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eaba. Al almirante don Fadrique y al adelantado Pedro Manrique con buen número de soldados dieron cargo de cercar á Alburquerque, y de hacer la guerra á los hermanos infautes de Aragon. Gutierre de Sotomayor comendador mayor de Alcántara prendió de noche en la cama al infante don Pedro primer dia de julio, no se sabe si con parecer del maestre su tio que temia no le maltratasen los aragoneses, si porque él mismo aborrecia el parecer del tio en seguir el parti do de los aragoneses, y pretendia con tan señalado servicio ganar la voluntad del Rey: la suma es que por premio de lo que hizo, fue puesto en el lugar de su tio. A instancia del Rey los comendadores de Alcántara se juntaron a capítulo: alli don Juan de Sotomafue acusado de muchos excesos, y absuelto de la dignidad; hecho esto, eligieron para aquel maestrazgo a don Gutierre su sobrino. El paradero de cada uнo suele ser conforme al partido que toma, y el re- : mate semejable á sus pasos y méritos. Los señores de Castilla que tenian presos, fueron puestos en libertad sea por no probárseles lo que les achacaban, sea porque muchas veces es forzoso que los grandes príncipes disimulen, especial quando el delito ha cundido mucho.....

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De la guerra de Napoles.

Con la vuelta que dió a España don Alonso Rey de Aragon (cemo arriba queda demostrado) hobo en Nápoles gran mudanza de las cosas y mayor de los 1 corazones. Muy gran parte de aquel reyno estaba en : poder y señorío de los enemigos: los mas s de los señores favorecian á los angeyiños: pocos, y estos de

secreto, seguían el partido de Aragon, cuyas fuerzas como apenas fuesen bastantes para una guerra, en un mismo tiempo se dividieron en muchas; y sin mirar que tenian tan grande guerra dentro de su casa y entre las manos, buscaron guerras estrañas. Fue asi que los fregosos, una muy poderosa parcialidad entre los ciudadanos de Génova, echados que fueron de su patria y despojados del principado que en ella tenian, por Philipo duque de Milan, acudieron con humildad a buscar socorros estraños. Llamaron en su ayuda a don Pedro infante de Aragon, que a la sazon en Nápoles con pequeñas esperanzas sustentaba el partido del Rey su hermano. Fue él de buena gana con su armada, por la esperanza que le dieron de hacelle señor de aquella ciudad; a lo menos pretendia con aquel socorro que daba á los fregosos, vengar las injurias que en la guerra pasada les hizo el duque de Milán. No fue vana esta empresa, ca juntadas sus fuerzas con los fregosos y con los fliscos, quitó al duque de Milán muchos pueblos y castillos por todas aquellas marinas de Génova. Despertóse por toda la provincia un miedo de mayor guerra: los naturales entraron con aquella ayuda en esperanza de librarse del señorío del duque por el deseo que tenian de novedades. El duque de Milán cuidadoso que si perdia a Génova, podia correr peligro lo demas de su estado, se determinó de hacer paces con los aragoneses. Para esto por sus embaxadores que envió a España, prometió al Rey sin sabello los ginoveses que le en-" tregaria la ciudad de Bonifacio cabeza de Córcega, sobre la qual isla por tanto tiempo los aragoneses te nian diferencia con los de Génova. Pareció no se de-" bia desechar la amistad que el duque ofrecia con partido tan aventajado: por esto el Rey de Aragon envió a Italia sus embaxadores con poder de tratar y

concluir las paces. No se pudo entregar Bonifacio por la resistencia que hizo el senado de Génova, pero dieron en su lugar los castillos y plazas de Portuveneris y Lerici. Tomada esta resolución, el infante don Pedro llamado desde Sicilia donde se habia vuelto, puso guarnicion en aquellos castillos, y dexando seis galeras al sueldo del duque Philipo para guarda de aquellas marinas, se partió con la demas armada. En conclusion talado que hobo y saqueado una isla de Africa llamada Cercina, hoy Charcana, y del número de los cautivos por tener grandes fuerzas suplido los remeros que faltaban, compuestas las cosas en Sicilia y en Nápoles como sufria el estado presente de las cosas, se hizo a la vela para España (como arriba queda dicho) en socorro de sus hermanos, y para ayudallos en la guerra que hacían contra Castilla, ni con gran esperanza, ni con ninguna de poderse en algun tiempo recobrar el reyno de Nápoles: las fuerzas de la parcialidad contraria le hacían dudar por ser mayores que las de Aragon: poníale esperanza la condicion de aquella nacion, acostumbrada muchas veces a ganar mas fácilmente estados de fuera con las armas que sabellos conservar, como de ordinario a los grandes príncipes antes les falta industria para mantener en paz los pueblos y vasallos que para vencer con las armas a los enemigos. Representabasele las costumbres de las dos naciones francesa y neapolitana eran diferentes, los deseños contrarios: por donde en breve se alborotarian, y entraria la discordia entre ellos, que es lo postrero de los males. De la Reyna y de los cortesanos, como de la cabeza, la corrupcion y males se derramaban en los demas miembros de la república. Juzgaba por ende que en breve pereceria aquel estado forzosamente, y se despeñaria en su perdicion, aunque ninguno le

