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Sucedió

que en

tianos asi mismo acometian las murallas. En uno destos rebates fue muerto Juan de Ortega, soldado que se señaló mucho en esta guerra asi bien en la toma del castillo de Alhama como en muchas otras empresas memorables. A veinte y nueve de mayo salieron tres mil moros de la ciudad con intento de acometer las estancias del marques de Cadiz : mataron las escuchas, rompieron el primer cuerpo de guarda, y he cho esto entraron en los reales. El marques de Cadiz, sin perder el ánimo por aquel sobresalto, con su gen te puesta en ordenanza salió al encuentro á los enemigos la pelea fue brava: muchos de los files cayeron muertos, el mismo marqués quedó herido; el estrago de los enemigos fue mayor, si bien los mas escaparon por tener la acogida cerca. la ciudad por la gran cuita en que se veían puestos, algunos se resolvieron de matar al Rey, en particular un moro tenido por santo entre aquella gente pará salir con este dañado intento se dexó prender: pidió le llevasen al Rey. Fue Dios servido que á la sazon reposaba: mandó la Reyna le llevasen á la tien-da del marques de Moya: el moro por el arreo y riquezas que veía, se persuadió que era aquella la tienda real. Puso mano a un alfange que por poca advertencia no le quitaron, y con él se fue denodado, feroz y con aspecto y rostro espantable para don Alvaro de Portugal, que acaso estaba hablando con la marquesa doña Beatriz de Bovadilla: Don Alvaro, abaxado el cuerpo, huyó el golpe; el moro fue preso y muerto por la gente que acudió al ruido. Dèsta manera por merced de Dios se evitó este peligro. Aumentóse el número de la gente con la venida del 'duque de Medina Sidonia: asi mismo desde Flandes Maximiliano duque de Austria, que poco despues fue César y Rey de romanos, envió dos naves gruesas

cargadas de todos los pertrechos y municiones de guerra, y por capitan á don Ladron de Guevara. El número de los enemigos asi mismo se acrecentó á causa que algunos moros por los reparos que caían junto al mar, se metieron en la ciudad para socorrer á los cercados. Apretabalos la hambre, y con todo esto los berberiscos no se doblegaban á querer partido: los ciudadanos, cuyo asi riesgo como miedo era mayor, se inclinaban a rendirse. Uno dellos persona en autoridad y riquezas de los mas principales, llamado Dordux, salió a los reales á tratar de conciertos: respondió el Rey que en ningun partido vendria si no fuese que entregasen la ciudad a su voluntad. Esto en público; mas de secreto y en puridad prometió á Dordux que si terciaba bien y lealmente, daria libertad á él y á todos sus parientes sin que recibiesen algun mal, demas de las mercedes que le haria muy grandes. Dió el moro la palabra de hacello asi : llevó consigo gente del Rey, y dióles entrada en el castillo v puso el estandarte real en lo mas alto de la torre del homenage. El espanto de los ciudadanos por esta causa y de los africanos fue grande, bien que mezclado con alguna esperanza: persuadíanse los mas que lo que se asentára con Dordux, guardarian los vencedores con los otros; con esta persuasion enfardelaban, resueltos de partirse. Engañóles su pensamiento: acudieron los nuestros, y les quitaron todos sus bienes junto con la libertad: lo mismo se executó con los soldados que teniau de guarnicion en los castillos, y por semejante yerro para irse se salieron al mar; en particular los africanos con su capitan Zegri fueron de los christianos se pasaran á los mopresos. Los que ros, que eran muchos, pagaron con las vidas: á los judíos que despues de bautizados apostatarón de la religion christiana, quemaron; á los demas asi judíos

*

como moros naturales de aquella ciudad se les hizo gracia que se librasen por un pequeño rescate y talla. La toma de aquella nobilísíma ciudad sucedió á los diez y ocho de agosto: hiciéronse alegrias en toda España por esta victoria, procesiones y rogativas para dar gracias por tanta merced a Dios Nuestro Señor. Averiguóse que aquella ciudad en tiempo de los godos tuvo obispo propio, y asi con bula que para ello se ganó del Pontífice Inocencio, le fue restituida aquella dignidad. Enturbióse algun tanto esta alegria con un vino de Levante que que el gran Turco Bayazele con una gruesa armada que tenia junta, pretendia baxar á Sicilia para divertir las fuerzas de España hacer afloxasen en que de Granada, y aun guerra se rugía que para este efecto y quedar desembarazado hizo paces con el gran Soldan de Egypto.

aviso

y

la

CAPITULO XI.

