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tienda del Rey con muerte de los mas valientes moros. Fl mismo Bofferriz perdida la esperanza escapó á uña de caballo, los demas se pusieron al tanto en huida. La matanza no fue muy grande, ni los despojas que se ganaron, dado que les tomaron veinte tiros: con todo esto no se pudieron apoderar de la isla. Detuviéronse de propósito los isleños con engaño mucho tiempo en asentar las condiciones, con que mostraban quererse rendir. Por esto la armada (como ellos lo pretendian) fue forzada por falta de vituallas de volverse a Mecina. Alli se trató de la manera que se podria tener para recobrar á Nápoles. Ofrecíase nueva ocasion, y fue que Juan Caracciolo por conjuracion de sus enemigos, que engañosamente le dixeron que la Reyna le llamaba, al ir á palacio fue muerto á diez y ocho de agosto. La principal movedora deste trato fue Cobella Rufà muger de Antonio Marsano duque de Sessa, que tenia el primer lugar de privanza y autoridad con la Reyna y aborrecia á Caracciolo con un odio mortal. Todo era abrir camino para que recobrase aquel reyno el Rey don Alonso que no faltaba á la ocasion, antes solicitaba para que le acudiesen, á los señores de Nápoles. Envió una embaxada a la Reyna, y él se pasó á la isla de Ischia, que antiguamente llamaron Enaria, para de mas cerca entender la. que pasaba. Decia la Reyna estar arrepentida del concierto que tenía hecho con el de Anjou, que deseaba en ocasion volver a sus primeros intentos, como se pudiese hacer sin venir á las armas. En tratar y asentar las condiciones se pasó lo demás del estío. Llevaron tan adelante estas práticas, que la Reyna revocada la adopcion con que prohijó á Ludovico duque de Anjou, renovó la que hiciera antes en la persona de don Alonso Rey de Aragón: decia que la primera confe

deracion era de mayor fuerza que el asientó que en contrario della tomára con los franceses. Dió sus provisiones desto en secreto, y solo firmadas de su mano, para que el negocio no se divulgase, todo por consejo y amonestacion de Cobella, por cuyos consejos la Reyna en todo se gobernaba, como muger sugeta al parecer ageno, y lo que era peor, al presente de otra muger, en tanto grado que ella sola gobernaba todas las cosas asi de la paz como de la guerra: afrenta vergonzosa y mengua de todos. Pero la ciudad inclinada á sus deleytes (por la gran abundancia que dellos tiene) y con los entretenimientos y pasatiempos de todas maneras, a trueco de sus comodidades ningun cuidado tenia de lo que era honesto, en especial el pueblo que ordinariamente suele tener poco cuidado de cosas semejantes, y mas en aquel tiempo en que comunmente prevalecia en los hombres este descuido. Entretanto que esto pasaba en Nápoles, los infantes de Aragon se hallaban en riesgo, el uno preso, y a don Enrique tenian los de Castilla cercado dentro de Alburquerque. Teníanse sospechas de mayor guerra, por no haber guardado la fé de lo que quedó concertado: desorden de que los embaxadores de Castilla se quexaron como les fue mandado en presencia del Rey de Navarra por ser hermano de los infantes; y que quedaba por lugarteniente del Rey de Aragon para gobernar aquel reyno. Concertaron finalmente que entregando a Alburquerque, y todos los demas pueblos y castillos de que estaban apoderados los dos hermanos infantes, saliesen de toda Castilla. Tomado que se hobo este asiento, con intervencion y por industria del Rey de Portugal los dos hermanos, y la infanta doña Cathalina muger de don Enrique, y el maestre que era antes de Alcántara, y con ellos el obispo de Coria se em

