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muy amigos los españoles de justicia; los magistrados, | España á derivacion latina, y juntamente afear la vearmados de leyes y autoridad, tienen trabados los mas altos con los bajos, y con estos los medianos con cierta igualdad y justicia; por cuya industria se han quitado los robos y salteadores, y se guardan todos de matar ó hacer agravio, porque á ninguno es permitido, ó quebrantar las sagradas leyes, ó agraviar á cualquiera del pueblo, por bajo que sea. En lo que mas se señalan es en la constancia de la religion y creencia antigua, con tanto mayor gloria, que en las naciones comarcanas en el mismo tiempo todos los ritos y ceremonias se alteran con opiniones nuevas y extravagantes. Dentro de España florece el consejo, fuera las armas; sosegadas las guerras domésticas, y echados los moros de España, han peregrinado por gran parte del mundo con fortaleza increible. Los cuerpos son por naturaleza sufridores de trabajos y de hambre ; virtudes con que han vencido todas las dificultades, que han sido en ocasiones muy grandes, por mar y por tierra. Verdad es que en nuestra edad se ablandan los naturales y enflaquecen con la abundancia de deleites y con el aparejo que hay de todo gusto y regalo de todas maneras en comida y en vestido y en todo lo al. El trato y comunicacion de las otras naciones que acuden á la fama de nuestras riquezas, y traen mercaderías que son á propósito para enflaquecer los naturales con su regalo y blandura, son ocasion de este daño. Con esto, debilitadas las fuerzas y estragadas con las costumbres extranjeras, demás desto por la disimulacion de los príncipes y por la licencia y libertad del vulgo, muchos viven desenfrenados, sin poner fin ni tasa ni á la lujuria ni á los gastos ni á los arreos y galas. Por donde, como dando vuelta la fortuna desde el lugar mas alto do estaba, parece á los prudentes y avisados que, mal pecado, nos amenazan graves daños y desventuras, principalmente por el grande odio que nos tienen las demás naciones; cierto compañero sin duda de la grandeza y de los grandes imperios, pero ocasionado en parte de la aspereza de las condiciones de los nuestros, de la severidad y arrogancia de algunos de los que mandan y gobiernan.

CAPITULO VII.

De los reyes fabulosos de España.

Averiguada cosa y cierta es, conforme á lo que de suso queda dicho, que Tubal vino á España; mas en qué lugares hiciese su asiento, y qué parte de España primeramente comenzase á poblar y cultivalla, no lo podemos averiguar, ni hay para qué adivinallo; dado que algunos piensan que en la Lusitania; otros que en aquella parte de los Vascones que se llama hoy Navarra. Toman para decir esto argumento los portugueses de Setubal, pueblo de Portugal; los navarros de Tafalla y Tudela, los cuales lugares, mas por la semejanza de los nombres que por prueba bastante que tengan para decillo, sospechan fueron poblaciones de Tubal; que pensar y decir que toda la provincia se llamó Setubalia del nombre de su fundador, lo que algunos afirman sin probabilidad ni apariencia, ni á propósito aun para entremes de farsa, las orejas eruditus lo rehuyen oir; porque ¿qué otra cosa es sino desvarío y desatinar reducir tan grande antigüedad, como la de los principios de

