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jetaron gran parte de aquella provincia; despues, por discordias que resultaron, que tal es la naturaleza del mandar, no sufre compañía, por no contentarse los vándalos con la parte de Africa que les señalaron y anhelar á cosas mayores conforme á la condicion de los hombres, llegaron á rompimiento. Pusieron cerco sobre Bona, do Bonifacio estaba y tambien san Agustin, obispo de aquella ciudad, bien conocido por su doctrina y santidad, que murió en aquel cerco. Hobo diversos encuentros, y finalmente los bárbaros forzaron aquella ciudad, mataron á Bonifacio, y con tanto se apoderaron de casi todo lo demás de Africa. Iban inficionados de la herejía arriana, puede ser que á causa de la comunicacion que en España tuvieron con los godos; de donde las iglesias africanas por esta ocasion padecieron grandes y largas miserias. Hombres sin número fueron muertos por la constancia y defensa de la verdadera y católica religion. Entre estos Arcadio, Probo, Pascasio y Eutiquio, que seguían la casa y corte de Genserico. Demás destos á un mozo llamado Paulillo, hermano de Pascasio y Eutiquio, vendieron por esclavo, con intento que la molestia del servicio bajo en que se empleaba le haria mudar de parecer. Fueron estos mártires de nacion españoles, y por cuanto se puede entender de Próspero sufrieron la muerte el año de 437. Con la partida de los vándalos el poder de los suevos comenzó á poner espanto á toda España. Tenian por rey á Hermenerico; y este muerto de una larga enfermedad año de 440, y de su reinado treinta y dos, Requila, su hijo, mozo de ingenio encendido y bravo, siguiendo las pisadas de su padre, cerca del rio Jenil se encontró con Ardeboto, enviado por el Emperador á España, vencióle en batalla y le mató. De la presa quedó rico de oro y plata y proveido para sufrir los gastos de la guerra. Despues desta victoria se enseñoreó de la Bética, en que domó los silingos y se apoderó de Sevilla, ciudad en aquel tiempo ni de la anchura ni hermosura que antiguamente tenia y ahora tiene, por causa de los daños que las guerras suelen acarrear. Tras esto dió la vuelta hácia la Lusitania, tomó á Mérida, con que lo restante de los alanos quedó del todo oprimido y llano. Para que los suevos se animasen y aventajasen en tanto grado, ayudó mucho hallarse á la sazon la tierra sin defensa, á causa que Sebastian, general que era de los romanos, se habia partido de España para acudir á las cosas de Africa, do murió á manos de los vándalos, segun que lo refiere Paulo, diácono. Con esto los suevos pasaron adelante, sujetaron la Carpetania, que es el reino de Toledo, y la provincia Cartaginense, si bien en breve se concertaron con los romanos y les tornaron estas dos provincias. Falleció Requila el año de nuestra salvacion de 448. Dejó por sucesor á su hijo Recciario; este fué el primero de los reyes suevos que recibió la fe de Cristo y fundó en España entre los suyos la verdadera religion. Esto cuanto á los suevos. Los godos con su rey Teodoredo, que fué pariente de Walia y su sucesor, poseian en España muy poca tierra, solamente lo que al presente es Cataluña; en la Gallia florecian en riquezas y gloria militar. Por esto, quebrada la confederacion que tenian puesta con los romanos y por estar acostumbrados á sembrar y trabar unas guerras de otras, comenzaron á poner espanto á todos. Los muchos hijos de Teodoredo aumen