En Aragon se asentó la hermandad entre las ciudades.

Los moros de Granada se hallaban apretados y á punto de perderse por la guerra que les hacía el Rey don Fernando. Los portugueses por el contrario con las navegaciones que hacían, y flotas que enviaban cada un año, se abrian camino para las provincias de Levante: empresa grande, á que dió principio como arriba queda dicho el infante don Enrique, que hizo los años pasados descubrir las marinas exteriores de Africa. Continuóse esto los años siguientes sin cesar de llevallo siempre adelante; pero como quier que el provecho no respondiese a tan grandes trabajos y gastos, trataban de pasar á las ricas provincias de la India con intento de encaminar á su uerra las riquezas de

aquellas partes, de que era grande la fama; y el cielo con mano liberal repartió mas copiosamente de sus bienes con aquellas gentes que con otras, todo género de drogas y especias, piedras preciosas, perlas, oro, marfil, plata sin otras cosas, que mas la ambicion de los hombres que la necesidad ha hecho estimar en mucho. Nunca se refieren las cosas puntualmente como pasan: siempre la fama las acrecienta y pone mucho de su casa. Decíase que tenian bosques de árboles muy grandes y en estremo altos de canela, cañafistola y clavos, grande abundancia de pimienta y gengibre, animales de formas estrañas, y hombres de costumbres y rostros extraordinarios. Parecia á las personas prudentes cosa de grande locura acometer y pretender con las fuerzas de Portugal que eran muy pequeñas, de pasar á aquellas regiones y gentes puestas en lo postrero del mundo por tan grande espacio de tierra y de mar; vencia empero todas estas dificultades la codicia de tener Ꭹ el deseo de ganar honra. Con esta resolucion los años pasados el Rey de Portugal envió á Bartholomé Diaz piloto muy experimentado para que fuese al cabo de Buena Esperanza, en que ácia la parte de Mediodia muy adelante de la equinoccial adelgazándose las riberas por la parte de Poniente y por la otra de Levante, se remata la grande provincia de Africa, tercera parte del mundo. Este pues pasado aquel cabo, llegó hasta un rio que llamaron el rio del Infante: fue este grande acometimiento y porfia extraordinaria. Fray Antonio, de la orden de San Francisco, iba en compañía de Bartholomé Diaz, y era persona diligente, sagaz y atrevida. Este desde alli por tierra, considerada gran parte de la Africa y de la Asia, llegó á Jerusalem; últimamente él por tierra, y Bartholomé Diaz por el mar, vueltos a Portugal, dieron aviso al Rey y á los portugueses de lo

para que pasasen

lle

que vieron por los ojos: animados pues con tan buen principio cobraron mayor ánimo para llevar al cabo lo comenzado. Para mejor executar esto escogieron dos personas de grande ánimo y experiencia, y sobre todo muy diestros y exercitados en la lengua arabiga, adelante ; el uno se llamaba Pedro Covillan, y el otro Alonso Payva. Por escusar el gran gasto que se hiciera si los enviáran por el mar con ar mada, les ordenaron que por la tierra fuesen á ver y atalayar las partes mas interiores de Africa y de Asia. Con este orden salieron de Lisboa á los quince de mayo, pasaron á Nápoles, tocaron á Rhodas, visitaron á Jerusalem, dieron vuelta á Alexandría, y garon al Cayro, ciudad la mas principal de Egypto. Alli se apartaron, Pedro Covillan para Ormuz, que es una isla á la boca del seno Pérsico, dende pasó á Calicut: Alonso de Payva tomó cuidado de mirar y calar las partes interiores de Ethiopia, en que le SObrevino la muerte. Por esta causa y por cartas que vinieron de su Rey á Pedro Covillan en que le mandaba no volviese a su tierra antes de tomar noticia de todas aquellas provincias, pasó á Ethiopia. Pagáronse de sus costumbres y su ingenio Alexandro, al qual vulgarmente llaman Preste Juan, y Nahu y David sus sucesores; no le dexaron por ende partir, antes le casaron, heredaron y dieron con que se sustentase. Visto que no podia volver, desde alli envió por escrito al Rey de Portugal una informacion de todo lo que vió Ꭹ hallo. Avisaba Calicut que era una plaza y mercado el más rico y famoso de todo el Oriente, los naturales de color bazo y de membrillo, poco valientes, y de costumbres muy extravagantes. Que de la cinta ́arriba andaban desnudos, vestidos solo de la cintura abaxo, los mas con mucho oro y seda, y los brazos cargados de perlas, de los hombros fiada una cimi

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