HISTORIA DE ESPAÑA. pesado por la edad y por haber quedado cojo de una pierna despues que en Badajoz se le quebró, de tal manera, ir que usaba de coche por no poder andar á caballo, convocados soldados de todo su reino, se apresuró para á Santaren. Dióse la batalla, en que los moros no fueron iguales á los portugueses, porque el padre por frente, y el bijo, que salió de la villa, por las espaldas los apretaron; fué grande la matanza y muchos los que se pusieron en huida; al mismo Rey bárbaro dieron en la batalla una herida mortal, y como quier que pretendiese para escapar pasar á Tajo, que por aquella parte va muy arrebatado y lleva mucha agua, se ahogó en el rio, que fué el año de 1184. Sucedióle en los dos imperios de Africa y de España Abenjuzef, su hermano. Esta victoria se tuvo por muy señalada, y por ella se hicieron grandes regocijos en toda España. Verdad es que la muerte de Armengaudo ó Armengol, conde de Urgel, aguó algun tanto esta alegría; era hijo de Armengaudo Castilla, conde de Barcelona, y tenia por mujer una hermana del rey de Aragon; y no solo poseia gran estado en Cataluña y Aragon, sino tambien en Castilla era señor de Valladolid, por ser bisnieto de don Peranzules, de quien en su lugar se hizo mencion, que fué un gran personaje. Este Príncipe, con deseo de adelantar el partido de los cristianos, con sus gentes particulares rompió por la tierra de Valencia; pero despues de algunos buenos sucesos que tuvo fué muerto por los moros junto á la viIla de Requena en una celada que le pararon y con engaño. Otros dicen que los castellanos le dieron la muerte; la pública voz y fama fué que los morosle mataron; que parece mas probable y es mas justo que se tenga por verdad. Lo cierto es que este desastre sucedió á 11 dias de agosto; dejó un hijo de su mismo nombre por heredero de sus estados. En otra parte don Sancho, de Navarra, se metió por tierras de Castilla, y llegado hasta el lugar de Atapuerca, como llevase gran presa robada por aquellos lugares, el abad de San Pedro de Cardeña, movido por el trabajo y lágrimas de los comarcanos, fué apresuradamente en busca del Rey que se volvia á su tierra; alcanzóle y pidióle restituyese la presa á los que padecieron el daño, pues parecia cosa injusta que los agravios hechos por los reyes los pagase la gente miserable y sobre ellos descargase la saña. Condescendió el Rey á los ruegos del Abad por ser tan justificado lo que le pedia, demás del particular respeto que tuvo al estandarte del Cid, que el Abad y los monjes del templo do le tenian le tomaron y le llevaban delante para movelle mas. Lo cual hizo tal impresion en su ánimo y en tanto grado, que él mismo acompañó el dicho estandarte hasta dejalle en el lugar en que antes le tenian. Sucedieron estas cosas el año de 1185. En este año los reyes de Portugal, padre y hijo, fueron primero á Coimbra, dende se partieron para la ciudad de Portu. Allí celebraron las bodas entre Filipe, conde de Flándes, y doña Teresa, hija del mismo rey don Alonso, á quien los flamencos llaman Matilde. Concluidas las fiestas, volvieron á Coimbra; allí el Rey, agravado de enfermedad y de los años, falleció á 6 del mes de diciembre en edad de noventa y un años. Su cuerpo, segun que éi ordenó en su testamento, sepultaron en la iglesia de Santa Cruz, que él mismo fundó, en una sepultura humilde; de donde por mandado del rey don Manuel, en tiempo de nuestros abuelos, le pasaron á rey 327 otro sepulcro de mármol blanco de labor muy prima. pente le hizo muy aventajado en letras una extraordinaria vision en que san Isidro, en cuyo monasterio vivia, entre sueños le dió á comer un libro en señal de la mucha doctrina que por aquel medio le comunicaba; desde entonces comenzó á señalarse en el conocimiento de las divinas letras y escritura sagrada. A nuestras manos no ha venido cosa alguna de aquellos sus libros. Dicese que los canónigos de aquella iglesia y convento los guardan con grande cuidado como un precioso tesoro de y para testimonio muy claro de lo que sucedió y aquel milagro. CAPITULO