nerable antigüedad con mentiras y sueños desvariados como estos hacen? Pues dicen que Setubalia es lo mismo que compañía de Tubal, como si se compusiese este nombre de coetus, que en latin quiere decir compañía, y de Tubal. Otros cuentan entre las poblaciones de Tubal á Tarragona y Sagunto, que hoy es Monviedro, cosa que en este lugar no queremos refutar ni aprobarla. Lo que acontece sin duda muchas veces á los que describen regiones no conocidas y apartadas de nuestro comercio, que pintan en ellas montes inaccesibles, lagos sin término, lugares ó por el hielo ó por el gran calor desiertos y despoblados; demás desto, ponen y pintan en aquellas sus cartas ó inapas, para deleite de los que los miran, varias figuras de peces, fieras y aves, hábitos extraños de hombres, rostros y visajes extravagantes; lo cual hacen con tanto mayor seguridad, que saben no hay quien pueda convencerlos de mentira. Lo mismo me parece ha acontecido á muchos historiadores, así de los nuestros como de los extraños; que donde faltaba la luz de la historia y la ignorancia de la antigüedad ponia uno como velo á los ojos para no saber cosas tan viejas y olvidadas, ellos, con deseo de ilustrar y ennoblecer las gentes cuyos hechos escribian y para mayor gracia de su escritura, y mas en particular por no dejar interpolado como con lagunas el cuento de los tiempos, antes esmaltallos con la luz y lustre de grandes cosas y hazañas, por sí mismos inventaron muchas hablillas y fábulas. Dirás: concedido es á todos y por todos consagrar los orígenes y principios de su gente y hacellos mas ilustres de lo que son, mezclando cosas falsas con las verdaderas; que si á alguna gente se puede permitir esta libertad, la española por su nobleza puede, tanto como otra, usar della por la grandeza y antigüedad de sus cosas. Sea así, y yo lo confieso, con tal que no se inventen ni se escriban para memoria de los venideros fundaciones de ciudades mal concertadas, progenies de reyes nunca oidas, nombres mal forjados, con otros monstruos sin número deste género, tomados de las consejas de las viejas ó de las hablillas del vulgo; ni por esta manera se afee con infinitas mentiras la sencilla hermosura de la verdad, y en lugar de luz se presenten á los ojos tinieblas y falsedades; yerro que estamos resueltos de no imitar, dado que pudiéramos dél esperar algun perdon, por seguir en ello las pisadas de los que nos fueron delante, y mucho menos pretendemos poner en venta las opiniones y sueños del libro que poco ha salió con nombre de Beroso, y fué ocasion de hacer tropezar y errar á muchos; libro, digo, compuesto de fábulas y mentiras, por aquel que quiso, con divisa y marca ajena, como el que desconfiaba de su ingenio, dar autoridad á sus pensamientos, á ejemplo y imitatacion de los mercaderes no tales, que para acreditar su mercadería usan de marcas y sellos ajenos, sin saber bastantemente disimular el engaño; pues ni habla seguidamente, ni están por tal manera trabadas y atadas las cosas unas con otras, las primeras con las de en medio, y estas con las postreras, que no se eche de ver la huella de la invencion y mentira, mayormente si de la luz de los antiguos escritores que nos ha quedado, pequeña cierto y escasa, pero en fin alguna luz, nos queremos aprovechar. Así que lo que nació de la oficina y fragua del nuevo Beroso, que Noé, despues de

largos caminos venido á España, fué el primero que fun- | propósito de dar razon, porque el rio Tajo se llamó así;

