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parcialidad del reyno de Granada. Este fue el suceso desta empresa tan memorable, y de la batalla muy nombrada, que vulgarmente se llamó de la Higuera, por una puesta y plantada en el mismo lugar en que pelearon. Pocos de los fieles fueron muertos ni en la batalla ni en toda la guerra, y ninguna persona notable y de cuenta: con que el alegria de todo el reyno fue mas pura y mas colmada.

CAPITULO IV.

De las paces que se hicieron entre los Reyes de Castilla y de Portugal.

Estaba desde los años pasados retirado don Nuño Alvarez Pereyra condestable que era de Portugal, conde de Barcelos y de Oren, no solo de la guerra, sino de las cosas del gobierno, y por su mucha edad se recogió en el monasterio de los Carmelitas que á su costa de los despojos de la guerra edificó en Lisboa. Recelábase de la inconstancia de las cosas, temia que la larga vida no le fuese ocasion (como a muchos de tropezar y caer; junto con esto pretendia con mucho cuidado alcanzar perdon de los pecados de su vida pasada, y aplacar a Dios con limosnas que hacía á los pobres, y templos que edificaba en honra de los Santos, como hoy en Portugal se veen no pocos fundados por él, y entre ellos uno en Aljubarrota de San Jorge, y otro de Santa María en Villaviciosa: muestras claras de su piedad, y tropheos señalados de las victorias que ganó de los enemigos. En estas buenas obras se ocupaba quando le sobrevino la muerte en edad de setenta y un años, y cuarenta y s seis años despues que fue hecho condestable. Su fama y autoridad y memoria durará siempre en

á

España: su cuerpo enterraron en el mismo monaste rio en que estaba retirado. Hallóse el Rey mismo á su enterramiento muy solemne, que concurrieron toda suerte de gentes. Esta prenda y muestra de amor dió el Rey á los merecimientos del difunto, al qual debia lo que era. Tuvo una sola hija por nombre doña Beatriz, que casó con don Alonso duque de Berganza, hijo bastardo del mismo Rey de Portugal. Entre los nietos que deste matrimonio le nacieron, antes de su muerte dividió todo su estado. El Rey de Portugal avisado por la muerte de su amigo que era de la misma edad, que su fin no podia estar lexos, lo que una y otra vez tenia intentado, se determinó con mayor fuerza y con una nueva embaxada de tratar y concluir con el Rey de Castilla que se hiciesen las paces. Partióse el Rey don Juan arrebatadamente del reyno de Granada, con que parecia á muchos que se perdió muy buena coyuntura de adelantar las cosas. Vulgarmente se murmuraba que don Alvaro fue sobornado para hacer esto con cantidad de oro que de Granada le enviaron en un presente que le hicieron de higos pasados: creíase esto fácilmente a causa que ninguna cosa, ni grande ni pequeña, se hacía sino por su parecer, demas que el pueblo ordinariamente se inclina á creer lo peor. Llegaron á Córdova á veinte de julio: partidos de alli, en Toledo cumplieron sus promesas y dieron gracias a Dios por la victoria que les otorgara. De Toledo muy presto pasados los puertos se fueron a Medina del Campo para donde tenian convocadas cortes generales del reyno, que en ninguna cosa fueron mas señaladas que en mudar como se mudaron las treguas que tenian con Portugal, en paces perpétuas. La confederacion se hizo con honrosas capitulaciones para las 'dos naciones, y a treinta de octubre se pregonaron

en las cortes de Castilla y en Lisboa. Para este efecto de Castilla fue por embaxador el doctor Diego Franco. Por otra parte a la misma sazon el conde de Castro fue condenado de crímen contra la magestad real. Confiscaron otrosí los pueblos del maestre de Alcántara, y pusieron guarniciones en ellos en nombre del Rey. Prendieron al tanto á Pedro Fernandez de Velasco conde de Haro, á Fernan Alvarez de Toledo, y al obispo de Palencia su tio don Gutierre de Toledo. Cargabanlos de estar hermanados con los infantes de Aragon, y que con deseo de novedades trataban de dar la muerte á don Alvaro. Estas sentencias y prisiones fueron causa de alterarse mucho los ánimos, por tener entendido los grandes que contra el poder de don Alvaro y sus engaños ninguna seguridad era bastante, y que les era fuerza acudir á las ar mas; en particular Iñigo Lopez de Mendoza se determinó (para lo que podia suceder) de fortificar la su villa de Hita con soldados y armas. Tratóse en las cortes de juntar dinero (como se hizo) para el gasto de la guerra contra los moros, que parecia estar en buenos términos á causa que el adelantado y el maes tre de Calatrava ganaron a la sazon muchos pueblos de moros, Ronda, Cambil, Illora, Archidona, Setenil, sin otros de menos cuenta. La misma ciudad de Loxa rindieron, que era muy fuerte: pusieron cerco á la fortaleza, do parte de la gente se fortificára, en cuyo favor vino de Granada Juzeph Abencerrage; pero fue vencido en batalla, y muerto por los nuestros que acudieron á estorballe el paso. La lealtad y constancia le fue perjudicial, y querer continuar en servir al Rey Mahomad su señor, sin embargo que los naturales en gran parte por el odio que tenian al gobierno presente, se inclinaban a dar el reyno á Benalmao. Por esto el Rey Mahomad el Izquier

