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si se apresuraba, las estrellas amenazaban algun revés y desastre; y que con todo eso pasó adelante en coronarse por la mañana segun lo tenian ordenado, por menospreciar semejantes agüeros como sin propósito y desvariados. Tomado que hobo el cuidado del reyno, y sosegada la peste de Lisbona, lo primero que hizo, fue las honras y exequias de su padre con aparato muy solemne: el cuerpo con pompa y acompañamiento el mayor que hasta entonces se vió, llevaron á Aljubarrota, y enterraron en el monasterio de la Batalla, que él mismo (como de suso queda dicho) fundó en memoria de la victoria que ganó de los castellanos. Acompañaron el cuerpo el mismo Rey y sus hermanos, los grandes, personas eclesiásticas en gran número, todos cubiertos de luto y con muy verdaderas lágrimas. Conforme a este principio y reverencia que tuvo este Rey a su padre, fueron los medios y remate de su reynado. Esto en España. Habia Martino Pontifice romano convocado el postrer año de su pontificado los obispos para tener concilio en la ciudad de Basilea en razon de reformar las costumbres de la gente que se apartaban mucho de la antigua santidad, y para reducir los bohemos á la fé que andaban con heregías alterados. Fue desde Roma por legado para abrir el concilio y presidir en él el cardenal Julian Cesarino, persona en aquella sazon muy señalada. Eugenio sucesor de Martino procuraba trasladar los obispos á Italia por parecelle que estando mas cerca, tendrian menos ocasion de hacer algunas novedades que se sospechaban: oponíase a esto el Emperador Sigismundo por favorecer mas á Alemania que a Italia; los demas príncipes fueron por la una y por la otra parte solicitados, en particular el de Aragon con el deseo que tenia de apoderarse del reyno de Nápoles, acordo llegarse al parecer de Sigismundo

de quien tenia mas esperanza que le ayudaria. Por esta causa mandó que de Aragon fuesen por sus embaxadores á Basilea don Alonso de Borgia obispo de Valencia, y otros dos en su compañía, el uno theólogo, y el otro de la nobleza: lo mismo por su exemplo hicieron los demas Reyes de España, el de Portugal envió á don Diego conde de Oren por su embaxador, y en su compañía los obispos y otras personas eclesiásticas. Al principio del año mil y quatro- 1434. cientos y treinta y quatro falleció en Basilea el cardenal don Alonso Carrillo, varon de gran crédito por su doctrina y prudencia, amparo y protector de nuestra nacion. Sucedióle en el obispado de Sigüenza que tenia, don Alonso Carrillo el mas mozo, que era su sobrino hijo de su hermana: era protonotario y andaba en corte romana, y aun á la sazon se halló á la muerte de su tio; por estos grados llegó finalmente á ser arzobispo de Toledo. La falta del cardenal fue ocasion à que el Rey de Castilla pusiese mas diligencia en enviar sus enbaxadores al concilio, que fueron don Alvaro de Isorna obispo de Cuenca, y Juan de Silva señor de Cifuentes y alferez del Rey, y Alonso de Cartagena hijo del obispo Pablo Burgense, persona que ni en la erudición ni en las demas virtudes reconocia á su padre ventaja: á la sazon era dean de Santiago y de Segovia, y adelante por promocion que de su padre se hizo en patriarchâ de Aquileya, fue él en su lugar nombrado por obispo de Burgos; premio debido a los méritos de su padre y á sus propias virtudes, y en particular porque defendió en Basilea con valor delante los prelados y el concilio la dignidad de Castilla contra los embaxadores ingleses que pretendian ser preferidos y tener mejor asiento que Castilla. Hizo una informacion sobre el caso, y pusola por escrito, la qual presentada que fue a los prelados,

quebrantó y abaxó el orgullo de los ingleses. Deste dicen que como en cierto tiempo fuese a Roma, dixo el Pontifice Eugenio: Si don Alonso viniere, con qué cara nosotros nos asentarémos en la silla de San Pedro? cosa semejante á milagro, que hobiese en España quien sobrepujase con la virtud la infamia y odio de aquel linage y nacion: á la verdad honraban en él mas sus méritos y aventajadas partes que la nobleza de sus antepasados. En lo que tocaba al Rey de Aragon y sus intentos, el Emperador Sigismundo no le correspondió como él esperaba, antes luego que se coronó en Roma el año pasado, como si con la corona del imperio se hobiera de repente trocado, procuró y hizo liga con los venecianos, florentines, y con Philipe duque de Milán para con las fuerzas de todos lanzar á los aragoneses de toda Itália: asiento en que el Emperador quiso mas condescender con los ruegos del Pontífice que porque tuviese dello entera voluntad;. pero sucedió muy al revés, y todos aquellos intentos y práticas fueron en vano, segun que se entendera por lo que dirémos adelante.

