Imágenes de páginas
PDF
EPUB

les y desventuras pasadas, con que hemos sido hasta aquí trabajados. Estos, ¿estos son aquellos premios magníficos, estas las honras con que convidas á nuestros soldados? Nos, don Oppas, ni entendemos que las orejas de Dios nos están tan cerradas, ni el corazon tan apartado de ayudarnos, que hayamos de confiar en tus promesas; anles tenemos por cierto que su Majestad sin tardanza trocará la grandeza del castigo pasado en benignidad. Que si no estamos bastantemente castigados, y aunque afligidos y faltos, no nos quisiere acorrer, determinados estamos con la muerte de poner fin á tantos males y trocar, como esperamos, esta vida desgraciada con la eterna felicidad.» Por la respuesta y palabras de don Pelayo se entendió la resolución que todos tenian de vencer ó morir en la demanda, pues apretados de tantas maneras, demás desto convidados con el perdon, no se querian entregar ni daban oido á ningun partido. Fué pues forzoso venir á las manos y hacer fuerza á los cercados. Combatieron con todo género de armas y con un granizo de piedras la entrada de la cueva, en que se descubrió el poder de Dios favorable á los nuestros y á los moros contrario, ca las piedras, saetas y dardos que tiraban revolvian contra los que los arrojaban, con grande estrago que hacian en sus mismos dueños. Quedaron los enemigos atónitos con tan gran milagro; los cristianos, animados y encendidos con la esperanza de la victoria, salen de su escondrijo á pelear, pocos en número, sucios y de mal talle. La pelea fué de tropel y sin órden; cargaron sobre los enemigos con denuedo, que enflaquecidos y pasmados con el espanto que tenian cobrado, al momento volvieron las espaldas. Murieron hasta veinte mil dellos en la batalla y en el alcance; los demás desde la cumbre del monte Auseva, donde al principio se recogieron, huyendo pasaron al campo libanense, por do corre el rio Deva. Allí sucedió otro milagro, y fué que cerca de una heredad, que deste suceso, como yo pienso, se llamó Causegadia, una parte de un monte cercano con todos los que en él estaban de sí mismo se cayó en el rio, y fué causa que gran número de aquellos bárbaros pereciesen. Duró por largo tiempo que se cavaban y descubrian en aquellos lugares pedazos de armas y huesos, en especial cuando con las crecientes del invierno las aguas comen las riberas, para muestra de aquella grande matanza. Pocos escaparon. Alcama pereció en la pelea, el obispo don Oppas fué preso; entiéndese, aunque los historiadores lo callan, que conforme á las leyes de la guerra, pagó con la vida; cosa muy verisímil por la grandeza de sus maldades y por no hallarse mas mencion dél en la historia adelante. Munuza, atónito con la nueva de lo que pasaba, y no teniéndose por seguro dentro de Gijon por el odio que le tenian los naturales, acometió á salvarse por los piés; pero cerca de una aldea llamada Olalie, la gente de aquella comarca le dió la muerte, con que no solo quedaron vengadas las injurias públicas, sino tambien aplacado el particular dolor que tenia don Pelayo por la afrenta de su casa; y con tanto, ninguna cosa faltó para que la alegría de la victoria no fuese colmada, como fuera necesario si se les escapara aquel hombre, por cuya crueldad y demasías forzados tomaron las armas. Sucedió esta pelea el año de nuestra salvacion de 718 al mismo tiempo que en Africa Muza fué acusado delante

