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cedióle en el reyno su nieto Francisco en edad de solos once años: por su estremada hermosura le llamaron Phebo por sobrenombre. Encargáronse del gobierno hasta tanto que fuese de edad conveniente, madama Madalena su madre y el cardenal su tio llamado Pedro: cargo que exercitaron prudentemente segun los tiempos tan estragados. Tuvo la Reyna difunta poca ayuda en sus trabajos del Rey de Castilla su hermano: por esto no le nombró en su testamento; antes por su mandado, y por ser ellos de nación franceses comenzaron los gobernadores á inclinarse á la parte de Francia: cosa muy perjudicial para ellos, y ocasion que en breve perdiesen aquel su antiguo reyno. Esto era la que se hacía en Navarra. En Castilla andaban algunas opiniones nuevas en materia de religion. Fue asi que Pedro Oxômense lector que era de theología en Salamanca, hombre de ingenio atrevido y malo, publicó un libro lleno de muchas mentiras que no será necesario relatar aqui pór menudo', basta saber que principalmente se enderezaba contra la magestad de la iglesia romana • Ꭹ el sacramento de la confesion: por una parte decia que el Sumo Pontifice en sus decretos y determinaciones puede errar, por otra porfiaba que los sacerdotes no tenian poder para perdonar los pecados, y que la confesion no era institucion de Christo, sino remedio inventado por los hombres, aunque provechoso para enfrenar la maldad y la libertad de pecar. Para reprimir este atrevimiento el arzobispo. de Toledo por mandado del Papa Sixto juntó en Al-. calá, donde era su ordinaria residencia, personas muy doctas, con cuya consulta condenó aquellas opiniones, y puso pena de descomunion á su autor, si no las dexaba y retrataba: pronuncióse esta sentencia á veinte y quatro de mayo, y poco despues

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el Pontífice Sixto la confirmó en una bula suya. Escribió contra el dicho Pedro un libro asaz grande Juan Prexano, theólogo señalado en aquella edad, y adelante obispo de Ciudadrodrigo: su estilo es grosero, conforme al tiempo, el ingenio agudo y escolástico. Hacíase la guerra sobre el estado de Villena, ca el marques porque no cumplian con él, acudió á las armas, y en sazon que la gente del Rey se puso sobre Chinchilla, el marques de Villena vino á dalle socorro, y con su venida forzó á los contrarios á alzar el cerco. Demas desto de los dos capitanes principales que hacían la guerra por el Rey, Pero Ruyz de Alarcon fue desbaratado cerca del Alverca por Pedro de Baeza, y don Jorge Manrique en una nueva refriega que tuvo con el mismo Pedre de Baeza cerca de Cañavete, salió herido, de que poco despues murió: gran lástima que tal ingenio faltase en lo mejor de su edad. El marques de Villena quedaba por el mismo caso cargado de haber tomado las armas contra la gente del Rey: él se escusaba con las insolencias de aquellos capitanes que le forzaron a defenderse; alegaba otrosí que no tenia otros nuevos tratos ni con el Rey de Portugal, ni con el arzobispo de Toledo. Estas escusas, sea verdaderas, sea aparentes, últimamente le valieron para que no fuese mas maltratado, ni se procediese con mas aspereza contra él. Sucedió en esta guerra un caso extraordinario y digno que se sepa. Los del Rey hicieron ahorcar á seis de los muchos prisioneros que tenian: en venganza desto Juan Berrio capitan por el marques mandó que se hiciese otro tanto con los cautivos que tomára de los contrarios. Echaron suerte entre todos para se executar: tenian presos dos hermanos, el uno que tenia muger y hijos, el otro mancebo, cuyos nombres no se saben, el caso es muy cierto;

eupo la triste suerte al casado, y executárase si no fuera por la instancia del otro hermano que se ofreció en su lugar para ser puesto en el palo, como al fin se hizo despues de muchas lágrimas y porfia que hobo entre los dos, con grande lástima de todos los que se hallaron presentes á un tan triste y tan cruel espectáculo.

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De las paces que se hicieron entre Castilla j Portugal.

