Imágenes de páginas
PDF
EPUB

estaban dentro de las tiendas: la misma luz y trato por la aflicion les era pesada. Trataron de huir; pero á dónde, ó por qué parte, estando todo el campo cubierto de sus contrarios? mayormente que las piedras se levantan contra el que huye. Forzados de necesidad enviaron mensageros de paz. Los bárbaros respondieron que se despidiesen de ningun concierto, si no fuese que, entregada Ceuta, saliesen de toda Africa. Era cosa muy pesada lo que pedian, y que no estaba en su mano prometello: todavia por el de seo que tenian de salvarse, otorgaron, y por rehenes el general don Fernando y otras personas principales: los demas rotos, sucios y maltratados se fueron primero á Ceuta, y de alli pasaron á Portugal al cabo del año. Tratóse en Ebora en una junta de señores del asiento que tomaron, y del cumplimiento dél. De comun acuerdo salió decretado que aquellas condi ciones, como otorgadas sin voluntad del Rey, eran en si ningunas, y que no se debian cumplir: que fé dada Ꭹ la jura se cumplia bastantemente con des xalles los rehenes que en Africa quedaran, para que con sus cabezas pagasen lo que necia y locamente asentaron. Por ventura si con la misma soberbia los necesitáran los bárbaros á prometer que entregarian todo Portugal, era de cumplir la tal promesa, y sus frir que de nuevo los moros pusiesen el pie y el yugo de su imperio y señorío en España? Que si promes tieran otras muchas cosas muy indignas, como pu diera ser, estuvieran por ventura obligados los por tugueses a pasar por ellas? El cautiverio pues de don Fernando fue perpétuo, padeció menguas y prisio nes muy graves. Su sepulcro se muestra en la ciudad de Fez puesto en un lugar alto como tropheo que le vantarou de nuestra nacion y por memoria de la victoria que ganaron: asi el que fue principal en la cul

á

la

pa, acaso, ó por voluntad de Dios fue mas gravemente que los demas castigado.

CAPITULO XIII.

Como el infante don Pedro fue muerto en el cerco de Nápoles.

En España revolvian sospechas de nuevos alborotos por estar gran parte de los grandes àversos de su Rey por la prision injusta (como ellos decian) que se hizo en la persona de Pedro Manrique. Asi mismo se veían por todas partes entre las personas eclesiásticas grandes contiendas y debates, a causa que el Pontifice Eugenio, por tener desde el principio de su pontificado por sospechoso el concilio de Basilea, procuraba disolvelle; que era un camino inventado á propósito para hacer burla y enflaquecer las fuerzas de lós concilios, que enfrenaban y ponian algun espanto á los Pontífices romanos; pero desistió deste intento por entonces por cartas que en esta razon le vinieron muy graves del Emperador Sigismundo, y del cardenal Cesarino su legado. Los padres de Basilea to man do mas autoridad y mano de lo que por ventura fuera justo, y irritados por lo que el Papa intentara, le hicieron intimar que si no venia en persona al concilio, pronunciarian contra él lo que se acostumbra contra los que desamparan su oficio, y no cumplen con lo que son obligados y con el deber en caso semejante. No quiso obedecer: amenazaban de deponelle y qui talle la autoridad pontifical que tenia. Este era el intento de los obispos : los príncipes christianos no se conformaban en un parecer, algunos resistian á aquel intento como arrojado y temerario, por la memoria que tenian de las llagas que en el scisma pasado recibió

la iglesia christiana, que apenas se habian encorado y sanado; en particular hizo resistencia el Emperador Sigismundo, dado que no era nada amigo del Pontífice. Poco prestó su autoridad á causa que en el › mismo tiempo que estas pláticas se comenzaron, pasó desta vida á nueve de diciembre, mas señalado por la paz de la iglesia que fundó, y por habella ahora defendido, que por los muchos años que imperó. Sucedió en su lugar su yerno Alberto duque de Austria, que ya era Rey de romanos. Coronóse primer dia de enero principio del año mil y quatrocientos y treinta 1438. y ocho, en tiempo que en un lugar que tenia don Alvaro de Luna en Castilla la vieja llamado Maderuelo, cayeron piedras tan grandes como almohadas pequeñas, que no hacían daño por ser la materia liviana. Para averiguar el caso y informarse de todo enviaron á Juan de Agreda adalid del Rey que traxo a Roa do halló al Rey de Castilla, algunas de aquellas piedras. Dudábase si era buen agüero ó malo, pero ni aun del suceso de la guerra de los moros se entendió bastantemente qué era lo que aquellas piedras pronosticaban ca por una parte Huelma (pueblo que los antiguos llamaron Onova) dado que estaba fortificado con número de soldados y con murallas bien fuertes, fue ganada de los moros por la buena industria y esfuerzo de Iñigo Lopez de Mendoza señor de Hita, a cuyo cuidado estaba la frontera de Jaeu: por otra parte el alegria no duró mucho á causa que Rodrigo Perea adelantado de Cazorla en una entrada que hizo en tierra de moros, fue muerto por mucho mayor número de enemigos que, cargó sobre él, y de mil y quatrocientos soldados que llevaba, solos veinte escaparon por los pies. Tampoco los moros ganaron la victoria sin sangre, que el mismo capitan que era de los Bencerrajes, y gobernador de Granada, pereció en el en6

