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cumpleaños del rey D. Fernando VII, un grito general de los bancos de la representacion y de las tribunas, se alzó contra los traidores que en una escala superior tramaban la ruina de la nacion, su envilecimiento y su esclavi tud. Mucho tiempo hacia que los diputados de las consliluyentes, tan leales, tan esforzados, tan generosos y lan activos, sufrian las acusaciones mas inicuas de parte de algunos descontentos, que habrian preferido la pérdida de la independencia al establecimiento de la constitucion. Los que habian ejercido cargos públicos durante las dominaciones anteriores, y los que siendo poder abandonaron la nave del Estado á merced de la desenfrenada revolucion y del enemigo, sin oponer mas medios á la guerra que su imbecilidad ó su inercia, no podian mirar indiferentes que la nacion fuese guiada al camino de la gloriá y de la felicidad por un puñado de publicistas reformadores, sin otros titulos que su patriotismo. Parecíales digno de envidia los nombres de soberano y de angusto que se daban al CONGRESO, Y conspiraban contra su autoridad, y minaban su existencia y se precipitaban en el abismo de la rebelion, siquiera tuviese que ceder España al dominio de los franceses. ¡Contraste singular y leccion seve ra! Las CORTES, incansables por el bien comun y por el restablecimiento del rey á los dominios españoles, celebraban con obras humanitarias el cumpleaños de Fernando, sin que los negocios graves, los negocios de guerra y hacienda fuesen suspendidos; y cuando esto sucedia den. tro del recinto de Cádiz amenazado por fuerzas numerosas del capitan del siglo; cuando velaban dia y noche los constituyentes, celosos del nombre español y amantes de sus reyes; cuando la vida era para ellos el menor sacrificio que pretendian hacer en favor de su monarca, un hombre que empezaba negando la soberanía nacional, que todo lo atribuia al rey, de origen y poder divino; un antiguo miembro de la Regencia, el consejero de Estado don Miguel de Lardizabal, à pretesto de revelar su conduct a en la noche del memorable 24 de seliembre, arrojaba des

de Alicante la tea de la discordia, escitando á la rebelion contra el CONGRESO, y quemando incienso al desterrado de Bayona, ponia en el mayor peligro la existencia de la dinastía reinante.

Argüelles, habló en vista del libelo impreso, diciendo que habia llegado el momento de revelar al pais las verdades ocultas por el patriotismo. Que si Lardizabal podia, como ciudadano, emitir sus opiniones por medio de la prensa, como conspirador debia ser perseguido y castigado inmediatamente. «Ahora,—dijo-se descubre ese espiritu de oposicion que anima á todos los ramos de la administracion pública, siu escluir á ninguno. No hay mas que elegir ya entre los dos partidos, o ser pobres y miserables, pero libres é independientes, ó ser franceses. Yo le pregunto al autor, si despues de los últimos veinte años. y de los tres de revolucion, quieren los españoles entregarse otra vez en manos de los hombres, que tenian como vinculada la virtud y el mérito, pero que el resultado de su gobernacion ha demostrado su inutilidad.... Yo no sé si está seguro el CONGRESO.... yo deberia pedir que se presentase aquí el ministro de la guerra para que respondiese de nuestra seguridad. Aqui no vemos mas que los comprobantes de una trama horrible».... En efecto, en el papel decia Lardizabal que pensaba como pensaban sus cuatro compañeros; y de ellos habia un general que mandaba un fuerte cuerpo de ejército. La representacion nacional corria peligro si en verdad estaban de acuerdo los cinco ex-regentes. ¿Qué medidas tomar en tal caso para no perecer en medio de la ruina comun de los españoles? El americano Mejía pidió que pasase el libelo á la junta de censura: que los ex-regentes, y las personas comprendidas en él fuesen detenidas hasta la sustanciacion del proceso; que todo lo que tuviese relacion con el asunto fuese decidido en juicio, y por último que declarase el CONGRESO que el autor del papel debia ser sacrificado á la vindicta pública y victima de su malignidad.--No se conformó con esto el conde de

