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taginense, los Carpetanos, reino de Toledo y casi todas las demás provincias de España. Eurico pues lo primero se concertó por medio de sus embajadores con el emperador Leon, que regia las provincias del oriente; becho esto, entró con un grueso ejército y discurrió hasta lo postrero de España, donde sin hallar contradiccion, por muchas partes maltrató y sujetó la provincia de Lusitania. Desde allí, antes de dar la vuelta, envió delante parte de su ejército para apoderarse de Pamplona y de Zaragoza, que perseveraban en la obediencia de los romanos. El tambien con lo mas fuerte del ejército movió la vuelta de la España citerior, y en ella despues de largo cerco se apoderó de Tarragona, ciudad que en España tenia muy grande autoridad, y la derribó por el suelo, enojado de que se pusieron en defensa y que el cerco hobiese durado mucho tiempo. Con esto despojó á los romanos de todo el señorío que tenian en España y del imperio que duró en ella casi setecientos años; y aun fuera de Galicia, que quedó por los suevos, todo lo demás de España por fuerza de armas se rindió á los godos. Esto en España. En la Gallia se ensancharon los términos del señorío de los godos con esta ocasion. Las cosas de Italia iban de caida á causa de las guerras civiles que andaban muy encendidas con grande y vergonzosa flaqueza del imperio romano, de manera que apenas ya ni por sus fuerzas ni con socorros de fuera se podian entretener; porque muerto el emperador Vivio Severo, Flavio Antemio tuvo por algun tiempo el imperio de occidente, sustentado con las fuerzas y maňas de Ricimer, patricio, que sacó del barato para sí por mujer una bija del nuevo emperador, bien que la amistad no duró mucho, ni podia ser seguro tan gran poder de hombre particular; y es cosa forzosa que perezca ó que haga perecer el que pone miedo al príncipe, como acaeció entonces. Resultaron diferencias entre el suegro y el yerno; vinieron á las armas, y Ricimer se apoderó de la ciudad de Roma y la saqueó, dió otrosí la muerte al emperador Antemio. Con esto un senador llamado Olibrio sucedió en el imperio. El mismo Ricimer pocos dias despues murió atormentado de gravísimos dolores. El vulgo entendia que era venganza del cielo por haber menospreciado poco antes el derecho de afinidad tan estrecha y haber maltratado aquella ciudad. Muerto poco despues Olibrio, siguióle Glicerio, en ninguna cosa mas afortunado que su predecesor, porque Julio Nepote, á quien Leon, emperador de oriente, diera el imperio de occidente, le forzó á renunciarle, y le envió á Salonia, ciudad de Esclavonia, para que allí fuese obispo de aquella ciudad á propósito que no le escarneciesen y maltratasen, si quedase en Italia despojado del mando como hombre particular, y para que con aquella dignidad se sustentase y pasase por el agravio que le hacian; dado que parece vino de su voluntad en ello, pues poco despues fué aquella ciudad acogida del mismo Nepote, cuando asimismo le echó de la silla imperial Momillo Augusto. Orestes, maestro que era de la milicia romana despues de Ricimer, y padre deste Momillo, quitó el imperio á Nepote, y en él puso á este su hijo, lo cual sucedió á 31 de octubre año de 475. Vulgarmente á este nuevo emperador llamaron Augustulo por via de escarnio y porque en él se acabó de todo punto el imperio de occidente, que otro del mismo nombre, es á saber, Octavio Augusto, habia fun

