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pensa y a la mira cómo usaria aquel duque de aquella nobilísima victoria; y sus fuerzas que antes eran temi das de los de cerca, comenzaron a poner espanto á los que caían mas lexos. Temian quisiese aquel príncipe de condicion orgulloso acometer a hacerse señor de toda Italia con la codicia que tenia de mandar, y por estar exercitado en guerras contínuas. El mismo se hallaba muy dudoso de lo que en aquel caso se debia hacer, y qué resolucion sería bien tomar; revolvia en su pensamiento muchas trazas: si forzaria á los Reyes que tenia en su poder, á recebir algunas condiciones pesadas: si haria que se rescatasen á dinero, cosa que de presente traxera provecho y contento; pero era de temer que no vengasen adelante aquella injuria con sus armas y las de sus amigos, y despues de vencidos. (como tenían de costumbre) volviesen á las armas y á la guerra con mayor brio. Pensaba si los recibiria y trataria con mueha honra, y con ponellos en libertad sin rescate haria le quedasen mas obligados: honroso acuerdo fuera este, y que pondria admiracion todo el mundo. Consideraba por otra parte que no era consejo prudente por ganar renombre y fama perder tan buena ocasion de ensanchar su señorío y aventajarse, y jugar a resto abierto por esperanza que pocas veces sale cierta y verdadera, en especial que los hombres tienen costumbre, quando los beneficios son tan grandes que no los pueden pagar, recompensallos con alguna grave injuria y ingratitud señalada. En fin prevaleció el deseo de loa y de fama: trató a aquellos príncipes en su casa con mucha honra y regalo como si fueran sus compañeros y amigos. Hecho esto, se resolvió de soltallos y enviallos cargados de muy gran des presentes. Con esta resolucion dió muy grata audiencia al Rey de Aragon, que un dia en su presencia trató muy á la larga, y probó con muchos exemplos

que los franceses de su natural eran desapoderados sin poner término al deseo de ensanchar su señorío: que muchas veces tratáran de derribar y deshacer á los duques de Milán, , y no tenian mudados los corazones: si se acostumbrasen á las riberas de Italia, luego que se apoderasen del reyno de Nápoles, fácilmente se concertarian con los ginoveses que les eran amigos y ve cinos, sin reparar ni desistir de intentar nuevas empresas hasta tanto que se viesen apoderados de toda Italia: que su padre Juan Galeazo y sus antepasados nunca se aseguraron de los intentos de franceses. Estas cosas se trataban en el castillo de Milán, y estas práticas andaban quando madama Isabel por mandado de su marido Renato duque de Anjou, que como queda dicho estaba preso, pasó por mar primero a Génova, despues á Gaeta, y últimamente con su llegada a Nápoles, que fue á los diez y ocho de octubre, reforzó grandemente y animó á los que seguían su partido. Ayudola con gentes que le envió, el Papa Eugenio, y ella por sí ganaba las voluntades del pueblo por su gran nobleza, excelente ingenio, condicion y trato muy apacible: España cuidadosa y triste por el trabajo de los Reyes revolvià varias práticas de guerra y de paz. Juntáronse cortes de Aragon en Zaragoza, en que a peticion de la Reyna se trató de apercebir una armada para conservar las islas de Cerdeña y de Sicilia sospechaban serían acometidas por los vencedores; que ya nadie se acordaba ni tenia esperanza del reyno de Nápoles. En Soria a los confines de Aragon y de Castilla hobo habla entre el Rey de Castilla y la Reyna de Aragon su hermana. Alli se concluyó que las treguas asentadas entre los dos reynos durasen y se prolongasen por otros cinco meses. Parecia cosa injusta apro vecharse del desastre ageno; y los ánimos de los grandes de Castilla por la desgracia de aquellos Reyes se TOMO V.

