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discutiéndose el relativo al establecimiento de los tribunales protectores de la religion.

En este y otros asuntos de actualidad se ocuparon las CORTES los dias 2 y 3.

El 4, para el cual se anunció sesion estraordinaria para oir de boca de los secretarios del Despacho las esplicaciones á que debian dar lugar sus Memorias, presentadas en 50 de octubre anterior, se anunció que el secretario de Guerra no podia asistir por hallarse enfermo. Quiso con este motivo el señor Garcia Herreros que se suspendiese la sesion estraordinaria, pero como el público estaba bastantemente preparado, y la impaciencia crecia, al paso que crecia la desconfianza hacia el poder ejecutivo, prevaleció la idea de la resolucion tomada al efecto, empezando por residenciar la conducta del ministro de Hacienda por haber restablecido algunos conventos, que durante la guerra se habian cerrado. Los cargos que el señor Garcia Herreros le dirigió fueron severisimos, porque sobre otras muchas consideraciones de órden politico, el negocio correspondia al ministerio de Gracia y Justicia.—«Estas órdenes-dijo-no se han puesto por los conductos que se acostumbran poner: se ha elegido un escribiente para hacerlo»....-«Falso,» replicó el ministro; pero el diputado, siguiendo en su papel de juez, á fuer de hombre bien enterado y entendido, le contestó sin alterarse: «El señor secretario podrá contestar y satisfacer luego para desvanecer las hablillas que hay contra el Gobierno, aunque no sé si podrá hacerlo con respecto al cargo de que anoche se pusieron las órdenes y se echaron en el correo. Yo refiero las voces que han llegado á mi noticia para que si no son ciertas se rectifique la opinion»... Siguió notando las faltas que venian cometiéndose en desprecio de la armonia reclamada por las CORTES, y el señor Traver, apoyando á su compañero, leyó la parte del reglamento del poder ejecutivo, á que debieran sujetarse, y al cual habian faltado los secretarios del Despacho.-Largo fué el debate que se sostuvo, aunque no se

elevó por ninguno de los diputados á la altura de los principios y de las consideraciones filosóficas á que estaba llamada la cuestion, por ser la primera vez que los ministros se presentaban á sufrir cargos formales del parlamento; pero como existia el hecho, y la trasgresion-si no la infraccion de la ley-era manifiesta, el señor Giraldo hizo, y aprobó el CONGRESO, la siguiente proposicion: «Que pasen á las comisiones que han entendido en el restablecimiento de conventos las copias de las órdenes comunicadas por la secretaria de Hacienda, para que en su vista, y de lo que se ha dicho en la discusion, informen lo que les parezca. Hasta el mismo secretario de Gracia y Justicia apoyo esta proposicion, dando además algunas esplicaciones, que nada nuevo añadieron á los documentos que habrian de tenerse presentes el dia 7, que fué el destinado tambien para la continuacion del asunto.

El dia 5 presentó la comision de justicia su dictámen acerca de los pleitos incohados, ó sustanciados, por tribunales ilegitimos, durante el mando de José Napoleon. Siendo objeto de un plan general la anulacion de todos los actos del gobierno intruso, la comision declaraba nulas todas las sentencias de aquellos tribunales, reservando á las partes el ejercitar los derechos que pudieran convenirles. Siguiendo la misma sesion denunció el señor Balle dos hechos escandalosos, cometidos, uno por el capitan general de Cataluña D. Luis Lacy, que sin motivo justificado dictó la prision del intendente Oteyza, del comisario ordenador Landa y del contador Aldaya; y otro por el comandante del batallon de Gerona D. Juan Antonio Fabregués, que sin miramiento alguno llevó entre bayonetas, cargado de mochilas y con un fusil, al sexagenario alcalde de Reus D. José Guardiá. Aunque el señor Balle era poco afecto á las reformas liberales, invocó la constitu cion, infringida en su concepto, para pedir que se castigasen los bárbaros atentados cometidos en su pais.-Despues continuó la discusion del proyecto sobre tribunales protectores de la religion.

El 6 fué empatada la votacion acerca de la propuesta que hacia el señor Capmany, para que asistiesen todas las autoridades civiles á la lectura del decreto de abolicion de la Inquisicion, que habia de leerse en el ofertorio de la misa por tres domingos consecutivos.