Toreno. Mas grave era, en su coucepto, la situacion del CONGRESO que lo que á primera vista se ereia. La voz de alarma habia sonado en el recinto de una plaza de armas muy respetable. El autor de la proclama incendiaria señalaba como primeras victimas à los diputados le gitimos de la nacion; la guerra civil iba à comenzar por el degüello del cuerpo soberano nacional para concluir con la esclavitud impuesta por el francés. Era pues, algo mas que únå opinion emitida lo que surgia del papel. Lardizabal tenia dos faces, representaba dos entidades distintas: como escritor, responsable solo segun la ley de imprenta, y como jefe de una conspiracion, sujeto a las leyes de la guerra. Por eso decia Toreno: dejemos las reglas y esas leyes, que, formadas para tiempos de calma, no se acomodan á los riesgos; que indicios tantos y vehementes nos dan á entender que quieren de nuevo afligir mas à la patria. No se infringe además la ley de la libertad de imprenta; no son opiniones de lo que sé trata; son hechos cumplidamente calificados con la merå lectura de ese abominable y sedicioso papel; y así, quisiera que el CONGRESO, usando de las facultades supremas y estraordinarias, que como cuerpo constituyente lé corresponden, tomase una providencia mas ejecutiva y terrible. Y que entre tanto que esto se realiza, y que la constitución no quede asegurada de un modo firme y sólido, no se disuelvan de manera alguna las CORTES, segun han indicado algunos señores. No, ese seria el triunfo de los malvados; de esos que después de haber intentado ahogar la constitucion en un principio, no tanto anhelan en el dia ver concluida su discusion, porque se hayan reconciliado con sus bases, cuanto por estar confiados en que disuelto el CONGRESO, tan solo llegaria á ser un objeto de curiosidad para colocarlo en las librerías. El CONGRESO no debe disolverse hasta que acabada la constitucion deje afianzado un gobierno amante de ella, inflexible y enérgico, que, lanzando á los franceses de nuestro suelo, nos realice la esperanza de gozar tranquilos y sosegados de esa consti

tucion, fruto de nuestros sudores y tareas. Y ahora es mi dictámen, que por de pronto se tomen con el autor del papel providencias muy severas, y que se suspendan los principales agentes del Gobierno, que lo eran en tiempo de la Regencia pasada, y en su lugar se sustituyan los que han dado pruebas irrefragables de adhesion à la santa causa y santos principios que defendemos: aquellos que vilipendia el autor del papel, ese autor que abomina aquellas reuniones que llama clubs, y no eran otra cosa que reuniones de los comisionados de las provincias, que deseosos del bien pidieron el llamamiento de las CORTES. Tuve la honra de ser uno de aquellos individuos; me gloriaré de ello toda mi vida, y mas que todo tendré siempre en grande estima el haber cooperado con ahinco á la convocacion de las CORTES. Si ese señor ex-regente creia entonces que eran esas reuniones tan perjudiciales á la patria, ¿por qué no desplegó en aquella ocasion el carácter debido à una autoridad suprema? Y si no, ¿por qué ahora, con increible audacia y sobrada perversidad intenta menoscabar el crédito y la honra sin mancilla de aquellos individuos? Pido además que se declare sesion permanente.»

El público aplaudió con entusiasmo, y algunos diputados pretendieron en vano que se restableciese el órden. Se denunciaba una conspiracion horrible contra el CONGREso y contra la patria, y los buenos españoles no podian contener la fuerza de su adhesion, manifestándose identificados con lo dicho por el conde de Toreno. Golfin, Garcia Herreros y Capmany alentaron el entusiasmo de las tribunas, apoyando las proposiciones del joven diputado; y aunque las combatieron del Monte, Anér, Dueñas y Morales Gallego, por no creer necesario traspasar la ley, la insistencia de Toreno, los elocuentes discursos de Calatrava, Argüelles y otros terminaron la cuestion, disponiendo el CONGRESO que fuese inmediatamente arrestado don Miguel de Lardizabal, que se recojiesen todos los ejemplares de su manifiesto y se le ocupasen ademas todos sus pa

peles; entendiéndose que del secreto de estas providencias respondia el secretario del Despacho, á quien la Regencia encargase subejecucion.u

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Asi terminó la sesión del 14, destinada á condenar la pena de muerte con el indulto de algunos reos desgraciados, é invertida en la elección de los medios que debieran emplearse para conjurar la tormenta sangrienta que preparaba un español bastardo. El dia 15, mas calmados los ánimos, con nuevos brios y con el valor de espartanos dieron los diputados confienzo å sus tareas, leyendo una manifestacion de den Antonio de Escaño, regente que fué con Lardizabal, en qué decia por conclusion: «como ciudadano español; como hombre libre; como amante de Fernando VII y de sus derechos, y como odiador de Napoleon y de su insana tirania, mi espada sobresaldrá entre cuantas se distingan en defender la patria y el augusto CONGRESO que la representa. La conveniencia pública exigia que estos sentimientos fuesen conocidos y el CONGRESO acordó la impresion del papel de Escaño, sin relevarle por ello de la responsabilidad que pudiera caberle en la causa mandada instruir contra Lardizabal. Despues se leyeron las siguientes proposiciones del señor Calatrava: «Primera, que se nombre una comision de dos diputados para que inmediatamente pasen al Consejo real, y recojan, de donde quiera que se hallen, la esposicion ỏ protesta remitida por el reverendo obispo de Orense, segun el manifiesto de Lardizabal, y la consulta que se dice de público haber estendido últimamente el mismo Consejo, acerca de la autoridad de las CORTES y otros particulares relativos à ello.-Segunda, que otra comision de igual número de diputados pase tambien á recoger la esposicion o protesta del mismo reverendo obispo, archivada en la secretaria de Gracia y Justicia.-Tercera, que se nombre una comision de cinco diputados para que juzgue al autor del manifiesto, y entienda en la causa que debe formarse desde luego para descubrir todas sus ramificaciones, procediendo por los términos mas breves y

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