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NUESTRA SEÑORA DE MONSERRAT

Trata el Abad del monasterio de Monserrat en Cataluña de enviar una misión a las Indias.-Obtiene la autorización de Felipe II.-La ratifica el Real Acuerdo.-El P. Sancho de Ponce arriba al Perú.-Trata de formar un hospicio y de edificar una ermita.-Se opone a ello Sto. Toribio.-El litigio llega a la Corte, y se despacha nueva cédula a favor de los monjes.-Sto. Toribio acuerda su licencia a la nueva fundación.-Se levanta en 1601 la primitiva capilla de Nuestra Señora de Monserrat. Se renueva en 1630 y se constituye un patronato a favor de Alonso González de la Canal.-Capellanías que fundó el patronato. La tumba del fundador y las vicisitudes que sufrió.-Las fiestas de Ntra. Señora de Monserrat. -Los monjes de Monserrat.-Estragos que hace en Monserrat el terremoto de 1687.-Se reedifica la capilla, aunque pobremente.-Las alhajas y bienes de Monserrat.El terremoto de 1746.-El Arzobispo La Reguera.-Su devoción a la casa de Ntra. Señora de Monserrat.-Historia de un naufragio.-Se clausura el conventillo de Monserrat.-Sus bienes pasan al Fisco.-Se constituye la iglesia de Monserrat en vice-parroquia de San Sebastián.-Resultados que ello tuvo.-El antiguo conventillo. La iglesia de Monserrat en la actualidad.

Para dar con el origen de la pequeña iglesia de Ntra. Señora de Monserrat, que, entre otras dedicadas a la Madre de Dios, ilustra la legendaria capital del Perú, y da testimonio de la religiosidad de sus antiguos moradores, es menester remontarnos a los primeros tiempos de la dominación es

pañola, al reinado de Felipe II; y penetrar después al insigne santuario catalán, cuna de esta bendita advoción.

Al finalizar el siglo XVI, era Abad del magnífico Monasterio de Monserrat, en el principado de Cataluña, el P. D. Joaquín Bonanat, quien, con el intento de incrementar los subsidios destinados a la hospitalidad, que su monasterio ejercitaba con los peregrinos que subían a la santa montaña, se dirigió al Rey Felipe II, pidiéndole que acrecentase los privilegios del venerado santuario catalán, permitiendo que dos de sus monjes pasasen a las Indias, con la misión de colectar limosnas para tan cristiano fin. Convino en ello el piadoso Monarca, que amaba con tierno y devoto afecto a la Vírgen montañesa (1), y en tal sentido despachó una real Cédula; su fecha en Madrid, a 9 de Junio de 1598, tres meses antes de su sensible fallecimiento.

Muerto Felipe II, se presentó la referida Céduda en el Real Acuerdo, que la admitió y mandó ejecutar en 14 de Octubre de 1599.-Con estos recaudos y reales licencias, salió del monasterio de Monserrat el P. Pedro Sancho de Ponce, acompañado de otro monje sacerdote, y ambos se embarcaron en Barcelona con rumbo a las Indias: llegaron el Perú, y a la ciudad de los Reyes, corriendo el año de 1599, y al punto trataron de dar principio a su misión, edificando una ermita y un hospicio anexo que les sirviese de ordinaria residencia, para lo cual obtuvieron que una mujer piadosa, doña María Loarza, les cediese una huerta y un solar que poseía en los términos de la ciudad, en el mismo sitio donde hoy se levanta el templo de Ntra. Señora de Monserrat. Mas, cuando quiso el P. Sancho poner manos a la obra, tropezó con la oposición del Iltmo Arzobispo, que lo era por entonces el Señor Santo Toribio, quien celoso, como el que más de ios fueros eclesiásticos, vió con desagrado el hecho de que el Rey y su Real Acuerdo, hubiesen despachado aquellas licencias sin tener para nada en cuenta la autoridad del Metropolitano: notificada a los PP. la oposición que hacía el ordi

(1)-Cuatro veces subió Felipe II al santuario de Nuestra Señora de Monserrat, en hábito de peregrino; y murió cen una vela de la Virgen de Monserrat en la mano.

nario a la fundación que pretendían, estos respondieron que las reales licencias los amparaban; insistió el Arzobispo en oponerse, corrieron sendos alegatos, se formó un cuerpo de autos y terminaron los buenos monjes por volverse a España con todo lo actuado, y proponer su querella en el regio tribunal.

Felipe III, tan afecto como su padre a la Vírgen catalana, recibió a los religiosos con benignidad, y enterado por los autos que le presentaron, de las dificultades que les oponía la curia arzobispal, a 17 de Septiembre de 1600, despachó en Madrid una nueva Cédula de ruego y encargó al Rvdmo. Arzobispo de Lima, pidiéndole no estorbase la obra proyectada, por ser, como era, tan del servicio de Dios y de su bendita Madre.

Volvieron los PP. al Perú con la referida Cédula, y el santo Arzobispo, cumpliendo lo en ella mandado, y satisfaciendo los piadosos deseos del Monarca, les dió la licencia que habían menester para edificar la ermita y el hospicio, y para colectar limosnas en todo su arzobispado.