Como se tenia anunciado, el dia 7 se entró de lleno en la cuestion de responsabilidad ministerial. El conde de Toreno, individuo de la comision especial, que habia entendido en el examen de las Memorias presentadas por los secretarios del Despacho, fué el primero que usó de Ja palabra; y aunque hubo otros diputados que pronunciaron tambien largos y muy meditados discursos de oposicion al poder, el del representante de la comision merece en primer lugar la preferencia. Siendo tal vez el autor del dictámen, la recapitulacion que de él hizo suplirá la falta del mismo dictámen, que en otro caso no seria mas que una redundancia.-Siento-dijo que la indisposicion que ha acometido al secretario de la Guerra le impida asistir al CONGRESO, pues nos podria ilustrar sobre las contradicciones que aparecen en su Memoria, deshacer las equivocaciones en que haya incurrido la comision, y satisfacer à los reparos y réplicas que de nuevo se nos ofreciera hacerle. Reproduciré algunos de los puntos mas principales, ya para que, si se hallan instruidos tengan á bien respondernos los secetarios del Despacho que se hallan presentes, ya tambien para que los diputados con todo acuerdo, apoyen ó impugnen å la comision. Con dolor ha encontrado la comision al examinar la parte de guerra un desórden que no era concebible. No se halla, ni se espere hallar, una organizacion vasta y perfecta que abrace la distribucion de ejércitos, el repartimiento de su fuerza, el número de divisiones de que debiera constar cada uno; la proporcion entre las respectivas armas de caballeria, infanteria y artilleria; no la relacion indispensable y necesaria entre los gastos de su manutencion y los medios con que se contaba; no orden en la parte de hacienda militar; no tác

tica uniforme y fija; no, nada de esto; tal vez pareceria demasiado; pero ni siquiera se ha pensado en la menor de estas cosas, por lo que resulta de la Memoria del secretario del Despacho: providencias escasas y descosidas, abandono en su misma ejecucion, y una inconexion tan grande entre ellas, que solo puede ser hija de un descuido el mas culpable. La comision se ha hecho car go de que las circunstancias en que la nacion se ha visto ofrecian grandes obstáculos para seguir una misma regla en todas las provincias; pero no cree que impidiesen adoptar en unas un plan fijo, y en otras acomodarlo á las variaciones que dictase su posicion. Ademas, despues que la España se ha ido evacuando, ¿qué causas estorbaban el haber meditado un plan general para estas provincias del medio dia? ¿Qué el tener un sistema arreglado en Galicia, provincia estensa y de recursos, que afortunadamente se halla libre de enemigos hace tanto tiempo? El secretario del Despacho divide las providencias dadas por el Gobierno, en anteriores à la batalla de Salamanca, y posteriores à ella. Galicia, dice, fué la provincia que mas principalmente llamó la atencion del Gobierno; pues admirese el CONGRESO de las medidas que tomó la Regencia en una provincia, segun se espresa, tan atendida. A dos solamente se reducen; ¡pero qué dos! á trasladar seis mil quintos gallegos á Andalucia, y remitir de aqui otros tantos à aquella provincia; y gunda á aumentar hasta sesenta mil hombres el sesto ejército. Para verificar la primera disposicion, dió la Regencia una órden en febrero, que no repitió hasta julio, no habiendo manifestado incomodidad alguna, ni por la falta de contestacion, ni por la de cumplimiento. Para conseguir el aumento de fuerza que se proponia en la segunda, solo espidió dos órdenes aisladas, una al general, y otra á una junta, que no se sabe si es la de Galicia u otra. El primero no contesta; la segunda se disculpa, y la Regencia calla. Dejo de hacer otras reflecsiones por haberlas ya hecho en esta parte la comision

la se

en su informe. Respecto de las provincias que comprenden los ejércitos segundo, tercero y quinto, se limitan las providencias tomadas á ordenar la traslacion de cierto número de reclutas: el general de Estremadura no contestó á la orden, y el de los ejércitos segundo y tercero espuso la dificultad de llevarla á efecto por carecer de trasportés; pues se le comunicó un juicio escueto, sin tomar en cuenta cosa alguna de las que se necesitaban para que no fuese nula esta medida; y solo á la feliz casualidad de haber aportado á Cartagena dos buques de guerra, se debió el cumplimiento en parte de esta disposicion. Se dió un reglamento á la infanteria, el cual me abstendré de examinar por no ser ahora del caso; pero sí conviene tener presente que se reduce á dividir en tres cuerpos separados, llamados batallones, la fuerza que, poco mas o menos, componia antes un regimiento, señalando á cada uno tres jefes, y formando una seccion de cada tres batallones á las órdenes de un mariscal de campo, brigadier ó coronel. Este reglamento es la única disposicion que puede Hamarse general, adoptada por la Regencia para el órden de los ejércitos; pero no consta si ha sido cumplida; y es estraño que no le hayan merecido igual atencion las otras armas, sin cuyo apoyo es impracticable cualquiera operacion. La falta de medios es la queja mas frecuente del secretario del Despacho de la Guerra para cubrir el desorden que se nota; pero ¿cómo nos podrá persuadir de su verdad, cuando el gobierno procura por todos los medios aumentar el número de hombres de los ejércitos, los que, segun la memoria de este secretario, han recibido un incremento considerable desde el mes de febrero acá? ¿Pues como acrecentaria la Regencia este número si no fuera porque antes habia consultado los medios con que contaba? ¿Y cómo entonces se lamenta de su escaséz el secretario del Despacho? Una de dos, ó este señor se equivoca, ó la Regencia procedió ligeramente, cuidándose solo de amontonar hombres que nominalmente, y no mas, reforzasen nuestros ejércitos. La comision en su informne ha Томо IV.

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