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čiudad. Todo lo qual se trocó en breve, los ruegos, importunaciones y lágrimas de su muger pudieron tan to con el alcalde, que arrepentido de lo hecho, dentro de quatro dias tornó á llamar al Rey: volvió pues, y halló las cosas en mejor estado que pensaba; solo por la instancia que hizo el pueblo y por su impor tunidad les confirmó sus antiguos privilegios y les otorgó otros de nuevo. A Pero Lopez de Ayala en remuneracion de aquel servicio dió título de conde de Fuensalida, y de nuevo le encomendó el gobierno de aquella ciudad; con que el Rey se partió para Madrid. Alli hizo prender al alcayde Pedro Munzares por no estar enterado de su lealtad: contentóse de quitalle la alcaydía, y con tanto poco despues le sol tó de la prision. Alteró grandemente la pérdida de Toledo á los parciales, tanto que salieron de Arévalo, do tenian la masa de su gente, con intento de poner cerco a aquella ciudad. Marchaba la gente la vuelta de Avila, quando un desastre y revés no pensado desbarató sus pensamientos: esto fue que en Cardeñosa, lugar que está en el mismo camino dos leguas de Avila, sobrevino de repente al infante don Alonso una tan grave dolencia que en breve le acabó. Falleció á cinco de julio: su cuerpo vuelto á Arévalo le sepultaron en San Francisco: dende los años adelante le trasladaron al monasterio de Miraflores de Cartuxos de la ciudad de Burgos. De la manera y. causa de su muerte hobo pareceres diferentes: unos dixeron que murió de la peste que por aquella comarca andaba muy brava; los mas sentian que le mataron con yerbas en una trucha, y que se vieron desto señales en su cuerpo despues de muerto (1).

(1) Al fin de la primera parte de su coronica. Zorita lib. 18. cap. 16.

TOMO V.

I

19

Alonso de Palencia en la historia deste tiempo, J en sus décadas que compuso como coronista del mismo infante, con la libertad que suele, no dudó de contar esto por cierto, hasta señalar por autor de aquella maldad y parricidio al marques de Villena maestre de Santiago; lo que yo no creo. Porque a qué propósito un señor tan principal habia de mancillar su sangre y casa con hecho tan afrentoso? ó qué ocasion le pudo dar para ello un mozo que apenas era de diez y seis años? Sospecho que las grandes alteraciones y la corrupcion de los tiempos dieron ocasion á que la historia en alabar á unos y murmurar de otros conforme a las aficiones de cada qual, ande por este tiempo estragada.

CAPITULO XII.

Que el principe de Aragon don Fernando fue nombrado por Rey de Sicilia.

Renato duque de Anjou sin dilacion aceptó el principado que de su voluntad los catalanes le ofrecian. Movíale a aceptar la ambicion sin propósito, enfermedad ordinaria, y el deseo que tenia de vengar en España los agravios que los aragoneses le hicieron en Italia. Verdad es que él por su larga edad no pudo ir alla: envió a su hijo llamado Juan, duque que era de Lorena, de quien arriba se dixo fue echado de Italia para apoderarse de aquel estado: pretendia ayudarse de sus fuerzas y de los socorros de Francia. El Rey frances, pospuesta la confederacion que tenia con Aragon asentada, le envió alguna ayuda despues que hobo puesto fin á la guerra civil y muy áspera que tuvo con su hermano el duque de Berri y con Carlos duque de Borgoña: parte poco adelante le traxo Juan conde de Armeñac, con quien

el de Lorena no solo tenia puesta confederacion, sino tambien asentada hermandad para acudirse el uno al otro en las cosas de la guerra. Con tantas ayudas como tuvo, el de Lorena dió alegre principio a esta empresa: el remate fue diferente. La ciudad de Barcelona luego que vino, le abrió las puertas. Tratóse de la guerra, y acordaron hacer el mayor esfuerzo por la parte de Ampurias. Acudió el Rey de Aragon á la defensa, aunque viejo y ciego: cerca de Rosas en un encuentro fue desbaratada cierta banda de aragoneses. La fuerza del exército frances marchó la vuelta de Girona con intento, si Pedro de Rocaberti que tenia el cargo de la guarnicion, y los demas capitanes saliesen de la ciudad, presentalles la batalla; si se defendiesen dentro de los muros, teniau esperanza con cerco de apoderarse de aquella ciudad fuerte y rica. Sacaron los aragoneses su gente con grande ánimo: hobo algunos encuentros, siempre con mayor daño de los de fuera que de los de dentro: acudió el príncipe don Fernando, metió todas sus gentes dentro de la ciudad; con tanto hizo que se alzase el cerco. En breve aquella alegria se destempló y trocó en grave pesadumbre: salió don Fernando de la ciudad, y en una hatalla que se dió cerca de un pueblo llamado Villademar le desbarató cierta parte del exército frances; y muertos muchos de los aragoneses, el príncipe se salvó por los pies: quedó preso y en poder de los enemigos Rodrigo Rebolledo capitan de gran nombre, cuya diligencia que hizo, y esfuerzo de que usó en la defensa del príncipe, fue grande. Los primeros impetus de los franceses mas fuertes que de varones, con maña y dilacion mas que con fuerzas se han de rebatir: tomaron este acuerdo, y por estar cerca el invierno pusieron guarniciones en lugares á propósito, y dexaron á don