XVII. De varias confederaciones que se hicieron entre los reyes. Los hijos sucedieron á sus padres, don Sancho á don Alonso, rey de Portugal; á don Fernando, rey de Leon, don Alonso, noveno deste nombre, que se volvió con la nueva de la muerte de su padre del camino que llevaba, porque se queria ausentar y se iba para su tio el nuevo rey de Portugal por miedo del odio y asechanzas de su madrastra. Llevaba ella mal que don Alonso, hijo bastardo, como ella decia, solo por ser de mas edad y porque se le antojaba á su padre, fuese preferido á sus hijos, y tratado como quien habia de suceder en aquella corona. De aquí resultaron desabrimientos perpetuos, de que avino que dado que el Rey, su antenado, al principio le dejó los lugares de su dote por respeto y contemplacion de su padre, pero en fin la puso en necesidad de retirarse á Najara, do pasó lo restante de su vida. En el monasterio de Santa María el Real de aquella ciudad están en una capilla, que se llama de Santa Cruz, dentro del claustro, las sepulturas desta señora y de sus hermanos, que fueron don Lope, obispo de Segovia, y don Martin de Haro. Don Alonso, rey de Leon, fué casado dos veces: la primera con doña Teresa, hija de don Sancho, rey de Portugal, en quien tuvo tres hijos: á doña Sancha, á don Fernando, que vivió poco, y á doña Dulce; despues, por mandado de los pontífices, se apartó de doña Teresa á causa que era su parienta, y casó con doña Berenguela, hija de don Alonso, su primo, rey de Castilla. Don Sancho, rey de Portugal, primero deste nombre, que llamaron el Poblador y el Gordo, casó los años pasados con doña Aldonza Dulce, hermana del rey de Aragon. Deste matrimonio tuvo muchos hijos, es á saber, á don Alonso, el mayorazgo, á don Fernando, don Pedro, don Enrique, que murió mozo ; cinco hijas, doña Teresa, doña Malfada, doña Sancha, doña Blanca, doña Berenguela. Y muerta la mujer, tuvo en otras dos concubinas seis hijos, parte varones, parte hembras: de la primera, por nombre Juana, á doña Urraca y á don Martin; de la otra, que se llamó María, á doña Teresa, don Egidio, doña Constanza y don Rodrigo. Doña Teresa casó con Alfonso Tello, el que fundó y pobló la villa de Alburquerque; tales eran las costumbres de aquel siglo, que no tenian por torpe cualquier antojo de los reyes, en que don Alonso, rey de Castilla, fué muy mas medido y juntamente dichoso en sucesion, porque de un solo matrimonio tuvo once hijos; entre los demás doña Blanca fué la mas dichosa, porque casada con Luis, rey de Francia, octavo deste nombre, con dichoso parto dió al mundo un hijo del mismo nombre de su padre, el que por la conocida bondad de su vida y por su piedad muy señalada alcanzó renombre de santo y se llamó san Luis. Despues de doña Blanca se siguieron doña Berenguela, don Sancho, doña Urraca y don Fernando, que consta haber nacido el año 1189, á 29 de noviembre, dia miércoles. Despues dél se siguieron doña Malfada y doña Constanza, y luego adelante dos ó tres hermanas, cuyos nombres no se saben; demás destos doña Leonor y el menor de todos don Enrique, que con maravillosa variedad de las cosas vino á suceder en el reino á su padre, como se mostrará en otro lugar. Fuera de los muchos hijos que el rey de Castilla tuvo, se aventajaba á los demás príncipes sus vecinos en la grandeza del señorío, muy mayor que el de los otros, por do ponia espanto á todas las provincias de España. El, aunque se via rodeado de lantas riquezas y ayudas, no se daba al ocio ni á la flojedad, antes extendia con las armas los términos de su señorío y los dilataba; en que asimismo sobrepujaba á los demás reyes de su tiempo; y en ingenio y maña y en riquezas, gracia y destreza igualaba á sus antepasados. Con esto sustentaba la autoridad real y se hacia temer. Nunca el poder de los príncipes es seguro á los comarcanos, por ser cosa natural buscar cada uno ocasion de acrecentar sus estados, sea justa, sea injustamente. Por esta causa los demás reyes de España se hermanaban contra el rey de Castilla, y se confederaban y prometian que tendrian los