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contrastase. No fue vana esta consideracion, porque el de Anjou fue enviado por la Reyna á Calabria con orden que desde alli cuidase solo de la guerra, sin embarazarse en alguna otra parte del gobierno ni poner en él mano. El que dió este consejo, fue Caracciolo senescal de Nápoles: pretendia, alexado su competidor, reynar el solo en nombre ageno: cosa que le acarreó odio, y al reyno mucho mal. Deste principio como quier que se aumentasen los odios, pasó el negocio tan adelante que el Aragones fue por CaraccioTo llamado al reyno. Prometíale que todo le sería facil por haberse envegecido y enflaquecido con el tiempo el poder de los franceses: que él y los de su valía se conservarian en su fé, y seguirian su partido. No se sabe si prometia esto de corazon, ó por ser hombre de ingenio recatado y sagaz queria tener aquel arrimo y ayuda para todo lo que pudiese suceder. Con mas llaneza Antonio Ursino príncipe de Taranto seguía la amistad del Rey, hombre noble, diligente, parcial, deseoso, de poder y de riquezas, y por esto con mas cuidado solicitaba la vuelta del Rey de Aragon. Avisaba que ya los tenia cansados la liviandad francesa (como él hablaba) y su arrogancia: que la aficion de los aragoneses y su bando estaba en pie: de los otros muchos de secreto le favorecian: que luego que llegase, toda la nobleza y aun el pueblo por odio de la torpeza y soltura de la Reyna se juntaria con él, y todavia si se detenia, no dexaria de buscar otras ayudas de fuera. Despertó el Aragones con es tas letras y fama; pero ni se fiaba mucho de aquellas promesas magníficas, ni tampoco menospreciaba lo que le ofrecian. Tenia por cosa grave y peligrosa, si no fuese con voluntad de la Reyna, contrastar de nuevo con las armas sobre el reyno de Nápoles. Sin embargo, dexados sus hermanos en España, él aper

cebida una armada en que se contaban veinte y seis galeras y nueve naves gruesas, se determinó acometer las marinas de Africa, por parecelle esto a propósito para ganar reputacion, y entretener de mas cerca en Italia la aficion de su parcialidad. Hízose con este intento a la vela desde la ribera de Valencia, y despues de tocar á Cerdeña llegó a Sicilia. Tenian los franceses cercado en Calabria un castillo muy fuerte llamado Trupia. Apretábanle de tal manera que los de dentro concertaron de rendirse, si dentro de veinte dias no les viniese socorro. Deseaba el Rey de Aragon acudir desde Sicilia, do fue avisado de lo que pasaba. No pudo llegar á tiempo por las tempestades que se levantaron, que fue la causa de rendirse el castillo al mismo tiempo que él llegaba. En Mecina se juntaron con la armada aragonesa otros setenta baxeles, y todos juntos fueron la vuelta de los Gelves, una isla en la ribera de Africa, que se entiende por los antiguos fue llamada Lotophagite ó Meninge. Está cercana a la sirte menor, y llena de muchos y peligrosos baxíos, que se mudan con la tempestad del mar por pasarse el cieno y la arena de una parte a otra: apartada de tierra firme obra de quatro millas, llena de moradores, y de mucha frescura. Por la parte de Poniente se junta mas con la tierra por una puente que tiene para pasar á ella, de una milla de largo. Era dificultosa la empresa y el acometer la isla por su fortaleza y los muchos moros que guardaban la ribera; porque Bofferriz Rey de Tunez, avisado del intento del Rey don Alonso, acudió sin dilacion a la defensa. Tomaron los de Aragon la puente luego que llegaron, dieron otrosí la batalla á aquel Rey bárbaro, fueron vencidos los moros y forzados á retirarse dentro de sus reales, Entraron en ellos los aragoneses, y por algun espacio se peleó cerca de la

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