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zas se aventajó antiguamente en España, y aun hoy es de los mas nombrados que en ella se hallan. Para tan grandes y tantas obras no bastaban los tesoros reales ni sus haberes; impuso nuevos pechos y derramas, cosa que se debe siempre excusar, si no es cuando la república se halla en tal aprieto, que todos entienden es forzoso sujetarse á la necesidad si se quieren salvar. Esta verdad se entiende mejor por lo que resultó. Estaban los vasallos por esta causa desgraciados; la reina doña Jimena, que tambien andaba desgustada con su marido, persuadió á don García, su hijo, que se aprovechase de aquella ocasion y tomase las armas contra su padre. No se descuidó el Rey, aunque viejo y flaco; acudió luego á Zamora, prendió á su hijo y mandóle guardar en el castillo Gauzon. No pararon en esto los desabrimientos y males. Era suegro de don García Nuño Hernandez, conde de Castilla, príncipe poderoso en riquezas y en vasalos. Este, con ayuda de la Reina y de los hermanos del preso, hizo brava guerra al Rey, que duró dos años. A cabo dellos los conjurados salieron con su intento, y el pobre Rey, cansado del trabajo ó con deseo de vida mas reposada, renunció el reino y le dió á su hijo don García. A don Ordoño, el otro hijo, dió el señorío de Galicia. Lo uno y lo otro sucedió el año 910. El cual año pasado, como don Alonso hobiese ido en romería á Santiago por su devocion, con voluntad de su hijo hecha de nuevo una buena entrada en tierra de moros, falleció en la ciudad de Zamora. Su cuerpo y el de su mujer sepultaron, primero en Astorga, despues fueron trasladados á Oviedo. En el mismo tiempo Abdalla, rey de Córdoba, en edad de setenta y dos años murió en Córdoba ; dejó doce hijos y trece hijas. De Abdalla, hijo de Lope, no se sabe lo que se hizo; no faltara diligencia si se descubriera camino para averiguar esta y semejantes faltas. Habrémos de usar de conjeturas. Entiendo que con ayuda de los reyes de Oviedo se mantuvo en el señorío de Zaragoza, y que dél descendieron los reyes que fueron adelante de aquella noble ciudad. El reino de Córdoba hobo Abderraman, nieto de Abdalla, hijo de Mahomad, cosa nueva entre los moros, que fuese el nieto antepuesto á los hijos del difunto, tios que eran del nuevo Rey, Tenia veinte y tres años cuando tomó la corona, y gozóla por espacio de cincuenta años. Llaméronle por sobrenombre Almanzor Ledin Alla, es á saber, defensor de la ley de Dios, y tambien Miramamolin, que quiere decir príncipe de los que creen. Tal es la costumbre que cuando los imperios se van á caer entonces los qué los tienen, para disimular su corbardía y flaqueza, se arman y afeitan con apellidos magníficos. Verdad es que Abderraman se puede contar entre los grandes reyes, así en el gobierno como en las cosas de la guerra. Por todo el tiempo de su vida tuvo atencion á componer las discordias de su nacion y sosegar las parcialidades que amenazaban mayores daños; administraba justicia con mucha rectitud; edificó un castillo junto á Córdoba; en Africa tomó la ciudad de Ceuta ; demás desto, con real magnificencia aumentó y mejoró las ciudades y pueblos de todo su reino. Comenzó á reinar el año 300 de los árabes, conforme á la cuenta del arzobispo don Rodrigo, que en este lugar no se aparta de la verdadera.

CAPITULO XX.

