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tración pública (6). Hay noticias de otro folleto, editado en Lima en 1823, bajo el título “Reflexiones sobre el papel moneda para extinguirlo” (7), de autor anónimo.

Al referirnos a las fuentes documentales no podemos pasar por alto la afamada colección del distinguido numismático señor Heinz Gerdt, residente en Arequipa, quien posee en magnífico estado ejemplares origi nales de los billetes que emitió el Banco de la Emancipación; y quien también, con fina sensibilidad que agradecemos profundamente, nos ha proporcionado todos los elementos necesarios para hacer posible su reproducción en el presente trabajo. De esta manera entregamos al lector el conocimiento y apreciación de las características de tan raros como valiosos ejemplares.

Pese a la vastedad de la documentación manuscrita existente en el mencionado Archivo Histórico del Ministerio de Hacienda, su examen revela a simple vista ciertas lagunas que hacen perder la huella de algunos aspectos vitales concernientes a las actividades de nuestro primer banco. La inclemencia de los agentes físicos y adversas influencias humanas que han gravitado sobre esos papeles en los ciento y más años transcurridos hasta el momento de su recolección y ordenamiento hicie ron inevitable aquella deficiencia. Sin embargo, su utilidad es innegable para el estudio de la institución cuya corta y accidentada vida resunie ideales y angustias de una época singular de la historia patria.

II.-Estudios peruanos.

El Banco Auxiliar de Papel Moneda no ha sido olvidado por algunos de nuestros escritores. Con marcada tónica de parquedad, que no pasa de sólo referencias en ciertos casos, figura en trabajos dedicados a la historia general de las finanzas y economía peruanas, tales como los de Emilio Dancuart (8), César Antonio Ugarte (9), Alejandro Revoredo (10) y Emilio Romero (11), o a materias específicas de ese campo, como los de José Agustín de la Puente y Cortés (12), Alejandro Gar

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Folleto que aparece registrado en "La Imprenta en Lima", de José Toribio Medina, Tomo IV, y que se reimprimiera en Lima en la Imprenta de los Huérfanos en 1822, en cuya carátula se lee: "Ensayo económico sobre el sistema de la moneda-papel y sobre el crédito público. Se escribió contra algunas preocupaciones vulgares por D. José Alonso Ortiz en el año de 1796. Y con el mismo fin se reimprime en Lima, con adiciones sobre el Banco Auxiliar" (182 páginas).

Imprenta de Manuel del Río, Lima, 1823. Aparece registrado en "La Imprenta en Lima", ob. cit.

"Anales de la Hacienda Pública", ob. cit.

"Bosquejo de la Historia Económica del Perú", Imp. Cabieses, Lima, 1926.
"Apuntes de Historia Política y Financiera", Imp. Gil, Lima, 1939.
"Historia Económica del Perú", Edit. Sudamericana, Buenos Aires, 1949.
Trabajo inédito titulado "El Banco de Emisión de 1822", gentilmente fa-
cilitado por el descendiente de su autor, Dr. José Agustín de la Puente y
Candamo.

land (13), y Lizardo Alzamora Silva (14). No faltan, en diversa medida, reseñas, apreciaciones y citas, con la misma característica de brevedad, en obras sobre asuntos ajenos a la historia económica o financiera, como los jurídicos de Francisco García Calderón (15), los de historia política y social de Mariano Felipe Paz Soldán (16) y del R.P. Rubén Vargas Ugarte (17), y los peruanistas de Luis Antonio Eguiguren (18), Luis Alayza Paz Soldán (19) y Fernando Gamio Palacio (20).

La feliz y creadora pluma de Ricardo Palma (21) también le ha dedicado en sus Tradiciones, con cierto fondo de verdad y un poco de leyenda, varias y sustanciosas líneas, inspirándose en el desarrollo y la gran expansión bancaria y de billetes de la década del 70, que él presenciara. En otro campo, el de la producción periodística, algo hay, como lo publicado por Aníbal Maúrtua (22), y sólo por su importancia gráfica cabe citar un artículo que comenta la colección numismática conocida en otro tiempo como de D. José Quiróz y en el cual se reproducen en grabado varios tipos de los billetes que emitiera el Banco en 1822 (23).

Se destaca entre ellos, por su excesiva parquedad, el de Garland, quien, seguramente imbuído de las ideas tan en boga en tiempos idos, que negaban categoría de moneda a los medios representativos hechos de papel, silencia al Banco en su ensayo sobre la moneda en el Perú, pero incluye la reproducción gráfica de un ejemplar de los mencionados billetes, a los que considera con propiedad como los primeros billetes fiscales de nuestra historia. En el extremo opuesto se destaca también, por el enjuiciamiento crítico que hace de la institución, el de Mariano Felipe Paz Soldán, quien por los datos a nuestro alcance, fué el primero que informara aunque cortamente sobre los antecedentes y trayectoria del Banco.

