Obras poéticas de Don Juan Nicasio Gallego: secretario perpetuo de la Real academia española, publicadas por la misma academia

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Impr. del Diccionario universal del derecho español constituido, 1854 - 281 páginas
 

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Página 3 - ... mi pincel fatídicos colores con que el tremendo día trace al fulgor de vengadora tea, y el odio irrite de la patria mía, y escándalo y terror al orbe sea.
Página 51 - ... dardo rudo, arde en su diestra refulgente acero. La vista fija en la ciudad; y entonces golpe terrible en el broquel sonante da con el pomo, y, al fragor de guerra con que herido el metal gime y restalla, retiembla la alta sierra y el ronco hervir de los volcanes calla.
Página 6 - DAOIZ, intrépido VELARDE, que osando resistir al gran torrente, dar supisteis en flor la dulce vida con firme pecho y con serena frente. Si de mi libre musa jamás el eco adormeció...
Página 34 - y aunque ese llanto que tu rostro inunda «vaticinio tan próspero desmiente, »no me hará de fortuna el torvo ceño «fruncir las cejas ni arrugar la frente; «que el dichoso mortal a quien risueño «mira el destino...
Página 9 - Pelayo. Fuego arrojó su ruginoso acero: ¡Venganza y guerra! resonó en su tumba, ¡Venganza y guerra! repitió Moncayo; Y al grito heroico que en los aires zumba, ¡Venganza y guerra! claman Turia y Duero. Guadalquivir guerrero Alza al bélico son la regia frente, Y del Patrón valiente Blandiendo altivo la nudosa lanza, Corre gritando al mar: ¡Guerra y venganza!
Página 3 - ¡Día de execración! La destructora mano del tiempo le arrojó al averno; mas ¿quién el sempiterno clamor con que los ecos importuna la madre España en enlutado arreo podrá atajar? Junto al sepulcro frío, al pálido lucir de opaca luna, entre cipreses fúnebres la veo: trémula, yerta...
Página 5 - Despavorido Mirad ese infelice Quejarse al adalid empedernido De otra cuadrilla atroz : « ¡ Ah ! ¿ qué te hice ? » Exclama el triste en lágrimas deshecho : « Mi pan y mi mansión partí contigo, Te abrí mis brazos, te cedí mi lecho, Templé tu sed, y me llamé tu amigo ; Y ¡ hora pagar podrás nuestro hospedaje Sincero, franco, sin doblez ni engaño, Con dura muerte y con indigno ultraje...
Página 7 - ... rompiendo de moradores tímidos las puertas, caen estallando de los fuertes gonces? ¡Con qué espantoso estruendo los dueños buscan, que medrosos huyen! Cuanto encuentran destruyen bramando los atroces forajidos, que el robo infame y la matanza ciegan. ¿No veis cuál se despliegan, penetrando en los hondos aposentos, de sangre y oro y lágrimas sedientos?
Página 16 - Alzase, y asombrada, La trenza al aire por los hombros suelta, Vaga en su busca sin mirar por donde. De su prole angustiada Que sus pasos detiene y la rodea No oye la voz querida, Ni ve la luz febea, Que en un mar de tinieblas sumergida Sin él se juzga, y desamada y sola.
Página 29 - ... matiza; ya la varia fortuna del cetro godo y del laurel romano, o el poder sobrehumano que de un soplo derroca del alto solio al triunfador de Jena, y con duras amarras le encadena, como al antiguo Encelado, a una roca.

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