De los reyes don García y don Ordoño el Segundo. El poder adquirido malamente no suele ser duradero. Así don García el reino que tomó por fuerza á su padre tuvo solos tres años. En este tiempo hizo de nuevo guerra á los moros, entró por sus tierras, talóles los campos, saqueóles los lugares, y á un señor moro, llamado Ayola, que le salió al encuentro, venció en batalla y le cautivó ; pero á la vuelta por culpa de las guardas se les escapó cerca de un lugar llamado Tremulo. El Rey falleció en Zamora, año de nuestra salvacion de 913. No dejó sucesion; por esto don Ordoño, su hermano, sabida su muerte, de Galicia, donde tenia el señorío, sin dilacion vino á tomar la corona. Fué buen principe y templado, si lo postrero fuera conforme á los principios, y no ensuciara sus manos con la sangre inocente de los condes de Castilla. Reinó por espacio de nueve años y medio. Lo primero, para ganar reputacion y quebrantar la soberbia de los moros, con gente de los suyos que juntó rompió por el reino de Toledo. Puso sitio sobre Talavera, villa principal y de muy alegre suelo y cielo, noble por los muchos moradores, y fuerte por sus muros, en gran parte de sillería. Envió el rey de Córdoba buen golpe de gente para socorrer los cercados; mas fué vencida en batalla y el pueblo entrado por fuerza; puesto á saco, le quemaron á causa que no se podia conservar por estar de todas partes rodeado de moros. El gobernador del pueblo con otros muchos fué preso; el ejército, cargado de despojos moriscos y alegre, volvió á su tierra. El rey de Córdoba, dudoso por aquel principio de lo que podria suceder y teniendo las fuerzas de aquel Rey brioso, envió á rogar con humildad al rey de la Mauritania que de Africa le proveyese de socorros y de gentes. Vino el Africano en ello, movido por el peligro de su nacion con desco de rebatir el orgullo de los cristianos, que de cada dia mas y mas mejoraban su partido. Despachó buen número de gente africana y por su capitan á Almotaraf. Juntóse con estos el ejército de los moros de España, y por general de todos un moro llamado Avolalpaz. Entraron por tierra de cristianos hasta llegar á la ribera de Duero. Salióles el Rey al encuentro, dióse la batalla cerca de Santisteban de Gormaz, que fué muy reñida y por grande espacio estuvo suspensa sin declarar la victoria. Ultimamente, muertos los dos capitanes moros y gran número de su gente, los demás se pusieron en huida. Con esto los cristianos quedaron libres de un gran cuidado y congoja, por considerar el peligro en que las gentes de Africa pondrian á los que apenas podian contrastar al poder de los moros de Córdoba. Para que el fruto de la victoria fuese mayor pareció apretar á los moros, que vencidos y medrosos estaban, y en seguimiento de la victoria dar el gasto á los campos y pueblos de la Lusitania hasta llegar á Guadiana; en particular las tierras de Mérida y de Badajoz padecieron mayores daños. El espanto de los naturales fué tan grande, que procuraron tomar algun asiento con el vencedor hasta comprar por gran dinero la paz. Esto sucedió el año quinto del reinado de don Ordoño, que se contaba 918 de nuestra salvacion. El Rey, concluidas tan grandes cosas, dió la vuelta, y con recibimiento á manera de triunfo entró en la ciu

