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pretor Gneio Fulvio con doce tribunos fueron muertos, y un grueso ejército destrozado. Unos dicen que los muertos llegaron á trece mil, otros que fueron siete mil.

CAPITULO XXI.

Cómo Asdrúbal Barquino fué vencido por Scipion.

Con la toma de Cartagena el estado de las cosas se mudó en España. Muchos se inclinaron al partido de los romanos, que tal es la costumbre de la gente seguir al que mas puede. Entre los demás Edesco, hombre de muy alto lugar entre los españoles, se pasó á los romanos por haberle restituido mujer y hijos, que estaban entre los relienes ya dichos. Mandonio y Indibil, príncipes de los celtiberos, alcanzaron perdon de la falta pasada, y con tanto fueron recebidos en gracia. Tenia Asdrúbal Barquino sus alojamientos cerca de Betulon, ciudad, segun se entiende, puesta en lo que hoy es Andalucía, donde están Ubeda y Baeza. Scipion, luego que el tiempo dió lugar para ello, año de la fundacion de Roma 545, movió de Tarragona en su busca, y en su compañía Lelio, que era ya vuelto de Roma. Asdrúbal, avisado del intento de Scipion y desconfiado, así del esfuerzo de los suyos como de la voluntad de los españoles que tenia consigo, de noche pasó sus alojamientos á un ribazo, cuyas raíces y halda por la mayor parte bañaba y rodeaba un rio, que se cree era Guadalquivir. Tenia en la cumbre dos llanos en el mas bajo puso á los númidas ó alárabes y á los africanos y á los inallorquines; en el mas alto se alojó el mismo general con la fuerza del ejército. Ni la aspereza de aquel sitio ni el peligro de la subida espantó á Scipion para que no pretendiese venir á las manos con el enemigo, que atemorizado confiaba mas en la fortaleza del lugar que en sus gentes. La dificultad de la subida fué grande. Ninguna cosa tiraban los enemigos que cayese en vano. Pero luego que con grande trabajo subieron al llano y llegaron á las espadas, los enemigos volvieron las espaldas para recogerse en la parte mas alta de aquel ribazo. Era mas fragosa aquella subida, y así, fué necesario ir ladeando el monte repartidas las gentes en dos partes, Scipion á la mano izquierda, y Lilio á la derecha. Subido que hobieron, acometieron por ambos lados á los enemigos, los cuales en un punto se pusieron en huida, porque ni podian bien revolver sus haces, ni tuvieron tiempo para poner los elefantes por frente. Murieron como ocho mil hombres, fueron presos diez mil infantes y dos mil hombres de á caballo, y entre estos un mozo de poca edad, llamado Masiva, sobrino de Masinisa, hijo de una su hermana, que poco antes era vuelto de Africa. Dióle Scipion un caballo, vistióle ricamente y envióle graciosamente á su tio. Asdrúbal, enviado delante el dinero y los elefantes con parte de sus gentes, no paró hasta llegar cerca de los Pirineos, donde acudieron tambien Asdrúbal, hijo de Gisgon, y Magon. Allí, tomado consejo, acordaron que Asdrúbal, hijo de Gisgon, fuese á la Lusitania, y que Masinisa con tres mil caballos corriese las tierras de la España citerior, con órden empero que el uno y el otro en todas maneras excusasen el trance de la batalla. Magon fué enviado á Mallorca á recoger honderos de aquellas islas. Finalmente, pareció cosa forzosa que Asdrúbal el Barquino pasase en Italia, así por obedecer al Senado que lo mandaba, como para