A los Reyes don Fernando y doña Isabel vino nueva de la muerte del Rey don Juan, y de la herencia que por el mismo caso les venia de la corona de Aragon en sazon que eu Estremadura se ocupaban en apaciguar los alborotos que en aquella tierra causaban la condesa de Medellin doña Beatriz Pacheco y el clavero de Alcántara don Alonso de Monroy. La condesa era de ánimo mas que de muger, pues tuvo preso algunos años a su mismo hijo don Juan Portocarrero, y por remate le echó de su casa; que fue la causa para tomar las armas, ca temia no la forzasen por justicia a restituir a su hijo aquel condado como herencia de su padre, sobre lo qual le tenia puesta demanda: pretendia otrosí no le quitasen la ciudad de Mérida, en que tenia puesta guarnicion de soldados. El clavero sentia mucho que le hobiesen injustamente, como él se quexaba, quitado el maestrazgo de su orden por dársele a don Juan de Zúñiga. Con este color se apoderaba con las armas de muchos lugares de aquella orden. Demas desto tratabán los Reyes de apercebirse para la guerra de Por tugal, , que se temia sería mas brava

que antes. Pero

como quier que todos se hallasen cansados, y entendiesen quán miserable cosa sea la guerra civil, que bace a los hombres furiosos, y al vencedor por gratificar á los que le ayudan, pone en necesidad de hacer muchos desaguisados contra su voluntad, acordaron de mover tratos de paz; de que tanto mayor deseo tenian los portugueses que junto al Albufera dos leguas de Mérida quedaron rotos en una batalla señalada que les dió el maestre de Santiago a los veinte y quatro de febrero. El destrozo fue tan grande que pocos pudieron salvarse en Mérida, que como se ha dicho se tenia por la condesa de Medellin. En esta batalla el maestre se mostró muy prudente y esforzado; con él otros capitanes, entre los demas Diego de Vera, que mató al alferez, real y le tomó el estandarte. El premio al maestre quitalle la pension de tres cuentos que le pusieron quando los Reyes le dieron el maestrazgo; á Diego de Vera y á otros capitanes diferentes mercedes. Con esta ocasion doña Beatriz, tia que era de la Reyna doña Isabel de parte de madre, y duquesa de Viseo, viuda y tambien suegra de don Juan príncipe de Portugal, señora por todo esto de grande autoridad, y prudencia no me

nor,

tomó la mano para concertar estas diferencias. entre Portugal y Castilla. Era cosa muy larga para el Rey don Fernando esperar el remate en que estas práticas paraban, por el deseo que tenia de ir a tomar posesion del reyno de su padre, en que resultaban novedades en tanto grado que para enfrenar el orgullo de los navarros, que en aquel reyno se habian apoderado de algunos castillos mal apercebidos, y no dexaban de hacer robos y cabalgadas en la tierra, los aragoneses convocaron cortes sin dar al nuevo Rey dello parte resolucion que si bien no se tiene por ilícita conforme a los fueros de Aragon,:

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era muy pesada, y convenia atajalla. Todo esto le puso en necesidad de remitir á la Reyna el cuidado de tratar y concluir las paces con su tia. Para este efecto se acordó entre las dos habla en la villa de Alcántara. Esto concertado, él se fue a Guadalupe para de camino visitar aquella santa casa, y hacer en ella sus votos y plegarias. Desde alli por Santolalla, villa no lexos de Toledo, y por Hariza y Calatayud entró en Aragon. En Zaragoza hizo su entrada a veinte y ocho de junio con toda solemnidad y grande aplauso de la ciudad y concurso del pueblo que le salió al encuentro. Iba á su lado Luis Naia, el principal y cabeza de los jurados: el Rey quitado el luto, á caballo debaxo de un palio, vestido de brocado y con un sombrero muy rico. El pueblo á voces pedia á Dios fuese su reynado dichoso y de muchos años. Ocupóse en aquella ciudad en hacer justicia y dar grata audiencia á todos los que se tenian por agraviados. Poco despues pasó á Barcelona. Alli trató de recobrar lo de Ruysellon y de Cerdania, si bien por entonces no tuvo efecto: no estaba aun el negocio sazonado, dado que no andaba muy lexos dé madurarse; solo por entonces se nombraron los qua tro jueces para concertar todas las diferencias que resultaban entre el Rey de Francia y el de Aragon, conforme al acuerdo que en Bayona se tomó. De Barcelona dió el Rey vuelta á Valencia: alli fue recebido con las mismas muestras de alegria que en los otros estados. En aquella ciudad atendió á sosegar ciertos alborotos nuevos que se levantaron á causa que don Ximeno de Urréa vizconde de Biota con mano armada al improviso prendió á don Jayme de Pallas vizconde de Chelva, y con él a su muger: el achaque era que le pertenecian á él los pueblos de Chelva y de Manzanera que su contrario poseía. El que 28

TOMO V.

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