dad de Leon, que por la comodidad de su sitio pensaba hacella real y asiento de aquellos reyes. Con este intento procuró ensanchalla y adornalla de nuevos edificios. En primer lugar trasladó á su real palacio el templo de San Pedro y San Pablo, en que estaba la silla del obispo, por estar fuera de los muros y correr peligro, palacio que los moros antiguamente édificaron para qué sirviese de baños, obra de grande anchura y majestad. Puso nombre al dicho templo de Santa María Vírgen, dado que otras dos partes del mismo fueron consagradas, la una en nombre del Salvador, y la otra de San Juan Baptista. Despues desto, para acrecentar la majestad del nuevo templo se hizo el Rey coronar en él por mano del mismo Obispo, cosa no usada antes deste tiempo, y principio de donde los reyes que antes se decian de Oviedo se comenzaron á intitular reyes de Leon. Desta ocasion la ciudad de Oviedo vino poco á poco en tan gran diminucion, que con el progreso del tiempo perdió el nombre de arzobispado, y aun en nuestra era no tiene voto en las Cortes del reino, daño que entiendo ha sucedido por descuido de sus ciudadanos mas que por mala voluntad de los reyes. Conforme á esto entre las memorias y privilegios deste tiempo advierten los aficionados á la antigüedad, que en algunos don Ordoño se intitula rey de Oviedo, y en uno dellos dice que reina en Leon. Demás desto, añaden que este Rey trasladó la dignidad de obispado á la ciudad de Mondoñedo, que antes estaba en Ribadeo, dado que á otros les parece que los obispos de Mondoñedo antiguamente se llamaron vallibrienses. Entre tanto el rey de Córdoba, Abderraman Almanzor, encendido en deseo de satisfacerse de los daños pasados y volver por su honra, con las fuerzas y gentes de su reino por la parte de Lusitania entró en Galicia hasta llegar á un pueblo llamado Rondonia: Sampiro le llama Mindonia. En aquel lugar se juntaron los reales de los moros y de cristianos; pelearon con gran denuedo y porfía, cayeron muchos de ambas partes, duró la batalla hasta que cerró la noche sin quedar la victoria declarada, bien que cada cual de las partes se la atribuia, los nuestros por haber forzado al enemigo á salir de Galicia, los bárbaros porque vencidos tantas veces, continuaron la pelea hasta que faltó luz. Dióse esta batalla año de 919. No mucho despues el rey de Córdoba con nuevas levas de gente que hizo y nuevos socorros que le vinieron de Africa corrió Jas tierras de cristianos, y en particular las de Navarra y Vizcaya. El rey don Ordoño, movido por el peligro que corria don Sancho García, por sobrenombre Abarca, rey de Navarra, y á sus ruegos marchó con su campo contra los moros. Dióse la batalla en el valle Juncaria, que hoy se dice Junquera, el año 921, que fué no menos herida y porfiada que la que poco antes se diera en Galicia. Los de Leon y de Navarra peleaban con grande ánimo como vencedores por la patria y por la religion; los moros no les reconocian en nada ventaja, antes llevaron lo mejor, porque el conde de Aragon, que llaman García Aznar (mejor viniera Fortun Jimeno, su hijo), murió en aquella pelea, y despues della aquella parte de Vizcaya que se llama Alava quedó por los moros. Quedaron otrosí presos en la batalla dos obispos, Dulcidio, de Salamanca, y Hermogio, de Tuy, que concertaron su rescate, y en tanto que le pagaban, dieron

rehenes en su lugar; en particular por Hermogio entregaron un sobrino suyo, hijo de su hermana, doncel en la flor de su edad, por nombre Pelayo. Su hermosura y modestia corrian á las parejas. Por lo uno y por lo otro el Rey bárbaro, de suyo inclinado á deshonestidad, se encendió grandemente en su amor. Aumentábase con la vista ordinaria la llama del amor torpe y nefando. El mozo, de su natural muy modesto y criado en casa llena de sabiduría y santidad, resuelto de defender el homenaje de su limpieza, dado que diversas veces fué requerido, resistió constantemente. Despues como el Rey le hiciese fuerza, dióle con los puños en la cara. Esta constancia y celo de la castidad le acarreó la muerte; por mandado de aquel bárbaro impío y cruel fué atenazado y hecho pedazos, los miembros echaron en Guadalquivir; el amor cuanto es mayor tanto se suele mudar en mayor rabia. Sucedió esto domingo á 26 de junio del año 925. Diósele honra como á mártir, y fué puesto en el número de los santos. Recogieron las partes de su cuerpo y sepultáronlas en San Ginés de Córdoba; la cabeza en el cimenterio de San Cipriano. Débese tanto mas estimar la gloria desta hazaña, que no tenia mas de trece años y medio cuando dió tal muestra de su virtud. Rosvita, doncella de Sajonia, por este mismo tiempo cantó en verso heróico, aunque algo diferentemente, la muerte del mártir Pelagio. Siendo rey de Leon don Ordoño, y de Francia Cárlos el Simple, un presbítero, llamado Zanelo, vino á España enviado por el papa Juan, décimo deste nombre, con esta ocasion. Volaba la fama de la devocion y milagros del apóstol Santiago por todas partes. Era muy célebre el nombre de Sisnando, obispo de Compostella. El Pontífice, por cierto hombre que le envió con sus cartas, pidió le hiciese participante de sus oraciones para que por medio y intercesion del apóstol Santiago en vida y en muerte fuese ayudado. Sisnando despachó á Zanelo para dar la obediencia al Pontífice; dióle otrosí el Rey cartas para el mismo con sus presentes. Zanelo, cumplido lo que le mandaron, pasado un año entero, volvió á España, cargado de muchos libros; demás desto, con autoridad de nuncio del Papa, quién dice fué cardenal, y comision de informarse de todo lo que pertenecia á la religion. Estaban los romanos de muy antiguo persuadidos que el oficio divino gótico tenia muchas cosas erradas, que usaban de ceremonias en la misa extraordinarias y enseñaban opiniones contrarias á la verdadera religion. Zanelo, en cumplimiento de lo que le era ordenado, revolvió con diligencia los libros eclesiásticos que pudo haber; y aunque las ceremonias eran diferentes, halló, al revés de lo que se sospechaba, que todas las cosas concordaban con la verdad. Vuelto á Roma, en una gran junta de padres relató al Pontífice lo que llevaba averiguado. Ellos dieron gracias a Dios por aquella merced y juntamente aprobaron aquellos libros. Solamente maudaron que en la secreta de la misa usasen de las palabras que usaba el oficio romano. Porque á la verdad las palabras de la consagracion, aunque la sustancia era una, las tenían mudadas en esta forma: «Este es mi cuerpo, que por vosotros será entregado. Este es el cáliz del Nuevo Testamento en mi sangre, que por vos y por muchos será derramado en remision de los pecados.» Palabras de que aun en nuestra era no usan los