dó á Noela en Galicia y á Noega en las Astúrias, es una mentira hermosa y aparente por su antigüedad, y hacer Plinio, Estrabon y Ptolomeo mencion destos pueblos; y como tal invencion la desechamos. Ni queremos recibir lo que añade dicho libro, que el rio Ebro se llamó Ibero en latin, y toda España se dijo Iberia de Ibero, hijo de Noé; como quier que sea antes verisímil que los iberos, que moraban al Ponto Euxino entre Colcos y las Armenias, cercados de los montes Cáucasos, vinieron en gran número en España, y fundado que hobieron la ciudad de Iberia, cerca de donde hoy está Tortosa, comunicaron su nombre, y le pusieron primero al rio Ebro, despues á toda la provincia de España; de la manera que algunos piensan del rio Arga ó Aragon, que tomó este nombre de otro del mismo apellido que hay en aquella Iberia. El nombre de Celtiberia, con que tambien se llamó España, de los iberos y de los celtas se derivó y se compone; porque los celtas, pasados los Pirineos y venidos en España de la Gallia comarcana (y tambien Appiano pone los celtas en la España citerior), mezclando la sangre y emparentando con los iberos, hicieron y fueron causa que de las dos naciones se forjase el nombre de Celtiberia. Ni es de mayor crédito lo que dicen que Idubeda, hijo de Ibero, dió su nombre al monte Idubeda, de cuyos principios y progreso arriba se dijo lo que basta. Añaden que Brigo, hijo deste Idubeda, por ver multiplicada mucho. la gente de España en número, riquezas y autoridad, envió colonias y poblaciones á diversas partes del mundo, y entre estas una fué Brigia, dicha así de su nombre, que despues se llamó Frigia en Asia, donde estaba situada la ciudad famosa de Troya, y que en los montes Alpes uno de los capitanes de Brigo fundó á Varobriga, otro en la Gallia á Latobriga. Para perpetuar, es á saber ellos, su memoria y ganar de camino la gracia de su señor, fundaron nuevas poblaciones de su nombre. Dióse crédito á esta mentira aparente, porque Plinio refiere pasaron de Europa los brigas, y dellos cierta provincia de Asia se llamó Frigia; y como en España muchas ciudades se llamasen Brigas, como Mirobriga, Segobriga, Flaviobriga, imaginaron que en ella habia vivido y reinado algun rey, autor de los brigas y fundador de Troya y de muchas ciudades que tenian aquel nombre de Brigas en España, como quiera que no fuese necesario creer que los brigas que pasaron en Asia, hobiesen salido de España. Además que Conon en la Biblioteca de Focio dice que Mida fué rey de los brigas, cerca del monte Brimio, los cuales, pasados en Asia, se llamaron friges. Esto para lo que toca á los brigas que pasaron á Frigia. De los pueblos que tenian el apellido de Brigas en España, era fácil entender que en la antigua lengua de España las ciudades se llamaron Brigas comunmente, ó lo que tengo mas verisímil, que las naciones septentrionales, muy abundantes de gente y en generacion muy fecundas en aquellos primeros tiempos, habiéndose derramado en España, de burgo, que en lengua alemana quiere decir pueblo, hicieron que las ciudades, con poca mudanza de letras, se llamasen acá Brigas, ó si hay alguna otra razon deste nombre, que no sabemos; solo se pretende que en la historia no tengan lugar las fábulas. Haber despues de Brigo reinado Tago, como lo dicen los mismos, es á

y en universal pretenden que ninguna cosa haya de algun momento en España, de cuyo nombre luego no se halle algun rey, y esto para que se dé orígen cierta de todo y se señale la derivacion y causa de los nombres y apellidos particulares; como si no fuese lícito parar en las mismas cosas, sin buscar otra razon de sus apellidos, ó fuese vedado pasar adelante y inquirir la causa y derivacion de los sagrados nombres que ponen á los reyes, y aun es mas probable que aquel rio, por nacer en la provincia Cartagineuse, haya tomado su nombre de Cartago, hoy Cartagena, como lo siente Isidoro al fin del libro 13 de sus Etimologias. De la misma forma y jaez es lo que añaden que Beto, sucesor de Tago, dió nombre á la Bética, que hoy es Andalucía, dividida antiguamente en Turdetanos, Túrdulos y Bástulos, y por la grande abundancia y riquezas que tiene celebrada grandemente de los poetas en tanto grado, que, como dice Estrabon, ponian en ella los campos Elísios, morada de los bienaventurados. El cual testifica otrosí que usaban en su tiempo de leyes hechas en verso y promulgadas mas de seis mil años antes, segun que ellos mismos lo decian; por ventura su año era mas breve que el romano, y constaba solo de cuatro meses. Lo que es mas probable, y dijeron historiadores mas en número y en autoridad mas graves, es que la Bética se dijo del rio que pasa por medio de toda ella y la baña, al cual los naturales llamaron Cirito, los extranjeros Bétis, puede ser en hebraico por las muchas caserías, villas y lugares que al uno y al otro lado resplandecen, á causa de la bondad de los campos que tiene, porque Bétis y Beth en hebreo es lo mismo que casa. Esto baste de los reyes fingidos y fabulosos de España, de quien me atrevo á afirmar no hallarse mencion alguna en los escritores aprobados ni de sus nombres ni de su reinado. Pero como es muy ajeno, segun yo pienso, de la gravedad de la historia contar y relatar consejas de viejas, y con ficciones querer deleitar al lector, así no me atreveré á reprobar los que graves autores testificaron y dijeron.

CAPITULO VIII.

De los Geriones.