que los soldados españoles que se inclinaban á Scipion, con llevallos tan léjos sosegasen. Esto los cartagineses. Scipion, por causa que el estío estaba muy adelante, por los bosques de Castulon, parte de Sierramorena, dió la vuelta á Tarragona, donde por todo el año siguiente, que fué de Roma 546, por tener quebrantadas las fuerzas cartaginesas, se entretuvo ocupado en el gobierno sin acometer cosa alguna que sea digna de memoria, sino que de Italia vinieron nuevas que cerca de Taranto en cierta batalla el cónsul Marcelo fué muerto por Aníbal, y el otro cónsul Crispino salió mal herido, de que murió tambien adelante. Desde Cartago en el lugar de Asdrúbal Barquino vino Hannon, enviado para que le sucediese en el gobierno de España. Él de camino trajo consigo á Magon, que se habia detenido en Mallorca, y con él llego á España, año de la fundacion de Roma 547. Acudió luego á hacer gente en los Celtiberos. Scipion envió contra él á Sillano con buen golpe de gente. Vino con los contrarios á batalla, y desbarató primero á Magon, despues prendió á Hannon, que desde sus reales vino en socorro de su compañero. Con la nueva desta victoria, Scipion se determinó de ir en busca de Asdrúbal, hijo de Gisgon, que estaba con su gente alojado cerca de Cádiz. Pero él, avisado por tan grandes pérdidas, antes que Scipion llegase, repartió sus gentes por aquellas ciudades y guarniciones, por no tener confianza en las armas ni en las fuerzas. Supo Scipion esta determinacion; así, dejó aquel viaje y se volvió atrás, solo envió á Lucio, su hermano, para que se apoderase de Oninge, ciudad de los Melcsos. Plinio pone á Oninge en la Bética hacia donde hoy está Jaen. No fué esta empresa sin provecho; antes en breve fué la ciudad entrada por fuerza y puesta á saco. Todos los cartagineses y trecientos ciudadanos que fueron en cerrar las puertas á los romanos quedaron dados por esclavos; á los demás se dió libertad con todo lo que antes tenian. Acercábase el invierno; así, los soldados fueron enviados á invernar, y el mismo Lucio por mandado de su hermano se partió para Roma, y en su compañía Hannon con los demás cautivos nobles; donde llegado, dió cuenta de todo lo que se habia hecho. Por el misino tiempo vinieron de Italia avisos que Asdrúbal Barquino, despues que en la pasada de la Gallia y de los Alpes halló mas facilidad que pensaba, como pretendiese juntarse con Aníbal, su hermano, fué en la Marca de Ancona á la pasada del rio Metauro en una batalla muy herida roto y desbaratado por los cónsules Claudio Neron y Marco Livio Salinator: victoria muy famosa y que se igualó con la pérdida de Cannas, así por la muerte del general cartaginés como por el número de los enemigos que perecieron, que llegaron á cincuenta y seis mil hombres, y fué causa al pueblo romano de una alegría extraordinaria, por considerar que en el trance de aquella batalla se echó el resto y se aventuró todo el imperio romano.

CAPITULO XXII.

Cómo echaron los cartagineses de España

El año siguiente, que se contó 548 de la fundacion de Roma, el otro Asdrúbal, con toda la diligencia posible, formó un grueso ejército, compuesto de las gentes que antes tenía y de nuevas compañías que de españoles