taron su poder, que eran seis, es á saber: Turismundo, Teodorico, Eurico, Friderico, Riccinero, Himerico, dos hijas; la una casó con Hunerico, vándalo, hijo de Genserico, hombre impío y cruel, que maltrató de muchas maneras á los católicos en Africa, y á su mujer, cortadas las narices, envió á su padre sin ocasion basque intentaba de darle veneno y yerbus. La otra casó tante, solo por una sospecha liviana y falsa que le dió, con Recciario, rey de los suevos en España. Habian por este tiempo entrado en la Gallia los hunnos con su caudillo Atila, que vulgarmente llamaron Azote de Dios; y esto, movidos con el deseo de ensanchar el señorío ó inducidos por los romanos para enfrenar el poder yatrevimiento de los godos, ó lo que es mas verisímil, á persuasion de Genserico, vándalo, que temia las armas de los godos y la venganza de la maldad cometida contra su mujer, como está dicho. La gente de los hunnos dicen algunos que tenia su asiento dentro de los montes Rifeos. Marcellino los pone cerca del Océano y sobre la laguna Meotide. Eran hombres de aspecto feroz, en trato y comida groseros, tanto, que ni de fuego ni de guisados solian usar, sino de raíces y de carnes calentadas entre sus muslos; algunas veces sustentaban la vida con la sangre de sus caballos, ca les abrian para esto las venas y los sangraban. Dicese que en tiempo de Valente lo primero echaron los godos de sus antiguos asientos; despues, destruida la Armenia y otras provincias del oriente, se apoderaron de la una y de la otra Panonia y las quitaron á los godos; y como hicieron entradas en la Gallia y otros lugares comarcanos, dejaron por todas partes rastros de su natural fiereza. Al presente, con intento que llevaban de apoderarse de toda la Gallia, destruyeron, quemaron y asolaron la ciudad nobilísima de Rems, en que degollaron entre otros á Nicasio, obispo de aquella ciudad, varon tan santo, que cantaba con las postreras voces y medio muerto los himnos sagrados. Despues desto pusieron cerco sobre Orliens, cosa que forzó á los godos, á los francos y á los romanos á tratar de hacelles rostro. Para esto hicieron liga entre sí, y juntadas sus fuerzas, acudieron contra el comun enemigo. Teodoredo, rey de los godos, por miedo que aquel fuego no prendiese en la Guiena, fué el primero que con las armas acometió el peligro y forzó al enemigo que, alzado el cerco, se retirase á los campos Catalaunicos, que otros llaman Maroquios ó Mauricios, y están cercanos á Tolosa. Acudió Aecio, por Valentiniano, hecho maestro de la milicia, que era tanto como general. Los francos asimismo acudieron con su rey y caudillo Meroveo. Luego que las unas y las otras gentes estuvieron juntas ordenaron sus haces á guisa de pelear. Dióse á Teodoredo el gobierno de la mano derecha ; Aecio estuvo á la izquierda junto con los francos. Sanguibano, rey de los alanos, de aquellos que tenian su asiento en aquella parte de la Gallia do está Orliens fueron puestos en medio por no fiarse dellos y para que no pudiesen hacer traicion. Por el contrario Atila repartió sus huestes en esta forma. Puso á los reyes y á las demás naciones á los dos lados con gran número de gente extendida por aquellos anchísimos campos. Los ostrogodos, como los que entre los demás se señalaban en esfuerzo y valentía, se pusieron en el lado izquierdo contra los visogodos. El mismo Atila y los hunnos estuvieron en el escuadron de en medio