El primero que podemos contar entre los reyes de España, por ser muy celebrado en los libros de griegos y latinos, es Gerion, el cual vino de otra parte á España, lo que da á entender el nombre de Gerion, que en lengua caldea significa peregrino y extranjero. Este, venido que fué á España, gustó de la tierra y de las riquezas que en ella vió. Enriquecióse con los montes de oro, cuyo uso no era conocido, y por esta causa granos y terrones deste metal se hallaban por los campos, no afinados con el crisol y con el fuego, sino como nacian; por donde de los griegos fué llamado Criseo, que es tanto como de oro. Demás desto, poseia muchos ganados, por la grande comodidad y aparejo de los pastos y dehesas y industria que tenia en criarlos. Con ocasion de riquezas tan grandes, se entiende fué el primero que ejercitó la tiranía sobre los naturales desta provincia, que eran de ingenios groseros; á manera de fieras, vivian apartados y derramados por los campos en aldeas, sin tener alguno por gobernador cuyo imperio recono

ciesen, y por cuyo esfuerzo se defendiesen de la violencia de los mas poderosos. Hecho tirano y apoderado de todo, se entiende que edificó un castillo y fortaleza de su apellido en frente de Cádiz, por nombre Geronda, con cuya ayuda pensaba mantenerse en el imperio que habia tomado sobre la tierra. Edificó asimismo otra ciudad deste apellido de Gerunda, si no engaña la conjetura del nombre, á las faldas de los Pirineos en los Ausetanos, que hoy es la ciudad de Girona. Pretendia, es á saber, abrazar con estas dos fuerzas las marinas todas de España, y fortificarse para todo lo que sucediese. Mas la seguridad y bonanza que con estas mañas se proponia, le duró hasta tanto que Osiris, al cual los egipcios tambien ponen por el primero de sus reyes, como lo siente Diodoro Sículo, y por otros nombres le llamaron Baco y Dionisio, no el hijo de Semele el criado en la ciudad de Mero, de donde tuvo origen la fábula que decia le crió Júpiter, su padre, en su muslo, porque Meron en griego significa el muslo, sino el egipcio turbó la paz que tenia España. Emprendió Osiris al principio una grandísima peregrinacion, con que paseó y ennobleció con sus hechos casi toda la redondez de la tierra; comenzó desde la Etiopia, y pasó hasta la India, Asia y Europa. En todos los lugares por do pasaba enseñó la manera de plantar las viñas y de la sementera y uso del pan; beneficio tan grande, que por esta causa le tuvieron y canonizaron por dios. Ultimamente, llegado á España, lo que en las demás partes ejecutara, no por particular provecho suyo, sino encendido del odio que á la tiranía tenia y á las demasías, que fué quitar los tiranos y restituir la libertad á las gentes, determinó hacer lo mismo en España; ca se decia que se hallaba reducida en una miserable servidumbre, y sufrian con ella toda suerte de afrentas y indignidades. No tenia esperanza que el tirano, por estar confiado en sus riquezas y fuerzas, hobiese por voluntad de tomar el mas saludable partido; vino con él á las armas y trance de guerra; juntaron sus huestes de entrambas partes, y ordenadas sus haces, dióse, segun dicen, la batalla, que fué muy herida, en los campos de Tarifa junto al estrecho de Gibraltar, con grande coraje y no menos peligro de cada cual de las partes. La victoria y el campo, muertos y destruidos los españoles, quedó por los egipcios; el mismo Gerion murió en la batalla; su cuerpo, por mandado del vencedor, sepultaron en lo postrero de la boca del Estrecho, en el lugar donde al presente se ve el pueblo dicho Barbate; allí se le hizo el túmulo. Fué Gerion tenido y consagrado por dios, como lo da bastantemente á entender el templo que Hércules edificó á Gerion en las riberas de Sicilia, y tambien el oráculo de Gerion, que estaba en Pádua, famosísimo, al cual los príncipes tenian costumbre por devocion de ir á visitar muchas veces, como lo testifica Suetonio Tranquilo. Restituida pues y fundada la paz desta manera por beneficio de Osiris y quitada la tiranía, el vencedor todavía tuvo por cosa áspera y de mal ejemplo castigar en los hijos los pecados de los padres; parecióle cosa grave desposeer, poner en perpetua servidumbre ó destierro tres hijos que de Gerion quedaban, en edad niños y de grande hermosura, y que habian sido criados con esperanza de suceder en el reino de su padre; demás que ordinariamente en los generosos ánimos despues de la victoria se sigue la benignidad para con los cai

