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reyerta una guerra formada, la qual don Iñigo Lopez de Mendoza conde de Tendilla enviado para este efecto sosegó mas por maña que por fuerza y severidad. Medina Sidonia al tanto se restituyó á cuya, era. Hizo grande falta para todo lo de Castilla la muerte del Papa Paulo Segundo: falleció á veinte y cinco de julio. En el tiempo de su pontificado concedió grandes bienes y favores a toda nuestra nacion. Sucedió en su lugar á nueve del mes de agosto el cardenal Francisco de la Ruvere frayle de la orden de los Menores: llamóse Sixto Quarto; persona de no menor bondad que el pasado, ni menos aficiona do á nuestra España. A la misma sazon un esquadron de moros rompió por la parte del Andalucía la tierra adentro, y hizo grandes estragos en la comarca de Alcántara: fue tan grande la presa y los despojos, que apenas los moros por ir tan cargados podian, marchar en ordenanza. Para satisfacerse deste daño, y para divertir al enemigo, por mandado del Rey el marques de Cadiz con sus gentes tomó en el reyno de Granada por fuerza de armas la villa de Cardella: dexó en ella poca gente de guarnicion, y asi en breve tornó á perderse y á poder de moros.

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Fue este año dichoso para los portugueses, y no menos para el reyno de Aragon. En Portugal el Rey don Alonso con una gruesa armada que juntó de no menos que trecientos baxeles entre mayores y meno¬ res, desde Lisboa se hizo á la vela mediado el mes de agosto con intento de volver a la guerra de Africa. Llevaba en su compañía al príncipe don Juan su

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hijo para que en aquella guerra sagrada diese princi. pio al exercicio de las armas, y con él de todo el reyno lo mas granado y mas noble: todo el exército era como de treinta mil hombres. Con estas gentes de su primera llegada tomó por fuerza á los moros la viÎla de Arcilla murieron dos mil enemigos demas de cinco mil que vendieron por esclavos, con que se jun tó buena suma de dineros. Costó la victoria sangre á los portugueses, ca murió mucha gente noble, en particular los condes, el de Montesanto llamado don Alvaro de Castro, y el de Marialva por nombre don Juan Couliño cuyo cuerpo muerto como el Rey le viese, vuelto a su hijo: «Oxalá (dixo) Dios te haga

» tal

y tan grande soldado." Con el aviso de lo que pasó en Arcilla, espantados los moros de Tanger a la hora desamparada la ciudad se huyeron: encomendóla el Rey á Rodrigo Merlo para que la guardase. En Arcilla y en Alcázar dexó á don Enrique de Meneses conde de Valencia, y concluidas en breve tiempo cosas tan grandes, volvió triumphante con su armada entera á su tierra. Hizo en esta jornada á don Alonso Basconcelo conde de Penella en recompensa de muchos servicios que le hizo. En Cataluña la ciudad de Girona despues de la muerte del duque de Lorena volvió á poder del Rey de Aragon por entrega de los ciudadanos. Los enemigos que restaban, cuyos principales capitanes eran Reyner hijo bastardo del duque de Lorena, y Jacobo Galeoto, fueron parte apretados con cerco que los de Aragon pusieron sobre un pueblo llamado San Adrian á la ribera del rio Bese, otra parte yendo desde Barcelona que cae cerca, a dar socorro á los cercados, fue en una pelea muy brava vencida y desbaratada por don Alonso de Aragon, que era general en aquella guerra por su padre. El Rey aunque se hallaba en tan larga edad, no

cesaba de perseguir á los enemigos con gran diligencia en la comarca de Ampurias. Tenia sus reales cerea de Toroella: vió en sueños segun dicen la imágen de un valiente soldado que murió en aquella guerra; amonestabale no moviese de alli sus reales, que de otra manera corria peligro. El Rey por no hacer caso de cosas semejantes, como casuales, partió de alli con sus gentes, y ganado que hobo á Roses, en el cerco que tenia sobre la villa de Peralada, de noche en una encamisada con que dió sobre él el conde de Campobasso capitan de los contrarios, estuvo á punto de perecer. La priesa y sobresalto fue tal que muertas las centinelas, desarmado y medio desnudo fue forzado á recogerse para salvarse dentro de la villa de Figueras: sin embargo el dia siguiente volvió al cerco, y dió la tala á los campos, con que últimamente los cercados fueron forzados á rendirse. Allanada toda aquella comarca, pasó con sus reales sobre Barcelona: fue este cerco de la ciudad de Barcelona muy largo. El de Aragon estaba determinado de no usar de fuerza y antes ganar aquella gente con maña; mas qué le prestá ra destruir, saquear y quemar aquella nobilísima ciudad? á qué propósito darla en prenda á los soldados, y no mas aina con la clemencia, y conservar la vida y queza de sus ciudadanos, ganar para sí gloria inmortal y provecho muy colmado? En Castilla la vieja los Reyes don Fernando y doña Isabel procuraban atraer á sí muchos pueblos algunos se les entregaron, y entre ellos Sepúlveda. Determinaron con esto de llamar al arzobispo de Toledo que se entretenia en Castilla la nueva; y conforme a lo que mandó su padre el Rey do Aragon, le prometian de poner á sí y á sus cosas en sus manos, y para mas obligalle luego que le tuvieron aplacado, en su compañía con buen número de caballos que les seguían, te fueron á Tordelaguna vi