levantaron. Con todas estas gentes, que llegaban á cincuenta mil infantes y cuatro mil y quinientos caballos, asentó sus reales en la Bética ó Andalucía, cerca de la ciudad de Silpia. Persuadíase que Scipion no se le podria igualar en número de gente; mas á la verdad, no vencen los muchos, sino los valientes. Y el general romano, avisado de lo que pasaba, tomó de un señor de Andalucía, llamado Colca, que era de su parcialidad, tres mil peones y quinientos caballos. Temia juntar mayor número de españoles por lo que sucediera á su padre y á su tio, aviso para que de tal manera estribase en los socorros extraños, que se asegurase mas de sus propias fuerzas; con este socorro y con las legiones romanas partió en busca del enemigo. Trabaron por algunos dias escaramuzas; despues los unos y los otros ordenaron sus haces para dar la batalla, pero sin efecto alguno, por no haber quien la comenzase. Estaba entre las dos huestes un valle, aunque fácil de pasar, mas cada parte esperaba que los contrarios se adelantasen á subille, con intento de pelear con mas ventaja; mas como quier que ni los unos ni los otros se atreviesen, á puesta de sol se retiraron á sus reales, primero los cartagineses, despues los romanos. Con este órden y traza se pasaron algunos dias hasta tanto que Scipion se aventuró un dia muy de mañana de acometer, como lo hizo, las estancias de los enemigos. Asdrúbal, alterado con aquel rebate tan fuera de lo que pensaba, echó delante la caballería para que hiriesen en los caballos contrarios, que fueron los primeros á acometer los reales, y él salió con las demás gentes á la batalla. Los caballos se trabaron de tal suerte, que por largo espacio la pelea fué muy dudosa. Scipion recogió los suyos en el cuerpo de la batalla, y extendió y adelantó los dos cuernos, donde puso las legiones romanas. Con esto, antes que los escuadrones de en medio se juntasen, hizo volver las espaldas á los dos cuernos' contrarios, por estar compuestos de mallorquines y de soldados nuevos de España, gente de poco valor y destreza, y tambien porque salieron á la pelea en ayunas, lo cual los romanos, que venian bien comidos de propósito, entretuvieron hasta muy tarde. Con tanto quedó el campo por los romanos; y dado que siguieron el alcance, no pudieron luego entrar los reales contrarios, á causa de una lluvia que de repente sobrevino, adonde los vencidos se retiraron primero en ordenanza, y despues huyendo cuanto mas podian. Asdrúbal, atemorizado de lo que pasó y poco confiado de sus aliados, por sospecha que, lo que algunos hicieron, todos no se le pasasen á los romanos, la noche siguiente movió á sordas con su campo con intento de volver atrás á las mayores jornadas que pudiese. Scipion luego á la mañana, avisado de lo que pasaba, que los enemigos huian, despachó la caballería para que picasen en los postreros, y por este medio detuviesen al enemigo hasta tanto que, llegadas las legiones, todo lo pusieron en confusion y rota. Grande fué la matanza deste dia, pues de un campo tan grande apenas escaparon y se salvaron siete mil hombres con su general, que se subieron en un serrejon muy agro, sitio por su naturaleza muy fuerte, donde, partidos Asdrúbal secretamente á Cádiz, y Scipion con parte de su gente á Tarragona, Sillano los tuvo cercados. Quedó allí entre los demás cartagineses Masinisa, el cual, viendo las cosas de Cartago pues

tas en extremo peligro y caidas casi del todo, acordó de moverse al movimiento de la fortuna y bailar al son que ella le bacia. Habló secretamente con Sillano, y con él trató de pasarse á los romanos, sin que, á lo que parece, sucediese en aquel cerco alguna otra cosa de mayor importancia. Hízose esta guerra al principio del verano, con que se acabó en España el señorío de los cartagineses y pasó al poder y jurisdiccion de los romanos, que fué el año décimocuarto despues que Aníbal sujetó á los saguntinos, vel quinto despues que á Scipion se encargó el gobierno y la guerra de España.

CAPITULO XXIII.

De otras cosas que Scipion hizo en España. Concluida en gran parte la guerra larga y dudosa de España, Scipion comenzó á revolver en su pensamiento de apoderarse de Africa y de la misma ciudad de Cartago. Para poner en esto la mano, concertóse primero con Masinisa; recibióle en su gracia, y con tanto le envió á Africa á negociar sus naturales y apartallos de la amistad de Cartago. Por otra parte, trató de concertarse de nuevo con Sifaz, rey de los masesulos, y hacelle amigo del pueblo romano. Para concluir esto, despachó á Lelio por su embajador, y le hizo pasar en Africa. Respondió el bárbaro á esta demanda que él no vendria en ningun concierto si el mismo general romano no se hallaba presente. Scipion, avisado desta respuesta, pasó en Africa, y llegó á Siga, que era el asiento y residencia de aquellos reyes, y hoy se entiende que es Aresgol, por causa que Plinio testifica que Siga estaba en frente de Málaga. Acudió á la misma ciudad y en la misma sazon Asdrúbal para prevenir aquel Rey y desbaratar aquellas práticas; gran gloria de aquel bárbaro, que dos poderosísimos pueblos y dos excelentísimos capitanes pretendiesen á un tiempo granjear á cualquier precio su amistad ; tanto mas, que los dos cenaron á una mesa, y lo que es mayor maravilla, reposaron en un mismo lecho á propósito cada cual de condescender con la voluntad del Rey, que así lo quiso, y por este camino granjearle. Quiso él interponerse para que se asentasen paces entre aquellas ciudades; Scipion se excusó con que sin comision del Senado romano no se podia tratar aquel punto, y mucho menos tomar resolucion en negocio tan grave. Y sin embargo, concluido á lo que era venido, que era atraer aquel Rey á la amistad romana, dió la vuelta Scipion á España, donde Illiturgo y Castulon en breve vinieron á su poder, ciudades que, mas por miedo de lo que merecian por su deslealtad que de voluntad, se mantenian en la amistad de los cartagineses. Illiturgo fué destruida; á Castulon perdonó, que era menor su culpa, y por entregarse de su voluntad, amansó la saña de los vencedores. Despues desto, dió á Marcio órden de sujetar otras algunas ciudades, y él determinó de celebrar en Cartagena las exequias de su padre y de su tio. Plinio dice que la hoguera donde fueron quemados los huesos de los Scipiones estaba en Ilorci (quién dice que hoy Ilorci es Lorquin, quién que Lorca), de la cual hoguera dice huye el rio Tader, que es el rio de Segura. Lo cierto, que en aquellas exequias hobo juegos de diversas maneras, y en particular de gladiatores ó esgremidores, que de su voluntad se ofrecieron á la pelea. Entre los demás hicie