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barcaron en Lisbona, y desde alli fueron a Valencia con intento de acometer nuevas esperanzas y pretensiones en España; donde esto no les saliese á su propósito, por lo menos pasar en Italia, que era lo que el Rey su hermano ahincadamente les exhortaba, por el desco que tenia de recobrar por las armas el reyno de Nápoles, como el que tenia por muy cierto que la Reyna solo le entretenia con buenas palabras, y que con el corazon se inclinaba á su competidor y contrario; que la discordia doméstica no sufre que alguna cosa esté encubierta, todos los intentos asi buenos como malos echa en la plaza. Don Fadrique conde de Luna con diversas inteligencias que tenia, y diversos tratos, pretendia entregar en poder del Rey de Castilla á Tarazona y Calatayud, pueblos asentados á la raya de Aragon. Queria que este fuese el fruto de su huida, como hombre desapoderado que era, de ingenio mudable, atrevido Ꭹ temerario. Daba ocasion para salir con esto la contienda que muy fuera de tiempo en aquella comarca se levantó sobre el primado de Toledo con esta ocasion. Don Juan de Contreras arzobispo de Toledo, con otros seis nombrado por el Rey de Castilla como juez árbitro para componer las contiendas y diferencias con el Aragones, primero en Agreda, despues en Tarazona donde los jueces residian, llevaba delante la cruz ó guion, divisa de su dignidad. El obispo de Tarazona se quexaba, y alegaba ser esto contra la costumbre de sus antepasados y contra lo que estaba en Aragon establecido; en especial se agraviaha Dalmao arzobispo de Zaragoza, cuyo sufragáneo es el de Tarazona. Decian que se hacía perjuicio á la iglesia de Tarragona y a su autoridad, y que pues otras veces reprimieron los de Toledo, no era razon que con aquel

nuevo exemplo se quebrantasen sus costumbres y derechos antiguos. El de Toledo se defendia con los privilegios y bulas antiguas de los Sumos Pontífices; sin embargo se entretenia en Agreda, y no entraba en Aragon por recelo que de la contienda de las palabras no se viniese y pasase a las manos. Este debate tan fuera de sazon era causa que no se atendia al negocio comun de la paz, y por la contienda particular se dexaba lo mas importante y que tocaba a todos. Por donde se tenia y corria peligro que pasado que fuese el tiempo de las treguas, de nuevo volverian a las armas: por este recelo los unos y los otros se apercebian para la guerra, dado que tenian gran falta de dinero, y mas los de Aragon por estar gastados con guerras de tautos años.

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Los ánimos de los españoles suspensos con las sospechas de una nueva guerra nuevas señales que se vieron en el cielo los pusieron mayor espanto. En especial en Ciudadrodrigo, do á la sazon se hallaba el Rey de Castilla por causa de acudir a la guerra que se hacía contra los infantes de Aragon, se vió una grande llama que discurrió por buen espacio, y se remató en un trueno descomunal que mas de treinta millas de alli le oyeron muchos. Al principio del año mil y 1433. quatrocientos y treinta y tres en Navarra y Aragon nevó quarenta dias continuos con grande estrago de ganados y de aves que perecieron; las mismas fieras forzadas de la hambre concurrian á los pueblos para matar ó ser muertas. De Ciudadrodrigo se fue el Rey á Madrid á tener cortes: acudió tanta gente, que la

villa con ser bien grande como quier que no fuese. bastante para tantos, gran parte de la gente alojaba por las aldeas de alli cerca. Tratose en las cortes de

la guerra de Granada, y por haber espirado el tiempo de las treguas Fernan Alvarez de Toledo señor de Valdecorneja fue enviado para dar principio á la guerra, y ganó algunos castillos de moros. Por lo demas este año bobo sosiego en España. Los grandes en Madrid a porfia hacían gastos y sacaban galas y libreas, exercitábanse en hacer justas y torneos, todo á propósito de hacer muestra de grandeza y de la magestad del reyno, y para regocijar al pueblo, de que tenian mas cuidado de apercebirse para la guerra. En Lisboa hoho este año peste, en que murieron gran número de gente; el mismo Rey don Juan falleció á catorce de agosto. Era ya de grande edad, vivió setenta y seis años, quatro meses y tres dias, reynó quarenta y ocho años, quatro meses y nueve dias. Fue muy esclarecido y de gran nombre por dexar fundada para sus descendientes la posesion de aquel reyno en tiempos tan revueltos y de tan grande alteracion. Sucedióle su hijo don Duarte, que sin tardanza en una grande junta de fidalgos fue alzado Rey de Portugal. Era de edad de quarenta y un anos y nueve meses y catorce dias, Fuera de las otras prosperidades tuvo este Rey muchos hijos habidos de un matrimonio: el mayor se llamó don Alonso, que entre los portugueses fue el primero que tuvo nombre de príncipe, el segundo don Fernando, que nació este mismo año, doña Philipa que murió niña, doña Leonor, doña Cathalina y doña Juana, que adelante casaron con diversos príncipes. El mismo dia que coronaron al nuevo Rey, dicen que un cierto médico judío llamado Gudiala le amonestó se hiciese la ceremonia y solemnidad despues de medio dia, porque

por

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