del Miramamolin por Tarif, su contrario. Tomáronle cuentas del gasto y recibo en la guerra de España. No se descargó bien, y así fué condenado en grande suma de dineros, y él de pesar de la afrenta falleció poco despues. Su hijo Abdalasis, despues que gobernó en España por espacio de tres años, incurrió en odio de los naturales y de los de su nacion á causa que forzó muchas hijas de los principales; por esto en la misma mezquita en que, conforme á la costumbre de aquella gente, hacia oracion fué muerto á manos de los suyos el año de 719. Díjose que su misma mujer Egilona le procuró la muerte por verse despreciada de su marido por otras que él mas amaba. Quién dice que su soberbia y altivez le fué ocasion deste desastre, y el usar de insignias reales á persuasion asimismo y por consejo de su misma mujer. El principal en matarle fué un deudo suyo, por nombre Aiub, que se encargó y tuvo el gobierno de España por espacio de un mes; y dél dice el arzobispo don Rodrigo que fundó á Calatayud, pueblo principal poco adelante de la raya de Aragon. En el imperio de los moros, por muerte de Ulit habia sucedido su hermano Zuleyman, por el cual en lugar de Abdalasis fué proveido del gobierno de España Alahor, hombre fiero y cruel, no menos contra los moros que contra los cristianos, porque despojó de sus bienes á los moradores de Córdoba sin otra causa bastante mas del deseo que tenia de robar. Hizo pesquisa y proceso contra los moros que fueron los primeros en venir á España, ca pretendia tenian usurpados los despojos de los vencidos y de toda España. Deste dicen que desde Sevilla trasladó la silla del imperio de los moros á Córdoba, y por entender que el daño recebido en las Astúrias fué por engaño del conde don Julian y de los hijos de Witiza, los despojó de todos sus bienes y les dió la muerte; justo castigo de Dios que los traidores á su patria fuesen tratados desta manera por los mismos á quien sirvieron y llamaron en su ayuda desde Africa.

CAPITULO IN.

Lo demás que hizo don Pelayo.

Tal era el estado de la cristiandad en España, para bueno no tal, para tantas tinieblas y tempestad no del todo malo. Luego que don Pelayo ganó aquella gloriosa victoria, nosolo se arraigó y fortificó en las Astúrias, do dió principio á su reinado, sino que tambien bajó con su gente á lo llano, y allí trabajaba á los pueblos sujetos á los moros, talaba los campos, robaba y ponia á fuego y á sangre todo lo que se le ponia delante. Acudíanle á la fama de sus hazañas de cada dia nuevas fuerzas y gentes, con que tomó por fuerza la ciudad de Leon, puesta á las haldas de los montes con que Galicia y las Astúrias parten término, lo cual sucedió el año de 722. Algunos piensan que desde este tiempo don Pelayo se llamó rey de Leon; otros lo contradicen, personas de mayor conocimiento de la antigüedad, movidos por los privilegios y memorias de los reyes antiguos, de donde se saca claramente que los sucesores de don Pelayo no se llamaron reyes de Leon, sino de Oviedo solamente. A este mismo propósito hacen los sepulcros de aquellos primeros reyes, que se sepultaron en Oviedo y otros pueblos de las Astúrias hasta el tiempo del rey don Ordoño el Segundo, que como fué el primero

que se llamó rey de Leon, así bien se mandó enterrar en la iglesia de Santa María la Mayor, que él mismo desde los cimientos levantó en aquella ciudad. Y sin embargo, se puede creer que luego que la ciudad de Leon fué conquistada, mudaron las armas antiguas de los reyes godos en un leon rojo rapante en campo plateado, insignias que sin duda, cualquier principio que ellas hayan tenido, se han conservado y continuado hasta nuestra edad. La ocasion de tomar estas armas fué que en lengua española con la misma palabra se significa el leon y se llama aquella ciudad; por donde como los de aquel tiempo, gente mas dada á las armas que ejercitada en las letras, no advirtiesen la causa por qué aquella ciudad se llamó Leon, que se derivó de legio, palabra latina que significa cierta compañía de soldados, por esta iguorancia inventaron aquella manera de divisa y de armas. Ayudó mucho para llevar adelante las cosas de los cristianos el esfuerzo de don Alonso, el que despues que alcanzó el reino se llamó el Católico. Era hijo de don Pedro, duque de Vizcaya. Decendia de la nobilísima sangre del rey Recaredo, y siendo mas mozo, en tiempo de los reyes Egica y Witiza tuvo principales cargos en la guerra, y al presente por el deseo que tenia de ayudar á la república, dejó su patria y su padre. Traia en su compañía un buen número de vizcaínos, con que los cristianos se animaron grandemente, y sus fuerzas se aumentaron. Para obligalle mas y tenelle mas prendado le casaron con Ormisinda, hija de don Pelayo. Los reyes que sucedieron en España destos príncipes tienen el origen de su linaje y su continua propagacion. Con la venida de don Alonso y con su ayuda Gijon, lugar muy fuerte por su asiento y fortificacion, Astorga, Mansilla, Tineo y otros pueblos de las Astúrias y en Galicia fueron tomados á los moros. Puédese sospechar que don Pelayo y los que le sucedieron, ganados estos pueblos, se intitularon reyes de Gijon, y que esto dió ocasion á algunos para pensar que se llamaron reyes de Leon por ser los nombres latinos destos dos pueblos, es á saber Gegio y Legio, muy semejantes. Era fácil echar á los moros de los pueblos á causa que los moradores, como eran cristianos, mataban las guarniciones de los moros, y con esperanza de recobrar la libertad con gran voluntad rendian á don Pelayo las ciudades y plazas. Además que los moros se hallaban en las otras partes de España embarazados con grandes alteraciones de guerras enlazadas unas de otras, de tal suerte, que no podian juntar ejército ni resistir á los intentos de los cristianos. Fué así que por muerte de Zuleyman, miramamolin de Asia, Africa y España, sucedieron en aquel imperio muy ancho dos hijos de Ulit, Homar y Izit, por adopcion de su tio: cosa nueva entre los moros, y no sé cuán acertada, que dos con igual poder juntamente reinasen. Homar falleció de su enfermedad dentro del primer año de su imperio. Con esto Izit que'dó solo por señor de todo. Este proveyó por gobernador de España á Zama, hombre de grande ingenio y de 'grande ejercicio en las armas, y no de menor codicia que los pasados, ca inventó nuevos tributos y los impuso sobre las ciudades que le eran sujetas. En Narbona puso guarnicion de soldados y cerco sobre Tolosa, silla y asiento antiguamente en aquella provincia del imperio de los reyes godos. Sobrevino Eudon, duque de Aquitania, en socorro de los cercados. Vino á las maM-1.