neros con que pagar los soldados. Masinisa era vuelto de Africa á Cádiz con buen golpe de caballos númidas en socorro de los suyos, que aun no se declaraba por los romanos ni se entendia su voluntad. Scipion, enviado que hobo delante á Marcio con parte de su gente, se determinó ir él mismo en persona, cuya venida y llegada luego que Masinisa la supo, con voz de correr los campos comarcanos pasó á tierra firme, donde procuró tener habla secreta con Scipion. Resultó destas vistas que puso con él aquella amistad que conservó toda la vida, y aun fué de gran momento para derribar el poder de Cartago; á él acarreó gran gloria y no menores riquezas. Magon, perdida la esperanza de las cosas de España, por órden del Senado se partió para Cartago en sus naves, en que embarcó todo el oro y la plata, así del público como de particulares. De camino acometió á los mallorquines porque se pasaran á los romanos. Apoderóse sin dificultad de Menorca, dende envió á Cartago dos mil honderos; y él, por estar el otoño adelante, se quedó allí á invernar; y por no estar ocioso, fundó en aquella isla una ciudad de su nombre, como sospechan algunos; otros dicen que fué mas antigua, como queda apuntado en otro lugar, que no es maravilla vamos á tiento en cosas tan antiguas. Lo que se averigua es que Cádiz se entregó á Scipion, y que por este tiempo cerca de Sevilla fundó á Itálica, municipio romano, en un lugar que antes se llamaba Sancios, tria que fué de tres emperadores, Trajano, Adriano y del gran Teodosio. Con esto el quinto año despues que vino á España, dió la vuelta á Roma en una armada de diez naves. Juntóse el Senado fuera de la ciudad en el templo de la diosa Belona; allí relató por menudo todo lo que en España quedaba hecho con grande alegría de los padres y del pueblo, que consideraban, como era la verdad, el gran riesgo de que escaparon y cuánto su partido quedaba adelantado y mejorado con tener sujeta á España; y sin embargo, no se le dió el triunfo, porque hasta entonces ningun procónsul, por grandes cosas que hiciese, le habia alcanzado.