dado á lo que parecia para siempre y para que fuese perpetuo. Desta manera trueca y revuelve la fortuna, ó fuerza mas alta, las cosas humanas. Caen las ciudades y los imperios, yérmanse los pueblos y las provincias se asuelan; que es todo consideracion muy á propósito para conhortarse cada cual y llevar en paciencia sus trabajos. Ciudades y reinos muy nobles yacen por tierra caidos como cuerpos muertos; y nos, cuyas vidas estrechó la naturaleza dentro de pequeños términos, si alguno de los nuestros muere & harémos extremo sentimiento? Razon es sin duda y muy justo nos acordemos que somos hombres, y no nos queramos atribuir la inmortalidad de los que están en el cielo. Imperó Augustulo nueve meses y veinte y cuatro dias. Odoacre, hombre bárbaro, rey de los herulos, habiéndole quitado el imperio, se apoderó de Italia y de Roma, y tuvo aquel imperio por mas de diez y seis años. Este fué el fin del imperio de occidente, estos los emperadores postreros y desgraciados que aquí habemos juntado como las heces que fueron del imperio romano y de su majestad. Volvamos atrás y contemos algunas cosas que en su tiempo acontecieron. Eurico, rey de los visogodos, despues de haber domado á España, acometió las tierras de la Gallia. Añadióse este nuevo mal á los demás con que las provincias todas eran trabajadas. La deslealtad,que en aquel tiempo mas que en otro se usaba, fué la principal causa destos daños. Fué así, que Arbando primero y despues Seronato, que eran en la Gallia gobernadores por los romanos, persuadieron á este Rey que se apoderase de las provincias del imperio, pues le seria cosa fácil en tiempos tan revueltos. Juntóse con esto que á Genserico, vándalo, venció en una batalla naval cerca de Sicilia Basilisco, capitan famaso del emperador Leon. Con esta pérdida maltratado el Vándalo, se volvió en Africa, y por miedo que tenia de mayor daño, donde movió por sus embajadores á la una y á la otra gente de los godos, ostrogodos y visogodos contra los romanos, con grandes esperanzas que les puso delante y partidos aventajados. Estas fueron las causas de la guerra que se hizo en Francia. Arvando y Seronato, descubierta la traicion y convencidos en juicio, pagaron con las cabezas. El intento de Genserico tuvo mejor suceso, porque Teodemiro, rey de los ostrogodos en Panonia, recobrado que hobo su hijo Teodorico, que largo tiempo estuvo en Constantinopla en rehenes, y el cielo le tenia aparejado el imperio de Italia, dió cuidado á Vindemiro su hermano para que hiciese guerra á Italia, que de sí misma iba á caerse y estaba para perderse. Pero este, vencido por los dones que Glicerio Augusto le dió en el tiempo que tuvo el imperio, dejada Italia, se pasó en la Gallia, y juntó sus fuerzas con Eurico, que con gran espanto y daño de aquella provincia comenzaba á talar los campos y meter á fuego y á sangre las villas y lugares. Fué esta junta de grande efecto, y dado que Epifanio, obispo de Pavía, varon en aquel tiempo de grande autoridad, enviado por Nepote Augusto, trató de sosegar estas gentes, no hizo algun efecto; antes partido él, los de Rodes, de Cahors, de Limoges, los gabalitanos quedaron sujetos por las armas de los godos. Arverno otrosí, ciudad de la primera Aquitania, que hoy llaman Claramonte, no léjos de aquel collado donde la antigua Gergovia de César estuvo situada, forzosamente se hobo de entregar por es

destas cosas por haberlas dejado los historiadores de contar. Reinó Eurico por espacio de diez y siete años. Falleció en Arles de su enfermedad el año de nuestra salvacion de 483. En este mismo año Simplicio, pontífice romano y sucesor de Hilario, pasó desta vida á olra mejor. Hállase una carta de Simplicio para Zenon, obispo de Sevilla, do se ponen estas palabras: «Por relacion de muchos hemos sabido que tu caridad con el favor del Espíritu Santo así gobiernas tu Iglesia, que con la ayuda de Dios no siente los daños del naufragio. Por tanto gloriándonos con tales nuevas, nos pareció conveniente de hacerte vicario de nuestra silla, con cuya autoridad y vigor esforzado no permitas en alguna manera que se traspasen los decretos del amaestramiento apostólico ni los términos de los santos padres. Porque justa cosa es que sea remunerado con honra aquel por cuyo medio en esas regiones se sabe crece el culto divino. » Destos principios, como quier que los romanos pontífices en adelante acostumbrasen á hacer sus vicarios á los obispos de Sevilla, les nació aquella autoridad que algunas veces tuvieron sobre las demás iglesias de España, junto con que aun por este tiempo la iglesia de Toledo no tenia el derecho y autoridad de primado. A Simplicio sucedió Félix, cuya carta asimismo se ve para el mismo Zenon, en que no hay cosa alguna que digna de memoria sea.