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lla del mismo arzobispo en el reyno de Toledo, de sitio y tierra apacible. Carlos duque de Guiena en esta sazon sin hacer caso del casamiento de doña Juana por no saberse cuya hija era, y andar el dote en balanzas, trataba de casarse con hija del duque de Borgoña á instancia del padre de la doncella y tambien por su voluntad. Asi luego que esto vino á noticia del Rey don Enrique, desde Segovia, do estaba, al prin1472. cipio del año mil y quatrocientos y setenta y dos enderezó su camino a Badajoz para verse con el Rey de Portugal. El conde de Feria en cuyo poder estaba aquella ciudad, por odio del maestre no quiso dar en ella entrada al Rey; que fue una grande mengua y desacato. El suceso de todo el viaje no tuvo mejor. efecto. La habla con el Rey de Portugal fue entre aquella ciudad y la de Yelves: trataron en ella que el Rey de Portugal casase con la princesa doña Juana, que era la principal causa de aquella jornada. No quedó asentada cosa alguna. El Portugues no se aseguraba ni del Rey por su condicion facil, ni del maestre de Santiago por estar acostumbrado á fácilmente seguir el partido que a él en particular mejor le venia, mayormente que de cada dia crecia la aficion que la gente tenia á los príncipes don Fernando y doña Isabel, á que ayudaban mucho asi sus virtudes y ser de suyo muy amables, como la industria del arzobispo de Toledo que no cesaba de grangear todas las ciudades que podia. Disimulóse:] epor entonces con el conde de Feria y con su desacato, pero no mucho despues el Rey don Enrique desde Madrid, do volvió despues de la habla que tuvo con el Rey de Portugal, enderezó de nuevo su camino para el Andalucía con intento de reprimir los señores de aquella tierra y castigar á quien lo mereciese. Llegó á Córdova: á Sevilla no quiso pasar á causa que el duque de Medina Sidonia estaba

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apoderado de aquella ciudad con buen número de gente de á caballo por miedo, como él decia, del maestre que en muchas ocasiones se le mostrára contrario. Por esta causa, y porque la ciudad de Toledo de nuevo andaba alborotada, se volvió el Rey sin hacer en el Andalucía cosa de momento. La revuelta de Toledo fue por esta ocasion: el conde de Cifuentes se apoderó del alcázar de San Martin que a la sazon era muy fuerte y juntamente prendió al asistente. Apenas se sosegaron estas alteraciones de Toledo (que fueron grandes) con la presencia del Rey y por el esfuerzo y armas de los canónigos de Toledo, quando vino aviso que Segovia asi mismo ardia en llamas de discordias: nueva que puso al Rey en mucho cuidado, y le forzó á acudir luego allá por causa de sus tesoros y recámara que volviera á aquella ciudad. Ningun género de mal se puede pensar que no padeciese aquel reyno en aquellos tiempos tan miserables: robos, muertes, agravios; la disolucion en todas maneras de deshonestidades, y libertad para todo género de maldades andaban sueltas y volaban por todas partes: las cosas sagradas eran menospreciadas no menos que las profanas; la moneda ó era falsa, ó baxa de ley, cosa de gran perjuicio para los mercaderes y para la contratacion. Muchas veces se daban al Rey memoriales para suplicalle atendiese al remedio destos daños; pero qualquier diligencia era en vano. Llegó esto á tanto que Hernando del Pulgar, hombre conocido en aquel tiempo por su ingenio, y por lo que escribió, trovó unas coplas muy artificiosas, que se llanian de Mingo Revulgo, en que callado su nombre por el pcligro que le corriera, en persona de dos pastores en lengua castellana á manera de égloga, y con libertad y agudeza de sátira se lamenta del descuido y floxe-. dad de don Enrique, de las mañas de los grandes,

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