y cuerpo de la batalla. Eran hombres de vista espantosa y mas morenos y tostados que los demás. El lugar era cuesta abajo; parecia que los que primero se apoderasen de un collado que se empinaba allí cerca mejorarian mucho su partido. Los unos y los otros fueron allá con el mismo intento, pero previnieron los romanos. Atila, visto que por este inconveniente sus soldados se turbaron y temian de entrar en la pelea, les habló, segun se dice, en esta manera: «A los vencedores del mundo, domadores de las gentes no conviene encender y animar con palabras, ni aun á los cobardes dará esfuerzo este mi razonamiento. Los valientes soldados, cuales vos sois, se recrean y deleitan en la pelea, y el salir con la victoria les es cosa muy ordinaria y familiar. ¿Estáis por ventura olvidados de las Panonias, Mesias, Germanias, Gallias, sujetas y vencidas por vuestro esfuerzo y los escondrijos de la laguna Meotis, en que entraron vuestras armas? Armáos pues del ánimo que á vencedores conviene. Pudistes, sin poneros á trabajo, gozar del fruto de las victorias ganadas; mas por no poder vuestros animosos corazones sufrir la ociosidad, fuistes los primeros á mover la guerra. Esta muestra de mayor esfuerzo os sirva al presente de estímulo y aguijon. En este dia por vuestra valentía se conquistará el imperio del mundo. ¿Podrá por ventura, oh ínclitos soldados, aquel ejército juntado con toda diligencia de la avenida de varias gentes y aquella canalla sufrir vuestra vista, ojos y manos? Por la poca confianza que de su esfuerzo hacian intentaron mejorarse de lugar. Diréis que tienen en su ayuda á los visogodos, gente brava. Poco les importa ese socorro si vienen á vuestras manos. Que los romanos delicados y afemina dos con los deleites, como cortados los nervios, sin que ninguno les haga fuerza, volverán las espaldas. Acordãos pues de vuestra valentía, vestíos del coraje acostumbrado, mostrad vuestro esfuerzo, y si no pudiéredes salir con la victoria, lo que los dioses no permitan, con la muerte dad muestra del amor y lealtad que nos teneis. Los magnánimos en la muerte ganan honra, la victoria les acarrea contento y con él abundancia de todos los bienes. De mí no espereis solamente el gobierno, sino el ejemplo en el pelear. ¿Qué otro emperador os recebirá si no salis victoriosos? Qué reales, qué provincias? Principalmente que vuestra felicidad tiene irritadas todas las naciones por la envidia que os tienen muy grande.» Dicho esto, dióse la señal de pelear; acometieron los hunnos con grande ímpetu; recibiéronlos los contrarios no con menor esfuerzo, encendidos tambien ellos con las amonestaciones de sus capitanes. Júntanse los escuadrones, encruelécese la batalla, mueren ahora destos, ahora de aquellos, todos pelean, como el interés lo pedia, con singular denuedo y esfuerzo por el imperio del mundo. Era tanta la sangre de los muertos, que, segun se dice, un arroyo que allí corria salió por esta causa de madre. Perecieron en aquella sangrienta batalla ciento y ochenta mil hombres, muchedumbre que dió ocasion á forjar estas y otras mentiras. Al principio de la pelea murió el rey Teodoredo, por su mucha edad pisado y hollado de los suyos, dado que con grande ánimo peleó y acometió lo mas fuerte y apretado de los enemigos. Algunos dicen que le mató un ostrogodo llamado Andaje. Lo que á otros pusiera temor, á los suyos dió mayor coraje; ca

Turismundo y Teodorico, hijos del muerto, con un escuadron cerrado turbaron los enemigos, y con la ferocidad y cólera que les causaba el dolor rompieron y desbarataron los escuadrones contrarios. En conclusion, pusieron en huida al capitan enemigo, dado que ninguna cosa dejó él por hacer que perteneciese, ó á buen capitan, ó á valeroso soldado. Los hermanos pasaron hiriendo y matando muy adelante, tanto, que con la escuridad de la noche llegaron á la vuelta muy cerca de los reales de los enemigos y corrieron grande peligro; el mismo Turismundo fué derribado del caballo y herido en la cabeza, pero escapó por la ayuda y valentía de sus soldados. El enemigo, que en su pensamiento tenia tragada la redondez de la tierra y pensaba hacerse señor de todo, por no haber ganado la batalla, como vencido, se retiró á sus reales, determinado, si el peligro pasaba adelante, de tomar la muerte por sus manos y echarse en una hoguera que para este efecto mandó encender. Los carros con que estaban rodeados los reales le dieron la vida, y las tinieblas de la noche, cosa que él tenia considerada, y por esto comenzó la pelea despues de medio dia. Aecio no con menor miedo, hecho un valladar de caballos muertos y paveses, pasó toda la noche sin dejar las armas. Pero el siguiente dia, visto que el enemigo rehusaba la pelea, le cercó primero dentro de sus reales; despues como pudiese deshacerle sin dificultad le dejó salir de la Gallia y volverse á las Panonias. Muy gran parte de la alegría de la victoria y del regocijo se desminuyó, así con la huida de Atila como por el desastre y muerte del rey Teodoredo; dado que, así á los romanos como á los francos, se entendia era agradable que un rey tan poderoso faltase. Dicen que un adevino, consultado por Atila, le dijo que muerto el capitan de los enemigos alcanzaria la victoria. Así pensaban los hunnos que por una parte saldrian victoriosos y Aecio seria muerto en la batalla. Tales son los adevinos, gente engañosa y vana, tales sus pronósticos; nunca aciertan ó por maravilla; fuera de que, en casos semejantes, muchas cosas se fingen que nunca pasaron. En la vida escrita en griego de Isidoro, filósofo, se dice que por espacio de tres dias despues de la batalla se oyó estruendo de armas en el mismo lugar y grande alarido de los que peleaban, como si las almas, despues de apartadas de sus cuerpos con gran pertinacia perseveraran en la pelea. La grandeza desta batalla dió ocasion á estas y semejantes fábulas. Verdad es que cosa semejante á esta cuenta Mafeo al fin de su historia en el naufragio de Manuel de Sosa, cerca del cabo de Buena Esperanza; que de noche se oian cantos de los que en aquella tormenta finaron. Dióse esta batalla, segun Casiodoro, siendo cónsules Marciano Augusto y Clodio Adelfio el año que corria de Cristo de 451, y del reino de Teodoredo treinta y uno. Algunos sospechan que Recciario, rey de los suevos, se halló en esta jornada por el deudo que tenia con el rey godo. Lo mas cierto es que, acometido que hobo á los vascones, que perse❤ veraban en la obediencia de los romanos y moraban en aquella parte de España que al presente se llama Navarra, desde allí pasó á la Gallia con deseo de visitar á su suegro, y que, ayudado del socorro de los godos, dió la tala por todas partes á la provincia Cartaginense y á los Carpetanos. Ultimamente, hecho que hobo paz y tomado asiento con los romanos, se volvió á su tierra