nos con el bárbaro, en que le venció y mató con la mayor parte de su ejército en la pelea y en el alcance. Los que escaparon de la matanza, en tanto que de Africa se proveia nuevo gobernador, eligieron en lugar del capitan muerto á Abderraman, hombre señalado en paz y en guerra, para que con su esfuerzo y prudencia entretuviese las cosas de los moros, que estaban á punto de perderse. Con el aviso de aquella desgracia fué de Africa enviado Aza, á quien otros llaman Adham, para que gobernase en España lo que quedaba de los moros, en lugar y en nombre del miramamolin Izit. Este fué ocasion que la provincia, cansada con tantos males, padeciese nuevos trabajos, por inventar, como inventő, tributos muy mayores que antes con intento de empobrecer los pueblos para que no tuviesen brio ni fuerzas los que tenian ánimo y deseo de levantarse. Pasó en esto tan adelante, que mandó á los pueblos y ciudades que se tomaron por fuerza pagasen al fisco y tesoro real la quinta parte de todas sus rentas y proventos, y á los pueblos que se rindieron á partido ordenó pagasen la décima parte. Con esta condicion se permitió á los cristianos que poseyesen sus heredades y haciendas como por via de feudo ó arrendamiento. El moro Rasis dice que hizo pagar á los moros la quinta parte de todos sus bienes con voz y color de ayudar á los pobres, que eran sin número en toda la provincia, como á la verdad fuese su intento que enflaquecidos no tuviesen fuerzas ni brio para alborotarse. Procuró se edificase la puente de Córdoba sobre el rio Guadalquivir. Sujetó algunas ciudades y pueblos á las haldas de Moncayo, que todavía se mantenian en libertad, y entre ellas tomó por fuerza á Tarazona y la echó por tierra. Concluidas cosas tan grandes dentro de dos años y medio que duró su gobierno, los suyos que le aborrecian grandemente, se conjuraron contra él y le mataron dentro de Tortosa. Sucediéronle Ambiza, Odra y Jahea, como lo dice el arzobispo don Rodrigo; yo entiendo que gobernaron por algun tiempo á España, dividida en tres partes por no concertar las voluntades de todos ni venir en uno; ó por ventura el gobierno de cada cual destos tres fué de pocos meses. En Asia, sin duda por muerte del emperador Izit, sucedió en aquel imperio su hermano Iscam, que así lo dejó dispuesto el dicho Izit, con condicion que adoptase por hijo y sucesor, como lo hizo, á su hijo Alulit. Encargóse Iscam de aquel imperio el año que se contó 724 de nuestra salvacion, y de los moros 107, como lo dice el arzobispo don Rodrigo en la Historia de los árabes, que iguala los unos años á los otros; cosa que no debiera hacer, como en otro lu→ gar se ha mostrado. Tuvo aquel imperio por espacio de diez y nueve años. Fué muy esclarecido príncipe por las cosas que hizo y su perpetua prosperidad, si no amancillara las demás virtudes con una insaciable codicia de juntar de todas partes tesoros, por donde si bien en riquezas sobrepujó á sus antepasados, incurrió en grande aborrecimiento de sus vasallos. En tiempo deste Emperador gobernaron por órden á España los siguientes: Odaifa, Himen, Autuma, Allaitan, Mahomad. La aprobacion y aplauso de todos no fué el mismo; el gobierno de cada cual apenas duró un año entero, yen particular Mahomad tuvo el cargo por espacio de solos dos meses, porque se halla que el año de Cristo de 731 despues de todos estos fué proveido en el go