mismos por amigos y por enemigos. Procuraban traer á esta confederacion al rey de Leon, si bien pareció estar mas aficionado y obligado al rey de Castilla, don Alonso, su primo. Y es así que luego que tomó la posesion del reino paterno, con deseo de ganar su amistad, de su voluntad fué á las Cortes de Castilla, que se tenian en Carrion, el año 1188. Armóle allí caballero á la manera que entonces se usaba; y para muestra de darle la obediencia le besó la mano; cortesía en que pareció diminuir la majestad de su reino y reconocer á su primo por mas principal, como lo era. Halláronse en aquellas Cortes Conrado, hijo del emperador Federico, llamado Barbaroja, que aportó á España en peregrinacion, y Raimundo Flacada, conde de Tolosa; el uno y el otro tuvieron por cosa honrosa que el Rey los armase caballeros con las ceremonias que en España se usaban. Fuera desto, se concertó casamiemto entre Conrado y doña Berenguela, hija del Rey; pero no vino á efecto por esquivar la doncella de ir á Alemaña, sea por aborrecer las costumbres de aquella nacion, sea por el largo y trabajoso camino, porque, ¿á qué propósito mudar la templanza de España y el arreo de su patria y trocalle por el cielo áspero de Alemaña y otras condiciones asaz diferentes de sus naturales? Finalmente, este desposorio se apartó por autoridad de don Gonzalo, primado de Toledo, y de Gregorio, cardenal de Santangel. Los demás reyes, entre tanto que esto pasaba, consultaban entre sí por sus embajadores qué era lo que debian hacer, en especial el de Aragon, que llevaba mal que todas las cosas estuviesen en el albedrío de su cuñado, el rey de Castilla, y don Sancho, rey de Navarra, que pretendia recobrar por las armas lo que por fuerza le quitaron los años pasados. Con este intento el año de Cristo 1190 se juntaron de propósito en Borgia por el mes de setiembre; en esta habla hicieron entro HISTORIA DE ESPAÑA." si confederacion y asiento contra las fuerzas de Casti- CAPITULO XVIII. Cómo se perdió la jornada de Alarcos, En el mismo tiempo del arzobispo don Martin vivia bispo don Rodrigo hace mencion de aquel lugar antes de á Sierramorena y llegaron al lugar de Alarcos, que poco antes los nuestros edificaran. Don Alonso, rey de Castilla, avisado del apercebimiento de los moros y del peligro de los suyos, en ninguna manera perdió el ánimo; antes avisado que hobo á los reyes de Navarra y de Leon que le acudiesen, con los cuales poco antes se concertó, él primero que nadie con su ejército particular acudió á Alarcos y puso sus reales cerca de los enemigos, cuya muchedumbre era tan grande, que con sus tiendas ocupaban todos aquellos campos y collados; por esto algunos juzgaban que se debian reportar y con astucia y maña entretener al enemigo hasta tanto que los otros reyes viniesen, que se decia llegarian muy presto. Otros eran de parecer que se viniese luego á las manos, porque los navarros y leoneses no tuviesen parte en la victoria y en la presa, que arrojada y temerariamente al cierto se prometian. Este parecer prevaleció como el que era el mas honrado, dado que el Rey no ignoraba que aquellos consejos en la guerra son mas saludables que mas seguros, y que menospreciar al enemigo y confiar en sí mismos es daño igualmente perjudicial á los grandes reyes, como el suceso de esta batalla lo dió á entender. Ordenaron los reyes sus gentes. Dióse la batalla junto á Alarcos, á 19 de julio, que fué miércoles, el año de 1195. Fué grande el coraje y denuedo de entrambas las partes; pero el esfuerzo de los nuestros fué vencido por la muchedumbre de los enemigos, porque mereciéndolo así los pecados del pueblo y por voluntad de Dios amedrentados los nuestros, les faltó el ánimo y corazon en la pelea. Muchos, así en la batalla como en la huida, fueron muertos, entre ellos Martin Martinez, maestre de Calatrava. Quién dice que don Martin, arzobispo de Toledo, se halló en esta batalla. De don Diego de Haro, que fuera el principal movedor desta guerra, se decia mostró cobardía, ca se retiró de la pelea y volvió á Alarcos al principio