que con beneplácito de los pontífices dicen misa mozá-| Navarra, con voluntad del rey don Sancho, su hermarabe. Este fin tuvo entonces aquella controversia, á que no. Juntaron los dos sus fuerzas, y en una entrada que empero otras muchas veces se volvió hasta tanto que, hicieron de nuevo en la Rioja se apoderaron por fuervencida la constancia ó porfía de los españoles, troca- za de Nájara, que los antiguos llamaron Tricio, y de ron el oficio mozárabe con el romano, como se dirá otro pueblo llamado Vicaria, en donde en tiempo de en su lugar. Volviendo á las cosas del Rey, desde el los godos se entiende hobo una chancillería, como lo tiempo que se dió la batalla en Junquera pareció ha- dice don Rodrigo, y por esta causa le dieron este nomberse mudado la fortuna de la guerra. Todavía el rey bre. Hasta aquí las cosas del rey don Ordoño procedian don Ordoño, con deseo de honra, y en su compañía el de manera, que muchas dellas se podian alabar, y pomismo rey de Navarra, entraron por tierra de moros, y cas reprehender cuales se disimulan con los reyes. Es en particular trabajaron los campos y pueblos de la muy dificultoso enfrenarse con la templanza los que Rioja. Con esto el rey don Ordoño dió vuelta á Zamo- tienen suprema potestad, y nunca tropezar en tanta dira. No hay en las cosas humanas entero gozo y conten- versidad de cosas casi imposible. La muerte que este to; toda aquella alegría se trocó en tristeza con la Rey dió muy fuera de sazon y sin propósito á los conmuerte de la reina Munina Elvira, señora de grandes des de Castilla pareció afear toda la gloria pasada. Este prendas; dejó estos hijos, don Sancho, don Alonso, desórden en qué manera haya sucedido y por qué caudon Ramiro, don García y doña Jimena. Casó el Rey sas el Rey estuviese dellos ofendido se dirá tomando el. segunda vez con Argonta, hembra de alto linaje en negocio un poco de mas arriba con una nueva narracion Galicia, y no mucho despues por sospechas la repudió que declare los principios y progresos que algunos seá tuerto y sin razon, como se entendió por el suceso ñoríos, los mas principales, tuvieron antiguamente en de las cosas y arrepentimiento del Rey. En su lugar España. puso á Sanctiva, hija de don Garci lñiguez, rey de

LIBRO OCTAVO.

CAPITULO PRIMERO.

De los principios del reino de Navarra.

