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¿Quales deberán ser pues las armas que se empleen en defensa de la Religion de Jesucristo? ¿Serán las de la verdad ó del error? Si se dixese que han de ser estas últimas, clamarían contra tal opinion quantos exemplos constan en la historia de conquistas hechas por la fé. No es facil señalar uno solo que no se deba á la desmostracion de la verdad y á su moderacion. (1) No será pues temeridad afirmar que habrán sido raras las sinceras conversiones que haya hecho la Inquisicion, como motivadas no de la persuasion sino del terror. (2)

(1) Decía el grande obispo de Ginebra S. Francisco de Sales, hablando de la suavidad con que debe tratarse á los hereges para atraerlos á la iglesia cató lica mas moscas se cogen con una cucharada de miel que con un barril de vinagre. Nadie mejor que este prelado pudo conocer por los efectos la verdad de esta sentencia, y lo adequado de la comparacion.

(2) Prueba de ello es lo que refiere Eymeric (Divector. Inquisit. P. II. Q. XI. n. 5. & P. III. n. 204.) haber sucedido acia el año 1334 con un clérigo llamado Bonanat residente en Villafranca del Panades en el Prin

cipado de Cataluña que habiéndole preso y con-
denado la Inquisicion
Inquisicion, permitió se le pusiera so-
bre la leña en que debía ser quemado con otros
dos compañeros, primero que retractar sus errores.
Mas como se encendiese la hoguera, teniendo ya cha-
muscado un costado, y no pudiendo aguantar el do-
lor, gritó se le sacase de allí, porque estaba pronto
a abjurar. Sacaronle en efecto, abjuró y fué recon-
ciliado á la iglesia, pero a los catorce años se ave-
riguó que habia continuado en su sistema. Preso otra
vez y vuelto á la hoguera, como ya por relapso no
podia esperar el perdon, murió contumaz como vero-
similmente hubiera muerto la primera vez si aquella
sentencia hubiera sido irrevocable como lo era la segunda.

Núm. III.

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Ciertamente el castigo riguroso empleado para sostener qualquier doctrina la hace sospechosa, porque segun resulta de lo expuesto se da a entender que de otra manera no la abrazaría el entendimiento, á pesar de su natural propension á la verdad. Por lo mismo si fuera creible que este tribunal hubiese logrado la conversion 'de millares de reos que han perecido por su autoridad, lo sería tambien que los medios que ménos analogía tienen con el entendimiento y voluntad del hombre son los mas poderosos pafaatraherle á la religion católica, y de consiguiente vendríamos á parar en que no era esta la verdadera, puesto que no eran las armas de la verdad sino las del error las mas á propósito para sostenerla y propagarla.

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og Sea qual fuere la intencion con que aplicamos los medios para conseguir un fin, estos deben serle proporcionados porque todos tienen particular tendencia á su objeto, y por lo mismo nos llevarán á él apartándonos del que nosotros nos proponemos. Esto supuesto, siendo la violencia que se emplea para el logro de un objeto diametralmente contraria á los medios que tienen -natural relacion con él, en vez de conducirnos al término deseado nos guiará al opuesto, pudiendo mas en este caso la naturaleza misma de las cosas que el capricho del agente. Con-sistiendo pues la conversion de un herege en que se muden sus ideas y sentimientos en punto de religion y se le inspiren otros nuevos, el que para ello use de violencia hará que se ad-hiera mas tenazmente á su opinion. Ciertamente sería un fenómeno en la moral el hombre que

atropellado & pretexto de que se procura su felicidad no se desquitase del ultrage, negando á su opresor la satisfaccion que pudiera caberle en la victoria. Asi pues el que tenga valor pa ra sufrir la muerte se mantendrá inalterable, da rá en cara á sus perseguidores con su impoten, cia y crueldad, y correrá al suplicio como á un triunfo. Por el contrario el débil á quien horroriza la sola idea de los tormentos abjurará exteriormente sus errores con quantas formalidades se le prescriban, y entretanto detestará en su interior á los autores de su opresion y perjurio Los fuertes en estos lances sostienen todo el peso de la persecucion; mas los hipócritas libran mejor, y por lo mismo serán siempre los que mas abunden..