dos. Creyendo pues que no serian tanta parte los vicios y malos ejemplos de su padre para hacerlos crueles, como su triste fin para hacerlos avisados, escogió personas de gran prudencia, que rigiesen así la edad tierna de aquellos mozos como el reino por algun tiempo; y habiendo él avisado á los mozos de lo que debian hacer y huir, púsolos en la silla y en el reino de su padre. Acabado esto, por gozar del fruto de tantos trabajos y tan larga peregrinacion, y deseoso de sosegar en su casa, volvióse á Egipto. Los hermanos Geriones, venidos á la mayor edad y acrecentadas las riquezas, luego que se encargaron del gobierno del reino de su padre, olvidados del beneficio recibido, y no de la injuria que se les hizo, como es ordinario que dura mas la memoria del agravio que de las mercedes, tomaron la resolucion de vengar la muerte de su padre y hacerle las honras con la sangre de su enemigo; cosa muy agradable á los que tratan de satisfacerse, y los hijos tienen por grande hazaña proseguir la enemiga de sus padres. Esto daban á entender, pero de secreto otro mayor cuidado les aquejaba, es á saber, el deseo que tenian, á ejemplo de su padre, de restituirse en la tiranía y absoluto señorío de España, cosa que en vida de Osiris no creian poder alcanzar. Pensaban esto, y no hallaban camino para poner en ejecucion negocio tan grave; parecióles seria bien conquistar para este efecto á Tifon, hermano de Osiris, y concertarse con él, de quien se entendia y tenian aviso ardia en deseo de reinar y quitar á su hermano el reino; ambicion que pervierte todas las leyes de naturaleza. Despacharon sus embajadores para este efecto, los cuales fácilmente, con presentes que le dieron de parte de sus señores, hallaron la entrada que pretendian; pusieron con él su amistad, prometiéronle toda ayuda para salir con sus intentos, concertaron que los mismos tuviesen por amigos y por enemigos. Asentado esto, le persuaden que, habiendo muerto su hermano, acometiese por fuerza de armas y se apoderase del reino de Egipto. Concertóse todo esto, y ejecutóse la cruel muerte muy de sccreto. El cuerpo del muerto fué buscado con mucha diligencia, y Isis, la reina viuda, le sepultó en Abato, que es una isla de una laguna cercana á Menfis, que por esta causa vulgarmente llamaron Estigia, que quiere decir tristeza. Pero tan grande traicion no podia estar encubierta, ni hay secreto en las discordias domésticas que entre parientes resultan; así Oro, que en aquel tiempo gobernaba la Scitia, vuelto con presteza en Egipto, vengó la muerte de su padre con darla á Tifon, su tio. Descubrió juntamente y supo que los Geriones fueron participantes de la impía conspiracion y principales movedores de aquella maldad. Por esto, encendido en deseo así de imitar la gloria de su padre como de vengar del todo su muerte, con otra no menor empresa que tomó ni menor conquista que su padre, confirmó diversas naciones por todo el mundo en su obediencia, y ganó de nuevo la amistad de otras muchas. Demás desto, por el arte de la medicina, que le enseñara su madre, vino á ser tenido por dios. Unos le llamaron Apolo, otros por la valentía y destreza en el pelear le pusieron nombre de Marte, y todos le llamaron Hércules. No fué este Hércules el hijo de Anfitrion, sino el Libio, de quien se dice que domó los monstruos armado de una porra ó maza y vestido de una piel de

que venidas á la conquista y sosegada la provincia, con voluntad de Oro asentaron en aquellos lugares, pobla— ron y hicieron por allí sus moradas. En conclusion, en la boca del estrecho de Cádiz, Hércules despues desta victoria hizo echar en el mar grandes piedras y materiales, con que levantó de la una parte y de la otra dos montes, de los cuales el de la parte de España se llama Calpe, y el otro que está en Africa Abila; estos montes se dijeron las columnas de Hércules tan nombradas. Hecho esto y dado órden y asiento en las demás cosas de España, nombró Hércules ó Oro por gobernador deIla uno de sus compañeros, por nombre Hispalo, de cuya lealtad y prudencia en paz y en guerra estaba pagado y tenia mucha satisfaccion; y con tanto, concluidas todas estas cosas, dió la vuelta y pasó por mar á Italia. CAPITULO IX.