DESPUES de aquel memorable y triste estrago con que casi toda España quedó asolada y sujeta por los moros, gente feroz y desapiadada, de las ruinas del, imperio gótico, no de otra manera que de los materiales y pertrechos de algun grande edificio cuando cae, muchos señoríos se levantaron, pequeños al principio, de estrechos términos y flacas fuerzas, mas el tiempo adelante reparadores de la libertad de la patria y excelentes restauradores de la república trabajada y caida. Poner por escrito el orígen y progreso de todos estos estados y señoríos seria cosa dificultosa y mas largo cuento de lo que sufre la medida y traza de la presente obra. Declarar en breve los principios, aumentos y sucesos que tuvieron los mas principales y mas señalados entre los demás téngolo por cosa necesaria por andar de aquí adelante mezcladas sus cosas con las de los reyes de Leon. En particular será necesario tratar de los principados de Navarra, de Aragon, de Barcelona y de los condes de Castilla. Las reliquias de los españoles que escaparon de aquel fuego y de aquel naufragio comun y miserable, echadas de sus moradas antiguas, parte se recogieron á las Astúrias, de que resultó el reino de Leon, de que hasta aquí se ha hablado. Otra parte se encerró en los montes Pirineos en sus cumbres y aspercza, do moran y tienen su asiento los vizcaínos y navarros, los lacetanos, urgelitanos y los ceretanos, que son al presente Ribagorza, Sobrarve, Urgel y Cerdania. Estos, confiados en la fortaleza y fragura de aquellos lugares, no solo defendieron su li

bertad, sino trataron y acometieron tambien de ayudar á lo demás de España; varones sin duda excelentes y de mayor ánimo que fuerzas. Los tales creo yo pusieron su confianza en la ayuda de Dios, pues contra tantas dificultades ninguna prudencia era bastante. La ocasión para intentarlo no fué muy grande. Un cierto hombre religioso y ermitaño, por nombre Juan, con deseo de vida mas sosegada hizo su morada en el monte de Uruela, no léjos de la ciudad de Jaca, y para los oficios divinos levantó en un peñol una capilla con advocacion de San Juan Bautista. La fama de la santidad deste hombre comenzó á volar por todas partes. Juntáronsele cuatro compañeros, deseosos de imitar y seguir la vida que hacia. Asimismo muchas gentes de los lugares comarcanos acudian á visitarle con intento de aplacar á Dios por medio de las oraciones deste santo varon, al cual, mientras que vivió, ayudaron con muchas buenas obras y limosnas que le hacian, y despues de muerto se juntaron los de aquella comarca á hacerle las honras. Acudió gran número de gente; entre estos seiscientos hombres nobles de propósito se juntaron, ó convidados de la soledad del lugar, comenzaron á tratar y consultar entre sí del remedio de la república y de sacudir la pesada servidumbre de los moros. La fortaleza de los lugares y sitio les ponia ánimo, y confiaban que si intentaban cosa tan gloriosa, no les faltarian so→ corros de Francia; convidábales el ejemplo de los asturianos, que, con tomar al infante don Pelayo por rey y por caudillo, no dudaron de tratar cómo ayudarian á la patria ni de irritar las armas de los moros; cosa que aunque al principio pareció temeridad, el efecto y remate fué muy saludable. Habiendo tratado mucho v

