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sobre el litoral, mientras que los araucanos son muchos y comienzan desde la margen exterior del río Salado. Los indios quilmes del Tucumán trasladados desde allí a cuatro leguas al sur de Buenos Aires, no han dejado más rastros que el del nombre de nación o parcialidad dado al pueblo que se fundó con ellos y que hoy es completamente de gente blanca agricultora (Véase Azara, t. 2., p. 241 ed. del C. del Plata.)

Las huellas impresas en la nomenclatura topográfica por las naciones de origen chileno, pueden ser efectos de una conquista hecha sobre los habitantes indígenas por aquella raza, que es numerosa y aguerrida, borrando las denominaciones anteriores dadas a los mismos objetos por los primitivos señores del sueldo de la llanura argentina. Sin embargo los rastros de estos no se advierten en ninguna parte y hay motivos para creer que la región oriental de las Cordiileras hasta la actual frontera sur de Mendoza, ro fué poblada sino por los llamados actualmente indios pampas, quienes pasaron los montes atraídos por los ganados y caballos alzados de los establecimientos cristianos, que recobraban en aquellas pingües y solitarias dehesas, su ferocidad e independencia primitivas bajo la denominación de baguales.

Leyendo en el único libro que queda de la historia de esas pobres razas, perseguidas y extintas muchas de ellas, cuyas páginas se componen de los nombres propios de las localidades, hay motivos para presumir que en las actuales jurisdicciones de Catamarca y la Rioja existió una raza que poseía un idioma peculiar, pues los nombres terminados en gasta y en gala que allí son frecuentes como Quinogasta, Adalgala no corresponden, según lo que podemos nosotros alcanzar, de la lengua del Perú o quichua.

La historia ha conservado el nombre de la nación que poblaba en tiempo de los conquistadores las provincias denominadas de Cuyo, que son Mendoza, San Juan y San Luis. El padre jesuíta Ovalle, consagra en su Historia de Chile algún capítulo a esta nación, que se llamaba de los guarpes, y de cuya lengua escribió su Arte y compuso su Vocabulario el Padre Valdivia, famoso misionero de la

Compañía de Jesús, según lo afirma el mismo historiador Ovalle. El Entre-Ríos y Corrientes estuvieron indudablemente ocupados por las tribus de la gran nación Guaraní, cuyo idioma se habla actualmente por la mayoría de los habitantes civilizados de la segunda de aquellas provincias argentinas, lo mismo que sucede en el Paraguay. Los guaranís, que eran emigrantes como pocas naciones indígenas, no atrevesaron con sus aduares, lengua y costumbres a esta parte del Paraná, sin duda detenidos por el ancho de este río al acercarse al Plata (1). Sin embargo, el gran ángulo formado por el cabo de San Antonio en este río, que es de parte de tierra sumamente pantanoso, lleva el nombre de Rincón del Tuyu, que significa barro en la lengua Guaraní, lengua que denominaba las cosas como Caldas observa de la quichua, describiendo algunas de las principales propiedades del objeto denominado.

Este es el único rastro Guaraní que sobresale en la nomenclatura topográfica de la tierra firme de la provincia de Buenos Aires. Varios de los riachos formados por el Paraná al incorporarse al Plata, mantienen muchos de ellos sus primitivos nombres guaranís, como el Caré, por ejemplo, que significa tortuoso, y al cual llaman los españoles de las nueve vueltas, justificando la propiedad del sustantivo-adjetivo indígena.

Las líneas que quedan escritas son unos cuantos rasgos ligerísimos sobre una materia que sería curioso aclarar y sobre la cual debe fijarse en adelante la atención de los viajeros sabios que visiten estas regiones. El señor D' Orbigny ha señalado el primer rumbo en la carta etnográfica que acompaña a su obra sobre el hombre de la América Meidional; pero él se ha contraído únicamente a las principales razas conocidas, dejando los detalles para los que hayan de sucederle en las investigaciones más prolijas de esta misma naturaleza

Buenos Aires.

PABLO PATRON.

(1) Según Azara, el pueblo del Varadero sobre el Paraná, en la provincia de Buenos Aires, debió fundarse con indios de una parcialidad Guaraní. Pero esto debe considerarse como una emigración forzosa provenida en la conquista.

APUNTES HISTORICOS

ACERCA DEL ORIGEN Y FUNDACION DE LAS IGLESIAS DE NUESTRA SEÑORA DE

GUADALUPE Y MONSERRAT DE LA CIUDAD DE LIMA

Nuestra Señora de Guadalupe

Funda Alonso Ramos Cervantes la ermita de Nuestra Señora de Guadalupe.-Pone la primera piedra el Obispo de la Imperial.—Devoción del pueblo a la ermita de Nuestra Señora de Guadalupe.—Pasa la ermita a poder de los religiosos de San Francisco.-Fundación del Colegio de San Buenaventura.-Importancia de este Colegio.-Los terremotos de 1687 y de 1746 arruinan la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe.-Se clausura ei Colegio de San Buenaventura y se seculariza la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe.-El Coronel D. Juan Nepomuceno Vargas refecciona la iglesia en 1855.-Descríbese la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe.-La primitiva efigie de Nuestra Señora de Guadalupe.-Otra efigie de esta advocación.-Estado actual de la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe.