Del rey Hispalo y de la muerte de Hércules.

leon; que en aquel tiempo aun no usaban, ni habian inventado para destruicion del género humano las armas de acero. Juntado pues un grande ejército y llegadas ayudas de todas partes, espantoso entró en España contra los Geriones, y llegó finalmente á Cádiz, donde ellos dias antes se retiraran y fortificaran, juntadas en uno las riquezas del reino, alzados los mantenimientos y proveidos de bastimentos, si por ventura durase la guerra muchos dias; demás desto, pará valerse en aquel trance, llamaron socorros de todas partes. La conciencia de la maldad cometida los acobardaba y espantaba, y por estar la provincia y la gente dividida en parcialidades, unos por ellos y otros contra ellos, y los ánimos de muchos despertados á la esperanza de recobrar la libertad, era dificultoso resolverse si de los suyos, si de los extraños les convenia mas recatarse. El tener perdida la esperanza de la vida si los ogipcios venciesen, los encendia mas y los hacia furiosos y atrevidos; pero el temor que tenian era mayor; por esta causa determinaron de fortificarse en lugares seguros y excusar el trance de la batalla. Al contrario, Hércules, ordenadas sus haces, se presentó delante sus enemigos. Temia no durase mucho la guerra, y no te- · nia confianza que los enemigos viniesen en alguna honesta condicion de paz, y cuando la quisiesen, juzgaba no seria decente dejar las armas antes de vengar á su padre con la sangre de los Geriones. Combatido pues destos pensamientos, consideraba otrosí que, por ser tan grandes los ejércitos como juntaran de ambas partes, seria grande la matanza, si de poder á poder se diese la batalla. Por huir estos inconvenientes, acordó con un rey de armas avisar á los Geriones que si confiaban en la valentía de sus cuerpos, la cual era muy grande, si en la justicia de la causa que defendian, en que publicaban y se quejaban fueron de Osiris acometidos injustamente y agraviados primero del mismo, que les ofrecia de su voluntad un partido para concertar las diferencias, tan aventajado para ellos, que ni aun por pensamientos les pasaria desealle tal y tan bueno. Este era, que lastasen solamente aquellos que erraron y fueron causa de los daños pasados, perdonasen á la sangre inocente, y no fuesen ocasion de la carnicería que resultaria forzosamente de ciudadanos y parientes, si la batalla se diese; que él estaba determinado, por la salud comun de aquellos ejércitos y pobre gente, de hacer campo él solo contra todos tres, y con su riesgo comprar la seguridad de muchos; pero con tal condicion que habia de pelear aparte con cada uno dellos. Decia que se ponia á esto confiado en la justicia de su querella, y por esta causa de la ayuda de Dios, por cuya providencia todas las cosas humanas se gobiernan, y mas principalmente los sucesos de la guerra. Los Geriones aceptaron de buena gana este partido, que por ser tan aventajado no dudaban de la victoria; pero salióles al revés, porque el dia señalado como entrasen en el palenque y viniesen á las manos, los tres Geriones fueron vencidos y degollados por Hércules. Dióse á los cuerpos sepultura en la misma isla de Cádiz, donde se hizo el campo, y desde aquel tiempo se entiende que se llamó Eritrea, no sola la isla de Cádiz, sino otra isla que estaba á ella cercana y aun la parte de tierra firme que le cae en frente. La causa deste apellido fueron ciertas gentes del mar Eritreo, conviene á saber, del mar Rojo,

