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no salieron con ello. Por esto y por la disolucion del concilio mas irritados contra el Pontífice Eugenio que amedrentados, nombraron por presidente en lugar de Cesarino á Ludovico cardenal Arelatense. Demas desto trataban de cosas á la república y á la iglesia perjudiciales y malas. Amenazaban que quitarian á Eugenio el pontificado, y él depuesto, nombrarian otro Papa en su lugar. En Italia á la sazon que Renato duque de Anjou se ocupaba en combatir Los castillos que en el Abruzo se tenian por sus enemigos, el Rey de Aragon animado con la prosperidad de sus cosas se determinó marchar la vuelta de Nápoles, ciudad que era cabeza de la era cabeza de la guerra y del reyno, y por seguir la genté moza á Renato se hallaba sin bastante guarnicion, ni aun tenia vituallas para muchos dias. En el campo aragones pasaron alarde hasta quince mil hombres, y en la armada se contaban quatro galeras, siete naves gruesas, y otro mayor número de baxeles pequeños á propósito que por la mar no entrasen en la ciudad bastimentos. Con este aparejo cercaron por mar y por tierra á veinte y dos de setiembre aquella ciudad, que es de las mas señaladas que tiene Italia, en número de ciudadanos y arreo, magestad de edificios, y en todo lo al. Hallabanse presentes con el Rey y en su exército y campo Matheo Aquaviva duque de Atri, el conde de Nola, Juan Veintemilla, Pedro Cardona. Luego que hobieron barreado y fortificado los reales, comenzaron á aparejar escalas y otros ingenios para la batería. Repartiéronse los esquadrones por lugares a propósito para apretar los cercados. Estaban ya para dar el asalto, quando la fortuna, que tiene por costumbre de jugar y burlarse en las cosas humanas, y mezclar las cosas adversas con las prósperas, trastornó todos los intentos del Rey de Aragon

con un muy triste desastre. Fue así que el infante don Pedro de Aragon á veinte y tres de octubre, por la mañana salido de los reales, se adelantó un poco para atalayar la ciudad. En esto dispararon una pelota de un tiro de artillería desde la iglesia de Nuestra Señora de los Carmelitas, con que le hirieron y mataron. Tres veces saltó la bala, y con el quarto salto que dió, le quebró la cabeza: el cuerpo muerto fue llevado a la Madalena. Acudió á la triste nueva el Rey don Alonso su hermano, y besado el pecho del difuuto: «Diferente alegria (dice) esperaba de tí, »ó hermano, eterna honra de nuestra patria y parti»cipe de nuestra gloria. Dios haya tu alma." Junto con esto con sollozos y lágrimas á los que presentes se hallaron: «Este dia (dixo) soldados, hemos perdido la flor de la caballería y de toda la gala: con » quánto dolor digo estas palabras!" Murió en lo mas florido de su mocedad, en edad de veinte y siete años, sin casarse. Hallóse en muchas guerras, y en ellas ganó prez y honra de valeroso: depositáronle en el castillo del Ovo. Los soldados vulgarmente y tambien la muchedumbre del pueblo tuvo por mal agüero la muerte de don Pedro, en especial que con las muchas aguas no, se podia batir la ciudad, ni dar el asalto por esto alzado el cerco, se retiraron á Cápua. El marques de Girachi Juan Veintemilla en este medio enviado al encuentro contra Renato, que acudia con gentes para socorrer á los cercados, se encontró con él en el valle de Gardano. Prendió con su llegada al improviso algunos de los enemigos, con que los demas fueron forzados á doblar el camino, y por otra parte pasar a tierra de Nola. Esto hecho, el Veintemilla con su esquadron en ordenanza se volvió al cerco de Nápoles. El Rey don Alonso con intento que tenia de volver a la guerra luego que el tiempo