CAPITULO VII.

Que Ludovico duque de Anjou falleció.

A los demas desórdenes y excesos, muchos y grandes, que don Fadrique conde de Luna continuaba acometer despues que se pasó a Castilla, añadió en esta sazon uno muy feo con que echó el sello y acabó de despeñarse. Era mozo atrevido y desasosegado: en Aragon dexó un estado principal; los pueblos que en Castilla le dieron, tenia vendidos á dinero, Arjona al. condestable don Alvaro de Luna, y Villalon al conde de Benavente. Era pródigo de lo suyo, y codiciose

de lo ageno, condicion de gente desbaratada. Asi por entender que no le quedaba esperanza alguna de re-, mediar su pobreza si no fuese con hacer algun gran desaguisado, se determinó de saquear la muy rica ciudad de Sevilla, apoderarse de las atarazanas y del, arrabal llamado Triana, desde donde pensaba echarse sobre los bienes y haciendas de los ciudadanos. En especial estaba mal enojado con el conde de Niebla su cuñado que en aquella ciudad tenia grande autoridad, y dél pretendia estar agraviado y tomar venganza. Cosa tan grande no se podia executar sin compañeros. Juntó consigo otros, á los quales aguijonaba semejante pobreza, y sus malas costumbres los ponian en necesidad de despeñarse, por tener gastados sus patrimonios muy grandes en comidas, juegos y des-, honestidades sin quedalles cosa alguna; en particular dos regidores de Sevilla fueron participantes de aquel intento malvado, de cuyos nombres no hay para qué hacer memoria en este lugar. Este deseño no podia entre tantos estar secreto. Asi don Fadrique fue preso en Medina del Campo, donde el Rey fue al principio. deste año. De alli le llevaron primero á Ureña, des-. pues á un castillo que está cerca de Olmedo: su prision y carcel se acabaron con la vida, con tanto menor compasion de todos, que el nombre de fugitivo, le hacía aborrecible á los suyos y sospechoso á los de Castilla, como ordinariamente lo son todos los que eu semejantes pasos andan. Sus cómplices y compañeros pagaron con las cabezas. La condesa de Niebla dona Violante su hermana, que quiso interceder por él, siu dalle lugar que pudiese hablar al Rey, fue enviada á Cuellar con expreso mandato que no saliese de alli sin tener orden, y esto por la sospecha que resultaba que el conde confiado en la ayuda y riquezas de su hermana intentó aquella maldad. Este fue el fin

de

que tuvieron las esperanzas y intentos de don Fadrique, conforme a sus obras y á su inconstancia. En el cabildo de la iglesia mayor de Córdova se muestra su sepulcro, aunque de madera, de obra prima, con el nombre del duque de Arjona, el qual (como se tiene vulgarmente) le mandó hacer su madre que se fue tras él á Castilla. Algunos entienden que Arjona es la que antiguamente se llamó Aurigi, otros porfian que se llamó municipio Urgavonense, y lo comprueban por el letrero de una piedra que se lee en la iglesia de San Martin de aquel pueblo, que fue antiguamente basa de una estátua del Emperador Adriano, y dice asi:

IMP. CÆSARI DIVI TRAIANI. PARTHICI FILÍO, DIVI NERVÄ NEPOTI, TRAIANO, HADRIANO, AUGUSTO PONTIFICI MAXIMO, TRIB. POT. XIIII. CONS. III. P. P. MUNICIPIUM

ALBENSE URGAVONENSE DD.

Quiere decir: Al Emperador César hijo de Trajano Parthico, nieto de Nerva, Adriano Augusto, Pontífice Máximo, tribuno la vez décimaquarta, cónsul la tercera vez, padre de la patria el municipio Albense Urgavonense la dedicaron. No espantó la desgracia y castigo de don Fadrique á los infantes de Aragon para que no siguiesen aquel mal camino, antes echados que fueron de Castilla y despojados de sus estados que eran muy grandes, trataban de nuevo de revolver el reyno con diferentes tratos que traían. Quexabase el Rey de Castilla que quebrantaban las condiciones de la confederacion y asiento que se tomó con ellos poco antes: que si deseaban durasen las treguas, era for- › zoso hacer salir á los infantes de toda España. El Rey de Navarra, oido lo que en este propósito le decian los embaxadores de Castilla, persuadió a sus hermanos se embarcasen para Italia, con intento de seguillos

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