tar cansados los ciudadanos de un cerco que sobre ella tuvieron muy largo. Hacian resistencia á los godos y á sus intentos por una parte el obispo de aquella ciudad, llamado Sidonio, con sus fervientes oraciones y vida muy santa, por otra el conde Ecdició con su valor y con las armas, hijo que era de Avito, uno de los emperadores ya contados. Pero las orejas de los santos y del cielo estaban sordas para oir las plegarias de aquel pueblo, y los muros de la ciudad por la mayor parte echados por tierra y allanados. Por esta causa Ecdicio se resolvió de huir. Llamóle el emperador Nepote y hízole patricio, que á la sazon era nombre de grande dignidad, premio debido á su virtud, si bien tuvo poca dicha en defender la ciudad. En lo que mas se señaló este nobilísimo varon fué en la liberalidad con los pobres en un tiempo que corrió de una hambre y carestia muy grande, mayormente en la Borgoña. Acudió á tan grave necesidad Ecdicio con sus tesoros y con sus riquezas. Envió su gente con jumentos y carros para que le trajesen todos los pobres que hallasen. Juntaron como cuatro mil dellos, hombres y mujeres y niños; á estos todos dió en su casa el sustento necesario por todo el tiempo que duré aquel azote y trabajo; y despues por el mismo órden los hizo volver á sus casas y á sus tierras. Partidos los pobres, dice Gregorio Turonense que sc oyó una voz del cielo, que dijo: «Ecdicio, Ecdicio, porque hiciste esto, y obedeciste á mi voz, y sustentando á los pobres, hartaste mi hambre, ni á tí ni á tus descendientes para siempre faltará pan. » Para hacer rostro á los godos, que se iban apoderando de gran parte de la Gallia, el emperador Nepote despachó á Oreste, maestro de su milicia, con bastante número de gente. Era este capitan godo de nacion; y conforme á la poca lealtad que en aquel tiempo se usaba, dejada aquella empresa, revolvió con sus fuerzas contra su mismo señor y emperador sin parar hasta despojarle del imperio y poner en su lugar á su hijo, que, como queda dicho, se llamó Augustulo. Con la vuelta de Orestes no quedó en la Gallia quien hiciese resistencia á los godos; así extendian sin contradiccion en aquella provincia los términos de su imperio. Apoderáronse de Marsella y de otras ciudades por toda aquella comarca, cuyos campos riega el caudaloso rio Ródano con sus aguas. Finalmente, Eurico puso la silla de su reino en Arles, y soberbio y arrogante con tantas victorias, como si le faltaran de todo punto los enemigos, revolvió su furia contra la religion católica, como príncipe arriano, que era muy aficionado á aquella mala secta. Para mejor salir con lo que pretendia, que era deshacer los católicos, echaba los obispos de sus iglesias sin poner otros en su lugar. Los demás sacerdotes y clero, por no tener quien los acaudillase, se derramaban por diversas partes y se reducian á muy pequeño número. Desamparaban los templos, que en parte se caian, en otros nacian yerbas y matas y todo género de maleza en tanto grado, que las mismas bestias y ganados se entraban dentro á pacer, sin que la santidad de aquellos lugares fuese parte para reparar este daño por estar las puertas caidas y la entrada libre para todos, así hombres como brutos, si ya no era que los matorrales y zarzales en algunos templos eran tan grandes que no dejaban entrar á nadie. Sidonio Apollinar en muchas cartas llora la calamidad de tiempos tan miserables; dél se ha de tomar la razon

CAPITULO VI.

Del reino de Alarico.