de la batalla, sea por no tener confianza de salir con la victoria, sea, como hobo fama, por estar agraviado del Rey, que en cierta ocasion igualó los caballeros del Andalucía con los nobles de Castilla en esfuerzo y destreza del pelear. Los moros, ensoberbecidos con tan grande victoria, no solo se apoderaron de Alarcos, que luego se les rindió, sino pasaron adelante, y metiéronse por las tierras del reino de Toledo. Llegaron hasta Yévenes, que está seis leguas de aquella ciudad; desde allí, hechos muchos daños, volvieron atrás. En nuestra edad solamente restan algunos paredones de Alarcos y un templo bien antiguo, con nombre de Santa María, con que los comarcanos tienen mucha devocion. Entiéndese que el Rey bárbaro hizo echar por tierra aquel pueblo y abatir sus murallas. Túvose por cierto que con aquel desastre tan grande castigó Dios en particular un pecado del Rey, y fué que en Toledo, menospreciada su mujer, se enamoró de cierta judía, que fuera de la herninguna otra cosa tenia de estimar. Era este trato, no solo deshonesto, sino tambien afrentoso á la cristiandad. Los grandes, movidos por tan grande indignidad y porque no se esperaba emienda, hicieron matar aquella mujer. Andaba el Rey furioso por el amor y deseo. Un ángel que de noche le apareció en Illescas le apartó de aquel mal próposito; mostrósele en aquella forma que tenia en una pintura y imágen del mismo Rey, á manera de mancebo con rostro hermoso, mas mosura, grave, que le amenazaba si no volviese en sí, y le apercebia esperase el premio de la castidad si la guardase, y temiese el castigo si la menospreciase. En la iglesia de Illescas, á la mano derecha del altar mayor, hay una capilla, llamada del Angel, con un letrero que declara ser aquel el lugar en que se apareció el ángel al rey don Alonso el Bueno, que así le llaman. La verdad es que sabido el desastre de Alarcos, los reyes de Leon y de Navarra desistieron del propósito de ayudar en aquella empresa. El rey de Leon acudió á visitar al rey don Alonso, sea con ánimo llano, sea fingidamente; don Sancho, rey de Navarra, sin saludar al Rey se volvió á su tierra. La memoria desta descortesía quedó en el pecho del rey de Castilla fijada mas altamente que ninguno pudiera pensar; y desde aquel tiempo, congojado con la saña y con el miedo, comenzó á tratar y aparejarse para vengar el agravio y satisfacer aquel su sentimiento, no solo contra los moros, sino tambien contra los navarros. CAPITULO XIX. De lo que sucedió en Portugal. El año luego siguiente, que se contaba de Cristo 1196, fué desgraciado en España por la muerte del rey don Alonso de Aragon, que entre los reyes de España tenia el segundo lugar en autoridad y señorío, y en esfuerzo no daba ventaja á ninguno. Falleció en Perpiñan, á 25 de abril, en tiempo que todo su señorío gozaba de gran paz y el reino de Aragon florecia en geute, riquezas y fama. Nombró por heredero á don Pedro, su hijo mayor, segundo deste nombre; á don Alonso mandó en su testamento el condado de la Proenza y los demás estados que dél dependen. A don Fernando, el menor de todos, mandó que en el monasterio de Poblete del Cistel, que su padre comenzó y él le dejó acabado, y está puesto entre Tarragona y Lérida, en que pensaba hacer el enterramiento suyo y de sus sucesores, tomado el hábito, se ocupase en rogar á Dios por las ánimas de sus antepasados. Las tres hijas infantas, doña Constanza, doña Leonor y doña Dulce, nombró y sustituyó á la sucesion del reino, si sus hermanos muriesen sin herederos, mudada en esta parte y corregida la voluntad de doña Petronilla, su madre, que excluyó las hembras de la herencia de aquellos estados, como arriba queda señalado. Este año, en que sucedió la muerte del rey de Aragon, fué tambien desgraciado por la hambre y peste, males que Cataluña principalmente padeció. Demás desto, con una nueva entrada que hizo el Rey bárbaro; Cáceres y Plasencia fueron tomadas, talados los campos de Talavera y puesto fuego á los olivares, que se dan allí muy buenos. La villa no pudo ser entrada por la