á

diese lugar y se abriese, se determinó de llamar desde España los otros dos sus hermanos. El deseo que tenia de ganar el reyno de Nápoles, era tal que mostraba no hacer caso de los reynos que su padre le dexó, si bien comenzaban á ser trabajados por un buen número de gente francesa, que por estar acostumbrada á robar, debaxo de la conducta de Alexandro Borbon hijo bastardo de Juan duque de Borbon rompió por aquellas partes. Llevaban otrosí por capitan á Rodrigo Villandrando, persona que aunque era español y natural de Valladolid, sirvió muy bien al Rey de Francia en las guerras contra los ingleses, y de soldado particular llegó a ser capitan, y alguna vez tuvo debaxa de su regimiento diez mil hombres. Era robusto de cuerpo, muy colérico. Estaba aquella gente acostumbrada debaxo de aquellos capitanes á vivir de rapiña, talar y saquear pueblos y campos como los que tenian el robo por sueldo, y la codicia por gobernalle hicieron entrada por el condado de Ruysellon. Fue grande el cuidado en que pusieron a los naturales, á la Reyna de Aragon y al Rey de Navarra. Mas fue el miedo que el daño: en breve aquella tempestad se sosegó á causa que los franceses por la aspereza del tiempo dieron la vuelta ácia otrą parte, y se retiraron sin hacer en aquel estado algun daño notable. Aciago año y desgraciado fue este para Portugal asi bien por la pérdida tan grande que hicieron en Africa, como por la peste que se derramó casi por todo aquel reyno con muerte de gran número de gente. El mismo Rey don Duarte en el convento de Tomar en que por miedo se retiró, de una fiebre que le sobrevino, finó á los nueve de setiembre martes. Asi lo hallo en las coronicas; por quanto añaden que hobo aquel dia un grande eclipse del sol, es forzoso digamos que finó viernes

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a los diez y nueve de aquel mes en que fue la conjuncion, y por consiguiente el eclipse. Príncipe que en su reynado no hizo cosas muy notables a causa del poco tiempo que le duró, ca reynó solos cinco años y treinta y siete dias. Fue aficionado a las letras., Dexó escrito un libro de la forma como se debe gobernar un reyno. Ordenó que el hijo mayor de aquellos Reyes en adelante se llamase príncipe, como se hacía en Castilla. Sus hijos fueron don Alonso el mayor, que le sucedió en el reyno, bien que no pasaba de seis años: don Fernando duque de Viseo, maestre de Christus y de Santiago, y condestable de Por tugal, cuyos hijos fueron doña Leonor Reyna de Portugal, y doña Isabel duquesa de Berganza, y fuera de otros hijos que tuvo muchos, don Diego a quien dió la muerte el Rey don Juan su cuñado, y don Manuel, que llegó finalmente á ser Rey de Portugal. Fue asi mismo hija del Rey don Duarte la Empera-. triz doña Leonor muger de Federico Tercero, y ma dre de Maximiliano: doña Cathalina, que estuvo concertada con diversos príncipes y con ninguno casó; finalmente doña Juana muger de don Enrique el Quarto Rey de Castilla. El gobierno del reyno por la poca edad del nuevo Rey quedó encomendado á la Reyna doña Leonor su madre: asi lo dexó dispuesto el Rey difunto en su testamento, cláusula de que resultaron graudes debates por estrañar los naturales ser gobernados de muger, en especial estrangera. Bien es verdad que algunos tenian por ella, obligados por algunas mercedes recebidas antes, ó movidos de algun particular interés. Corrian peligro de venir á las manos y ensangrentarse: finalmente prevalecieron los que eran mas en número y mas fuertes. Juntáronse para tomar acuerdo sobre el caso. Salió nombrado por gobernador el infante don Pedro

duque de Coimbra, y tio del nuevo Rey. El sentimiento de la Reyna por esta causa fue qual se puede pensar. Despachó sus cartas y embaxadores para que rellarse del agravio a sus hermanos, y tambien al Rey de Castilla su cuñado y primo, diligencias que poco prestaron.

CAPITULO XIV.

De las alteraciones de Castilla.

Por el mes de agosto pasado huyó el adelantado Pedro Manrique, su muger y dos hijas que con él estaban, del castillo de Fuentidueña en que le tenian preso descolgóse con cuerdas que echaron por una ventana; fueron participantes y le ayudaron algunos criados del alcayde Gomez Carrillo, de que resultaron nuevas alteraciones. El almirante don Fadrique y don Pedro de Zúñiga conde de Ledesma se aliaron con el adelantado, y se concertaron para abatir á don Alvaro de Luna. Juntáronse con ellos para el mismo efecto Juan Ramirez de Arellano señor de los Cameros, y Pedro de Mendoza señor de Almazan, y don Luis de la Cerda conde de Medinaceli: allegáronseles poco despues el de Benavente, Juan de Tovar señor de Berlanga, y los dos hermanos Pedro y Suero Quiñones, fuera destos el obispo de Osma don Pedro de Castilla, que en aquella revuelta de los tiempos estaba apoderado de muchos castillos, cosa que era de grande importancia para llevar adelante estos intentos. No era facil executar lo que pretendian, por la gran privanza, poder y autoridad de don Alvaro. Juntaron en Medina de Ruyseco caballos, armas, dados y todo lo al que era a propósito para guerra, El Rey de Castilla para prevenir estos intentos y pra

sol

ticas con presteza desde Madrigal por el mes de fe

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