Por cierta cosa se tiene haber Hispalo reinado en España despues de los Geriones, y Justino afirma que de Hispalo se dijo España, en latin Hispania, trocada solamente una letra. Añaden otros que por su industria y de su apellido se fundó Sevilla, que en latin se dice Hispalis, ciudad que en riquezas, grandeza, concurso de mercaderes, por la comodidad del rio Guadalquivir y por la fertilidad de la campiña no da ventaja á ninguna otra de España. Dicen mas, que por discurso de tiempo del nombre de Sevilla ó Hispalis se llamó toda la provincia Hispania. San Isidoro atribuye la fundacion desta ciudad á Julio César, en el tiempo, es á saber, que gobernó á España; y dice que la llamó Julia Rómula, juntando en un apellido su nombre y el de la ciudad de Roma; y que el nombre de Hispalis se tomó de los palos en que estribaban sus fundamentos, que hincaban para levantar sobre ellos las casas, por estar asentada esta ciudad en un lugar cenagoso y lleno de pantanos. Por ventura entonces la ensancharon y adornaron de edificios nuevos y grandes; diéronle otrosí nombre y privilegios de colonia romana, pues es cierto que Plinio la llama colonia Romulense. Mas decir que entonces se fundó la primera vez carece de crédito, y no hay argumentos ni autores que tal cosa confirmen. Plutarco escribe que, venido que hobo el otro Dionisio ó Baco, es á saber, el hijo de Semele, á España, despues que sujetó toda la provincia con armas victoriosas, uno de los compañeros que él mismo puso por gobernador de todo, por nombre Pan, fué causa que toda la provincia primeramente se llamase Pania, despues Spania, añadida una letra. Pero de estas cosas cada cual podrá libremente juzgar y sentir lo que le pareciere. Lo que algunos dicen que Hispalo dejó un hijo por nombre Hispano, el cual haya reinado muerto su padre, no lo recibimos ni tiene probabilidad alguna, antes entendemos que á un mismo hombre diversos escritores llaman con ambos nombres, unos Hispalo, otros Hispano; pues el nombre de Hispania y su derivacion se atribuye á entrambos, y los que ponen el uno, ninguna mencion hacen del otro, fuera de solo Beroso, cuyas fábulas poco antes desechamos, no solo como tales, sino tambien como mal forjadas y compuestas. Las cosas que hizo este Rey, como quier que por la antiguedad del tiempo se ignorasen, nuestros historiadores,

para enriquecer y hacer mas apacible y deleitosa la flaca historia deste tiempo, á la manera que con las aguas traidas de léjos se suelen fertilizar los campos secos, y porque no hobiese rey á quien luego no atribuyan algun hecho ó edificio para mas ennoblecerle, dado que no trabase muy bien ni cuadrase lo que decian, escribieron que Hispalo fundó la ciudad de Segovia y el acueducto que hay en ella, maravilloso así por su obra como por su altura; como quier que sea averiguado que el acueducto fué obra del emperador Trajano, á lo menos hecha por aquellos tiempos que él imperó. Demás desto decir, como afirman, que en el puerto dicho antiguamente Brigantino, y hoy de la Coruña, el mismo Hispalo levantó una torre con un espejo en ella, en que se veian las naves que venian de léjos, por la imagen que dellas se representaba en el tal espejo, y se apercibian para el peligro; procedió sin duda esta invencion de la profunda ignorancia que se tenia, así de la lengua latina como de las historias, pues tomaron por lo mismo el nombre de specula, con que se significan semejantes torres y atalayas, y el de speculum, que significa espejo; y es cosa averiguada que los moradores brigantinos edificaron aquella torre á honra de Augusto César. El trazador fué Cayo Sevio Lupo Lusitano, cuyo nombre aun en nuestra edad se ve entallado en las peñas allí cerca, por estar vedado por ley, la cual se ve entre las romanas en los digestos, que ninguno escribiese su nombre en obra pública; y aun Fidias en Aténas fué muerto porque, quebrantada aquella ley, entalló su imágen y la de Pericles en el escudo de Palas, bien que en hábito disfrazado; en lo cual tambien pudo ser que pretendiesen haber hecho aquel nobilisimo escultor injuria á la religión y ofendido aquella diosa. Muerto Hispalo, en qué tiempo no concuerdan los autores, pero muerto que fué, Hércules, desde Italia, donde hasta entonces se detuvo, dejando allí por gobernador á Atlante, de cuya grandeza de ánimo estaba muy satisfecho, por miedo de algun alboroto, volvió á España, y en ella, despues que gobernó la república bien y prudentemente y fundó nuevas ciudades, entre las cuales cuentan Julia Libica y Urgel en las haldas de los montes Pirineos, Barcelona y Tarragona en la España citerior (como algunos sienten-fueron poblaciones de Hércules), ya de grande edad pasó desta vida. Los españoles con grande voluntad le consagraron por dios, y determinaron se le hiciesen honras divinas, dedicáronle sacerdotes y templo, donde el cuerpo de Hércules comenzó á ser honrado con solemnes sacrificios, no solo de los naturales, sino tambien de las naciones extranjeras, que por devocion concurrian, de que recogian grande ganancia los ministros y el dicho templo se ennoblecia de cada dia mas. En qué parte de España aquel templo y sepulcro de Hércules haya estado, no concuerdan los autores; y en cosas tan antiguas, mas fácil cosa es adivinar por conjeturas que dar sentencia por la una ó por la otra parte. Unos dicen que en Barcelona, do junto á la Iglesia mayor se ven rastros de una antigualla y de un soberbio sepulcro, de que se habla adelante (y se tiene que Ataulfo, rey godo, está allí sepultado); otros sienten que en Cádiz. Mas las personas de mayor autoridad y erudicion piensan estuvo en Tarifa, cerca del Estrecho; ca es averiguado que aquella supersticion se conservó allí por largo tiempo, y que un