consultado sobre esto, pareció seria lo mas acertado escoger de entre si alguna cabeza, con cuya obediencia y autoridad atados, mejor pudiesen acometer empresa tan grande. Con esta resolucion nombraron á Garci Jimenez por acuerdo comun de todos para esto; porque si bien no era de la sangre de los godos, lo que se entiende por el nombre que parece mas de españoles que de godos, pero sin duda fué muy noble, de grande y antiguo solar y linaje, señor de Amescua y Abarsusa. Su mujer era dona Iñiga, de igual nobleza. En el tiempo que sucedió esto no concuerdan los autores, ni aun consta qué nombre tuviese el reino para que le nombraron ni qué apellido le dieron. Algunos dicen que se llamó rey de Sobrarve, otros de Navarra, los unos y los otros sin argumentos bastantes; y es toda antigüedad escura, principalmente la de España, á la manera que las corrientes de los rios son conocidas, los nacimientos y las fuentes de que proceden y salen no tanto. Las armas y insignias del nuevo Rey un escudo rojo sin alguna otra pintura. Ganó algunos pueblos de los moros, y entre ellos á Insa, principal villa de Sobrarve. La capilla del ermitaño Juan, aumentada y ensanchada con nuevos edificios que le arrimaron, poco á poco vino á ser semejable á un edificio real, señalada y noble por los sepulcros de los reyes antiguos que allí se enterraron. Por los milagros y antigüedad y mucha devociou de aquella casa de San Juan de la Peña, el rey Garci Jimenez y sus sucesores la escogieron para su sepultura. Murió este Rey el año 758. Sucedióle Garci Iñiguez, dicho así de los nombres de su padre y de su madre, príncipe verdaderamente grande y de felicidad señalada, pues por el esfuerzo deste rey de Navarra, que entre las armas y imperio de los franceses y moros andaba en balanzas, fué sujetada y quedó en perpetua posesion destos reyes. Pasó con las armas hasta aquella parte de Vizcaya que se llama Alava. En tiempo deste Rey otrosí tuvieron principio los condados de Aragon y Barcelona. El de Aragon con esta ocasion. Aznar, hijo de Eudon el Grande, venido que fué á aquellos lugares que bañan los rios Aragon ó Arga y Subordan y ganado que hobo algunos pueblos de los moros, con voluntad del rey don García se llamó conde de Aragon, comarca por entonces sujeta á los reyes de Navarra, despues exempta, como en su lugar se declarará. Su hijo se dijo tambien Aznar; su nieto Galindo, de cuyos hechos no hay cosa que de contar sea. Muerto Galindo, sucedió en aquel condado Jimeno Aznar. Lo de Barcelona sucedió desta manera. Ganóse Barcelona por las armas de Ludovico Pio, que adelante fué emperador, y á la sazon era vivo Carlo Magno, su padre. Dejó por gobernador de aquella ciudad á Bernardo, de nacion francés, el año de 801. De aquí tuvo principio el señorío de Barcelona y los condes, que en aquella parte de España alcanzaron gran poder. Este año pasado, y venido el siguiente, falleció el rey de Navarra Garci Iñiguez. Sucedióle Fortun García, su hijo, de cuyas hazañas los historiadores navarros cuentan grandes cosas y casi increibles. Lo que se tiene por cierto es que se halló en aquella batalla memorable de Roncesvalles, do la nobleza de Francia pereció á manos de los nuestros y quedó vencido en la pelea Carlo Magno, emperador y general en aquella jornada. De la alegría de aquella victoria no poco se quitó por la muerte de Jimeno Az

nar, conde de Aragon, que en aquella batalla pereció por haberse adelantado y con deseo de mostrar su esfuerzo metidose muy adelante entre los enemigos sin hacer caso de la muerte. Fué tanto mayor el lloro, que su hermana Teuda estaba casada con el rey Fortun. Al conde Jimeno Aznar sucedió Jimeno García ó Garcés, su tio, sin hacer cuenta de Endregoto, hermano del difunto, que parece tenia mejor derecho que el tio para heredar aquel estado; la causa no se sabe; por ventura la edad no era á propósito para encargarle el gobierno. Murió el rey Fortun el año 815; dejó por sucesor suyo á Sancho García, su hijo, que tenia en su mujer. En tiempo deste Rey los de Valderroncal, por lo mucho que trabajaron en la guerra de los moros, fueron libertados de tributos, como se ve por un privilegio que muestran deste tiempo y deste Rey. Bernardo, conde de Barcelona, á quien algunos llaman marqués, como fuese acusado por aquellos que eran tutores de Bernardo, nieto de Carlo Magno, hijo de su hijo Pipino, de cometer adulterio con la Emperatriz, mujer del emperador Ludovico, y por tanto haber caido en alevosía, movido del dolor desta calumnia, de Francia, do era ido, se volvió en España, do tenia grande autoridad y muchos aliados que en el tiempo pasado ganara. Falleció el año 839; y por su muerte Wifredo, primero deste nombre entre los condes de Barcelona, hobo aquel principado por merced de Ludovico Pio, no por juro de heredad por entonces, sino á voluntad del Emperador y por tiempo determinado ó mientras que viviese, como se usaba en los demás gobiernos. Era señor de Aragon por el mismo tiempo García Aznar, sucesor de su padre Jimeno García ó Garcés, que por este tiempo habia fallecido, en la misma sazon que con las armas del rey Sancho García los navarros, que de la otra parte de los Pirineos estaban sujetos al imperio francés, fueron trabajados, y no los dejó antes sosegar que jurasen de guardar y tener perpetua amistad con los reyes de Sobrarve. Dícese que le mataron en la guerra de Muza, aquel de quien arriba se dijo haberse rebelado contra Mahomad, rey de Córdoba, que fué por los años del Señor de 853. Despues del rey don Sancho cierto autor nombra á don Jimeno García, su hijo. En los archivos del monasterio de San Salvador de Leire, que está en Navarra, metido y situado dentro en los montes Pirineos, se dice que está allí sepultado con su mujer Munia, sin decir otra cosa. A estos papeles, como quier que carezcan de mayor luz de historia y seguridad, cuánta fe se haya de dar cada uno por sí mismo lo juzgue; que no nos pareció determinarnos por la una ni por la otra parte. Muertos estos reyes, faltó la línea de la familia real, por donde se siguió una vacante de cuatro años; en el cual tiempo, antes que las voluntades de los naturales viniesen y se conformnasen en uno, á quien nombrasen por rey y le pusiesen por gobernador de la república, los mas escritores navarros dicen que, comunicado el negocio con el Pontífice romano, que parece fué Leon, cuarto deste nombre, con los franceses y los lombardos, por su consejo tomaron de las leyes de aquellas naciones lo que juzgaron ser á propósito para mantenerse en libertad. El mayor cuidado era que en ningun tiempo los reyes pudiesen usar mal del poder que les daban para oprimir los vasallos. Escribiéronse las leyes que vulgarmente se llaman los Fueros de So