Hechas las exequias de Eurico, los principales, á los cuales el padre estando á la muerte mucho les encomendó á Alarico, su hijo, y á él dió muy buenos consejos, le declararon por sucesor de su padre. En tiempo deste rey las cosas de los visogodos estuvieron pacíficas en España. La Gallia, por estar dividida en muchos señoríos de godos, francos y borgoñones, no podia sosegar largo tiempo. Teodorico en Italia, con consentimiento del emperador Zenon, que sucedió á Leon, fundó el reino de los ostrogodos, ca venció y mató al rey Odoacre año de nuestra salvacion de 493. El origen de los ostrogodos y su principio se ha de tomar del tiempo de Radagaiso, el cual como fuese deshecho en Fiesoli por las gentes de Honorio y por el esfuerzo de Stilicon, los que quedaron de aquel ejército destrozado de ostrogodos, pasados varios trances, juntaron sus fuerzas con los hunnos, y en la batalla Cataláunica estuvieron de parte de Atila, como queda arriba dicho. Despues, como tuviesen por mejor aseutar á sueldo del imperio romano que servir á los otros bárbaros, el emperador Marciano les dió tierras en Panonia donde morasen. Poco despues vino á ser rey de aquella gente Teodomiro, cuyo hijo fuera de matrimonio habido en una mujer llamada Eurelieva, por nombre Teodorico, de edad de siete años, envió su padre por rehenes al Emperador Leon. Era mucha su gracia; por esto y con la buena crianza y su ingenio se hizo muy amable al emperador, tanto, que llegado á mayor edad le dió licencia para volverse á su patria. Despues de la muerte del padre como hecho rey volviese á visitar al emperador Zenon en el mismo tiempo que Odoacre Herulo acometió el imperio de Italia, alcanzó dél fácilmente licencia de pasar contra aquel Rey, y vencidos y destruidos los

enemigos, se llamó rey de Italia. Sujetó otrosí á Roma, como manifiestamente se entiende por las cartas que Casiodoro, su secretario, escribió en nombre del mismo rey. Para cobrar fuerzas y arraigarse muy de propósito en el nuevo reino que conquistara acordó ayudarse de todas partes, y en particular emparentar con los francos, borgoñones y visogodos, príncipes y naciones en aquel tiempo de grande poder y fama. Con este intento él mismo casó con Audefleda, hermana de Clodoveo, rey de los francos, que ya en aquella sazon era cristiano. De dos hijas suyas, habidas en una mujer soltera, la una, llamada Ostrogoda, dió por mujer á Alarico, rey de los visogodos; la otra, llamada Teudicoda, á Gundibaldo, rey de los borgoñones. Por esta forma y con estos casamientos se hizo como juez y cabeza de todo el occidente; y como tal procuró concertar cierta diferencia que resultó entre los visogodos y los francos con cartas y mensajeros que despachó á los unos y á los otros, en que con los ruegos mezclaba amenazas si no venian en lo que era razon. Los francos, por el amor que tenian á la religion católica, que poco antes abrazaran, aborrecian á los visogodos como gente inficionada de la secta arriana. Demás desto, llevaban mal que todos los desterrados y enemigos de los francos hallasen segura acogida en el reino de Alarico. Quejábase otrosí Clodoveo que Alarico en cierta habla que tuvieron concertada trató de armarle cierta zalagarda para quitalle la vida, lo cual decia saber muy cierto. La verdad era que dos reinos comarcanos como estos no podian estar mucho tiempo sosegados ni faltar ocasiones de desabrimientos. Destos principios se temia alguna grave guerra y que se encenderia algun gran fuego entre aquellas dos gentes ferocísimas. El rey ostrogodo, avisado de lo que pasaba, primero por la fama, y despues por diversos mensajeros que le vinieron, y recelándose de los daños que podrian resultar, despachó á cada uno de los dos su embajada con sendas cartas que les escribió muy prudentes y graves para sosegarlos y concertar aquellas diferencias. Avisóles que recebia el mayor pesar que podia ser viendo que dos tan amigos suyos se armaban el uno contra el otro y aun se despeñaban en su perdicion, desórden de que sus enemigos se alegraban por verlos encendidos en odios tan grandes; que por el mismo caso que cada uno buscaba la destruicion del otro resultaba el peligro, no solo de su vida, sino tambien de sus súbditos, que ordinariamente lastan los desatinos de sus reyes; los reinos se fundan con prudencia y modestia, la desenfrenada locura los deshace y consume; las guerras que fácilmente se emprenden muchas veces se rematan en triste y miserable fin; que le parecia cosa justa antes de venir á las manos intentasen algun camino y manera de concertarse, pues los ánimos que hasta entonces por cosas de poco momento estaban entre sí irritados, con facilidad se apaciguarian y ternian concordia; pero si el odio pasaba adelante y con muestras mas graves perdian del todo la amistad, no quedaria esperanza de concordarlos hasta tanto que, consumidas y deshechas las riquezas y fuerzas, el uno de los dos reinos que en gran manera florecian de todo punto quedase asolado; que temia, á causa del parentesco que con ambos tenia, resultaria en él el afrenta é infamia de entrambas partes de cualquier manera que el nego