13

bierno de España Abderraman, que debió ser el mismo que nombramos arriba. Las cosas deste Gobernador fueron muy famosas, y el remate que tuvieron muy alegre para los cristianos. Esto pide que se haga relacion y memoria por menudo de todas ellas. Aventajóse grandemente en la guerra, demás de las otras partes en que ninguno de los de su nacion se le adelantó en aquel tiempo. Solo fué cruel de su condicion y áspero, no mas con los españoles que con los moros, que por la libertad del tiempo estaban estragados en muchas maneras. De aquí muchos tomaron ocasion de aborrecerle; en particular Muñiz, hombre principal, poderoso y animoso entre los moros, determinó de declararse contra él y alborotar la Gallia Gótica, que, con ocasion de estar léjos y por el mal tratamiento de los que la gobernaban, le siguió con facilidad. En España otrosí se le juntó lo de Cerdania, que está puesto entre los montes Pirineos. Eudon, duque de Aquitania, por valerse dél contra los franceses y moros que le molestaban, hizo con él liga. Fué Eudon en aquellos tiempos hombre grave, diestro y sabio, como se saca de las memorias antiguas; pero todo lo afeó con casar á este Muñiz con una hija suya con intento de obligalle mas con aquel parentesco. Era aquel casamiento ilícito, y siempre fué vedado en las leyes de los cristianos; así, no solo le fué mal contado, sino tambien le salió desgraciado, porque Abderraman, avisado de lo que Muñiz pretendia y de las alteraciones de aquellas gentes, marchó con su campo á lo postrero de España. Puso cerco sobre la ciudad de Cerdania; Muñiz, perdida la esperanza de defenderse contra enemigo tan poderoso y de huir si lo intentaba, y mas de perdon si se entregaba, acordó de despeñarse. Su mujer, que dejó en edad florida y era de notable hermosura, junto con la cabeza de su marido fué enviada á Africa en presente muy agradable al supremo emperador de los moros. Muchos presumian que el desastre de Muñiz fué en venganza de las injurias que él habia hecho á la religion cristiana y de la mucha sangre de cristianos que con fiereza de bárbaro derramara. En particular hizo morir á fuego al obispo Anabado, varon muy santo, y que en la edad de mozo que tenia representaba costumbres de viejo. Ensoberbecido Abderraman con esta victoria, rompió por la Francia con gran espanto de los franceses y godos que por aquella provincia moraban. Pasó por donde se tienden las riberas del mar Mediterráneo hasta el rio Ródano sin hallar quién le hiciese resistencia. Puso cerco sobre Arlés, ciudad principal en aquella comarca. Allí acudió Eudon con su gente y vino á las manos con los bárbaros, pero perdió la jornada con tan grande estrago de los suyos cuanto ninguno en aquella edad fué mayor; de que por largo tiempo dieron bastante muestra los montones de huesos que quedaron cerca de aquella ciudad en el sitio do se dió la batalla. Revolvió despues desto á mano izquierda, y paseada con sus armas vencedoras gran parte de lo mas adentro de Francia, cargó sobre la Aquitania, y pasado el rio Garona, á las riberas del mar Océano, asoló la ínclita ciudad de Burdeos y talóle los campos, allanóle los templos, sin otros infinitos daños que hizo. En aquella parte con gente que de nuevo recogió Eudon, tornó á probar ventura y presentó la batalla al comun enemigo del nombre cristiano. El suceso fué el mismo que antes, contrario á