y señorío que tenia de la Bética, la Lusitania y Galicia, y aspiraba á hacerse señor de lo demás de España.

CAPITULO IV.

De Turismundo y Teodorico.

Hechas las exequias de Teodoredo en los reales de los godos, Turismundo, luego que fué puesto en lugar de su padre, por consejo de Aecio y á su persuasion dejó de seguir á Atila y vengar aquella muerte, por parecer debia primero dar órden en las cosas del nuevo reino, y no dar lugar á sus hermanos, si por ventura lo pretendian, de innovar alguna cosa. Lo que de secreto con esto pretendió Aecio era que el poder de los godos, á la sazon muy grande, no destruyese el de los romanos. Verdad es que Turismundo, si bien siguió el consejo de Aecio, en breve luego que dió asiento en las cosas de su reino revolvió en busca de Atila; y antes que saliese de Francia, le venció en una batalla muy herida que se dieron cerca del rio Loire, donde el bárbaro pretendia sujetar cierta parte de los alanos, que hicieran asiento por aquellas comarcas. Esta nueva victoria fué muy señalada, y tanto, que el Hunno fué forzado desembarazar toda la Francia. Esta misma huida de Atila fué causa que Aecio perdiese la vida; porque como viniese nueva que, reforzadó de nuevas ⚫ gentes, revolvia sobre Dalmacia, Illirico y parte de Italia, el emperador Valentiniano, por entender que le pudieron deshacer del todo en los campos Cataláunicos, y que de industria le dejaron escapar por sus particulares, dió la muerte á Aecio, que le tenia por culpado en aquel caso; que fué año de nuestra salvacion de 454. En el mismo tiempo despues de Celestino y de Sixto, tercero deste nombre, gobernaba la Iglesia romana san Leon, verdaderamente grande por la excelencia de su sabiduría y de su elocuencia. Juntó con las demás excelentes virtudes de su ánimo una singular destreza en tratar con los príncipes, con que persuadió primero á Atila, hunno, que entrado en Italia iba sobre Roma, que volviese atrás, ca le salió al encuentro y le habló sobre el caso á los vados del rio Mincio. No mucho despues acabó con Genserico, vándalo, que no pusiese fuego á la ciudad de Roma, de que estaba para apoderarse, como lo hizo. Obedecieron los bárbaros á la virtud celestial; pero dejemos las cosas extranjeras. Toribio, obispo de Astorga, tuvo otro tiempo familiaridad con san Leon en Italia, do habia pasado y peregrinado por otras muchas provincias con deseo de saber ó por devocion que tenia. Por cartas de Toribio, ya que san Leon era pontífice, fué avisado que la secta de Priscilliano, tantas veces abatida, tornaba de nuevo á brotar, principalmente en Galicia, do esta peste se habia mas apoderado. Respondióle en una carta, en que le ordenó que para remediar este daño tuviese cuidado de juntar concilio de los obispos tarraconenses, cartaginenses, lusitanos y gallegos. Juntáronse los obispos, como les era mandado, en Celenis, pueblo de Galicia. Juntos que fueron, por sus votos condenaron la doctrina de Priscilliano, y puesta por escrito una fórmula de la verdadera fé, la enviaron á Balconio, prelado de Braga, que era superior de todas las iglesias por aquella comarca con derecho de metropolitano ó sea de primado. Desta fórmula se hace men