No todos los autores mencionados han recurrido a las fuentes primarias, y en los casos excepcionales que se advierte la presencia de tales medios de investigación su uso aparece circunscrito muy limitadamente a uno que otro aspecto. Por eso, la confrontación de la referida bibliografía con los fondos documentales manuscritos que hemos estu

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"La Moneda en el Perú", Imp. La Industria, Lima, 1908.
"El Billete de Banco en el Perú", Imp. Gil, Lima, 1932.
"Diccionario de la Legislación Peruana", París, 1877.
"Historia del Perú Independiente", Lima, 1868.

"Historia del Perú" (Emancipación 1809-1825), Imp. López, Buenos Aires,
1958.

"El mártir pescador José Silverio Olaya y los pupilos del Real Felipe", Imp. Torres Aguirre, Lima, 1945.

"Unánue", Imp. Lumen, Lima, 1954.

"La Municipalidad de Lima y la Emancipación", Lima, 1944.

"Tradiciones Peruanas" (Una moza de Rompe y Raja), Edit. Aguilar, Madrid, 1952.

“El Banco de la República”, en la Revista “Mundial”, de Lima, edición del Centenario de la Independencia - Julio, 1921.

Revista "Mundial", cit., edición cit. Se reproducen ejemplares de los bites de un peso, cuatro reales y dos reales.

diado, que no apareja desde luego propósito alguno de crítica negativa o de inconducente prurito de rectificación, nos ha inducido a trabajar sobre este particular asunto basándonos en fuentes documentales y con el sólo afán de dar lo más completamente posible el cuadro de una institución que en su tiempo se creyó de buena fé que solucionaría muy graves problemas; y asimismo, para ayudar, aunque sea en escala mínima, al mejor conocimiento de una época que en lo económico y financiero todavía permanece confusa e incompleta.

III.-Algunos antecedentes.

Nada de positivo en materia de crédito público o privado hubo de recoger o aprovechar del régimen colonial la naciente República. Dentro de una política económica metropolitana marcadamente intervencionista y restrictiva, aunque atenuada en sus tiempos postreros, no pudo surgir ni surgió en razonable medida el mecanismo del crédito, siendo prácticamente desconocidas sus propiedades y ventajas. Y más precisamente, para la realización de operaciones de banco público había prohibición absoluta bajo severas penas: "Ningún mercader, que tenga tienda pública puede usar oficio de banco público, aunque afianɖe; y si lo usare, ordenamos y mandamos al Consulado, que le cierre la tienda y condene en cuatrocientos pesos ensayados para nuestra real Cámara y gastos del Consulado, por mitad" (24). La clara rigidez de aquel sistema y la severidad de esta prohibición no impidieron el brote de algunos casos aislados de actividades crediticias a base de dinero, pero su magnitud no era de proyección grande en el campo de las actividades económicas ni trascendió de determinados círculos y límites. En realidad, el Tribunal del Consulado fué siempre el banquero y proveedor financiero de las autoridades políticas coloniales y también el promotor de empresas privadas (25).

Sólo en marzo de 1783 y por real cédula el monarca hispano dispuso el establecimiento en Lima de una oficina del Banco Nacional de San Carlos, de emisión, que fuera fundado y existía en España desde el año anterior para cubrir a base de papeles de crédito y billetes las necesidades del sediento Tesoro Real. No hay huellas de la realización de aquella orden, y por esto es seguro que no llegó a establecerse oficina en Lima. Pero, puede pensarse que el tal proyecto fué un medio poco sincero y amañado para extraer del Perú y enviar a España, que sufría

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Recopilación de Leyes de Indias (Lib. IX, Tít. XXXXVI, Ley LVIII). Manuel Moreyra y Paz Soldán tiene dos estudios publicados sobre "El Tribunal del Consulado de Lima", referentes a sus antecedentes y fundación (Edit. Lumen, Lima, 1950) y a su vida institucional (Edit. Lumen, Lima, 1956). Además ha publicado dos tomos, de documentos para la historia de dicha institución (Edit. Lumen).

grave crisis, el dinero metálico, que ya comenzaba a escasear también en su colonia, bajo concesión de liberación de derechos y otras facilidades. Por su interés histórico transcribimos a continuación el texto del manuscrito inédito que contiene las informaciones pertinentes: "Sin embargo de que con fecha 26 de marzo de 1783 comuniqué a V.S. la Rea! Resolución de S.M. sobre el método que debía observar para el establecimiento en esa capital (Lima) del Banco Nacional de San Carlos, recepción y remesa a España de los caudales entregados para este objeto en los Consulados y Cajas Reales y franqueza de derechos que la Real Beneficencia se había dignado conceder a sus vasallos americanos para facilitarles los medios de contribuir a tan útil e importante establecimiento sin que tuviesen que pagar mas que los fletes establecidos según las distancias; Ha declarado S.M. para evitar dudas y tergiversaciones, que de los caudales que no se pusieren en esos dominios en los parajes prevenidos en otra Real Orden de 26 de marzo del año pasado con destino para el Banco, y que no fuesen de vasallos americanos residentes en esos mismos dominios, se hayan de exigir precisamente a su ingreso en España los reales derechos establecidos por el último reglamento. Asimismo, ha declarado S.M. que sus vasallos europeos empleados o residentes en Indias, como también los americanos que están en España no se comprenden en la gracia de libertad de derecho del caudal que venga de esos dominos destinado a imponer acciones en el Banco" (26).

