa enamorado Alonso de Córdova hizo cortar la cabeza en Medina del Campo. En lugar de Ca

thalina de Sandoval entró doña Guiomar, con quien ninguna fuera de la Reyna se igualaba en apostura, de que entre las dos resultaron competencias: á la dama favorecia don Alonso de Fonseca, que ya era arzobispo de Sevilla; á la Reyna el marques de Villena. Con esto toda la gente de palacio se dividió en dos bandos, y la criada se ensoberbecia y engreía contra su ama. Llegaron, á malas palabras y riñas: dixéronse baldones y afrentas, sin que ninguna dellas pusiese nada de su casa; llegó el negocio á que là Reyna un dia puso las manos con cierta ocasion en la dama, y la mesó malamente, cosa que el Rey sintió mucho, y hizo demonstracion dello. Añadióse otra torpeza nueva, y fue que don Beltran de la Cueva mayordomo de la casa real y muy querido del Rey, a quien el Rey diera riquezas y estado, halló entrada a la familiaridad de la Reyna sin tener ningun respeto a la magestad ni á la fama. El pueblo que de ordinario se inclina á creer lo peor, y á nadie perdona, echaba a mala parte esta conversacion y trato: algunos tambien se persuadian que el Rey lo sabía y consentia para encubrir la falta que tenia de ser impotente: torpeza increible y afrenta. Puédese sospechar que gran parte desta fábula se forjó en gracia de los Reyes don Fernando doña Isabel quany do el tiempo adelante reynaron; y que le dió probabilidad la floxedad grande y descuido deste príncipe don Enrique, junto con el poco recato de la Reyna y su soltura. Los años adelante creció esta fama quan do por la venida de un embaxador de Bretaña don Beltran en un torneo que se hizo entre Madrid Ꭹ el Pardo, fue mantenedor, y acabado el torneo, hizo un banquete mas esplendido y abundante que ningun particular le pudiera dar: de que recibió tanto contento el Rey don Enrique, que en el mismo lu

gar en hicieron el torneo, que mandó para memoria edificar un monasterio de frayles Gerónimos; del qual sitio por ser mal sano, se pasó al en que de presente está cerca de Madrid. A exemplo de los príncipes el pueblo y gente menuda se ocupaba en deshonestidades sin poner tasa ni á los deleytes, ni á las galas. Los nobles sin ningun temor del Rey se hermanaban entre sí, quien por sus particulares intereses, quien con deseo de poner remedio á males y afrentas tan grandes. Hobo en un mismo tiempo muchas señales que pronosticaban, como se entendia, los males que por estas causas amenazaban. Estas fueron una grande llama que se vió en el cielo, que dividiéndose en dos partes, la una discurrió ácia Levante y se deshizo, la otra duró por un espacio. Item en el distrito de Burgos y de Valladolid cayeron piedras muy grandes, que hicieron grande estrago en los ganados. En Peñalver pueblo del Alcarria en el reyno de Toledo se dice que un infante de tres años anunció los males y trabajos que se aparejaban, si no hacían penitencia y se enmendaban. Entre los leones del Rey en Segovia hobo una grande carnicería, en que los leones menores mataron al mayor, y comieron alguna parte dél: cosa extraordinaria asaz. No faltó gente que pensase y aun dixese, por ser aquella bestia rey de los otros animales, que en aquello se pronosticaba que el Rey sería trabajado de sus grandes. El pueblo atemorizado con todas estas señales y pronósticos hacía procesiones y votos para aplacar la saña de Dios. Lo que importa mas, ías costumbres no se mejoraron en nada, en especial era grande la disolucion de los eclesiásticos: a la verdad se halla que por este tiempo don Rodrigo de Luna arzobispo de Santiago de las mismas bodas y fiestas arrebató una moza que se velaba, para usar

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