do, visto que no tenia fuerzas iguales a sus contrarios asi por ser ellos muchos, como porque los nuestros con diversas mañas los atizaban y animaban conᎩ. tra él, dexada la ciudad de Granada en que prevalecia aquella parcialidad, se resolvió de irse á Málaga y alli esperar mejores temporales. Con su partida Benalmao fue recebido en la ciudad el primer dia del 1432. año de mil y quatrocientos y treinta y dos, que se contara de los moros ochocientos y treinta y cinco años, el mes Iamad el primero, en el qual mes al infante de Portugal don Duarte nació de su muger doña Leonor un hijo que se llamó don Alonso, y fue adelante muy conocido por muchas desgracias que le acontecieron. Los ciudadanos de Granada á porfia se adelantaban a servir al nuevo Rey, la mayor parte con voluntades llanas, otros acomodándose al tiempo, y por el mismo caso con mayor diligencia y rostro mas alegre, que en gran manera sirve á representaciones y ficciones semejantes. El mismo Rey hizo juramento que estaria a devocion de Castilla, y sin engaño pagaria cada año de tributo cierta suma de dineros, segun que lo tenian concertado, de lo qual se hicieron escrituras públicas. Las cosas estaban desta manera asentadas, quando la fortuna, ó fuerza mas alta poderosa en todas las cosas humanas, y mas en dar y quitar principados, las desbarató en breve con la muerte que sobrevino á Benalmao. Era ya de mucha edad, y asi falleció el sexto mes de su reyna, do á veinte y quatro de junio en el mes los moros Haman Javel. Con esto Mahomad el Izquierdo de Málaga, do se entretenia con poca esperanza de mejorar sus cosas, sabida la muerte de su contrario, fue de nuevo llamado al reyno, y recebido en la ciudad no con menor muestra de aficion que el odio con que antes le echaron: tanto puede muchas veces un

que

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poco de tiempo para trocar las cosas y los corazonest muchos despues de desterrado y ido se movian á tenelle compasion. Vuelto al reyno, en lugar del Abencerrage nombró por gobernador de Granada a un hombre poderoso llamado Andilbar. Puso treguas con el Rey de Castilla, que le fueron (bien que por bre ve tiempo) otorgadas. A la raya de Portugal los infantes de Aragon no cesaban de alborotar la tierra. Los tesoros del Rey consumidos con gastos tan contínuos no bastaban para acudir á tantas partes. Esta fue la causa de asentar con los moros aquellas treguas. Demas desto en parte pareció condescender con los ruegos del Rey de Tunez, el qual con una embaxada que envió a Castilla, trabajaba de ayudar aquel Rey por ser su amigo y aliado. Para reducir al maestre de Alcántara, y apartalle de los aragoneses, fue por ora› den del Rey don Alvaro de Isorna obispo de Cuenca, por si con la autoridad de Perlado y el deudo que tenian los dos, pudiese detener al que se despeñaba en su perdicion, y reducille á mejor partido. Toda esta diligencia fue de ningun efecto: no se pudo con él acabar cosa alguna, si bien no mucho despues entendiendo que el maestre estaba arrepentido, se dió cuidado al doctor Franco de aplacalle y atraelle a lo que era razon. El como hombre de ingenio mudable y deseoso de novedades, al qual desagradaba lo que era seguro, y tenia puesta su esperanza en mostrarse temerario, de repente como alterado el juicio entregó el castillo de Alcántara al infante de Aragon don Pedro, y al dicho Franco puso en poder de don Enrique su hermano: exceso tan señalado, que cerró del todo la puerta para volver en gracia del Rey : la gente eso mismo comenzó á aborrecelle como a hombre aleve, y que con engaño quebrantara el derecho de las gentes en maltratar al que para su remedio le bus

TOMO V.

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