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» en un estado miserable.” Hasta aqui son palabras de Philipe de Comines; lo demas que dice se dexa por abreviar. Este año, á los doce de noviembre, pasó desta vida a la eterna el Santo fray Diego en el su monasterio de Franciscos de Alcalá de Henares que fundó don Alonso Carrillo arzobispo de Toledo (1). Fue natural de San Nicolás diócesi de Sevilla. Su vida tal, y los milagros que Dios por él hizo tantos, que el Papa Sixto Quinto le canonizó a los dos de julio año del Señor de mil y quinientos ochenta y ocho.

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Los catalanes llamaron en su ayuda á don Pedro condestable de Portugal.

Hallaronse presentes à la junta destos príncipes dos embaxadores de Barcelona, llamados el uno Cardona y el otro Copones: quexáronse al de Castilla que se hacía agravio a su nacion en desamparallos contra lo que tenian capitulado. Estas quexas no fueron de efecto alguno; las orejas destos príncipes estaban cerradas á sus ruegos por respetos que mas á ellos les importaban. En Tolosa pueblo de Guipúzcoa el comun del pueblo mató á seis de mayo a un judío llamado Gaon: fue la ocasion que por estar el Rey cerca, entretanto que se entretenia en Fuente-Rabía, comenzó el judío á cobrar cierta imposicion que se llamaba el Pedido, sobre que antiguamente hobo grandes alteraciones entre los de aquella nacion, y al presente llevaban mal que se les quebrantasen sus privilegios yÿ libertades. No se castigó este delito, y esta muerte,

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(1) Garib. lib. 17. c. 7. dice que finó el año de 1461.

antes poco despues en Segovia, do se fue el Rey don Enrique, hobo entre dos frayles y se encendió una grave reyerta. El uno afirmaba en sus sermones que muchos christianos se volvian judíos, en que pretendia tachar el libre trato que con los de aquella nacion y los moros se tenia; y era asi que muchos de aquellas naciones enemigos de Christo libremente andaban en la casa real y por toda la provincia: el otro frayle lo negaba todo mas en gracia de los príncipes, como yo creo, que por ser asi verdad. Nunca sin duda en España se vió mayor estrago de costumbres, ni corrieron tiempos mas miserables; en particular el pueblo en Sevilla andaba muy alborotado en gran manera, á causa que don Alonso de Fonseca el mas viejo pedia que le fuese restituida aquella iglesia, que diera los años pasados en confianza á su pariente llanfado tambien don Alonso Fonseca: alegaba que asi estaba establecido por los derechos y recebido por la costumbre, y que asi lo mandaba el Padre Santo. El pueblo, y la nobleza, divididos en parcialidades, unos favorecian al pretensor, otros al contrario; de que resultaban alteraciones y corria riesgo no viniesen á las manos. Acudió á grandes jornadas el Rey don Enrique, y con su venida entregó la iglesia a don Alonso de Fonseca el mas viejo, y pagaron con las cabezas y con la vida seis personas que fueron los principales movedores de aquel motin y alboroto. El Rey de Portugal á la sazon con una gruesa armada volvió á Africa: iban en su compañía don Fernando su hermano, y don Pedro su primo que era condestable de Portugal. Los catalanes desamparados de la ayuda de Castilla, y visto que los franceses é italianos los tenian prevenidos por el Rey de Aragon, acordaron (lo que solo les faltaba y quedaba) llamar socorros de mas lexos: con este acuerdo enviaron a convidar á don