Allanadas así las dificultades que hasta allí se habían ofrecido, procedió el P. Sancho de Ponce, ayudado de los devotos de Ntra. Señora, a levantar la primitiva capilla de Monserrat, por el año de 1601. Aquella primera capilla, sobre ser demasiado pequeña, fué de pobrísima construcción: las paredes eran de tosco adobón, el techo de cañas de Guayaquil cubiertas con esteras, y los paramentos corrían parejas con lo ruín de la fábrica. (1)

De esta suerte se mantuvo nuestro primer templo monserratino hasta el año de 1630, por cuya época, ya todo él amenazaba ruína: pues de su rústica construcción, y frágiles materiales, no se podía esperar más larga duración. Era a la sazón Prior del conventillo el P. D. Juan de Salazar, quien, viéndose impotente para redificarlo, y sin esperanza de encontrar persona que tomase a su cargo tal empresa, entró en tratos con los PP. agustinos descalzos, para venderles el sitio, o sea el solar y huerta, que treinta años antes había donado a los benedictinos doña María Loarza.

(1).-De la vida de Sta. Rosa se desprende, que solía la santa virgen frecuentar esta ermita de Ntra. Señora de Monserrat.

Vivía por aquel entonces en el apartado barrio de Monserrat, un hombre piadoso, devoto de la Madre de Dios, y tan rico en virtudes, como en bienes de fortuna; llamábase Alonso González de la Canal (1), y había sido Contador del Santo Oficio. cargo que renunció para retirarse a servir a Dios nuestro Señor en la soledad y sociego de su casa. Como vecino del barrio, supo que el Prior de los monjes benitos, trataba de vender el sitio de la capilla y hospicio a los PP. agustinos, quienes se proponían demolerlo todo, y levantar en aquel iugar su convento: llevado de su afecto a la Vírgen de Monserrat, contradijo el proyecto, oponiéndose a la venta, obligándose a levantar por su cuenta la iglesia, con cargo de ejercer el patronato, y tener en ella su sepultura, las de sus herederos. El prior aceptó la propuesta, que se formalizó por escritura pública, con todas las solemnidades de estilo, incluso la inserción de los poderes que tenía de su Abad el prior de esta residencia, quedando de esta suerte conjurado el peligro que amenazaba la existencia de la capilla de Ntra. Señora de Monserrat.

En virtud del referido pacto, comenzó González de la Canal a levantar la iglesia, y la hizo toda de cantería, desde los cimientos hasta el cierre o clave de la bóveda; la iluminó con airosas ventanas, y colocó la imágen titular de un hermoso retablo de cedro, habiendo gastado en la ejecución de toda esta obra 28,000 pesos fuertes, y esto, sin tener en cuenta el importe de los paramentos y vasos sagrados con que la adornó.

No pararon aquí las generosidades del fundador: advirtiendo que en unas ocasiones solían los monjes sacerdotes salir a recoger limosnas para el santuario de Cataluña, y en otras, se marchaban a España, quedando la capilla sólo a cargo de los legos, lo que en más de una ocasión obligó al Ordinario a nombrar capellanes seculares que sostuviesen el cuito, trató de subsanar esta anormalidad, y de prevenirla para en adelante, imponiendo 20,000 pesos a censo, para que con sus productos se pudieran mantener de continuo cuatro monjes sacerdotes: mas, como después viese que esto te

(1)-Fuentes y Mendiburu le llaman equivocada.nente Antoo Pérez de la Canal.

nía sus dificultades, al tiempo de testar, instituyó tres capellanías de a quinientos pesos anuales cada una, con un principal de 10,000 pesos, que debían ser servidas por sacerdotes seculares en la capilla de Monserrat; pues era su intento el que siempre hubiesen misas en el altar de Ntra. Señora, y en nada se minorase el culto y ia devoción, que ya los fieles profesaban a la santa imagen (1). Todas estas dádivas del fundador, vinieron a sumar al cabo 59,000 pesos fuertes.

Murió Alonso González de la Canal, y conforme a lo estipulado en la escritura de fundación y constitución del patronato, fué sepultado en la capilla de Ntra. Señora de Monserrat, en un sepulcro de escultura, que su hijo y sucesor, el Licenciado Hernando Lázaro González de Mena, mandó colocar en el presbiterio, al lado del Evangelio: este fúnebre monumento representaba al patrono y fundador de la capilia, hincado de rodillas, en actitud de orar; era todo blanco, fileteado de oro, y en su base se leía la siguiente inscripción: Este entierro es de Alonso González de la Canal, Contador del Santo officio desta ciudad, Patrón y fundador desta Iglesia, y de doña Isabel de Mena, su mujer, y de sus ere- ` deros.

Costó el dicho sepulcro mil ducados, y se mantuvo un año y más colocado en su lugar, sin que nadie hiciese contradicción: ai cabo, se le ocurrió al Prior que aquel sepulcro tan ostentoso empataba o suspendía el patronato y sin más discurrir, con un martillo y un escoplo lo desbarató todo en una hora. Indignado el heredero, acudió al Provisor en demanda de justicia, y éste, por vista de autos, mandó restituír el sepulcro a su primitivo lugar y estado; más, como para ello parece que el Prior opuso sus alegatos, con el auxilio de la Real Audiencia, el alguacil de Corte ejecutó el auto del Juez eclesiástico, quedando así terminado este original litigio, y en pie los derechos y preeminencias del patronato.

Los sucesores de González de la Canal prosiguieron año tras año celebrando la fiesta y octava de Ntra. Señora de Monserrat, con creciente pompa, devoción y solemnidad; así

(1)-Obsequió también ocho biandones de plata, y una cruz del mismo precioso metal, que le importó 500 pesos.

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