cio sucediese; que si á Alarico no enfrenaba el respeto de padre, ni á Clodoveo reprimia el amor de hermano, él como á hijo amenazaba al uno, y al otro apercebia que tendria por enemigo aquel que mostrase mayor odio y aversion á la paz, no obedeciendo á los consejos y amonestaciones de un pecho amicísimo y de un tan cercano pariente. Alarico mas fácilmente daba oidos á estas amonestaciones. Clodoveo, por ser hombre mas feroz, desechaba cualquier condicion de paz. Dió pues esta soberbia respuesta: que él no tenia otro ánimo con Alarico del que era justo y él gustaba; que él fué el primero agraviado y ofendido, junto con que demás de dar acogida á sus enemigos en sus tierras, le habia denunciado la guerra; que el derecho de naturaleza y la majestad real pedian no diese lugar á estas demasías, sino que se defendiese y desagraviase; concluia con decir que convidando él con la paz, y el enemigo presentando la guerra, deseaba le hobiera dado la naturaleza dos manos derechas, la una para contraponerla á Alarico, y dar la otra desarmada al mismo Teodorico. Esta respuesta de tanta resolucion hizo que el Ostrogodo quedase mas inclinado á Alarico. Escribió cartas á todos los demás reyes, cuyas copias hoy andan, en que reprehende la soberbia y orgullo del francés, cárgale que confiaba en sus fuerzas y en su fiereza, que era la causa de tener las orejas cerradas á la razon y justicia; amonesta que todos acudan á aquel peligro y atajar aquel daño, que podria resultar en perjuicio de todos; despachasen sus embajadas á amenazar á Clodoveo y apartalle de aquel mal propósito; que la conservacion del estado de cada uno en particular dependia de la comun providencia y amistad que todos entre sí debian tener y de contrapesar las fuerzas de los príncipes por esta forma. No aprovechó ni la diligencia del rey Teodorico ni su autoridad para que la guerra no pasase adelante y viniesen á las manos. Marcharon el uno contra el otro. Juntáronse las dos huestes enemigas en los campos Vogladenses, tierra de Potiers. No se reconocian ventaja los unos á los otros ni en los ánimos ni en las armas ni en el arte militar, ni en el vigor y fuerzas de los cuerpos. Luego pues que llegaron los unos y los otros á vista, ordenaron sus haces en guisa de pelear. Fué la batalla muy reñida y dudosa, igual el peligro, no menor la esperanza. Alarico no dejó por intentar cosa alguna y las que se podian esperar de un valeroso capitan, porque como cargasen los enemigos con grande ímpetu, y los godos por todas partes fuesen destrozados y muertos, y los demás por salvar las vidas volviesen las espaldas, él con ánimo muy grande acudia á todas partes, á los temerosos esforzaba, levantaba los caidos, do era la mayor carga y do quiera que se mostraba alguna esperanza, allí ayudaba con obras y con palabras. Señalábase entre todos los suyos por el caballo en que iba y sus armas resplandecientes y sobrevistas reales. Decia á sus soldados que no en la ligereza de los piés sino en las manos y su valor debian poner la esperanza; que en aquel trance lo mas peligroso era lo mas seguro, y la firme resolucion muy poderosa arma en la necesidad; grande afrenta que los vencedores de tautas naciones se dejasen vencer de aquella gente. Suele el temor ser mas poderoso que la vergüenza; así los soldados no recebian las palabras ni daban oidos á las amonestaciones de Alarico. Vuelven

CAPITULO VII.