ΤΟΜΟ

á

cuentro con otros muchos, que fue algun alivio del desastre. El Rey de Aragon por estar agraviado y sentido del Pontífice Eugenio parecia ayudar los intentos de los de Basilea, en especial que demas de los desaguisados pasados al presente Juan Vitelesco patriarchâ de Alexandría con gente del Pontifice y por su orden hizo entrada por las fronteras del reyno de Nápoles, y con su venida se alteraron y trocaron mucho los ánimos de los naturales, tanto que el príncipe de Taranto y el conde de Caserta se pasaron á la parte del Papa, como personas que eran poco cons→ tantes en la fé, de ingenio mudable y vario. Al contrario Antonio Colona se reconcilió con el Rey de Aragon con esperanza que se le dió de recobrar el principado de Salerno que antes le quitaran. El patriarchâ fue en breve desbaratado por los de Aragon, y forzado á salirse del reyno de Nápoles, si bien venia armado de censuras y con valientes soldados. Los otros señores se reduxeron al deber en el mismo tiempo que Renato duque de Anjou, rescatado de la prision en que le tenian, con su armada llegó á Nápoles á diez y nueve de mayo. Su venida fue de poco momento por no traer dinero alguno para los gastos de la guerra, solo los ánimos de muchos se despertaron á la esperanza y deseo de novedades. En muchas partes se emprendió la llama de la guerra. La mayor fuerza della andaba en las tierras del Abruzo: Jacobo Galdora, capitan muy experimentado, sustentaba en aquella comarca el partido de Renato: él mismo desque supo su venida, le acudió luego en persona, magüer que no muy confiado de la victoria a causa que el partido de Aragon de cada dia mas se adelantaba, y muchos pueblos y castillos por aquella comarca venian en poder de los aragoneses. Renato para ganar reputacion y entretener acordó desafiar al enemigo á

[ocr errors]

ron,

hacer campo, y en señal del riepto le envió una manopla, si de corazon no se sabe. Lo que consta es que el Aragones aceptó, y todo aquel acometimiento se fue en humo, por las diferencias que resultacomo era forzoso, sobre el dia y el lugar y otras circunstancias del combate. En Burgos el Rey de Francia en una junta que hizo de todos los estados de su reyno, aprobó los decretos de Basilea por una ley que vulgarmente se llama Pragmática Sancion, por la qual mandó se sentenciasen los pleytos. Dió gran pesadumbre al Papa Eugenio aquellaley, porque con ella parecia se quitaba casi toda la autoridad al Sumo Pontificado en Francia sea en conferir los beneficios, sea en sentenciar los pleytos. Asi con mayor resolucion se determinó de disolver el concilio de Basilea, de do procedian tales efectos, demas de otros nuevos miedos que se mostraban. Hizo pues un nuevo edicto, en que pronunció trasladaba el concilio á Ferrara ciudad de la Italia. El legado Cesarino, sabida la voluntad del Pontífice, y con él de siete cardenales que eran, los cinco se pasaron á Ferrara: los otros dos se quedaron en Basilea. La causa que se alegaba para mudar el lugar, era la venida del Emperador Juan Paleologo, y del patriarcha de Constantinopla, que pasaron a Italia con intento de unir las iglesias de Oriente, con las de Occidente, y hacer la paz que todos tanto deseaban. Llegados que fueron á Ferrara, les hicieron mucha honra. Sobrevino peste, que forzó de nuevo a pasar el concilio á Florencia cabeza de Toscana. En aquella ciudad con trabajo de muchos dias se disputaron las controversias que entre los latinos y los griegos hay, con mayor ruido y esperanza de presente que provecho para adelante. Los padres de Basilea al principio pretendieron y trataron que los griegos fuesen alla:

2

« AnteriorContinuar »