los nuestros, próspero á los moros. Los de Angulema, 1 los de Perigueux, los de Jantone y los de Potiers fueron asimismo trabajados con la llama desta guerra. En grande aprieto se hallaban las cosas de los cristianos, porque ¿quién pudiera hacer rostro á los vencedores de Asia y de Africa, y que poco antes habian deshecho el imperio de los godos? Quién se atreviera á ponerse al riesgo de la batalla, pelear con las invencibles fuerzas de aquellos paganos? La misma fama y la nombradía tenia puesto espanto á las demás naciones, y las tenia acobardadas y casi vencidas. Era á la sazon mayordomo mayor de la casa real de Francia Cárlos Martello, el cual, movido del peligro comun, con grandes levas de gente que hizo de Francia, Alemaña y Austrasia, que es hoy Lorena, formó un grueso ejército. Muchos le acudieron de su voluntad y como aventureros por el deseo que tenian de apagar aquel fuego perjudicial. Con estas gentes partió en busca del enemigo determinado de darle la batalla. Llegó por sus jornadas á Turs, ciudad muy conocida por el templo y sepulcro de San Martin, obispo de aquella ciudad, de asiento muy apacible, campo fértil, cielo saludable, do soplan ordinariamente los vientos de poniente y mediodía, y entonces estaba sujeta y pertenecia á la Aquitania. Fortificó sus estancias de la otra parte del rio Loire, sobre que está edificada aquella ciudad, y esto para tener seguras las espaldas, que los enemigos, por ser casi innumerables, no los pudiesen cercar. Eudon, olvidado de la enemistad y diferencias que con Martello tenia, por el peligro comun que todos corrian, juntó con él sus fuerzas, cosa que fué de grande importancia para la victoria. Los historiadores franceses dicen que los moros entraron y pasaron tan adelante en la Francia llamados de Eudon, que pretendia con el daño comun satisfacerse de sus particulares agravios; que tal es la costumbre de los hombres mal considerados. Dicen mas, que al presente mudó de parecer á causa que los moros sin tenerle algun respeto corrieron los campos de la Aquitania ó Guiena. Los historiadores españoles callan esto, y es forzoso que lo uno ó lo otro se haya hecho en gracia ó por odio de la nacion española, ca Eudon era señor de Vizcaya, y lo de Aquitania le dieron en dote con su mujer. En negocio dudoso parece lo mas cierto que los moros no fueron llamados por Eudon, y que la fama en contrario no es verdadera, pues peleó antes desto por dos veces con ellos á gran riesgo de su vida y estado. Iban los bárbaros en busca de los nuestros con tanto orgullo, que les parecia nadie se les pondria delante; llegaron donde los nuestros alojaban. Dióse la batalla de poder á poder, que fué de las mas dudosas y señaladas del mundo. Eran los moros cuatrocientos mil, que convidados de la fertilidad de Francia y por ser gente vagabunda, con sus hijos, mujeres y ropa habian pasado la mar para hacer en ella su asiento. El número de los cristianos era muy menor, pero aventajábanse en el esfuerzo y destreza del pelear, y lo que era mas principal, tenian á Dios y la justicia de su parte. La esperanza por ambas partes era grande, y el miedo no menor. Acométense entre sí las haces, cierran y trábanse los escuadrones, embravécese la batalla por todas partes, que por gran espacio estuvo suspensa sin declarar la victoria por los morosni por los cristianos; pero en fin, la valentía y valor prevaleció contra aquella gran canalla.

