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mudaron en lagrimas. Estando el obispo descuidado, le hirió en la cabeza, y achocó con aquella porra, de suerte que murió del golpe; de tan delgado hilo esta colgada la vida y la salud de los hombres. Sucedióle doa Gutierre de Toledo arcediano de Guadalaxara.

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De la guerra de los moros.

Fue este invierno muy áspero en España por las muchas aguas, atolladeros y pantanos. Los caminos tan rompidos, que apenas se podia caminar de una parte a oira: con las crecientes muchas casas y edificios se derribaron; en Valladolid y en Medina del Campo fue mayor el estrago. En quarenta dias no hobo moliendas á causa de las muchas aguas, tanto que la gente se sustentaba con trigo cocido por la falta de pan. El rio Guadalquivir en Sevilla llegó con su creciente hasta lo mas alto de los adarves, menos solamente dos codos: los moradores parte se embarcaron por miedo de ser anegados, otros de dia y de noche andaban velando, y calafeteando los muros y las puertas para que el agua no entrase. A los veinte y ocho de octubre comenzaron estas tempestades y torbellinas, y continuaron sin cesar hasta los veinte y cinco de marzo que se sosegaron. Fue grande la carestía y falta de vituallas, y el cuidado de proveerse cada uno de lo necesario. Con todo esto no afloxaban en el que tenian de la guerra contra los moros, en que a las veces sucedia prósperamente y á las veces al contrario; en particular el adelantado Diego de Ribera como estuviese sobre Alora y la batiese, fue muerto con una saeta que del muro le tiraron; en otra parte en un rebate mataron

los moros a Juan Faxardo hijo del adelantado de Murcia Alonso Faxardo. Sucedió á Diego de Ribera en el oficio su hijo Perafan, que era de solos quince años; mas el Rey quiso con esto gratificar en el hijo Jos servicios de su padre muy grandes, mayormente que el mozo daba muestra de muy buen natural. La congoxa que por estos desastres concibieron los de Castilla, alivió en gran parte una buena nueva que vino, y fue que Rodrigo Manrique hijo del adelan- . tado Pero Manrique tomó por fuerza y á escala vista á Huescar, que es una villa muy fuerte en la parte en que antiguamente se tendian y moraban los pueblos llamados Bastetanos: demas desto que un grueso esquadron de moros que venia a socorrella, fue rompido y desbaratado por el adelantado de Cazorla y el señor de Valdecorneja que le salieron al encuentro: con la huida de los moros el castillo de aquella villa que quedaba por ganar, se rindió; la alegria empero de esta victoria en breve se desvaneció por otro revés y daño que recibieron los fieles, no menor que el que sucediera á los enemigos. Don Gutierre de Sotomayor maestre de Alcántara entró en tierra de moros con ochocientos caballos y quatrocientos infantes para combatir á Archidona. Descubriéronlos las atalayas, avisaron con ahumadas, como suelen juntáronse los comarcanos y apellidáronse hasta número de quinientos armados con saetas y con hondas, con que en algunos pasos angostos y fragosos mataron gran numero de los que seguían al maestre, de suerte que apenas él con algunos pocos se pudo salvar. La venida de los barbaros tan improvisa atemorizó á los del maestre, y con el miedo del peligro un tal pasmo cayó sobre todos que quedaron sin fuerza y sin ánimo. Avisado con este peligro y daño Fernan Alvarez señor de Valdecorneja alzó

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el cerco que tenia sobre Huelma, aunque la tenia á punto de rendilla, por entender que gran número de moros con la avilenteza que ganaran, venia a socorrella: no menos esfuerzo algunas veces es menester para retirarse que para acometer los peligros, porque aunque es de mayor ánimo y gloria vencer al enemigo, de mas prudencia y seso suele ser conservarse á sí y á los suyos para sazon mas á propósito, segun que aconteció entonces, que luego se rehizo de fuerzas, y junto con el obispo de Jaen dió la tala á los campos de Guadix con mil y quinientos caballos y seis mil de a pie, quemó las mieses que estaban para segarse, y hizo otros grandes daños a los naturales. Acudieron de Granada mayor número de gente de a caballo, y como quarenta mil hombres de a pie: con esta morisma no dudó de pelear, resolucion, cuyo suceso (por donde comunmente cali ficamos los acometimientos arriscados) mostró no haber sido temeraria. La victoria quedó por los christianos con muerte de quatrocientos moros, y huidą de los demas para escapar les ayudó la noche que sobrevino. Señalóse aquel dia de buen caballero el adelantado Perea, porque como le hobjesen muerto el caballo, y herido a él en una pierna, á pie con grande ánimo resistió á los enemigos que por todas partes le cercaban, y los hizo retirar: el menosprecio de la muerte le hacía mas valiente y le animaba; todavia la victoria, no fue sin sangre d de christia nos, muchos quedaron heridos y algunos murieron. En el reyno de Murcia, no muy lexos de Huescar, hay dos pueblos poco distantes entre sí, el uno se llama Velez el Roxo y el otro Velez el Blanco. Sobre estos pueblos puso cerco el adelantado Faxardo, y los apretó de manera que los moradores fueron forzados a rendirse a partido. Sacaron por condicion