cion en el primer concilio Bracarense, y anda despues del primer concilio Toledano como parte suya y remiendo mal pegado, por yerro sin duda del que primero juntó los volúmenes de los concilios. Anda tambien un pedazo de una epístola de Toribio contra la secta priscilliana, dirigida á dos obispos de España. En ella, despues de saludarlos, dice dolerse que la concordia de la religion que tenian las demás iglesias se pervierta en su patria por culpa de los obispos, que no consideraban bastantemente cómo aquel mal tantas veces reprimido tornaba de nuevo á brotar. La vida que profesaba y el haberle sido encomendado este cargo, le ponia en necesidad de hablar, dado que en todo era el mas bajo. Los libros apócrifos que los herejes publicaban por divinos debian ser desechados, en particular los Actos del apóstol santo Tomás, en que se afirmaba que el dicho Santo acostumbraba á bautizar, no con agua, sino con aceite, sacramento que por autoridad de aquel libro recebian los maniqueos, y le reprobaba Priscilliano. Decia tambien que debian poner en la misma cuenta los Actos de san Andrés, fingidos ó corrompidos por los maniqueos; los Hechos otrosi y Vida de san Juan, compuestos por Luceyo, hombre perverso; la Memoria de los apóstoles, en que la ley vieja de todo punto se reprobaba, del cual libro constaba haberse aprovechado los maniqueos y priscillianistas para defensa de sus errores. Dice mas haber en particular peleado por escrito contra las locuras de aquel libro, pero esta disputa con el largo tiempo se ha perdido. El cuerpo de santo Toribio está enterrado en las Astúrias en San Martin de Liévana. En algunos pueblos asimismo se celebra su memoria como de santo á 16 del mes de abril, con fiesta propia que le hacen. Volvamos á Turismundo, al cual por imperar mas soberbia y cruelmente que hombres libres y feroces podian sufrir, hicieron dar la muerte sus dos hermanos Teodorico y Federico. Ejecutóla Ascalerno, muy privado suyo, en la cama en que estaba á causa de una enfermedad; le mató á hierro pasado un año del principio de su reinado. El año luego adelante, que fué de Cristo 455, á 18 de marzo, mató en Roma al emperador Valentiniano Trasila, soldado de Aecio, en venganza de la muerte que aquel Emperador diera á su capitan. Así se dijo; mas en hecho de verdad Máximo lo sobornó y persuadió tan grave maldad y traicion con intento que tenia de levantarse con el imperio, como lo hizo, y para conservalle con la majestad conveniente, procuró casarse y casó con Eudoxia, mujer de Valentiniano. Con la muerte de Valentiniano el imperio de occidente de todo punto cayó en tierra, porque nueve tiranos ó emperadores desgraciados, que por órden se siguieron adelante, en ninguna manera son tenidos por dignos de tal nombre. Por el mismo tiempo, por muerte de Teodosio el Menor, gobernaba las provincias de oriente el emperador Marciano, por cuya diligencia se juntó un Concilio de obispos en Calcedonia, doblado el número de padres que hobo en el concilio Niceno. Este concilio reprobó las locas opiniones que de Cristo Dioscoro y Eutiquete enseñaban. Habia comenzado á gobernar la gente y reino de los godos Teodorico con prudencia y modestia singular, escogido príncipe, si no afeara la religion con las opiniones de Arrio, y la bondad de la vida con la sangre que derra