soberbio templo de Hércules se levantó antiguamente en aquella parte del Andalucía.

CAPITULO X.

De Hespero y Atlas, reyes de España.

Murieron en España Hispalo y Hércules sin dejar sucesion; por esta causa Hespero, hermano de Atlante, nacido en Africa, y uno de los compañeros de Hércules, fué por el mismo al tiempo de su muerte nombrado para que le sucediese en lo de España. Su gobierno fué tan agradable á los naturales como el de cualquier otro. La fama de sus proezas y el crédito de su virtud le abonaban para con la gente de tal suerte, que, como lo sienten algunos escritores griegos y latinos, España, del nombre de Hespero, desde aquel tiempo se comenzó á llamar Hesperia. Verdad es que otros, y entre ellos Macrobio y Isidoro, pretenden que se tomó este nombre de Hesperia del lucero de la tarde, que en latin se llama Hespero y se pone en España, y al cual miran los que navegan á estas partes. Cada cual podrá seguir la opinion en estò que mas le contentare. Lo cierto es que la buena andanza que tuvo al principio este rey en breve se trocó, y se fué todo en flor, porque Atlante, hermano de Hespero, desde Italia, donde Hércules le dejó, codicioso de las riquezas y anchura de España, y agraviado de que su hermano le hobiese sido antepuesto en el señorío de España, acudió sin dilacion; y ganadas las voluntades de los soldados por la gran fama que corria de su valor y hazañas, fácilmente se apoderó del reino. Hespero, desamparado de los suyos, fué forzado á recogerse á Italia, donde los de Toscana, movidos de compasion de su desastre y desman, en que cayera, no por culpa suya, sino por la ambicion y deslealtad de su hermano, primeramente le acogieron y hospedaron muy bien; despues, por la experiencia de su bondad y por la fama que corria de su virtud, le entregaron á su rey Corito, á quien otros tambien llaman Jano ó Júpiter, que era de muy tierna edad, para que fuese su ayo, y como tal le amaestrase en lo que saber le convenia; que fué una resolucion muy acertada y muy agradable para toda aquella provincia. No les salió vana su esperanza ni se engañaron en lo que se prometian de su bondad, como lo da á entender el nombre de Italia, mudado asimismo desde aquel tiempo, á ejemplo de España, en el de Hesperia, que tambien tiene, que fué prueba bastante de la aprobacion de Hespero. Llegaron las nuevas de todo esto á España. Atlas, con recelo que si este aplauso no se atajaba al principio cundiria el mal, y podria ser que, fortificado su hermano y pujante con el favor de la gente, primero le despojase del reino de Italia, y despues le pusiese en condicion lo de España, consultado el negocio con los suyos, acordó de hacer grandes levas de gente y con todo su poder pasar en Italia. Llevó. de España grande número de soldados, y entre ellos muchos de los principales españoles con voz y muestra de honrallos y ayudarse de sus fuerzas en aquella jornada; mas á la verdad pretendia tenellos consigo como en relienes y asegurar que en su ausencia no se levantasen algunos movimientos en la tierra con deseo de cosas nuevas y de sacudir de sí el yugo del imperio y señorío extraño. Hízose pues á la vela; pero como se levantasen recios témporales, corrió fortuna, derrolóse

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