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REFLECSIONES

PRELIMINARES.

Cuando la religion, y la dignidad real estan demasiado oprimidas, ó se hacen hacer el lugar que les corresponde ó se despiden. Bon. Pens., pag. 21.

N. es mi ánimo mover cuestion sobre la au. toridad con que las cortes estraordinarias de mil ochocientos doce, formaron la Constitucion política de la monarquía española; aunque sí me ocurriese desconocerla, con dificultad podrian acreditarla sus autores en debida forma, á pesar de los mas estremados esfuerzos. Mas ya que se prescinda de la autoridad ¿ porqué no se podrá decir algo acerca de la instruccion y prudencia con que se procedió en el asunto?. Las reflecsiones sobre estas los circunstancias, no pueden menos de ser decisivas para formar juicio de los legisladores, y de la obra.

Seria hacer injuria á la inteligencia mas co

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mun, detenerse á probar, que para dictar á un pueblo su conveniente Constitucion, es indispensable tener un perfecto conocimiento de su poblacion, de su estension, de su posicion geográfica, de sus costumbres, de su religion, de sus relaciones políticas, de sus buenas y malas calidades. Todas estas cosas influyen de necesidad en la Constitucion, porque no hay dos naciones en las cuales estas circunstancias sean idénticas; y así las naciones se asemejan mas ó ménos en su Constitucion, á medida que el complecso de estas circunstancias es entre ellas mas o menos parecido.

Preguntemos pues: tenian los autores de la Constitucion este conocimiento respecto de España al tiempo de publicarla? Digamos mas ¿podian tenerlo? Pero nadie duda que hasta la ccsistencia política misma de España era un problema. Todo su territorio continental estaba ocupado por el enemigo, y aun la pequeña isla donde las córtes se habian refugiado por último recurso, no ofrecia mas que un asilo incierto, precario, lleno de sobresaltos, y de peligros. Las fuerzas del opresor y sus recursos eran in-mensos; los nuestros iban decayendo, ó desa

pareciendo; las plazas principales habian sido tomadas, los ejércitos destruidos y hechos prisioneros unos tras de otros, y las grandes masas francesas, desembarazadas ya de espedi ciones de bulto, estaban espeditas para revolver contra nuestras guerrillas, incapaces de subsistir sin cuerpos principales que les sirvie sen de apoyo. Es verdad que muchos conservaban en el fondo del corazon, un rayo de es¬ peranza que, sin tener en que fundarlo, no les permitía darse por vencidos: mas cuantos moribundos conservan la misma esperanza, hasta el momento mismo de espirar? La verdad es que el peligro era iminente, y que los síntomas anunciaban concordemente un resultado fatal. Mas demos, si se quiere á aquella esperanza el carácter de una inspiracion, y digamos que una fuerza secreta é interior nos impelia á creer, que no quedariamos esclavos de Bonaparte. ¿Podia saberse por esto cual seria, para entonces el estado de nuestra poblacion, de nuestras costumbres, de la estension de nuestro territorio, el estado de nuestras provincias ultramarinas, de nuestra riqueza, y en especial de nuestras relaciones políticas? El entendi

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miento mas perspicaz podia hacer sobre todo esto mas que cálculos inciertos, vagos, y sujetos á un sin número de accidentes? Luego al tiempo de darse á luz nuestra Constitucion política, es indudable que ni se conocian ni podian conocerse aquellos datos, sin los cuales no puede sentarse ni la primera piedra en obras de esta clase.

Sin embargo, en medio de esta ignorancia necesaria, se escribió la Constitucion: y sin esponerla siquiera á la vista del pueblo de Cádiz, por si tenia algunos reparos que hacer presentes, como lo hicieron los Decemviros en Roma con las leyes de las doce-tablas, aunque no eran fundamentales; se publicó en forma, se mandó guardar, cumplir, y ejecutar; tomáronla en andas los periodistas, cuyas trompas la proclamaron, prodigándola todo el incienso de la adulacion; fuese comunicando á los pueblos, á medida que el enemigo los iba desalojando, para que la jurasen; y estos, puestos en manos de las tropas enviadas con dicho objeto, inciertos todavía de su suerte, y considerándola como un punto de reunion, la juraron sin otro ecsamen. El pueblo en este caso acreditó la misma

pru

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