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á su padre. Fue sepultado en Poblete. Vivió quarenta años, tres meses y veinte y seis dias. Príncipe mas señalado por sus contínuas desgracias que por otra cosa alguna: no alcanzó tanta ventura quanta era su erudicion, y otras buenas partes merecian. Tuvo por familiar á Osías Marco, poeta en aquella era muy señalado y de fama en la lengua limosina ó de Limoges: su estilo y palabras groseras, la agudeza grande, el lustre de las sentencias y de la invencion aventajado. Traía el príncipe don Carlos por divisa dos sabuesos muy bravos pintados en su escudo, que sobre un hueso peleaban entre sí, representacion y figura de los Reyes de Francia de Castilla, por cuya porfia y codicia le tenian casi consumido el reyno de Navarra. Murieron asi mismo otros príncipes: Carlos Seteno Rey de Francia, al qual sucedió Luis Onceno su hijo. El infante don Enrique tio del Rey de Portugal finó por este mismo tiempo sin haberse jamás casado, y sin llegar á muger: vivió setenta y siete años; su muerte fue a trece de noviembre en el Algarve en un pueblo de su estado que se llama Sagra. Depositáronle en Lagos entonces: desde alli adelante le trasladaron á Aljubarrota. Quedaba de todos sus hermanos don Alonso el bastardo duque de Berganza, que falleció tambien el año siguiente: de doña Beatriz su muger hija del condestable Nuño Pereyra, dexó un hijo llamado don Fernando, de quien sin que haya faltado la línea, descienden los duques de Berganza señores los mas principales y ricos en el reyno de Portugal.

CAPITULO IV.

De las alteraciones que hobo en Cataluña.

Con la muerte del príncipe don Carlos, si bien eesó la causa de las diferencias y debates, no quedaron las discordias apaciguadas. Don Fernando hermano del muerto fue luego jurado por príncipe y heredero de los estados de su padre primero en Ca latayud en las cortes de Aragon que alli se juntaron, despues en Barcelona donde la Reyna su madre le llevó ; pero toda la esperanza que por esta causa tenian de que todo se apaeiguaria, salió vana á causa que la gente catalana de repente tomó las armas, y los nobles por estar desabridos con el Rey de Aragon pretendian, y aun decian en secreto y en público que por engaños de su madrastra el príncipe su antenado fue muerto: maldad muy indigna y impiedad intolerable. El que mas encendia el pueblo, era fray Juan Gualves de la orden de Santo Domingo: persuadíales en sus sermones sediciosos que con las armas se satisficiesen de aquel exceso tan grave y feo: que quando ellos disimulasen, el cielo en la sangre del pueblo tomaria sin duda venganza: que debian aplacar á Dios con castigar ellos primero delito tan atroz. Alterada la muchedumbre y el pueblo, la Reyna. se salió de Barcelona: el color era sosegar ciertos alborotos de Ampurias, la verdad que no se atrevia á salir en público, ca temia no le perdiesen el respeto los que tan alterados andaban; acordó de reparar en la ciudad de Girona, que está en lo postrero de Cataluña, hasta ver qué término tomaban las cosas. El Rey de Aragon por otra parte, vista la tempestad que se levantaba, convidaba á los príncipes estraños que se confederasen con él, en particular

pedia al Rey de Francia le ayudase, y al de Castilla que á lo menos no le hiciese daño; que pues don Carlos en cuyo. favor tomó las armas, era muerto, sacase las guarniciones de soldados que tenia puestos en Navarra. Hallábase a la sazon el Rey don Enrique en Madrid, desecho su campo, y alegre por la preñez de la Reyna su muger, que hizo traer alli en hombros porque con el movimiento no recibiese qual 1462, que daño. Al principio pues del año mil y quatrocientos y sesenta y dos, le nació una hija que se llamó doña Juana, luego todos los estados del reyno la juraron por princesa y heredera de Castilla; gran mengua, engerir en la sucesion real la que el vulgo. estaba persuadido fuese habida de mala parte, tanto. mas que para honrar a don Beltran y gratificalle sus. servicios le hizo á la sazon el Rey conde de Ledesma, que fue nueva ofension y ocasion de mas murmurar. En su lugar fue puesto por mayordomo en la casa real Andres de Cabrera, grande amigo suyo y aliado: principio de do como de escalon vino a alcanzar adelante grandes riquezas, no sin ofension de muchos y sin envidia de los que llevaban mal que un hombre poco antes particular subiese en breve tan alto. Estaba á la sazon en la corte el conde de Armeñaque, que vino por embaxador del Rey de Francia para tratar de hacer paces y confederacion entre los dos Reyes. El arzobispo de Toledo reconciliado a la sazon con el Rey era el que todo lo mandaba, tanto que cada semana se tenia en su casa consejo y au diencia de los oydores para determinar los pleytos y negocios. Los embaxadores de Aragon por la mucha instancia que hicieron, en fin concertaron se hiciese confederacion á veinte y tres de marzo con las capitulaciones infrascritas: Que entre Castilla y Ara gon hobiese paz el Rey de Castilla retuviese como