mó, como queda dicho, de su hermano. Sidonio Apollinar, á quien Teodorico hizo conde, y despues en la Gallia fué obispo de Arverno, hoy Claramonte, en una carta que dirige á Agrícola, declara por menudo las virtudes de Teodorico, la gravedad y mesura de su rostro, sus fuerzas corporales, que no era dado á regalos, sino de todo punto varonil y soldado; la destreza en tirar el arco, la templanza en la comida y bebida, la costumbre que tenia despues de comer de aflojar con honestos juegos el ánimo apesgado y flechado con los cuidados del reino; y lo que es muy propio de los reyes, daba audiencia á los miserables con una paciencia singular. Añade que se deleitaba cenando con las burlas de los truhanes, pero sin que mordiesen á nadie. Estaba Avito acerca dél por embajador de Máximo Augusto, y dice Gregorio Turonense que era natural de Claramonte. A este Avito, sabida la muerte de su señor, persuadió el Rey que se apoderase del imperio de occidente, y para esto le ayudó con su autoridad y fuerzas. Concertaron los dos que en recompensa destas ayudas quedase por los godos todo lo que en España quitasen á los suevos, que se iban apoderando de las tierras de los romanos y aspiraban al imperio de toda España. Era menester buscar algun color honesto para hacerles guerra y para quebrantar los vínculos del deudo que tenian entre sí; parecióles ser lo mejor con una embajada amonestar á Recciario no se olvidase de la modestia ; que acometer sin alguna causa á los comarcanos, y sin haber recebido injuria dellos, seria despertar contra sí el odio público y envidia de las otras naciones; que los reinos con justicia se fundan, y por ambicion y crueldad se pierden; amenazaba que si no desistia, no podia faltar al imperio romano, que le habia obligado su fe, y del que tenia recebidos muchos beneficios. A esto Recciario, como hombre de soberbio corazon, á quien las victorias pasadas hinchaban y henchian de vanas esperanzas, respondió que en breve seria en Tolosa para probar de cuánta valentía era lä una y la otra gente y determinar aquel pleito por el trance de las armas. Con esta respuesta Teodorico, para prevenir y para todo lo que pudiese suceder, hizo juntas de los suyos, y llamó tambien socorro de los borgoñones y de los francos; pasó los montes Pirineos, y cerca del rio Urbico, que corre entre Iberia Astorga en Galicia, en una batalla muy trabada venció y puso en huida á su enemigo. Grande fué la matanza que de suevos se hizo en aquella batalla. El mismo Recciario salió herido, y no teniéndose por seguro en parte alguna de España, quiso en una nave pasar en Africa; pero la fuerza de la tormenta le echó á la ciudad de Portu por aquella parte que el rio Duero se mete en el mar. Allí por mandado del vencedor le mataron el año de 456, como lo dice Adon Vienense. Braga fué puesta á saco, pero sin sangre de los ciudadanos. La presa fué rica por estar, á lo que parece, en aquella ciudad la silla de los reyes suevos. Despues desta batalla puso Teodorico por gobernador de Galicia, que dejó sujeta, á Acliullo, del linaje de los varnos, no de la nobleza de los godos, y hombre de poca lealtad. Revolvió guerra contra la Lusitania, donde por amonestacion de santa Olalla, debajo de cuyo amparo estaban Mérida y sus cosas por ser ella su protectora, desistieron de saquear aquella ciudad. Hecho esto, Ceurila con parte