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que se gobernasen por las mesmas leyes que antes, y que no les impusiesen mayores tributos que acostumbraban pagar. En tres años continuados sucedieron todas estas cosas en tierra de moros, que las juntamos aqui porque no se confundiese la memoria, si se relatasen en muchas partes. El año (de) que tratábamos) fue muy señalado, por las paces que en él despues de tantas guerras se hicieron entre los franceses y borgoñones. Parecia que los odios que entre sí tenian, con la mucha sangre derramada de ambas partes amansaban. Carlos Rey de Francia hablaba amigablemente y con mucho respeto del Borgoñon, muestra de estar arrepentido de la muerte del duque Juan de Borgoña hecha á lo que decia contra su voluntad. Allegóse la autoridad y diligencia de tres cardenales que desde Roma vinieron por legados sobre el caso á las tres partes, Francia, Flandes y Inglaterra. Por la gran instancia que hicieron, alcanzaron que los tres príncipes interesados enviasen sus embaxadores cada qual por su parte á la ciudad de Arrás. Juntos que fueron, se comenzó á tratar de las capitulaciones de la paz. Partiéronse de la junta los ingleses por la enemistad antigua y competencia que tenian sobre el reyno de Francia. El Borgoñon se mostró mas inclinado a remediar los males tan graves y tan continuados. Concertáronse que en memoria de la muerte que se dió al duque Juan de Borgoña, el Rey de Francia para honralle en el mismo lugar en que se cometió el caso, edificase un templo a su costa con cierto número de canónigos que tuviesen cuidado de asistir al óficio divino. Las ciudades de Macon y de Auxerre quedaron para siempre por el de Borgoña: otros pueblos á la ribera del rio Soma le fueron dados en prendas hasta tanto que le contasen quatrocientos mil es

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cudos, en que por aquella muerte penaban al Franees. Ninguna cosa parecia demasiada a aquel Rey, por el deseo que tenia de reconciliarse con el Borgoñon, y apartalle de la amistad de los ingleses, ca estaba cierto que con esta nueva confederacion las fuerzas de Francia, a la sazon muy acabadas, en breve volverian en sí, como a la verdad sucedió. En particular los de París despertados con la nueva desta alianza tomaron las armas contra los ingleses, y aquella ciudad real volvió al antiguo señorío de Francia. Juntamente las demas cosas comenzaron a mejorarse, que hasta entonces se hallaban en muy mal estado. Nuestras historias afirman que para concertar estas paces de Arras fue mucha parte doña Isabel hermana del Rey de Portugal, que estaba casada con el duque Philipo de Borgoña. Dicen otrosí que tuvo habla con el Rey de Francia para tratar de las condiciones de la paz: si esto fue asi, ó si se dice en gracia de Portugal, no lo sabria averiguar. En España las Reynas de Aragon y de Navarra en sazon que los Reyes sus maridos tenian con cerco apretada la ciudad de Gaeta, como se dirá luego, alcanzaron del Rey de Castilla (el qual desde Madrid iba a Buitrago a instancia de Iñigo Lopez de Mendoza que pretendia alli festejalle) que el tiempo de las treguas se alargase hasta primero de noviembre. Tuvo en esto gran parte Juan de Luna señor de Illueca, que fue enviado por embaxador sobre el caso, y lo persuadió á don Alvaro de Luna pariente suyo, que era el que lo podia todo, y sobre toda su prosperidad se hallaba á la sazon alegre por un hijo que su muger parió en Madrid, que llamaron don Juan. Fue grande la alegria por esta causa del Rey : los grandes asi mismo quanto mas fingidamente, tanto con mayores muestras de amor procuraban ganar su gracia.

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