Grande y casi increible fué la matanza; murieron trecientos y setenta mil moros, y lo que hizo mucho al caso para que la victoria fuese mas alegre, el mismo Abderraman quedó tendido entre los demás cuerpos muertos. De los vencedores faltaron hasta mil y quinientos, pequeño número para victoria tan grande, si bien eran de los mas señalados, unos en valor y hazañas, otros en la nobleza de sus linajes. La alegría por causa desta victoria fué colmada para todo el cristianismo, no solo por sí misma, que fué muy señalada, sino por la muestra que se dió y esperanza que todos cobraron de que aquella gente, hasta entonces invencible, podria por el esfuerzo de los cristianos ser vencida. Entre todos se señaló en esta batalla á dicho del mismo Martello el duque Eudon, que en lo mas recio de la pelea, como lo tenian antes concertado, con los caballos ligeros y gente mas suelta rodeó los escuadrones con tanta presteza, que antes que mirasen en ello cargó sobre los enemigos por las espaldas y los puso en confusion. Dióse esta dichosa batalla el año de nuestra salvacion de 734, que era el veinte y uno despues de la pérdida de España. En este tiempo tenia el imperio de oriente Constantino, llamado Coprónimo. De las cartas de Eudon al pontifice romano Gregorio se supo en Roma y se tuvo aviso de la victoria y del número de los muertos; de que se entiende asimismo que el Papa les envió tres espongias benditas, es á saber, á la manera que se bendicen los Agnus Dei, y que todos los que alcanzaron alguna partecica dellas salieron de la batalla sin lesion alguna; cosa maravillosa como verdadera. Los mas cuentan á este pontífice Gregorio por el segundo de aquel nombre; la razon de los tiempos convence que no fué sino el tercero. Abdelmelich sucedió en el lugar de Abderraman, y tuvo el gobierno de los moros en España y en todo lo que della dependia por espacio de cuatro años siguientes, sin señalarse en cosa alguna, sino en crueldad y en colechar la gente, que volvia en sí despues de tantos trabajos; tacha que, no solo afea á los príncipes y amancilla á los que gobiernan el pueblo, sino es muy grave delito. Como él era, así le sucedieron las empresas. Tuvo comision y órden de acometer la Francia; pero, perdida mucha de su gente á la pasada de los montes Pirineos, fué forzado de volver atrás. En el mismo tiempo, es á saber, el año 737, don Pelayo, primero rey de España, cargado de años y esclarecido por sus proezas, pasó desta vida en Cangas. Su cuerpo sepultaron en Santa Olalla Velaniense, iglesia que él mismo habia fundado en tierra de Cangas. Allí tambien sepultaron su mujer la reina Gaudiosa. Sucedió en el reino sin contradicion don Favila, su hijo, y le goberró por espacio de dos años; príncipe mas conocido por su desastrada muerte y por la liviandad de sus costumbres que por otra cosa alguna ; pues sin embargo de las muchas guerras que tenia entre las manos, y que su nuevo reino estaba en balanzas, y mas se conservaba por la flaqueza de los moros y revuelta de los tiempos que por las fuerzas de los cristianos, mostraba cuidar poco del gobierno y tener mas cuenta con sus particulares gustos que con el bien comun; en especial era dema. siadamente aficionado á la caza, y en ella un oso que seguia desapoderadamente le mató, sin que dejase ninguna loa ni en vida ni en muerte. Fué sepultado en la iglesia de Santa Cruz, que él mismo edificó en tierra de

Cangas, en que se via otrosí antiguamente el sepulcro y lucillo de Froleva, su mujer. Un cierto diácono, llamado Juliano, griego de nacion, docto en las dos lenguas griega y latina, por estos tiempos escribia en Toledo las antigüedades de España y las cosas que hizo don Pelayo. Dicelo cierto autor. Hay quien diga que fué tesalonicense y arcediano de Toledo; item, que se llamaba Juliano Lúcas; item, que comenzó su historia desde el año 455. Urbano, prelado de Toledo, en lo postrero de su edad, Evancio, arcediano de aquella iglesia, Fredoario, obispo de Guadix, varones excelentes por la santidad de sus costumbres y por su doctrina, resplandecian en aquella escuridad de todas las cosas á la manera que las estrellas entre las tinieblas de la noche. Contemporáneo dellos fué Juan, prelado de Sevilla, que tradujo la Biblia en lengua arábiga con intento de ayudar á los cristianos y á los moros, á causa que la lengua arábiga se usaba mucho y comunmente entre todos; la latina ordinariamente ni se usaba ni se sabia. Hay algunos traslados desta traduccion, que se han conservado hasta nuestra edad, y se ven en algunos lugares de España.

CAPITULO IV.

Del rey don Alonso, llamado el Católico.