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que

movian á compasion. Partiéronse de Soria: en el camino se supo que la Reyna doña Leonor madre de los dos Reyes falleció en Medina del Campo mediado el mes de diciembre: la fuerza del dolor que recibió por el desastre de sus hijos, súbitamente le arrancó el alma; la muerte repentina hizo se creyese era esta la causa. Fue una señora muy principal y madre de príncipes tan grandes. Hiciéronle honras en muchos lugares; y en especial el Rey don Juan se las hizo en Alcalá de Henares y la Reyna su muger en Madrigal, Fue sepultada en San Juan de las Dueñas, un monasterio de monjas que ella levantó su costa fuera de aquella villa, en que pasaba su vida con mucha santidad. En Milán últimamente se hizo confederacion y avenencia entre aquel duque y los príncipes sus prisioneros, cuyas capitulaciones eran: que sin exceptuar á ninguno tuviesen los mismos por amigos y por enemigos: el duque para recobrar el reyno de Nápoles prometió de ayudar con sus fuerzas y gentes: lo mismo hizo el Rey de Aragon, que prometió toda su ayuda para hacer la guerra á los enemigos del duque de Milán. En gran cuidado puso este asiento asi á los italianos como á las demas naciones. El Rey de Navarra fue enviado en España con poderes muy bastantes para gobernar el reyno de Aragon. Era necesario allegar dinero, hacer nuevas levas de soldados, y apercebir una gruesa armada. El príncipe de Taranto y el duque de Sessa fueron á Nápoles para animar y esforzar á los de su parcialidad, y para que avisasen al infante don Pedro en nombre del Rey su hermano que les acudiese con la armada que tenia aprestada en Sicilia. Executóse con gran presteza lo que el Rey mandaba: llegada que fue la armada de Sicilia a la isla de Ischia, se apoderó de la ciudad de Gaeta por entrega que della hizo Lanciloto su gobernador, natural que era de Nár

poles, á veinte y cinco de diciembre dia de Navidad, y principio del año mil y quatrocientos y treinta y 1436. seis. Pocos dias despues el Rey de Aragon, puesto en libertad por el duque como está dicho, llegó a Portovenere, el qual castillo y el de Lerice entre tan grandes tempestades, dado que estan en las marinas de Génova, se conservaron en la fé del Rey de Aragon, y se tenian por él mas por miedo de la guarnicion aragonesa que tenian, que por voluntad de los naturales. Algunos dicen que del desastre y libertad del Rey de Aragon se dieron diversas señales y se vieron milagros: cada qual les dará el crédito por sí mismo que la cosa merece ; á mí no me pareció pasar en silencio cosas tan públicas y tan recebidas comunmente. El mismo dia dió la batalla cerca de la isla de Pon que se za, en la puente que en Zaragoza se edificaba sobre Ebro de obra muy prima y muy ancha, como á medio dia sin bastante ocasion para ello se cayó el arco principal, y con su caida mató cinco hombres, Dira alguno que las cosas casuales suele el vulgo muchas veces, quando son pasadas, publicallas por milagros y sacar dellas mysterios: sea asi, pero qué diremos de lo que se sigue? Nueve leguas mas abaxo de Zaragoza á la ribera del mismo rio Ebro está un pueblo llamado Vililla, edificado de una colonia de los romanos que en los pueblos Ilergetes se llamaha Celsa. En este tiempo y en el de nuestros abuelos por ninguna, cosa estek dicho pueblo mas conocido que por una campana que alli hay, la qual aquellos hombres estan persuadi:f dos que diversas veces por sí misma con una mane ra extraordinaria se toca, sin que ningumo la mue va, para anunciar cosas grandes que han de yenir, buenas, ó malas. Yo no trato de la verdad que esto tiene, ni lo tomo á mi cargo, Consta por lo menos que autores graves lo refieren, y citan testigos de vis

ta de aquel milagro. Dicen pues que aquella campana un dia antes que los Reyes fuesen presos, se tañó por sí misma, y otra vez a treinta de octubre, y la tercera á cinco del mes de enero próximo siguiente, dia en que hecha la alianza en Milan, el Rey de Aragon fue puesto en libertad. Muchas plegarias se hicieron, y muchas missas se dixeron para aplacar la ira de Dios que por estas señales entendian les amenazaba: congoxa y cuidado de que se libraron los naturales conda buena nueva que vino de la libertad dada á sus príncipes; y la tristeza que recibieran por aquel grave des many el miedo de algun nuevo mal que sospechaban se daba a entender por aquellas señales, se trocó en pública alegria de toda aquella nación, y aun de lo demas de España.

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CAPITULO XI. 6.

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De las paces que se hicieron entre los Reyes {{ de Castilla y de Aragon

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De las paces que se hicieron en Milán, resultó una nueva y pesada guerra: los ginoveses tomaron las a armas, y públicamente se revolvieron contra el duque de Milán. Tenian aquellos ciudadanos por co sa pesada que el fruto de la victoria ganada con su peligro y esfuerzo otros se lo quitaseng y que Philipo duque de Milán se llevase las gracias de las pace's hechas con los Reyes, y de ponellos en libertad con presentes que les dió: liberalidad con que quedaban cargados del odio que por fuerza les tendrian los ara goneses y catalanes, naciones con las quales antiguamente tuvieron grande enemiga! Querellábanse demas desto que el amparo de los duques de Milán, á que forzados acudieron el tiempo pasado, le muda

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