brarve, cuya fuerza principalmente está y se endereza á que, pues ellos pensaban dar al nuevo Rey lo que de moros se ganara, que tomado el poder y mando, ninguna cosa de mayor momento pensase que le era lícito determinar sin consejo y voluntad de doce hombres nobles que para este propósito se nombraron, ni disminuyese el derecho de la libertad, y que lo que se ganase de los moros fielmente lo dividiese con la nobleza. Para que todo esto fuese mas firme pareció criar un magistrado á la manera de los tribunos de Roma, que en este tiempo se llama vulgarmente el justicia de Aragon; cargo que, armado de las leyes, autoridad y aficion del pueblo, hasta ahora ha tenido el poder del rey cerrado dentro de ciertos límites para que no viniese en demasía; y á los nobles principalmente se dió por entonces que no les fuese imputado á mal si alguna vez hiciesen entre sí juntas para defender su libertad sin que el rey lo supiese. Mas estos y otros privilegios del rey dou Alonso el Tercero en este propósito fueron por Cortes generales revocados en tiempo del rey don Pedro, el postrero de Aragon. Ordenadas las cosas en esta forma, Iñigo Sanchez, conde de Bigorra, señorío que está en la Aquitania ó Guiena, llamado por su ligereza por sobrenombre Arista, fué nombrado por rey por voto de trecientos nobles que se juntaron; y como hobiese en Pamplona, en la iglesia de San Victorian, jurado los derechos, leyes y libertad de sus vasallos, le fué dado el gobierno y el mando. Añaden que dió poder á sus vasallos que si quebrantase lo que tenia prometido pudiesen llamar y llamasen en defensa de su libertad al rey que quisiesen, moro ó cristiano; pero que el pueblo, lo que tocaba llamar á los moros, por ser cosa torpe no lo aceptó. Todas estas cosas, que no solo el vulgo, sino algunos hombres eruditos las tienen por averiguadas, otros las tienen por fábulas, y piensan antes que el rey Arista sucedió á su padre el rey pasado. Porque ¿qué causa bastante hobo para hacer nuevas leyes y establecer aquel nuevo magistrado? O ¿cómo pudieron comunicar esto con los lombardos, cuya nacion años antes sujetó y oprimió el poder de Carlo Magno? No hay para qué adivinar en cosa tan dudosa; por ventura lo que sucedió en la eleccion de don Garci Jimenez, primer rey de Sobrarve, el vulgo de los historiadores, por ignorancia de los tiempos, lo aplicó al rey Iñigo Arista, que pensaban ser el primero de aquellos reyes. Esto consta, que el rey don lñigo Arista por este tiempo tuvo el reino en los montes Pirineos, y por mujer á doña luiga, hija del conde Gonzalo, de la sangre de los reyes de Oviedo. Tambien se casó con Teuda, hija de Cenon, duque de Vizcaya, como se tocó en otro lugar. Tuvò un solo hijo, no se sabe de qué matrimonio; pero llamóse Garci Iñiguez, y sucedióle en el reino. El monasterio de San Salvador de Leire, asentado entre los montes Pirineos, y que por su devocion, majestad de edificio y por sus gruesas rentas es muy principal, se tiene por obra y fundacion del rey Arista. En aquel monasterio están los cuerpos de las vírgenes Nunilon y Alodia, que no muchos años despues deste tiempo fueron muertas por la fe en un lugar llamado Bosca, cerca de Nájara; otros dicen en Huescar, la que está cerca de Baza. Verdad es que la ciudad de Boloňa, en la Lombardía, se atribuye la posesion destas santas reliquias; pero hace contra esto un privilegio que se