Falleció don Favila sin sucesion; don Alonso por tanto y Ormisinda, su mujer, segun que estaba dispuesto en el testamento de don Pelayo, fueron recebidos y declarados por reyes con grande alegría de pueblo y en gran pro de todo el reino. Corrian en don Alonso á las parejas las artes de la guerra y de la paz, maravilloso por la constancia que mostró en las adversidades, señalado por la felicidad que tuvo ordinariamente en sus empresas, tan dado al culto de la religion, que por esta causa le dieron renombre de Católico, apellido que antiguamente en el Concilio toledano tercero, en el tiempo que se redujo á la Iglesia católica toda la nacion de los godos, desechadas las herejías de Arrio, con mucha razon se dió al rey Recaredo. Desusóse despues por muchos siglos basta que Alejandro VI, sumo pontifice, le renovó en don Fernando de Aragon, rey Católico de España, y hizo que se perpetuase en los reyes sus sucesores. Florecia en aquel tiempo España con los bienes de una muy larga paz; Africa y Francia ardian en guerras civiles. Cárlos Martello, por la muerte de Eudon, su competidor, se apoderó del grande estado que tenia en Francia. Tres hijos que quedaron del difunto, Aznar, Hunnoldo y Vayfero, como herederos de la enemistad de su padre y con intento de satisfacerse de su contrario, acudieron á las armas. Aznar en aquella parte de España que cae cerca de Navarra tomó á los moros la ciudad de Jaca con otros muchos castillos y plazas, por donde fué tronco y fundador del reino y gente de Aragon, nombre que se tomó del rio Aragon, que pasa por aquella comarca, y junto con el rio Ega mezcla sus aguas con las de Ebro, como en otro lugar se declara. Hunnoldo y Vayfero acudieron á lo de Francia, rompieron con su gente por toda aquella provincia que corrieron hasta pasar el rio Ródano. En todas partes pusieron grande espanto," no perdonaron á varones ni á mujeres, á niños ni á viejos, como acontece que las pasiones de los princi

pes descargan de ordinario sobre la gente menuda. Cargó principalmente este daño sobre los allobroges, que son las partes de Saboya y del Delfinado. Viena con grande dificultad se pudo defender. Dende revolvieron contra lo de mas adentro de Francia que cae desta parte del Ródano. Los moros, movidos del deseo que tenian de satisfacerse de la afrenta pasada, demás desto llamados por Mauricio, conde de Marsella, y de Hunnoldo y Vayfero, que pretendian por este camino apretar á Martello y á los franceses, tornaron á hacer guerra en la Francia. Gobernaba por este tiempo los moros de España Aucupa; este tomó á su llegada residencia á Abdelmelich, y con color que no se descargaba bastantemente de lo que le achacaban, le puso en prisiones. Fué Aucupa muy noble entre los suyos, gran celador de su supersticion, de tal guisa, que ningunos delitos castigaba con tanta severidad como los cometidos contra ella. Concertóse pues con Mauricio, conde de Marsella, y con los hijos de Eudon; y con su ayuda y las gentes que metió en Francia pasó tan adelante, que se apoderó de Aviñon, ciudad puesta sobre el rio Ródano, muy ancha y muy noble. Los pueblos comarcanos padecieron quemas, talas y robos. Todo esto sucedió cinco años despues que se dió la batalla muy famosa de Turs, es á saber, el año 739, que fué el primero del reinado de don Alonso. Miserable el estado en que las cosas estaban, grande la avenida de males; pero el valor de Martello sustentó lo de Francia, porque echó los enemigos de aquella provincia, y los arredró desta parte de los Pirineos. Apoderóse de Aviñon y de Narbona, de suerte que casi no quedó por los godes ni por los moros cosa alguna en toda la Francia. La guerra de Africa se hacia y continuaba con mayor calor y pertinacia. Fué así, que Belgio Abenbejio, capitan de gran nombre entre los moros, levantó los del pueblo contra su señor y miramamolin Iscam; no se declara la causa; á muchos les parece bastante para acometer cualquier maldad el deseo de reinar. Diéronse muchas batallas en Africa, los trances fueron variables, la victoria de ordinario quedó por los levantados, con que finalmente Belgio se determinó de pasar en España. Abdelmelich á la sazon era vuelto al gobierno que antes tuvo, por órden de Aucupa que falleció, y por su muerte dejó dispuesto le sacasen de la prision do él tenia y le restituyesen el cargo, lo cual fué para su mal, á causa que Abderraman, enviado delante por Belgio con un grueso ejército para que le allanase la tierra, le prendió dentro de Córdoba y le hizo morir con todo género de tormentos el año 713, en que murió eso mismo el miramamolin Iscam. Sucedió en aquel grande imperio Alulit, hijo de Izit, segun que lo tenian antes asentado. Tuvo sobrenombre de Hermoso; Jas esperanzas que al principio dió fueron grandes, el suceso diferente. Poníanie en cuidado la guerra que Belgio hacia en Africa, ca volvió, segun parece, de España, y las alteraciones que Doran por parte de los levantados continuaba en España. Los movimientos de Africa no hacen á nuestro propósito, ni hay para que relatallos; basta saber que el emperador Alulit al principio de su imperio proveyó para el gobierno de España un hombre principal y prudente llamado Albulcatar, que con su buena maña y con enviar los revoltosos á Africa para que ayudasen en la guerra que allá se ha