Siendo el hombre una criatura tan noble por su entendimiento, como miserable por la facilidad con que se lo ofuscan sus pasiones ¿con quanta circunspeccion no deberá tratar á sus semejantes el que esté bien penetrado de la mucha condescendencia que necesita para sí? Los principios inegables en que todos convenimos son en corto número, pero las consecuencias que de ellos se derivan son infinitas, porque es infinitamente variado el modo con que se aprehenden sus relaciones. La educacion, los seres que nos rodean, y mil otras causas que obran en nosotros sin dexarse sentir, influyen poderosamente en nuestros juicios, porque modifican de mil maneras la percepcion de los objetos, presentándolos tal vez baxo todas formas ménos en la primitiva y natural.. ¿No vemos continuamente sufrir contradiccion verdades para nosotros de

mostradas, oponiéndose contra ellas reparos no mé nos fuertes que las pruebas en que se apoyan? Por otra parte no teniendo la facultad intelec tual del hombre una medida precisa y exâcta del vigor con que exerce sus operaciones, tampoco la tiene de la cantidad de luz que necesita para exercerlas; asi lo que para este es evidente y sencillo para aquel es obscuro y complicado, y aun con respecto al mismo entendimiento suele ser absurdo ahora lo que poco ántes con las mismas pruebas era una verdad. De consiguiente pretender que los demas se convenzan por nuestro juicio, es empeñarnos en que han de ver con nuestros ojos, nuestros ojos, 6 por mejor decir, es obligarlos á que se dexen llevar á ciegas, y sin mas razon que la fuerza á que no pueden resistir; es hablando de religion hacerlos víctimas de su ingenuidad, si tienen valor para confesar que no están convencidos, ó de la hipocresía si carecen de este valor, que será lo mas comun.

No cabe duda pues en que el sistema de rigor adoptado por la Inquisicion para obligar á que vuelvan á la iglesia los que se han separado de ella, ademas de ser inútil como medio no proporcionado al intento, produce el efecto contrario haciendo que se obstinen mas en su propósito, quanto más aparentan abandonarle. Resulta igualmente que la religion católica sostenida con falso zelo experimenta verdaderos perjuicios, pues los dogmas de la fé se equivocan en cierto modo con el error siempre que se defienden con sus armas, y asimismo los fieles se confunden con los que fingen serlo, quando á estos en vez de excluirlos de la comunion cristiana, se

les precisa á continuar en ella con peligro de que inficionen á los demas con sus doctrinas, 6 por lo menos los escandalicen con la tibieza, propia de quien obra por cumplimiento, y no por conviccion. Extrañas contradicciones por cierto son las que se descubren en los procedimientos de este tribunal. El ha sujetado á los reos á la qüestion del tormento para arrancar de su boca la verdad en órden á la creencia de que eran interrogados, y al mismo tiempo los ha puesto en un cadahalso quando no han querido mentir por no hacer traicion á sus sentimientos y á la misma verdad. Semejante conducta sería discul pable quando un culto forzado y puramente, maquinal pudiera agradar al criador, pero si la intencion es la que da valor á las acciones humanas, si el culto preferente es el interior, si el espíritu de los que adoran al Padre celestial es el que hace verdadera su adoracion que glo ria puede resultarle á este Ser infinito, de tales vexaciones? (1) ¿Como han podido agradarle las ofrendas que le ha procurado la Inquisicion contantos infelices, á quienes ha aterrado con amenazas ó aniquilado con su rigor? Los sacer, dotes del antiguo México creían aplacar á sus

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(1) Joan. Cap. IV. v. 23. Sed venit hora, & nunc est, quando veri adoratores adorabunt Patrem in spiritu, & veritate. Nam & Pater tales quærit, qui, adorent eum. Spiritus est Deus, & eos, qui adorant eum, in spiritu & veritate oportet adorare. Esto dixo Jesucristo á la Samaritana hablando de la heregía que tenia separados á los judios del monte Garizin de los de Sion, quando trató de atraerla al conocimiento de la verdad.

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