la

del ejército fué enviado contra la Bética; Nepociano y Nerico á Galicia contra Acliulfo, que, olvidado de la fe y de su deber, se habia apoderado de aquella provincia y hecho tirano. Teodorico, vuelto en Francia, é con deseo de descansar, ó por acudir á otras alteraciones, tomó las armas contra los romanos y contra Mayoriano, por ventura porque habian forzado á Avito que renunciase el imperio, como se dirá luego, y ya se dijo que el emperador Avito y el rey Teodorico eran amigos. Taló pues los campos de Francia y saqueó los pueblos y pasó armado hasta el rio Ródano; y como se apoderase de Leon, la puso á fuego y á sangre y la saqueó. Esto en Francia. En España el capitan Ceurila, como hobiese al improviso y antes que nadie imaginara llegado á la Bética, los naturales con embajadores que le enviaron le hicieron saber que ellos ponian á sí y á todas sus cosas en el poder de los godos; que no liabian consentido con los demás suevos ni conspirado contra los romanos; que estaban aparejados á dar rehenes y hacer lo que les fuese mandado, recebirlos en los pueblos, ayudarlos con trigo y con todas las demás cosas. Por esta manera sin sangre la Bética quedó sujeta al señorío de los godos. En Galicia se hacia la guerra con mayor porfía, y últimamente, en una batalla que se dió cerca de Lugo, Acliulfo, que se nombraba rey, á lo menos se habia apartado de la obediencia de los godos, fué preso y pagó con la cabeza. Los suevos enviaron á Teodorico hombres santos con los ornamentos de la iglesia y cosas sagradas para moverle mas, por cuya industria alcanzaron perdon para toda la provincia de Galicia, y no solamente el perdon que pedian, sino con increible grandeza de ánimo les otorgó que, recogiendo las reliquias del naufragio pasado, nombrasen de entre sí rey. Vinose á la eleccion, no se conformaron las voluntades, unos nombraron á Franta por rey, otros á Masdra; este por los suyos fué muerto á hierro dentro de dos años. Remismundo, su hijo y sucesor, año de nuestra salvacion de 460, conforme á la cuenta de Isidoro, corregidos los números conforme á la verdad, se concertó con Franta, y juntadas con él sus fuerzas, entró por la Lusitania metiéndola toda á fuego y á sangre; provincia que en aquella sazon habia vuelto al señorio de los romanos, si bien no se entiende la manera, el tiempo ni la causa en que esto se hizo; lo que se sabe es que Remismundo no la pudo del todo sujetar á su señorío. En Roma y en Italia Ricimer, nieto que era de Walia, rey de los godos, nacido de una su hija y de padre suevo de nacion, era en este tiempo maestro de la milicia romana, que era el mayor poder y cargo despues del emperador. Este hacia y deshacia emperadores en aquellos miserables tiempos; y con esto traia al retortero la república romana, porque Mecilio Avito, sucesor de Máximo, renunció el imperio y fué hecho obispo de Placencia en Italia. El que le forzó á hacer esto, que fué Julio Valerio Mayoriano, sucesor suyo, pasó en España, y sosegadas las alteraciones de aquella provincia, aprestó una armada en Cartagena con desco de deshacer á los vándalos en Africa. Pero todo este aparato se desvaneció como humo, porque parte de la armada quemaron los enemigos, parte tomaron por haber ellos tenido noticia de lo que el Emperador pretendia y tiempo para hacerle resistencia y daño. El mismo Mayoriano,

que pertenecian á aquel gobierno, punto de que tenemos muchas conjeturas y razones, si no concluyentes, á lo menos probables; pero volvamos á lo de Galicia.

CAPITULO V.

De la muerte del rey Teodorico y del rey Eurico.

afeado con la afrenta del mal suceso, si bien en la GaIlia restituyó al imperio todo lo que los godos usurparan, dado asiento en las cosas de aquella provincia y vuelto en Italia, perdió la libertad y la vida en Dertona cerca del rio Hira, á los 7 de agosto año de 461, todo por engaño y órden de Ricimer. Por su muerte Vibio Severo, partícipe en esta conjuracion, fué puesto en su lugar, ayudado por el mismo Ricimer. En aquella revuelta y confusion de cosas el rey Teodorico se tornó á apoderar de Narbona por entrega que della hizo Rabenio, á quien con grandes promesas él persuadió se apartase de la obediencia del emperador Severo. Hay en Nebrija un letrero deste tiempo en la misma delantera del templo sobre la puerta con estas palabras vueltas en romance:

ALEJANDRIA, CLARÍSIMA HEMBRA, VIVIÓ AÑOS VEINTE Y CINCO, POCOS MAS O MENOS: MURIÓ EN PAZ Á 10 de las kalendaS DE ENERO, ERA 503. Pkobo, su hijO, VIVIÓ DOS AÑOS Y UN MES.