Alonso de Aragon para que tuviese cuidado de aquella guerra. Hecho esto, el príncipe don Fernando se partió para Zaragoza, do se tenian cortes á los aragones, y se halló presente á la enfermedad de su madre la Reyna y á su muerte, de que queda hecha mencion. Difunta su madre, y por estar su padre ciego y en edad de setenta años, fue necesario que las cosas de la paz y de la guerra cargasen sobre los bombros del príncipe don Fernando, que aunque de poca edad, daba grandes muestras de virtudes y de un natural excelente. Era menester que tuviese autoridad para gobernar cosas tan grandes: por esto en aquella ciudad fue nombrado por Rey de Sicilia como compañero de su padre en aquella parte. Esto sucedió casi á los mismos dias y tiempo en que el infante don Alonso de Castilla pasó desta vida, como queda dicho. El cielo le aparejaba mayor imperio en Italia y en España, y la gloria de deshacer el reyno de los moros de Granada. Sabida que fue en Zaragoza la muerte del infante don Alonso, luego fue Pedro Peralta con muy bastantes poderes enderezados á los grandes, parciales de Castilla para pedilles diesen á la infanta doña Isabel por muger a don Fernando. Su padre el Rey de Aragon se quedó en Zaragoza, y él se volvió a Cataluña á continuar la guerra, que se hacía por mar y por tierra con gran riesgo del partido de Aragon. Lo que mas deseaba el de Lorena, era apoderarse de Girona, por entender, tomada aque◄ lla ciudad, en todo lo demas no hallaria resistencia. Con esta resolucion se volvió a Francia para hacer nuevas juntas de gentes, como lo hizo con tanta diligencia que solo en lo de Ruysellon y lo de Cerdania levantó quince mil hombres: fuerzas contra las quales juntas con las gentes que antes tenia, los aragoneses no eran bastantes, tanto que no pudieron

meters en Girona, que de nuevo la tenian cercada y con gran porfia la batian, ni vituallas ni socorros Verdad es que por el esfuerzo y diligencia de don Juan Melguerite obispo de aquella ciudad y de los otros capitanes que dentro estaban, magüer que el peligro fue grande, la ciudad se defendió. Entretanto que combatian á Girona, el Rey don Fernando volvió sus fuerzas á otra parte, y se apoderó de un pueblo llamado Verga por entrega de los de dentro que le hicieron á diez y siete de setiembre: con esta toma, aunque no de mucha importancia, se comenzaron a mejorar las cosas, mayormente que el Rey de Aragon a la misma sazon recobró la vista, cosa de milagro. Fue asi que un judío natural de Lérida Hamado Abiabar, gran médico y astrólogo, se encargó de la cura, y mirado el aspecto de las estrellas, a once des setiembre con una aguja le derribó la catarata del ojo derecho con que de repente comenzó á ver. Rehusaba el judío volver a probar cosa tan peligrosa como aquella: decia que el aspecto de las estrellas ni era ni sería en mucho tiempo favorable, y que bastaba servirse del un ojos á qué propósito intentar con peligro lo que excedia las fuerzas humanas? Parecia bien lo que decia a los mas prudentes; pero como quier que el Rey hiciese instancia, a doce de octubre se volvió a la misma cura, con que quedo tambien sano el ojo izquierdo. Esta alegria que por la salud del Rey fue como era razon muy gran de, se aumentó mucho y en breve por alzarse el cerco de Girona que tenia a todos puestos en mucho miedo. Fue la causa sobrevenir el invierno, y la falta que los enemigos tenian de cosas necesarias: asi la prontitud y alegria con que los franceses vinieron, parecia haberse caido, y que cada dia la empresa se hacía mas dificultosa. En Portugal se desposá eł

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