cia, sosegó las alteraciones de España; pero poco despues fué muerto por conjuracion de Zimael, con que Roba, compañero de Zimael y el principal atizador de aquella conjuracion, se apoderó del gobierno y aun del reino de España, sin que nadie le pudiese ir á la mano, porque el emperador Alulit falleció el segundo año de su imperio, que fué el de 744. Quedó por sucesor suyo Ibrahem, su hermano, que no tuvo mejor suceso, ni le duró el señorío mas tiempo que á su predecesor. Fué así, que Maroan, sin embargo que era de su misma parentela y de la nobilísima alcuna entre los moros de los Humeyas, con el ayuda de aquella parcialidad degolló á Ibrahem dentro de su palacio el año segundo de su imperio; y con tanto quedó por señor de todo. En tiempo deste emperador por muerte de Roba, que le mataron en cierta batalla, tuvo el gobierno de España Toba; y muerto este dentro de un año, Juzef, hombre de grandes partes, fué proveido y enviado de Africa en lugar de los dos. Era de grande edad, y sin embargo muy dado á mujeres; pero recompensaba en parte esta falta la destreza que tenia en las armas y la fama de sus proezas. En tiempo deste gobernador de España, en Asia Abdalla, que era de los Alavecinos, casa y linaje nobilísimo entre los moros, se conjuró con los desta parcialidad, y dió la muerte á Maroan el año del Señor de 750. Pareció justa su pretension por la venganza que tomó de la muerte que dieron á su señor; pero en premio de su trabajo se quedó con el imperio, y con intento de asegurarse en él procuró destruir de todo punto y acabar la parcialidad de los Humeyas, linaje y casta de los emperadores pasados. Como lo intentó, así en gran parte lo puso en efecto. En España el año de 753 en Córdoba se vieron tres soles, cosa que causó grande espanto por ser la gente tan grosera y ruda, que no alcanzaba como en una nube de igual grosura y densidad á la manera que en un espejo se pueden representar muchos soles sin algun otro misterio. Como estaban azorados con el miedo, les parecian y se les representaban otras visiones diferentes, como de hombres que iban en procesion con antorchas de fuego. Aumentóse la maravilla y el espanto por causa de una muy grande hambre que por el mismo tiempo se siguió en España por la sequedad que á veces padece y falta de agua. En el entre tanto el rey don Alonso, con intento de aprovecharse de la buena ocasion que se le representaba para ensanchar los términos de su reino, que eran muy angostos, por la discordia de los moros y sus revueltas tan grandes, además que los cristianos estaban cansados de su señorío, juntó las mas gentes que pudo para hacer entrada en las tierras comarcanas. Sucedióle muy bien su pretension y la jornada, porque en Galicia recobró á Lugo, Tuy, Astorga; en la Lusitania la ciudad de Portu, asentada sobre un puerto por la parte que el rio Duero desagua en el mar, y las de Beja, Braga, Viseo, Flavia, y mas adentro á Bletisa y Sentica, pueblos que hoy se llaman Ledesma y Zamora. Tomó otrosí por aquella comarca á Simancas, Dueñas, Miranda y las ciudades de Segovia y Avila y á Sepúlveda, puesta á las haldas del monte Orospeda á la ribera del rio Duraton, asentada en un sitio muy fuerte, y que antiguamente se llamó Segobriga, y mas adelante Sepúlvega, como consta de sus mismos fueros de que antiguamente usa

« AnteriorContinuar »