El Perú colonial no fué una excepción en el afán metropolitano de llenar arcas a través de este nuevo medio. En México, la Nueva España de entonces, ocurrió algo muy semejante. Se le ofreció igualmente instalar oficina del Banco Nacional de San Carlos, por comunicación dirigida a su Virrey en 1783, que decía: "deseando S.M. proporcionar a los vasallos de todos sus dominios las más seguras ventajas y facilitar por todos los medios el comercio y pronto curso de los negocios, ha resuelto la erección de un Banco Nacional...... después se establecerán Cajas en las principales metrópolis de ambas Américas españolas para facilitar el comercio y pronta expedición de negocios entre aquellos y estos dominios en recíproca utilidad de ambos❞ (27).

Pero, tal banco tampoco aparece que se fundara en Nueva España y de las informaciones que tenemos se desprende que a las Cajas de Comunidades Indígenas mexicanas se les extrajo para acciones del Banco Nacional de San Carlos de España la suma de 230,500 pesos ensayados, cantidad muy considerable para la época. No recibieron nunca los indios de esa colonia beneficio alguno de lo que invirtieron seguramente sin saberlo en acciones del famoso Banco de San Carlos (28). A

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Archivo Histórico del Ministerio de Hacienda, Libro de Reales Ordenes, 1784.
Documento reproducido en "El Crédito en México", de Ernesto Lobato
López, Edit. Fondo de Cultura Económica, México, 1945.

"El Crédito en México", ob. cit.

raíz de esto y del posterior descalabro de dicho Banco se ha expresado, que con tales resultados se “señala una vez más el carácter unilateral y ventajista de las relaciones entre la metrópoli española y la principal de sus colonias de América. La Nueva España no obtuvo ningún beneficio del Banco de San Carlos. Ni se establecieron aquí (México) agencias como se había prometido, ni se usó nunca del crédito del Banco para ayudar a la economía novohispana. Pero sí se extrajeron fondos cuantiosos que arruinaron a las Cajas de Comunidades Indigenas y agotaron los recursos del raquítico crédito agrícola colonial" (29). No poseemos mayores informes, porque nuestro estudio tiene en cuanto a material distinta dirección, pero es presumible por la identidad de la política metropolitana respecto a sus colonias del Perú y Nueva España, que en las tierras de este lado del Pacífico ocurriera algo semejante con los fondos de indios o con otros.

También al Virreynato de las Provincias del Río de la Plata se le prometió la creación del mismo Banco, y hay noticias de que no llegó a establecerse.

A fines del siglo XVIII comienzan a declinar notablemente los recursos financieros de la colonia peruana y en el nuevo siglo se acentúa la crisis económica y las ideas de libertad política empiezan a exteriorizarse reiterada y definidamente. No cabe otro camino que el de recurrir en 1815, cuando Abascal gobierna, a la elevación de las contribuciones e impuestos y a los empréstitos públicos llamados "patrióticos" bajo la emisión de "libramientos" contra las cajas de la Real Hacienda, a un año de plazo, por cantidades redondas, con el 5% de interés anual y la garantía específica de los fondos y rendimientos de la Caja General de Censos, garantía que también sería ofrecida más tarde por el primer gobierno del Perú independiente para las operaciones del Banco de la Emancipación. Dichos libramientos, que se hallaban autorizados por cl Marqués de la Concordia (Abascal), D. Pablo Pomareda y Landázuri y D. Joaquín Monet, fueron endosables y la Real Hacienda los recibía en pago de cualquier crédito o adeudo, por privilegiado que fuera. Este es propiamente el primer empréstito financiero del Perú, y aunque algunos lo han asimilado a la categoría del papel moneda que emitiera el Banco de 1822, a nuestro juicio más son las diferencias que las analogías.

Sabido es que los "libramientos" cayeron en completo descrédito, acrecentándose por esto el arsenal de factores negativos frente a la posibilidad de arraigar el crédito público, y ahondándose, por lo mismo, la desconfianza y la poca fé en las promesas financieras de los gobiernos. En el plano de los antecedentes de raíz peruana, y en estos aspectos, nada floreció ni pudo fructificar y más bien todo fué lastre y obstáculos que a la larga gravitarían poderosamente sobre la marcha de la iniciativa crediticia y monetaria nacional de 1822.

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