por

Pedro condestable de Portugal para que desde Ceuta viniese á tomar posésion de aquel principado, que decian le pertenecia por su madre, que era la hija mayor del conde de Urgel: en mal pleyto ninguna cosa se dexa de intentar. Parecíale al condestable buena ocasion esta: hízose a la vela, llegó a la playa de Barcelona, y surgió en ella á veinte y uno de enero principio del año mil y quatrocientos y sesenta y qua1464. tro. Alli sin dilacion fue llamado conde de Barcelona y Rey de Aragon: acometimiento que por falta de fuerzas salió en vano, y la honra le acarreó la muerte demas de otros daños que resultaron: lo primero con la partida de don Pedro las fuerzas de Portugal se enflaquecieron en Africa, por donde de Tanger que pretendian tomar, fueron con daño rechazados los fieles los moros, y algunas entradas que se hicieron en los campos comarcanos, no fueron de consideracion ni de algun efecto notable; solo junto al monte Benasa en un encuentro que tuvieron con los enemigos, el mismo Rey de Portugal estuvo á gran riesgo de perderse con toda su gente. Duarte de Meneses como quier que por defender á su Rey se metiese con grande ánimo entre los enemiges, fue muerto en la pelea y otros con él. El conde de Villarreal defendió aquel dia la retaguardia, por lo qual mereció mucha loa por testimonio del mismo Rey que despues de la pelea le dixo: «Hoy en vos solo ha quedado la fé." El Rey don Enrique desde Sevilla fue á Gibraltar: alli á su instancia y por sus ruegos aportó el Rey de Portugal á la vuelta de Africa y de Ceuta, Estuvieron en aquel pueblo por espacio de ocho dias: despues dellos el de Portugal se volvió a su reyno. El Rey don Enrique por la parte de Ecija rompió por el reyno de Granada, sin desistir de la empresa hasta tanto que le pagaron el tributo que tenian antes concertado, y le

hicieron otros presentes de grande estima: con esto por Jaen, do residia Miguel Iranzu su condestable por frontero, pasó el Rey de priesa á Madrid. Queria recebir y festejar otra vez al de Portugal que por voto que tenia hecho, se encaminaba para visitar á Guadalupe, casa de mucha devocion: viéronse los dos Reyes y habláronse en la puente del Arzobispo raya del reyno de Toledo: hallóse presente la Reyna de Castilla que en compañía de su marido iba para verse con su hermano el Rey de Portugal. En esta junta se concertaron dos casamientos, uno del Rey de Portugal con doña Isabel hermana del Rey don Enrique, y otro de doña Juana su hija con el príncipe y heredero de Portugal: dilatáronse para otro tiempo las bodas: : y al fin la tardanza hizo que no surtiesen efecto. Estaba del cielo determinado que los aragoneses, reyno mas a propósito que el de Portugal, viniesen á la corona de Castilla, bien que no sin grandes y largas alteraciones de España: males que parece pronosticó un torbellino de vientos que en Sevilla se levantó, el mayor que la gente se acordaba, tanto que llevó por el ayre un par de bueyes con su arado, y de la torre de San Agustin derribó y arrojó muy lexos ima campana; arrancó otrosí de quaxo muchos arboles muy viejos, y los edificios en muchas partes quedaron maltratados. Viéronse en el cielo como huestes de hombres armados que peleaban entre sí, quier fuese verdadera representacion, quier engaño como se puede pensar, pues refieren que solamente las vieron los niños de poca edad: finalmente tres águilas con los picos y uñas en el ayre combatieron por largo espacio; el fin de aquella sangrienta pelea que cayeron todas en tierra muertas. Los hombres movidos destos prodigios y señales hacían rogativas, plegarias y votos para aplacar, si pudiesen, la ira del

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cielo que amenazaba, y alcanzar el favor de Dios y de los Santos.

CAPITULO VII.

De una conjuracion que hicieron los grandes de Castilla.

El Rey don Enrique comenzaba a mirar con mala cara al arzobispo de Toledo y al marques de Villena por entender que en las diferencias de Aragon no le sirvieron con toda lealtad: por esto ni le hicieron compañía quando fne al Andalucía, ni se hallaron en la junta que tuvieron los Reyes en la puente del Arzobispo, antes por temer que se les hiciese alguna fuerza, ó dallo asi á entender, desde Madrid se fueron á Alcalá; luego se juntaron con ellos el almirante de Castilla y el linage de los Manriques, y don Pedro Giron maestre de Calatrava. Allegáronseles poco despues los condes de Alba y de Plasencia por persuasion del marques de Villena, que fue secretamente para esto á verse con ellos: el Rey de Aragon asi mismo por grandes promesas que le hicieron, se arrimó á este partido. Estos fueron los principios y cimientos de una cruel tempestad que tuvo á toda España por mucho tiempo muy gravemente trabajada. Fra necesario buscar algun buen color para hacer esta conjuracion: pareció sería el mas á propósito pretender que la princesa doña Juana era habida de adulterio, y por tanto no podia ser heredera del reyno. Procuraron para salir con este intento apoderarse de los infantes don Alonso y doña Isabel hermanos del Rey; residian en Maqueda con su madre, por parecelles a propósito para con este color revolvello todo, verdad es que á instancia del Rey y con rehenes que

que

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