guarda en los archivos de aquel monasterio; y la vecindad de los lugares donde fueron muertas ayuda á esta opinion y á creer que sus reliquias están en aquel convento, á lo menos grande parte. Extendió el rey Arista los términos de su reino, añadió á lo que antes tenia, y ganó lo llano de Navarra, como quier que los reyes pasados se hobiesen estado basta este tiempo dentro los montes. Pamplona y Alava, que con la revuelta de los tiempos volvieran á poder de los moros, por sus armas se recobraron. Así se llamó rey de Pamplona, como se muestra por los privilegios destos reyes. En el mismo tiempo Wifredo, llamado el Velloso, hijo del otro Wifredo, alcanzó el condado de Barcelona por juro de heredad por merced de Carlos, emperador, llamado el Craso, con retencion solamente para sí del derecho de las apelaciones, que fué el año de 884, despues que por mandado del emperador Ludovico II, á causa de la tierna edad deste Wifredo, Salomon, conde de Cerdania, gobernó aquella ciudad y estado por espacio de diez y nueve años. Hijos deste Wifredo, entre otros, fueron Miro, conde de Barcelona, y Seniofredo, conde de Urgel, que adelante en estos estados sucedieron á su padre. Por el mismo tiempo falleció García Aznar, conde de Aragon. Sucedióle su hijo Jimeno García. Del año en que murió el rey Iñigo Arista hay diferencia entre los autores, sin que se pueda averiguar la verdad con seguridad. Sospechamos, empero, lo que parece pedir la razon de los tiempos, que falleció en el que reinó en las Astúrias don Alonso, rey de Oviedo, llamado el Magno, cerca de los años del Señor de 888. Sucedióle su hijo Garci Jimenez, que era menor de edad y tenia á la sazon solos diez y siete años; pero en grandeza de ánimo y en las cosas que hizo en tiempo de paz y de guerra no reconoció ventaja á ninguno de los reyes sus antepasados; porque, llegado á mayor edad, ganó grande reputacion, y la conservó con muchas victorias que ganó de los enemigos del nombre cristiano y batallas que dió, que la brevedad que llevarnos no sufre que se relaten por menudo. Su mujer se llamó Urraca, hija ó hermana de Fortun Jimenez, conde de Aragon. Digo esto porque los autores asimismo no van conformes en esto, en tanto grado, que algunos la hacen solo parienta de Fortun, nieta de Galindo y hija de Endregoto, aquel de quien se dijo que su tio Jimeno García le usurpó el señorío de Aragon. Lo que se averigua es que este rey de Navarra tuvo en su mujer dos hijos, que se llamaron, el uno Fortun y el otro Sancho, por sobrenombre Abarca, y una hija, llamada Sanctiva, que casó con don Ordoño, rey de Leon, siendo ya viejo, y que estuvo antes casado otras dos veces, como queda dicho en el libro pasado. Este rey de Navarra murió á manos de los moros en un encuentro que con ellos tuvo en el valle de Aivar (el arzobispo don Rodrigo le llama Larumbe), ca hizo muchas veces entradas en tierra de moros con intento de ensanchar su reino y deseo muy encendido que tenia de extirpar toda la morisma de España. Fué su muerte el año de 905, como se entiende del Cronicon alveldense. Sucediéronle en el reinado sus dos hijos, primero Fortun, y despues don Sancho, en cuyo tiempo, segun que se dijo al fin del libro pasado, los nuestros perdieron aquella famosa jornada del valle de Junquera. El monasterio de San Salvador de Leire pretende que el rey don Garci Iñiguez está allí sepultado; con

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