ron campo dos primos hermanos, llamado el uno Corbis y el otro Orsua, por cierta diferencia que tenian sobre el señorío de la ciudad llamada Iba. Valerio Máximo dice que eran hermanos; concuerdan que Orsua, el menor de los dos, pagó con la vida su obstinacion, con tanto menor compasion, que, confiado en sus fuerzas, nunca se dejó persuadir que su negocio se determinase por tela de juicio, y no por las armas. En este medio muchas ciudades se entregaban á Marcio; solo Astapa, porque muchas veces con correrías maltratara los aliados de los romanos, perdida la esperanza de perdon, sufrió por largo tiempo con grande obstinacion el cerco. Muchos murieron de aquella ciudad en diversos encuentros, muchos en una batalla que se dió, sin que por estos daños aflojasen en su propósito. Antes, conocida su perdicion y resueltos de morir antes que rendirse, acordaron de degollar mujeres y niños y quemar sus preseas y ropa públicamenté en la plaza. Esto hecho, con sus espadas se quitaron las vidas, obstinacion, digamos, ó constancia no menor que la de los saguntinos, pero escurecida y casi puesta en olvido, á causa de no ser aquella ciudad tan principal y famosa como Sagunto; tanto importa la nobleza del que hace alguna gran bazaña. Las ruinas desta ciudad se ven á la ribera del rio Jenil, no léjos de Ecija y de Antequera; de Astapa se cree haberse fundado Estepa, pueblo conforme en el apellido, y distante de aquellas ruinas dos leguas solamente. Concluidas estas cosas, Lelio y Marcio fueron enviados á Cádiz con esperanza de apoderarse, por inteligencia y trato de ciertos forajidos de aquella isla y echar de ella á las cartagineses. Engañóles su pensamiento, ca sus trazas y inteligencias fueron descubiertas, con que Magon, á' cuyo cargo estaba la isla, las desbarató fácilmente. Además que Scipion adoleció de una enfermedad muy grave y muy fuera de sazon, cuya fama, como acontece, con el decir de las gentes se aumentó de suerte, que muchos tomaban ocasion de pensar en novedades, en particular Mandonio y Indibil al descubierto mudaron partido. Dolíanse que les habia engañado su esperanza, ca echados los cartagineses, se prometian el señorío y reino de España, que tal es la comun condicion ó falta de los hombres de creer fácilmente lo que desean. Demás desto, ocho mil romanos que alojaban por las comarcas que baña el rio Júcar con sus aguas, pidieron fuera de tiempo sus pagas, y porque no les acudieron, se amotinaron. Era grande la alteracion de las cosas; en la cual ocasion, confiado Magon que se podria mejorar el partido de Cartago, por cartas que escribió á aquel Senado, pedia le enviasen muchas gentes de socorro; pero todos aquellos intentos y práticas salieron vanas con la mejoría de Scipion; con que todo aquel alboroto y motin se apagó en breve, y se quitó la ocasion de mayores alteraciones. Los soldados amotinados, con intencion que les dieron de que alcanzarian perdon y les darian sus pagas, vinieron á Cartagena, donde todos fueron por Scipion ásperamente reprehendidos, y castigadas solamente las cabezas del motin como causas principales de aquella alteracion. Mandonio y Indibil en los llergetes, do andaban alborotados, en una batalla, que duró dos dias, quedaron vencidos y despojados de sus reales; y sin embargo de lo cometido, con rendirse á la voluntad del vencedor, alcanzaron perdon y paz; solo fueron castigados en di

CAPITULO XXIV.

Cómo Scipion venció á Cartago en Africa.

pa

En la primera eleccion que despues desto se hizo en Roma, salieron por cónsules el mismo publio Cornelio Scipion y P. Licinio Craso, que era pontífice máximo. Dióse el cuidado de Sicilia á Scipion con voluntad de su compañero, y junto con esto, á su instancia, le concedieron que, si juzgase ser así conveniente, pudiese pasar con sus huestes en Africa; sin embargo que Q. Fabio Máximo hizo gran resistencía, y con un largo razonamiento pretendió probar ser aquella empresa temeraria. Corria el año de la ciudad de Roma 549, en el cual Magon, partido de Menorca, donde invernó, destruyó en la Liguria la noble ciudad de Génova. Por otra parte, Lelió desde Sicilia, por mandado de Scipion, pasó á Africa para correr los campos de Cartago, ponellos á fuego y á sangre, matar y robar todo lo que hallase. En España Mandonio y Indibil volvieron á sus mañas; y con intento de recobrar la libertad, ó fuese por ambicion de hacerse reyes, se levantaron. Hízose la guerra al principio, no solo en los llergetes, donde ellos tenian el principado, sino tambien en los Auseta