De los reyes Gesaleico, Teodorico y Amalarico,

todos las espaldas. Quedaba de los postreros Alarico; y visto que no podia mas, pretendia tambien salvarse, cuando Clodoveo, que peleaba en el primer escuadron, se fué para él, y de un encuentro y bote de lanza le arrancó del caballo. Procuraba Alarico levantarse, pero acudió un peon francés que le quitó la vida. Por el contrario, dos caballeros godos, movidos del deseo de vengar á su rey, por el un lado y por el otro, puestas en el ristre sus lanzas, se fueron para el rey francés. Valióle una buena loriga que llevaba y un valiente mancebo llamado Clodorico, que acudió á favorecerle. Muerto Alarico, los godos que escaparon de la matanza se derramaron por las ciudades comarcanas, sin que quedase escuadron alguno de consideracion para hacer rostro á los francos. Con esto la ciudad de Angulema, que se tenia antes por los godos, despues desta rota tan grande vino en poder de los francos, mayormente que una parte de los muros por su vejez de repente se cayó y allanó por tierra. Los godos que no se hallaron en esta batalla se apellidaron de nuevo y se atrevieron á probar ventura en la comarca de Burdeos; el suceso fué el que antes; la matanza que dellos se hizo tan grande, que desde aquel tiempo el lugar en que se dió la batalla tomó nuevo apellido, ca vulgarmente se llamó el Campo Arriano por causa de la religion que los godos seguian. En prosecucion destas dos victorias tan señaladas se rindieron á los vencedores muchos pueblos de la Francia, como Burdeos, los Vesates, los de Cahors, los de Rodes, por conclusion los de Alvernia, cuyo capitan y caudillo llamado Apollinar, deudo que era de Sidonio, obispo de Alvernia, murió en la batalla, por donde quedaron alterados y amedrentados. Hasta la misma ciudad de Tolosa se rendió, do estaba la casa real y silla de los godos, de suerte que apenas en toda Francia les quedó cosa alguna que no viniese en poder de los francos. Halláronse en los tesoros y recámara de los reyes godos los vasos y los demás instrumentos de los sacrificios del templo de Jerusalem, de que Alarico, primero de aquel nombre, rey de aquella nacion, se apoderó cuando entró y saqueó á Roma, y dél vinieron á poder de sus sucesores, y al presente al de Clodoveo; fueron tomados en los reales vogladenses ó en Tolosa, que en esto los autores son varios; y aun no falta quien diga que estos vasos estaban en Carcasona, y como quier que por este respeto la tuviesen cercada los francos, sobrevinieron en su ayuda los ostrogodos, que la libraron. Murió Alarico año de nuestra salvacion de 506. El imperio y señorío que su padre le dejó asaz próspero, él le continuó con engaños y crueldad por espacio de veinte y tres años, que fué el tiempo que reinó; por esta causa se compadeció poco la gente de su desastre, antes pensaban y decian que le tenia merecido. Si bien fué el primero de los reyes godos que estableció y promulgó leyes por escrito, recopiló en suma y publicó el Código de Teodosio á 3 de febrero del mismo año que fué muerto. Porque antes dél en paz y en guerra acostumbraban á gobernarse los godos á fuer de otras naciones bárbaras por las costumbres y usanzas de sus mayores y antepasados. A las leyes de Alarico los reyes siguientes añadieron otras muchas, y de todas se forjó el volúmen que vulgarmente los españoles llamamos el Fuero Juzgo, de que tornarémos á hablar otra vez en lugar mas á próposito.