fortaleza de los adarves y esfuerzo de los moradores, echó por tierra empero los lugares de Santolalla y Escalona, que están mas adelante. La misma ciudad de Toledo estuvo cercada espacio de diez dias. En Castilla la silla obispal de Najara, en que hasta entonces estuvo, se trasladó á la iglesia de Santo Domingo de la Calzada, la cual de una excelente fábrica se comenzara diez y seis años antes, y á la sazon se acabó, de tanta grandeza y anchura, que compite con las principales de España. Lo uno y lo otro se hizo por diligencia de don Rodrigo, obispo de Calahorra. El año siguiente de 1197 HISTORIA DE ESPAÑA. hobo nuevos movimientos en Cataluña, por estar la provincia dividida en parcialidades; unos seguian á Armengaudo, conde de Urgel; otros favorecian á Raimundo Rogerio, conde de Fox; por la cual parcialidad la ciudad de Urgel fué cercada y tomada por fuerza. El moro Abenjuzef, soberbio por la victoria pasada y la prueba que hizo de sus fuerzas y fortuna, con orgullo se prometia en su pensamiento el señorío de toda España. Relaciéndose pues de fuerzas y juntadas mas gentes, volvió otra vez á Toledo; no tenia esperanza de apoderarse de la ciudad por la fortaleza del sitio; taló los campos, saqueó los lugares comarcanos, hizo grandes robos, llegó con las talas hasta Madrid y Alcalá, y á mano izquierda hasta Ocaña, Uclés, Huete y Cuenca, destrozando todo lo que encontraba. Los nuestros por los daños del año pasado y por el miedo presente estaban sin consejo y sin saber qué partido tomarian para defender la patria. Era extremo el peligro en que las cosas de los cristianos se hallaban, porque el Moro, efectuadas tan grandes cosas, se volvió al Andalucía con su ejército sano y salvo, determinado de tornar á la guerra el año siguiente con mayor furia. Don Alonso, rey de Castilla, rodeado de tantos males, por no tener fuerzas iguales al enemigo, trataba de buscar socorros y ayudas de fuera. Poca esperanza tenia que los leoneses y navarros hiciesen cosa de provecho, pues demás del desacato pasado, en tiempo tan trabajoso acometian por diversas partes las tierras de Castilla, sin tener cuenta con la cristiandad ni considerar lo que la fama diria dellos. Fué así, que el rey de Navarra trabajó las tierras de Soria y Almazan, por do entró á robar con sus soldados; el rey de Leon, puesta confederacion y alianza con los bárbaros que moraban en Extremadura en las tierras que caen entre Tajo y Guadiana, se metió por tierra de Campos, en que taló toda la campaña. En solo don Pedro, rey de Aragon, llamado el Católico, quedaba alguna esperanza. Convidole el rey de Castilla para hacer confederacion y juntar las fuerzas contra los enemigos comunes. Vino el Aragonés en ello. Hecho este concierto, pareció primero vengar las injurias del rey de Leon, despues los agravios que hicieron los navarros ; con esto de primera instancia fueron tomados del rey de Leon los pueblos de Bolaños, Castroverde, Valencia y el Carpio. Contra los navarros no se pudo hacer la guerra como lo tenian acordado, á causa que Abenjuzef se apercebia para hacer nueva guerra, como aquel que estaba acostumbrado demasiadamente á hacer entradas por nuestras tierras; con todo esto, los castellanos y aragoneses con la gente que fuera justo acometer á los bárbaros, sin ningun cuidado de la cristiandad, revolvieron contra el rey de Leon, causa de todos los males, como ellos decian; tornaron á entrar por sus tierras el año de 1198 y llegaron hasta Astorga; destrozaron la tierra de Salamanca, apoderáronse de la una y de la otra Alava, y de Monterey con otros lugares; despues desto tornaron á tratar de vengarse del rey de Navarra, que no menos agravios tenia hechos, y esto con tanta voluntad de los reyes de Castilla y Aragon, que olvidados de su reputacion y sin moverse por el peligro de la cristiandad, se determinaron hacer concierto con Abenjuzef, comun enemigo de cristianos, y no tuvieron por cosa fea ser los primeros á convidalle con la confederacion. El Bárbaro no deja ba de dar orejas á esta plática, por tener gran deseo de |