nos, que estaban donde ahora la ciudad de Vique; y en otros lugares comarcanos se encendió tambien la llama, que pasó en breve á los Sedetanos, como dice Livio; yo mas quisiera que dijera Ceretanos, los cuales adelante de los Ilergetes y de los Ausetanos se extendian hasta los Pirineos. Eran los que habian tomado las armas en número treinta mil peones y cuatro mil de á caballo. Saliéronles al encuentro Lucio Lentulo y Lucio Manlio Acidino, procónsules, á los cuales, como á sus sucesores, Scipion entregó la provincia. Dióse la batalla, murieron hasta trece mil hombres de los levantados, los demás se metieron y escaparon por los bosques y espesuras que cerca caian. Indibil murió en la pelea; á Mandonio entregaron sus mismos soldados para con su muerte alcanzar ellos perdon, principalmente que los procónsules romanos hicieron publicar que no se harian las paces si no les entregaban en su poder los movedores de aquel alboroto. El año siguiente, que fué de Roma 550, pasaron los españoles en reposo, por hallarse cansados y gastados con guerras de de tantos años. Para la ciudad de Cartago fué año muy aciago, ca Scipion, con una poderosa armada y un grueso ejército, pasó en Africa, y en su compañía por su cuestor Marco Caton, Hamado el Censorino. Entonces Masinisa, sin dilacion y al descubierto, se pasó á los romanos con un grande escuadron de númidas, y desamparó á los cartagineses, con tanto mayor coraje, que el rey Sifaz estaba declarado por ellos por haberle concedido lo que tanto deseaba y por tanto tiempo pretendió, que era casarse con Sofonisba. La guerra al principio fué dudosa; Hannon, hijo de Amílcar, fué vencido por los romanos y muerto en una batalla. Por el contrario, Asdrúbal y Sifaz forzaron á Scipion á alzar el cerco que tenia sobre Utica, sin que aquel año se hiciese alguna otra cosa de momento. Al principio del año siguiente, en que fueron cónsules Gneio Servilio Cepion y Gneio Servilio Gemino, Scipion, con nuevos socorros que le vinieron de Italia, hecho mas fuerte, salió en busca de Asdrúbal y de Sifaz, á los cuales venció en algunos encuentros que con ellos tuvo, y despojó de sus reales por dos veces. En estas peleas perecieron cuarenta mil hombres del ejército cartaginés, y en este número cuatro mil celtíberos que traia Sifaz á su sueldo. Con esto el reino de los Masesulos, que caia en las Mauritanias ó cerca dellas, y dél Sifaz se apoderara por fuerza, volvió á poder de Masinisa. No paró en esto la desgracia, antes el mismo Sifaz en el reino de sus padres y abuelos, do se habia retirado y hacia gente con intento de volver á la guerra, fué en una batalla, que Lelio y Masinisa le dieron, de nuevo vencido y preso. En la ciudad principal y silla de aquel reino, que despues desta victoria vino tambien en poder de los romanos, hallaron á Sofonisba. Masinisa sin dilacion y sin otras ceremonias se casó y celebró con ella su matrimonio, como sean los moros muy desordenados en la lujuria. Reprehendióle Scipion por esta razon con palabras muy graves, que fué ocasion para que el mismo Masinisa la hiciese morir con yerbas: así suelen los hombres emendar un yerro con otro mayor. Los cartagineses, viéndose en esta estrechura, acordaron de llamar á Aníbal para que, dejada la Italia, acudiese á la defensa de su patria; porque Magon, que con su armada venia la vuelta de Cartago, tenian aviso que

muriera en Cerdeña de una herida vieja que le dieron en los Insubres, que era una provincia de Italia donde hoy está Milan; con la venida de Aníbal se movieron tratos de paz, porque las cosas de Cartago iban muy de caida. Habláronse los dos generales, y como quier que no se concertasen, volvieron de nuevo á las armas y á la guerra. Los cartagineses fueron vencidos en batalla, y el mismo Aníbal forzado á desamparar á Africa, y por salvar la vida huirse hácia levante á tierras muy léjos y apartadas. Despues desta victoria y de la huida de Aníbal, ó antes, se hicieron las paces con Cartago con estas condiciones que Cartago se gobernase por sus leyes; los aledaños de su señorío y jurisdiccion fuesen lo mismos que antes de la guerra; que entregasen, así los traidores fugitivos como los que tenían cautivos; no tuviesen naves con espolon fuera de galeras ni elefantes domados; pagasen diez mil talentos de plata en cincuenta pagas. Para seguridad y firmeza de todo esto se obligaron á dar cincuenta rehenes escogidos á voluntad de Scipion, es á saber, de los principales de la ciudad. Graves condiciones eran estas, pero forzoso que las aceptasen, por estar apretados á un mismo tiempo con tantos desastres. Además, que ciertos cartagineses presos por los saguntinos fueron llevados á Roma con el oro y la plata que traian para mover á los españoles á que se levantasen. El Senado alabó la lealtad de los saguntinos; en premio les volvieron el dinero que tomaron á los cartagineses, y solo detuvieron los cautivos. Todo esto sucedió el año que se contaba 552 de la fundacion de Roma. Este año pasado y venido el siguiente, Cornelio Scipion de Africa volvió á Roma con renombre del mas famoso capitan que se conociese en el mundo. Otorgáronle que triunfase de Cartago. Eran á la sazon cónsules Gneio Cornelio Lentulo y P. Elio Peto. El triunfo fué en todo de los mas señalados del mundo; solo faltó el rey Sifaz para ennoblecelle mas, para llevar en la pompa encadenado un roy tan poderoso, ca falleció cerca de Roma. Dieron á Scipion sobrenombre de Africano, gloria debida á sus trabajos y hazañas. Por esta manera se puso fin á la segunda guerra Púnica ó Cartaginesa el año diez y siete despues que se comenzó, la mas grave y mas peligrosa que jamás hizo ni padeció Roma. Tanto fué mayor el alegría de verla acabada por el valor y esfuerzo de Scipion.