Por las palabras latinas deste letrero, que es muy llano, se ve que la elegancia de la lengua latina habia ya en este tiempo degenerado mucho de lo antiguo. La alfa y la omega con la señal de la cruz, en aquella forma que se dijo arriba hizo Constantino Magno la bandera real, están puestas debajo deste letrero, conforme á la costumbre de aquel tiempo en razon de diferenciar los sepulcros de los cristianos de los demás. Gobernaba por el mismo tiempo la Iglesia romana Hilario, natural de Calari en Cerdeña, sucesor de Leon el Magno. Hay una carta de Ascanio, obispo de Tarragona, para Hilario, con ocasion de la cual y de un concilio de obispos que se juntaron para celebrar el dia en que nació el dicho pontífice, se trató en Roma cómo Nundinario, obispo de Barcelona, nombró por heredero de sus bienes y señaló por su sucesor á Ireneo, coadjutor suyo. Dicen que la voluntad y juicio del obispo fué aprobada por los votos de los principales y de los demás del pueblo. Movido deste ejemplo ó de su voluntad, hizo lo mismo Silvano, obispo de Calahorra, señalando sucesor, pero sin la voluntad del pueblo y consentimiento del metropolitano. Por tanto pedian que, aprobada la primera eleccion por autoridad de Hilario, la segunda se diese por ninguna. Respondió Hilario que por no poderse en manera alguna distinguir la causa de Barcelona de la de Calahorra y porque no pareciese se heredaba lo que por benignidad de Cristo se da conforme á los merecimientos de la vida de cada uno, que la una y la otra eleccion se tuviesen por de ningun efecto y se tornasen á hacer conforme á las costumbres y leyes legalmente. La data desta carta fué á 30 de diciembre, siendo cónsules Basilisco y Hermenerico, que fué áño de nuestra salvacion de 465. En esta carta Ascanio se llama metropolitano de la provincia Tarraconense. Tenia Tarragona por sufragáneas á Calahorra, Leon, Barcelona, Ciudad-Rodrigo, que antiguamente se llamó Mirobriga, dado que entre sí estaban muy apartadas, gumento claro que era superior de todas las iglesias que en España obedecian al imperio romano, y reconocian á la Iglesia romana por madre y cabeza de la religion cristiana, como lo es. Por ventura en España no se usaba en aquel tiempo el nombre de primado, sino que donde tenian el gobierno y la silla del imperio, aquella ciudad reconocian las demás ciudades é iglesias

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Los suevos en esta misma sazon andaban alterados á causa de nuevas guerras que entre ellos se levantaron. Fué así, que por votos de la una parcialidad de las dos que andaban entre aquella gente, en lugar de Franta, difunto, como queda dicho, fué puesto Frumario. Su competidor Remismundo, antes que el nuevo Rey cobrase fuerzas y se arraigase en el reino, pretendió apoderarse por fuerza de arinas de todo el señorío y nacion de los suevos; y salió con ello por causa que al mismo tiempo falleció acaso de su enfermedad Frumario, su contrario. Dado que Iria Flavia, ciudad sujeta á Remismundo, fué destruida por los contrarios, ca no quedaban del todo sosegados con la muerte de Frumario, su rey. Reducida con tanto la gente de los suevos debajo del imperio de uno, grandes levas de gentes se hicieron en toda aquella provincia, con que juntado un grueso ejército, Remismundo acometió la Lusitania, y despues de haberse por engaño apoderado de Coimbra, hizo lo mismo de la ciudad de Lisbona, por entrega que della le hizo Lucidio, ciudadano y gobernador de aquella ciudad. El poder de los romanos era menospreciado; temíanse las armas de los godos; por esto pareció á los suevos conveniente aplacar á Teodorico con una embajada con que le prometian de mantenerse en su fe y estar prestos para hacer lo que les fuese mandado. Dió orejas el Godo á esta embajada, y para mayor firmeza de la amistad tratóse que los reyes se confederasen con nuevo parentesco; y así, Remismundo casó con una hija de Teodorico, que con voluntad de su padre fué enviada á España, y en su compañía Salano, hombre principal, que tomó cuidado de llevarla. Iba tambien entre los demás Ayace, hombre francés, y que por ganar la gracia de su rey, dias antes se hiciera arriano. Todo esto iba enderezado á que por diligencia deste hombre los suevos se pervirtiesen y hiciesen arrianos; con que se prometian, quitada la diferencia de la religion, seria mas firme el asiento que tomaron. Hizo aquel hombre astuto lo que se pretendia. En efecto, la Reina procuró introducille en la gracia de Remismundo, y por aquel medio inficionar la gente de aquella mortal ponzoña. Salano, como celebradas las bodas se volviese á Francia, halló que Teodorico era muerto por engaño de Eurico su hermano, que fué año de nuestra salvacion de 467, el año trece despues que él con semejante alevosia dió la muerte á Turismundo, su hermano. El reino de los godos sin contradiccion quedó por Eurico en premio de aquella maldad. Era grande su ferocidad y brio; solo le ponia en cuidado el poder de los suevos. Temia que Remismundo vengaria por las armas la muerte del Rey, su suegro; deseabajuntamente quitar la Lusitania á los suevos, y echados los romanos de toda España, hacerse universal señor della, porque en aquella era estaba dividida en tres partes. La Galicia con parte de la Lusitania obedecia á los suevos, la Bética y Cataluña á los godos, debajo del imperio de los romanos permanecia la provincia Car

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