en relienes y por resguardo los castillos de la Guardia y- de San Vicente, Arcos, Raga y Viana, y volviese todo lo demas que tenia en Navarra: demas desto que en la raya de Aragon y de Navarra pusiese en tercería á Jubera y á Cornago, y en el reyno de Murcia á Lorca: los depositarios fuesen el arzobispo de Toledo y el maestre de Calatrava y Juan Fernandez Galindo para efectó que si el Rey de Castilla quebrantase la alianza, entregasen estos pueblos al Rey de Aragon; el qual en Olite donde se hallaba para desde alli acudir a todas partes, puso su confederacion con el Rey de Francia a doce de abril. Asentaron que el Rey de Francia enviase al Aragones de socorro setecientos hombres de armas, y docientos mil ducados para pagar el sueldo á su gente; y que el Rey de Aragon entre tanto que no pagase esta suma, diese en prendas lo de Cerdania y Ruysellon, y todavia por las rentas de aquellos estados no se desfalcase parte alguna del principal. Para que esta avenencia tuviese mas fuerza, se concertó habla entre los Reyes de Francia y Aragon en Salvatierra pueblo de Bearne. Juntamente al conde de Fox por la instancia que sobre ello hacía, concedió que doña Blanca hermana del príncipe don Carlos (a quien pertenecia el reyno de Navarra) fuese puesta en su poder: notable agravio, quitalle el reyno y despojalla de la libertad; pero qué no hace la codicia desenfrenada de reynar? Luego que tomaron este acuerdo, desde Olite con grande desgusto suyo la llevaron á Bearne. Quexábase mucho á los Santos y á los hombres de un desafuero tan grande. Escribió al Rey don Enrique una carta en la qual le pedia tuviese compasion de su suerte; que sobre las otras desgracias le quitaban la libertad, y en breve le quitarian la vida, si él no le daba alguna ayuda y la mano:

suplicabale a lo menos vengase la muerte de su hermano y sus desventuras como era justo, que se membrase del amor antiguo, que aunque desgraciado, al fin era de marido y muger. Pusiéronla en el castillo de Ortes del estado de Fox: alli no mucho despues fue muerta con yerbas que le dieron, sin que ninguno saliese á la venganza; la fama de su muerte lan injusta y cruel por mucho tiempo estuvo secreta. En fin los desastres de su vida tuvieron aquel desgraciado remate; que quando la miseria persigue a uno, ó fuerza mas alta, no para hasta acaballe: su cuerpo enterraron en la ciudad de Lescar. Estaba el Rey de Aragon en Tudela, y el Rey don Enrique por Segovia y Aranda pasó á Alfaro, pueblo no muy lexos de Tudela. Alli con intervencion del marques de Villena los dos Reyes firmaron las capitulaciones del concierto que en Madrid tenian acordadas, á la misma sazon que los catalanes á treinta del mes de mayo cercaron a la Reyna de Aragon dentro de Girona, mas congoxada por el riesgo que corria su hijo el príncipe, que por su mismo peligro. El caudillo de la comunidad era Hugo Roger conde de Pallas: el principal que defendia la ciudad por el Rey, Luis Dezpuch maestre de Montesa. Entraron la ciudad los comuneros: acometieron el castillo viejo que se llamaba Gironela, do la Reyna se recogió. Salieran los catalanes con su intento, sino sobreviniera la cabaIlería francesa, con cuya ayuda no solo cesó el peligro, pero aun echaron de la ciudad a los levantados. Acudió al tanto el Rey de Aragon con presteza, coal tenia de su muger y hijo le el cuidado que que punzaba: hobo muchos encuentros y refriegas, en que los levantados, como gente recogida de todas partes, no se igualaban á los soldados viejos. El Rey despues de haber reducido á su obediencia muchas

mo.

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