Tenia Alarico en su mujer Teudicoda, que poco antes falleció, á Amalarico, y en una mujer soltera á Gesaleico. Los principales de los godos por la poca edad de Amalarico, que era de cinco años solamente, dieron sus votos y hicieron rey á Gesaleico. Llevó mal el Ostrogodo que por respeto ninguno dejasen á su nieto y le despojasen del reino de su padre. Era señor de Italia, de Sicilia, de las Islas vecinas á Italia, del Illirico y Dalmacia, y juntamente entretenia á su sueldo ejércitos muy ejercitados en las armas. Envió ochenta mil combatientes á la Gallia debajo la conducta de Ilba, conde de los gépidas, con intento así bien de reprimir el orgullo de los francos, soberbios por la victoria ganada, y con esto sustentar el reino de los visogodos, que estaba á punto de perderse, como de restituir á su nieto en el reino de aquella gente, que injustamente le quitaran. Gesaleico, medroso de tan grande aparato y porque Gundebaldo, rey de Borgoña, que como suele acontecer acudió á la presa, estaba apoderado de la ciudad de Narbona, como quier que no se tuviese por seguro en alguna parte de Francia, se recogió á Barcelona. Era hombre cobarde y inclinado á crueldad, pues con sus manos dentro de la casa real en aquella ciudad dió la muerte á Goerico, hombre principal, pasion ordinaria de los hombres cobardes y medrosos que pongan toda su esperanza y seguridad en la muerte de los hombres excelentes y poderosos y en la maldad. Ilba, llegado en la Gallia y ayudado por los que quedaban de visogodos, ganó la victoria del enemigo, ca venció á los franceses. Murieron en la batalla veinte mil francos; con esto los ostrogodos se apoderaron de la Proenza como en premio de su trabajo. La Aquitania, que es Guiena, tornó á poder de los visogodos. Los ostrogodos, demás de lo dicho, se apoderaron de Narbona, que quitaron al de Borgoña, y aun trataban de pasar los montes Pirineos. Gesaleico por esta causa, perdida la esperanza de sus cosas y desconfiado de las voluntades de los soldados por saber muy bien el odio que muchos le tenian por su cobardía y crueldad, pasó en Africa. Trasimundo, rey de los vándalos, dado que estaba casado con hermana de Teodorico, quier por compasion de aquel hombre ahuyentado, quier por llevar mal que el poder de Teodorico, que de tiempo atrás se hacia temer, se aumentase con la junta de aquel nuevo reino, le recibió benignamente y ayudó con dinero, como se entiende por las cartas de Teodorico, en que se queja de la injuria que en esto el Vándalo le hacia. Con esta ayuda le tornó á enviar á la Gallia, donde despues de estar escondido un año, juntado con el dinero africano un ejército, se atrevió á probar el trance de la batalla, que se dió á doce millas de Barcelona. Quedó vencido en ella por Ilba, volvió en la Gallia huyendo, y en breve murió de enfermedad causada por la pesadumbre que recibió de sucederle las cosas tan mal, que fué el cuarto año de su reinado y de nuestra salvacion de 510. Con la muerte de Gesaleico se excusaron grandes alteraciones, y comenzó el antiguo resplandor á renovarse en el reino de los godos. En Talavera, en tiempo de nuestros padres, se

halló un sepulcro de mármol blanco con este letrero vuelto de latin en romance:

LITORIO, SIERVO DE DIOS, VIVIÓ años setenta Y CINCO, POCO MAS Á MENOS : Reposó en paz á 23 de junio, ERA 548.

Debajo del letrero estaba y está hoy una cruz con alfa y omega para muestra de que el enterrado allí seguia la religion cristiana. Deste Litorio hace mencion Máximo, cesaraugustano; dice que murió en Ebura de los carpetanos, año 509. Ebura es Talavera. Muerto Gesaleico, quien haya sido puesto en su lugar no concuerdan los autores; los mas afirman que el mismo Teodorico, ostrogodo, se llamó de allí adelante rey de los visogodos. Conforma con esto que los concilios de los obispos que por este tiempo se tuvieron en España ponen al principio el nombre de Teodorico y tambien el año de su reinado. Otros son de parecer que á Gesaleico sucedió Amalarico, y que Teodorico solamente fué tutor y gobernador en lugar de su nieto. Desto por gobernar el reino á su voluntad y estar apoderado de todas las rentas reales de España para mantener las compañías de guarnicion, así de visogodos como de ostrogodos que tenia, procedió la opinion que hace rey á Teodorico. Nosotros no queremos interponer nuestro parecer en este caso; el lector por sí lo podrá determinar, consideradas las razones que por la una y por la otra parte militan. Lo que escritores españoles afirman, sin testimonio de algun escritor forastero, no nos contenta, es á saber, que Teodorico vino en España; porque ¿cómo se puede creer que Casiodoro y otros que escribieron por menudo las cosas de Teodorico hayan pasado en silencio jornada tan memorable? Mucho mas se debe contar entre las consejas de las viejas, dado que don Lúcas de Tuy lo atestigua, haberse casado en Toledo con mujer de la antigua sangre de los españoles, y que vencido por sus ruegos los restituyó en su antigua libertad. Demás desto, añaden que deste casamiento nació Severiano, padre de san Leandro y san Isidoro, dichos que ni concuerdan con la verdad ni vienen bien con la razon de los tiempos. Lo que se averigua es que Teudio, ó como otros dicen Teudis, que fué antes paje de lanza de Teodorico, al presente por beneficio del mismo se encargó de gobernar la tierna edad de aquel mozo y sostener el peso del reino y de todo el gobierno, escalon por donde vino despues á ser rey. Fuera desto, Eutarico, mozo de la real sangre de los Amalos, fué desde España llamado por Teodorico con esperanza de heredar el reino de Italia, por casarle, como le casó, con su hija Amalasiunta. Era Eutarico ostrogodo de nacion, y hallóse en la batalla de Cataláunica; su abuelo fué Veremundo, hijo de Turismundo, de la sangre y alcuña de los Amalos; Turismundo desde Escitia vino á España, siendo rey Teodorico, sucesor de Walia; deste fué hijo Witerico, y nieto Eutarico. Luego que llegó á Italia, Teodorico demás de su nobleza agradóse de su ingenio y condicion, y así le escogió por yerno. Las bodas se celebraron con aderezos y fiestas reales el año de 515, el cual año pasado, siendo cónsules Teodorico y Pedro, en España se tuvo un concilio en Tarragona á 6 de noviembre. En este Concilio se halla la primera vez hecha mencion de monjes entre las memorias de España. Mandóse que la fiesta del domingo, á fuer y á la manera de los hebreos, se comenzase des

