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los demás ramos de iudústria, ¿con qué razon podrá sostener un señor preopinante la opinion de que se señale cl número de ganados que deba tener el mayor ganadero? ¿Quién puede poner limites al derecho de adquirir, si adquiere no al abrigo de privilegios esclusivos, sino á impulsos de su interés individual y de su aplicaciou? El bien moral y auu fisico que cada uno tiene en la eleccion de la clase de su propiedad, no está al arbitrio del gobierno, segun los principios establecidos en la constitucion, los cuales deben asegurar la felicidad de los hombres? Pocas leyes, señor, son las que reclaman los progresos de la agricultura y de la industria. La proteccion del Gobierno para quitar las trabas, es lo que se necesita, confiando al celo de la sociedad lo que equivocadamente ha sido objeto de las leyes. Incalculables son los bienes que ha hecho V. M. á la nacion, sacando de mano de los jueces la ideal proteccion que tenian encargada de pósitos, moutes, etc. -Contrayéudome, por último, á la proposicion, la apoyo en cuanto à la idea en general, aunque en mi concepto deben escluirse algunos de los estremos que comprende, segun he manifestado. Sanciónese la reduccion de terrenos comunes á dominio particular, y las diputaciónes son las que pueden proponer, como sábiamente dice la comision, la época, modo y medios de llevar á efecto aquella disposicion benéfica, consultando las circunstancias de sus provincias, de los partidos, y aun de los pueblos en parti❤ cular; este es el medio único de que las CORTES, aumen tando à la teoria las observaciones prácticas, hagan prosperar á una nacion agricultura, sin verse en el conflicto que le producirian las equivocaciones, cuyos resultados serian muy funestos en este importante asunto, y señaladamente en la dificil situacion en que vivimos.»

El señor Lopez Pelegrin, la comision de agricultura y los demás diputados que trataron esta importante materia, quizás se habrian puesto de acuerdo teniendo presente que aun cuando la libertad de adquirir es un derecho incuestionable en el individuo, los terrenos concedidos en

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TOMO III.

comun á los pueblos por las leyes de poblacion y por las mas recientes de Sobrarve, son y deben ser repartibles por igual entre los vecinos respectivos capaces de labrarlos y cultivarlos por si; por lo cual solo faltando braceros á quienes adjudicarles en enfiteusis ó gratuita y libremente debieran ser enagenados; y que si bien todo ciudadano tiene la facultad de elegir la clase de indústria que mas le convenga, empleando sus capitales en la que mas se adapte á su carácter, á sus conocimientos é intereses, los ganaderos tienen la imprescindible obligacion de pagar ásus dueños todos los pastos que necesiten sus ganados, contratando libremente la adquisicion de ellos, ya sea que pertenezcan å particulares, ó ya á corporaciones públicas ó al Estado. Hasta que esto suceda, olvidando antiguas y odiosas corruptelas, continuarán los privilegios en favor de la ganadería y en daño de la agricultura, por mas que las leyes reglamentarias de la Mesta proclamen el sagrado principio de propiedad. No participaba de estas ideas, ni de los principios sentados por la comision el señor Gomez Fernandez, aunque en apoyo de su discurso citó las opiniones de Aristóteles, del Decálogo y de Rafael Severino. Este erudito diputado, despues de reconocer que al fundarse las sociedades todas las cosas fueron comunes, no estaba por el repartimiento de los terrenos de los pueblos entre sus vecinos, porque le parecia mas justo que siguiesen aprovechándose de sus pastos los ganederos, que segun sus sentenciosas palabras eran la agricultura viva.— Las Cortes no resolvieron este asunto á pesar de lo mucho que sobre ello se habló en este dia, y convocando para el 17, levantó el presidente la sesion. Leida este dia una felicitacion de la contaduría general de Indias, aprobaron las CóRTEs una propuesta de la Regencia, creando premios de constancia para los soldados, y un dictámen de la comision de constitucion, de conformidad con lo propuesto por el señor Calatrava, fijando las circunstancias que debieran reunir los magistrados del supremo tribunal de justicia, y las formalidades que debian preceder para su nombramiento.

Las Cortes oyeron con particular agrado la felicitacion de la audiencia de Sevilla, y continuando el dia 18 la discusion pendiente sobre el dictámen de la comision de agricultura, dijo el señor conde de Toreno.

