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otros. Garcilaso que es el primero que lo cita, dice que fué Villafuerte el primero que cruzó la línea, lo que vemos corroborado en el documento inédito que insertamos en este trabajo. Anello Oliva y Calancha refutan al historiador Inca diciendo que aunque era digno de la fama por sus hazañas, Villafuerte no fué de los trece por haber venido con los segundos del socorro». Lavalle cita una información seguida en Arequipa en 1544 (136) en la cual dice que «el testigo Villafuerte manifiesta por su parte que él anduvo con los expedicionarios hasta la isla del Gallo regresando desde allí con Tafur a Panamá.... < Esta propia declaración de Villafuerte agrega Lavalle-bastaría para probar que no fué el tál uno de los trece que quedaron con aquél en la mencionada isla, como lo pretende Garcilaso, y con su autoridad otros autores, si el mismo Pizarro no hubiese tenido particular cuidado en conservar a la posteridad los nombres de sus trece animosos compañeros, consignándolos en la Capitulación de Toledo de 26 de Julio de 1529 » . Duélenos disentir de ese autor respecto a la interpretación que da a este documento. Pizarro cuidó, es verdad, de consignar en la Capitulación el número de los que quedaron con él, mas no de conservar sus nombres. Véase lo que dice aquel documento.. fuis tes a hacer e hicisteis el dicho descubrimiento donde pasasteis muchos peligros y trabajos a causa de lo cual vos dejó toda la gente que con vos iba en una isla despoblada con solo trece hombres que vos no quisieron dejar y que con ellos y con el socorro que de navíos e gente vos hizo el dicho capitan Diego de Almagro pasasteis de la dicha isla e descubristeis las tierras...

Como se vé, no cabe dudaise que fueron trece los hombres que quedaron con Pizarro en la Gorgona según el testimonio del mismo Conquistador: y no debe creerse que se refería a la ya lejana y tal vez olvidada escena de la raya en la isla del Gallo, sino que durante los largos meses de sufrimientos indecibles, de hambres, esperanzas y penalidades pasados en la isla de la Gorgona, se contarían unos a otros muchas veces al día, se pasarían lista, por decirlo así, y el número trece estaba grabado con caracteres indelebles en la memoria de cada uno de esos héroes. No es cierto, por otra parte,que Pizarro cuidara

(136) Juan de la Torre

de conservar a la posteridad los nombres de sus trece animosos compañeros, como dice Lavalle aludiendo al artículo 16 de la citada Capitulación, pues ésta, sin mencionar para nada la isla del Gallo, se limita a ennoblecer a trece individuos acatando lo mucho que han servido en el dicho viaje e descubrimiento». Y aunque así fuera, nada significaría la omisión de un nombre no recordado por el Conquistador, casual o intencionadamente en aquellos tiempos de odio e ingratitudes, en que el aventurero tenía siempre la cuerda debajo de su jubón o la daga en la mano para ahorcar o apuñalear al que hasta ese instante era su mejor amigo. Pruébalo sino el justo resentimiento de Almagro y Ruíz con Pizarro por lo poco que pidió, y obtuvo, para éllos en la mencionada Capitulación en recompensa de los inmensos servicios prestados por aquellas dos verdaderas almas de la magna empresa del descubrimiento del Perú. La afirmación del S. Lavalle nos haría dudar de la permanencia de Villafuerte al lado de Pizarro en la Gorgona, si no hubiéramos tenido la rarísima fortuna de hallar dos documentos comprobatorios y que resuelven de una manera terminante la cuestión, y que incluímos en este trabajo.

Cuando Pizarro emprendió la conquista vino Villafuerte en la expedición, mas no se halló en la sorpresa de Cajamarca por haberse quedado en San Miguel.

Fué Villafuerte uno de los primeros fundadores del Cusco, según aparece en el acta de la fundación de esa ciudad, y cuando el sitio de ella, Villafuerte se distinguió notablemente.

Refiere Herrera que los indios se habían fortificado en una altura inexpunable y que no pudiéndola tomar los españoles por la fuerza ocurrieron a la astucia, o si se quiere, a la traición: al efecto fueron escogidos cuatro castellanos, los cuales se afeitaron y disfrazaron de indios y guiados por Paurara inca, tomaron la posición, causando gran mortandad entre los indios. Aquellos cuatro audaces soldados eran Mancio Sierra de Leguízamo, Pedro del Barco, Juan Flores y Francisco Rodríguez de Villafuerte.

Estuvo casado Villafuerte con Da. Catalina de Retes, de cuyo matrimonio dejó ocho hijos.

Atendiendo a sus servicios y a que fué uno de los trece de la jornada de la Gorgona, el Licenciado Gasca le encomendó el

repartimiento de Livitaca en términos del Cuzco. A su muerte el Virrey Toledo, por vía de sucesión, encomendó el dicho repartimiento en Sebastián de Villafuerte, su hijo mayor, y por fallecimiento de éste, en su hermano Jerónimo de Villafuerte.

Lima, Julio de 1899.

Carlos A. Romero

CUATRO DOCUMENTOS INEDITOS

RELATIVOS A LA SEPULTURA DE

Francisco Pizarro

Francisco Pizarro fué muerto por los almagristas, en las circunstancias que son de todos conocidas, el 26 de Junio de 1541.

Presenció el trágico suceso, sin poderlo estorbar, el capitán don Francisco de Ampuero, amigo del Marqués, que aquel aciago día habíasele reunido a la salida de la iglesia matriz vieja, donde ambos, siendo domingo, habían asistido a la misa mayor.

Pizarro estaba de botas y espuelas, como si hubiese sido su ánimo salir a caballo inmediatamente después de yantar.

El mencionado capitán Ampuero, yerno póstumo del primer gobernador del Perú, fué uno de los primeros y principales vecinos de la naciente Ciudad de los Reyes, de cuyo Cabildo fué regidor en dos ocasiones.

En los sucesos provocados por los desmanes de los almagristas y en la subsiguiente rebelión de Gonzalo Pizarro, su papel fué el de que da cuenta en su Diccionario Histórico el General de Mendiburu

Cuando ocurrió el trágico fallecimiento del Marqués, Francisco de Ampuero sería hombre de no menos de treinta años de edad, si se consideran su condición de capitán de milicias y regidor de la villa, y de haber merecido la honra de que el Emperador Carlos V le escribiera en 1540 recomendándole que ayudase al Licenciado Vaca de Castro en la comisión que trajo al Perú, cosa que, de seguro, no hubiese hecho el César tratándose de persona menos caracterizada.

Doña Francisca Pizarro, su futura mujer, hija del Marqués en su amiga doña Inés Huaylas Yupanqui, ñusta, hija de Huayna Cápac y hermana de Atahualpa, y de consiguiente ascendencia quiteña por el lado materno, contaba siete años de edad, de suerte que entre ambos esposos al contraer justas nupcias hubo una diferencia de veititrés años, cosa no hecha para arredrar a un conquistador de aquellos tiempos.

Francisco de Ampuero tuvo un hermano menor llamado el capitán don Martín Alonso de Ampuero y Barba, y éste un hijo que abrazó la carrera eclesiástica y se llamó el bachiller don Diego de Ampuero y Barba, que es el personaje con el que tienen que ver los documentos a que sirven de preámbulo las presentes líneas.

En los dichos documentos el mencionado bachiller Ampuero y Barba, bajo fecha del 4 de Abril de 1623, esto es ochenta y dos años después del fallecimiento del Marqués Pizarro, en su calidad de capellán de la capellanía que en el año de 1551 fundó su tía doña Francisca Pizarro, de una misa diaria por

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