de el sábado en la tarde. De aquí procedió la costumbre de los españoles que comunmente tienen la noche del sábado por parte de fiesta y la huelgan. Firmaron en el Concilio Hector, metropolitano cartaginense, que, aunque trasladada aquella dignidad á Toledo, como de suso se dijo, todavía aquellos obispos continuaban aquel título, y antes dél firmó Juan, tarraconense, y Paulo, emporitano. El año que se siguió luego despues, que fué el de 517 del nacimiento de Cristo, se celebró el concilio Gerundense en Girona. En él, conforme á la costumbre de Francia, donde Mamerco, obispo de Viena, porque rabiaban los lobos, para aplacar á Dios inventó las ledanias, ordenaron los padres que en España se hiciese lo mismo despues de Pentecostes, Pascua de Espíritu Sar to y tambien el mes de noviembre. Asimismo Hormisda, pontífice, por estos tiempos gobernaba la Iglesia romana; escribió así en particular á Juan, obispo, conviene á saber tarraconense, presidente en estos dos concilios, como tambien en comun á todos los obispos de España, una carta en que manda que en la metrópoli por lo menos cada año se hagan concilios de obispos ; ca los antiguos estaban muy persuadidos que consistia la salud de las iglesias en esto, por ser muy á propósito para apretar la severidad de la disciplina, que por culpa de los hombres se suele muchas veces aflojar. Hay demás desto carta de Hormisda para Salustio, obispo de Sevilla, en que le hace su vicario para concertar las diferencias que resultaban entre los obispos de la España citerior, sin perjudicar por tanto á los privilegios y derechos de los metropolitanos. Por esta causa y porque Amalarico puso la silla real y por la mayor parte residió en Sevilla, los obispos de aquella ciudad alcanzaron autoridad, que competia con la de los primados, como queda ya apuntado. Muerto Hormisda, en tiempo de su sucesor, que fué Juan, el primero de aquel nombre, que eligieron á 12 de agosto del año de 523, se tuvieron en España dos concilios de obispos, el uno en Lérida y el otro en Valencia, en que no hay otra cosa digna de memoria sino que en el de Lérida se hace mencion de abad y de arcediano. Algunos piensan se celebró en este tiempo el concilio de Zaragoza, que anda vulgarmente en los libros de los concilios, sin que haya para ello ni argumento que convenza ni conjetura bastante, por no tener señalado ni tiempo cuándo se celebró ni cónsules. Vedóse empero en él que ninguno tomase nombre de doctor, sino conforme al órden de derecho. Asimismo se mandó que no se diese el velo á las vírgenes antes de ser de cuarenta años, renovando en esto los decretos de Leon Magno de otros pontífices y concilios. Murió el pontífice Juan á 27 de mayo, año de nuestra salvacion de 526, en Rávena, del mal olor de la cárcel en que Teodorico le puso, ca ensoberbecido por haber sujetado tantas naciones, volvió la guerra y amenazas contra la religion cristiana y contra Dios. Justino Augusto, sucesor de Anastasio, con celo de la católica religion, en que maravillosamente se señalaba, mandó desterrar los arrianos de todo el oriente. Este decreto de Justino dió tanta pesadumbre á Teodorico (ca entrambas naciones de los godos seguian la secta arriana), que envió por sus embajadores á Juan, pontífice romano, y al obispo de Rávena y á algunos principales del Senado para amenazar al Emperador que, si no le revocaba, él derribaria los tem

y

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