CAPITULO XXV.

Cómo M. Porcio Caton, siendo cónsul, vino á España. Dicho se ha cómo en lugar de Scipion vinieron á España dos procónsules. Destos L. Cornelio Lentulo el año sexto despues de su llegada volvió á Roma para pretender el triunfo por haber sujetado los españoles alborotados. Sucedió en su lugar C. Cornelio Cetego, el cual vino á España por compañero y con igual poder de L. Manlio Acidino el año 554 de la fundacion de Roma. En el cual tiempo los españoles, congojados del estado y términos á que estaban reducidos, cayeron, aunque tarde, en la cuenta que las guerras que los romanos emprendieran, no se encaminaban á restituillos en su libertad, sino á ensanchar su señorío y á su provecho. Conjuráronse pues entre sí, y tomaron las armas en los pueblos Ceretanos. Reprimió Cetego con

presteza estos movimientos con una batalla, en que mató quince mil de aquella gente. El año siguiente, enlugar de Cetego y Acidino, fueron enviados al gobierno de España Cornelio Lentulo y L. Stertinio. En este año y en el que se siguió luego despues dél ninguna cosa sucedió en España que de contar sea, sino que por mandado del Senado de un gobierno de España se hicieron dos gobiernos, que fueron el de la España ulterior, en que se comprehendian la Bética y la Lusitania, que hoy son Andalucía y Portugal, y el de la citerior, que abrazaba las demás partes de España. Mudáronse diversas veces y por diversas ocasiones los términos destas prefecturas ó gobiernos; cosa que es ocasion de dificultad para entender las antigüedades de España. Por el mismo tiempo se hacia en la Grecia la guerra contra Filipo, rey de Macedonia, y M. Porcio Caton gobernaba por los romanos la isla de Cerdeña. El año adelante de la fundacion de Roma 557, sorteadas, como era de costumbre, las provincias en Roma, á Gneio Sempronio Tuditano cupo el gobierno de la España citerior, y el de la ulterior á M. Helvio. Contra estos gobernadores se levantaron los españoles en diversas partes. Los principales caudillos de los alborotados fueron Colca y Luscinon; la ocasion fué que se dió licencia á los soldados viejos para dejar la milicia, por donde parecia que no quedaban á los romanos fuerzas bastantes para resistir. Acudió Tuditano para apagar este fuego; atrevióse á pelear con una parte de los levantados, pero fuéle mal, ca recibió una grande rota; su gente fué destrozada y él mismo herido y muerto despues de las heridas, que con la pena que recibió de la pérdida se le enconaron. Esta pérdida, luego que se supo en Roma, puso en grande cuidado al Senado. Temian no se levantase guerra en España mas grave y dificultosa que nunca, por estar los naturales no divididos como antes por los romanos y contra ellos, ni pugnar solamente por echar de su tierra los cartagineses, sino toda la nacion unida con intento de recobrar la antigua gloria de las armas y la libertad que solian tener. Enviaron pues el año de Roma 558 á la España ulterior á Q. Fabio Buteon, á lo demás á Q. Minucio Termo. Estos dos partieron de España, pasado el año de su gobierno sin hacer cosa que de contar sea, salvo que doce mil hombres españoles fueron cerca de la ciudad de Turba pasados á cuchillo por el gobernador Termo. Con todo esto, el cuidado que el Senado tenia y el recelo no aflojaba; por esto se dió órden que los cónsules del año adelante, que fueron Lucio Valerio Flaco y M. Porcio Caton, sorteasen sobre cuál dellos iria á la España citerior, cosa hasta entonces no usada, que cónsul viniese á España. Echadas las suertes, cupo á Caton lo de España, para donde se partió el año de 559 con dos legiones de socorro y veinte y cinco galeras; y sin embargo, se ordenó que con nombre de pretores gobernasen la España citerior Publio Manlio, y la ulterior Apio Claudio Neron. Hízose Caton á la vela en el puerto de la Luna, que hoy es Lerice ó Porto Venere, y pasado el golfo de Leon, llegó á vista de España. Surgió con su armada junto á Roses, de donde echó la guarnicion de españoles que allí tenian. Desde allí pasó á Ampúrias. La parte de aquella ciudad que moraban los griegos venidos de Focea, y á ejemplo de Marsella se mantenian en la devocion de los romanos, le recibió