El dictámen de la comision abraza en general dos puutos: primero, enagenacion de baldios, ó sea su reduccion à propiedades del dominio particular; y segundo, modo de ejecutar esta resolucion. El primer punto es para la nacion de la mayor importancia, porque así se aumentará considerablemente su riqueza real, haciendo productivos muchos terrenos que apenas lo eran autes, pues les damos un dueño y sustituimos un agente como el interés individual, que dá vida y movimiento al cultivo, en lugar de un sistema de propiedad comunal, que por su misma esencia tira á destruirlo. En cuanto al segundo punto, sobre el modo de ejecutar esta resolucion, es en donde pueden ocurrir algunas dificultades; pero ya por eso se abstiene la comision de fijar reglas, atendido el diverso plan que deberá adoptarse en cada provincia, y deja su determinacion para cuando las respectivas diputaciones propongan con los conocimientos locales y prácticos de que estarán asistidas, lo que estimen mas conveniente.-Varios señores se han opuesto al dictámen de la comision, y entre ellos señaladamente el señor Gomez Fernandez, que comenzó su discurso escandalizándose de que se sentase como un principio cierto para probar la utilidad del repartimien – to y venta de baldios, que el interés individual es el origen y principal fundamento de la prosperidad pública, y el agente universal vivificador de la indústria humana. Cierto que para contrariar una verdad tan clara Y tan sencilla, es preciso ó no ser hombre, ó no haber existido entre los hombres. El interés individual bien entendido, no el de los egoistas, es el principio de donde nacen todas las virtudes sociales, como que está fundado en la misma naturaleza humana. Todos los hombres aman necesariamente la vida, y deseosos, consiguiente. mente, de conservarla, procuran alejar de si todos los

males y peligrós, y disminuir sus penurias y escascces, aumentando sus goces y comodidades. Para conseguirlo necesitan socorrerse reciprocamente, y cada uno por si tiene que esforzarse á aumentar sus medios propios para proporcionarse de los demas las cosas que no depen den de él, y que le hacen falta, y que solo las Hegará á alcanzar, ó ya cambiándolas por otras, ó ya haciendo un beneficio al que las posee. De esta doble operacion nace primero la virtud social de ayudar å sus semejantes; y segundo, el contratar con ellos; y de contratar con ellos resulta la aplicacion de los individuos para aumentar sus productos, la division del trabajo y la riqueza nacional, que no es mas que la suma de las particulares de los individuos que crecen en proporcion de la mayor facilidad de tratar y cambiar...... >>

El señor Toreno descendió á la aplicacion de algunos ejemplos para convencer de sus errores al señor Gomez Fernandez, continuando despues su discurso del modo siguiente:

«El señor Gomez Fernandez pasó despues á indicar que la enagenacion de baldios era contraria á las intenciones de la nacion, la cual al tiempo de conceder el servicio de millones, exigió particularmente del señor don Felipe III la condicion de que no se enagenasen ni vendiesen los baldios; pero esto es confundir malamente las precauciones que querian tomar las CORTES para evitar que el rey los donase ó vendiese á los grandes o manos muertas, con la medida de ahora dirigida á repartir una . parte de ellos entre los vecinos de los mismos pueblos y los defensores de la patria; y á vender la otra parte para atender al pago de la deuda nacional. De lo primero, sin resultar á los pueblos ningun bien, se hubiera causado á la nacion el gravísimo mal de amortizar una porcion de capitales en tierras, y de destruir en vez de favorecer su cultivo; y de lo segundo nacerá el aumento de la felicidad de los vecinos, creciendo su agricultura, y la nacion se descargará de sus créditos. No hay que te

mer que á los pobres se les siga perjuicio de esta medida; los ricos eran verdaderamente los que antes se aprovechaban mas de los baldios, los cuales, reducidos à propiedad particular, tienen ya un dueño interesado en cultivarlos; cuando de la otra manera, deseosos todos de sacar de ellos la mayor ventaja posible, ninguno se cuidaba de su conservacion. Si se recela que el pobre à quien se reparta un terreno, no teniendo los enseres correspondientes para su cultivo, lo abandone y deje erial como antes, diré que el evitar este y otros inconvenientes debe entrar en cuenta para la parte de ejecucion, de la cual no se trata en el dia. Solo se quiere el permiso de enagenar, dejando á los cuerpos municipales el cuidado de proponer el mejor modo de llevar á efecto esta resolucion:-Deseando el señor: Gomez Fernandez el mayor fomento para la ganaderia, ha hablado tan en su favor que la ha presentado como la única y principal riqueza de los estados. ¿Pero quién no vẻ que esto es querer convertirnos en tårtaros, y hacernos retroceder algunos grados de civilizacion? Cualquiera que haya estudiado el origen y progresos de las sociedades no ignora que del estado de ganaderos se pasa al de agricultores, porque es sabido que un espacio dado de terreno, destinado al pasto es mucho menos productivo que si estuviera destinado á semillas. Compárese el número de hombres que podrá mantenerse con el ganado que se crie en el pasto de un terreno, y el que podrá mantenerse si este se destina á la labor, y se hallará un esceso muy considerable en favor del último. Asi las naciones pastoras necesitan tener à su disposicion terrenos inmensos, y si se ven reducidas á un limite fijo, ỏ se destruyen aquellos, tienen que dedicarse á la agricultura.-Anunció tambien el mismo señor preopinante que en quitar del mundo las dos espresiones mio y tuyo consistia la felicidad pública. Pero este principio santo y bellisimo, pintado por los poetas, económicamente hablando, se podria demostrar que si fuera posible que hubiera existido este siglo de oro tan decantado, hubiera si

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