Entre los muchos mercaderes españoles, que con sus novedades y granjerías acudían a los centros comerciales de las Indias, en los tiempos de serenidad y octaviana paz, que sucedieron a los tumultos y sangrientas facciones de la conquista, y consolidación del poderío de Castilla sobre las ruínas de los viejos señoríos indígenas, llegó al Perú y a la magnífica ciudad de los Reyes, Alonso Ramos Cer

vantes, natural de Medellín, villa de la baja Estremadura, acompañado de su mujer doña Elvira de la Serna.

Bien pronto su diligencia y constancia en el trabajo les conquistó una holgada situación económica, que les permitía dar aliento a su fé y sentimientos piadosos, en armonía con las tendencias y modo de ser de la época. Como el patricio romano Juan y su noble esposa, quisieron consagrar parte de su caudal al culto de la Madre de Dios, en cuyo laudable propósito los confirmó un monje de la Orden de San Jerónimo, procedente del insigne monasterio de Guadalupe en Estremadura, y que acaso andaba por el Perú colectando limosnas para aquel devoto santuario. Persuadióles el referido monje a que dedicasen la ermita o capilla que pensaban edificar, a Nuestra Señora de Guadalupe, cuya imagen se ofreció a pintar; pues era entendido en aquel arte, según afirma el Padre Lizárraga. (1)

Designaron al intento un sitio espacioso, que poseían a la salida de la ciudad, sobre el camino que iba al pueblo de Pachacamac, y con licencia del Iltmo. Arzobispo D. Toribio Alfonso de Mogrovejo, empezaron a levantar su ermita, entre los años de 1600 y 1601. Puso la primera piedra del sagrado edificio, el Obispo de la Imperial, don Frai Reginaldo de Lizárraga, quien por aquella época aun no había tomado posesión de su obispado, y residía en Lima, esperando que amainase la sublevación de los araucanos, que a la sazón asolaban las ciudades y villas de su diócesis.

Después de algunos meses de constante y activo trabajo, y merced a la devoción de Ramos Cervantes, surgía airosa en medio de la campiña la bella ermita de Nuestra Señora de Guadalupe: contenía en su recinto tres altares, y en el mayor estaba colocada la efigie de Nuestra Señora, muy adornada con valiosas joyas y abundante pedrería, e ilu

(1) "Tiene un retrato al vivo de la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, puesto en el altar, que retrató el mismo religioso de San Jerónimo arriba dicho, etc. Lizárraga, Descripción de las Indias, Cap. XLIII.—Madrid 1909.

El religioso que pintó la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe fué el Padre Diego de Ocoña. Véase La Fuente, Historia del culto a la Virgen María, tomo II., pág. 363.

minada con cuatro lámparas de plata, que la devoción de los fieles alimentaba de continuo; pues el pueblo, que es siempre inclinado a la novedad, desde el primer día comenzó a frecuentar este nuevo santuario. "Es cosa admirable, decía el Padre Lizárraga, la devoción que los fieles tienen a la advocación de esta iglesia, y cómo se va multiplicando, porque hasta en el mar los que se hallan en tormenta reciben mil favores de Nuestra Señora, y así ningún navío deja de traer limosna a esta iglesia." (1)

Esta devoción y concurso se hacía más ostensible en las muchas misas que ahí diariamente se celebraban; pues pasaban de doce, al decir del Padre Lizárraga, y algunas veces todavía sobraban limosnas. ¡Tánta era la devoción que por aquella época profesaba el pueblo al santuario de Guadalupe! A fin de que este culto se mantuviese siempre con igual magestad y esplendor, el presbítero Esteban Ramos Cervantes, hermano del fundador, instituyó en la ermita una capellanía de misas, con más de doscientos cincuenta pesos de renta anual, y con la precisa obligación de que todas las misas se celebrasen en el altar de Nuestra Señora. (2)

Temía probablemente el piadoso fundador, que a su fallecimiento decayese el culto, y así viniese a menos la devoción a Nuestra Señora, y a su humilde santuario de Guadalupe, dada la inestabilidad de las cosas humanas. Dominado por esta previsora idea, pensó en vincular la existencia y futura prosperidad de su ermita, a la de su instituto religioso, y así, trató de cederla a los Padres de San Francisco, quienes se habían fijado en ella con el propósito de establecer en las tierras que les eran anexas, un colegio o casa de estudios propios de su Orden.

(1) Lizárraga: Descripción de las Indias, cap. XLII. Madrid 1909.

El autor de los Apuntes para la Historia eclesiástica del Perú, que sacó a luz Monseñor Tovar en 1873, dice que esta fundación tuvo lugar por el año de 1569.—Pág. 39.

(2) "Un buen hombre luego que se puso la imagen, todos los sábados daba a cuatro sacerdotes a cada uno cuatro reales porque canten la salve, etc.-Lizárraga: Descripción de las Indias, Cap. XLII. Madrid 1909.

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