muy alegremente. Estaba aquella ciudad dividida en dos partes con un muro tirado y que pasaba por en medio de entrambas. La parte que caia hacia el mar, que era mas angosta y apenas tenia en circuito cuatrocientos pasos, moraban los griegos, como arriba queda dicho; en la parte mas ancha y que de ruedo tenia tres millas moraban los españoles. El muro con que se dividian tenia una sola puerta para pasar de los unos á los otros, con bastante guarda puesta entre dia; de noche no menos que la tercera parte de los griegos hacia la centinela, á los cuales solamente era lícito aquel dia salir á negociar á la marina. Con este cuidado y con esta vigilancia, dado que estos griegos eran tan pocos, se mantuvieron en libertad hasta la venida de Caton. Los españoles aborrecian el imperio de los romanos, y pretendian hacerles rostro confiados en su muchedumbre y en el socorro que tenian cerca. Caton, luego que asentó sus reales cerca de aquella ciudad, despidió los obligados á proveer de mantenimientos, y envió las naves á Marsella; los obligados, porque pretendian que los soldados se sustentasen de lo que robasen, por estar ya las mieses sazonadas; la armada, para que los soldados, perdida la esperanza de volver á sus casas si no fuesen vencedores, hiciesen mejor el deber; resolucion notable, muestra de pecho asaz confiado, ejemplo imitado de algunos, aunque pocos, caudillos animosos y grandes. Por el mismo tiempo Helvio desde la España ulterior vino á verse con el Cónsul, y de camino se apoderó de Illiturgo, que de nuevo se habia rebelado, y dió la muerte á gran número de celtiberos que le salieron al encuentro. Lo uno y lo otro hizo con solos los soldados que para su guarda y seguridad Neron, su sucesor, le dió. Demás desto, Belistages, hombre principal entre los ilergetes, envió sus embajadores al Cónsul para pedirle socorro contra los españoles que andaban alborotados. Decia que apenas, talados los campos, se podian defender dentro de las murallas; que si no los favorecia con presteza todos perecerian, no por otra culpa sino por mantenerse lealmente en la devocion de los romanos; que cinco mil soldados de socorro serian bastantes para librarlos de aquel peligro. A esto respondió Caton que deseaba ayudar á los confederados del pueblo romano, y sentia mucho les quitase el enemigo lo que trajeron á su amistad; pero que el pequeño número de soldados le detenia para que no les acudiese luego; que temia, si dividia sus fuerzas, no quedaria igual á las de los enemigos (ca tenia aviso que en gran número se apresuraban, y que llegaban ya cerca para dar socorro á los de Ampúrias, sobre los cuales él tenia puesto cerco); que el premio de su lealtad era justo le esperasen acabada la guerra; que les rogaba se sufriesen por un poco de tiempo, y los agravios de los enemimigos ó los impidiesen ó los disimulasen, pues ganada la victoria, se podrian recompensar con mayor ganancia. Los embajadores, oida aquella respuesta, hacen mayor instancia; echados á los piés del Cónsul, piden con lágrimas no desampare en aquel trance á sus amigos y confederados. Entonces Caton, dudoso de lo que debia hacer y entendiendo que muchas veces en las guerras tiene mas fuerza la maña que la verdad, usó de tal astucia: el dia siguiente prometió á los embajadores el socorro que pedian, y para muestra que lo queria poner en ejecucion, hizo luego embarcar la

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