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viaron á Roma á dar razon de sí y de la causa de aquellas alteraciones, repartidos por diversas ciudades de Italia, perdida que vieron la esperanza de volver á su tierra, todos tomaron la muerte con sus manos. Entre ingenios tan groseros y gente tan fiera algunos españoles se señalaron por este tiempo, y fueron famosos en los estudios y letras de humanidad. Cayo Julio Higino, liberto de Augusto, y Porcio Latron, grande hombre en la profesion de retórica y amigo de Séneca, el padre del otro Séneca que llamaron el Filósofo, fueron ilustres en Roma y honraron á España, cuyos naturales

eran, con la fama de su erudicion. Los libros que audan en nombre de Higino, los mas los atribuyen á otro del mismo nombre, alejandrino de nacion; pero Suetonio parece sentir lo contrario, porque dice que á un mismo unos le hacian alejandrino, otros español, á los cuales él sigue; y añade que tuvo cuidado de la biblioteca ó librería de Augusto, y fué muy familiar del poeta Ovidio Nason; demás desto, que Julio Modesto, su liberto, en los estudios y en la doctrina siguió las pisadas de su patron.

LIBRO CUARTO,

CAPITULO PRIMERO.

De la venida del Hijo de Dios al mundo.

LLEGAMOS á los felicísimos tiempos en que el Hijo de Dios, como era necesario en cumplimiento de lo que habian prometido los santos profetas, se mostró á los hombres en la carne hecho hombre, y con una nueva luz que trajo á la tierra enseñó al género humano descarriado y perdido, y le allanó el camino de la salud. Restituyó la justicia, que andaba desterrada del mundo, y alcanzado con su muerte el perdon de los pecados, edificó á Dios, Padre un templo santo á la traza del celestial, y le fundó para siempre en la tierra, el cual se llama la Iglesia, cuyos ciudadanos y partes somos todos aquellos que por beneficio del mismo Dios hemos recebido por todo el mundo la religion cristiana, y con fé pura y firme la conservamos. Y por cuanto de las primeras provincias del mundo que abrazaron este culto y religion, y de las que mas recio en ella tuvieron, fué una España, será necesario relatar lo mucho que hizo y padeció en aquellos primeros tiempos de la Iglesia por esta causa; juntamente será bien poner por escrito la nueva forma y traza que se dió en el gobierno seglar, las vidas y hechos de los emperadores romanos, como de señores que eran de España, las peleas y luchas de los primeros cristianos, triunfos y coronas de los santos mártires, aquellos que por la verdad perdieron las vidas y derramaron su sangre; dichosas y nobles almas. La brevedad que seguirémos será muy grande, tocar es á saber mas que poner á la larga cada cual destas cosas, porque no crezca esta obra mas de lo que seria razon. Ayuda y acude desde el cielo, divina luz, encamina y endereza nuestros intentos y pluma, trueca nuestra ignorancia con sabiduría mas alta, haz que nuestras palabras sean iguales á la grandeza del sugeto; todo por tu bondad y por la intercesion de tu santísima Madre. El nacimiento de Cristo hijo de Dios en el mundo fué á 25 de diciembre del año que se contó de la fundacion de Roma 752, 42 del imperio de Augusto, en que fueron cónsules Octaviano Augusto la trecena vez y Marco Plaucio Silvano. Deste número de años algunos quitan un año, otros dos, y aun no concuerdan todos en los nombres de los cónsules que fueron á la sazon; variedad que

asimismo en tiempo de san Agustin sucedió, como él mismo lo refiere. Nosotros, consideradas todas las opiniones y las razones que hacen por cada una dellas, seguimos lo que nos parecia mas probable y á lo que autores mas graves se arriman. El lector podrá por lo que otros escriben escoger lo que juzgare mas conforme á la verdad. Dejadas pues aparte esta y semejantes cuestiones, vendrémos á las cosas de España, dado que por este tiempo apenas se ofrece cosa que de contar sea, sino lo que es mas principal, que reducidas todas las provincias debajo del imperio y gobierno de un monarca, los españoles así bien que todos los demás gozaban del sosiego y de los bienes de una bienaventurada paz, cansados de guerras tan largas, que encadenadas unas de otras se continuaron por tantos años. A la verdad era razon que el autor de la paz eterna Cristo hijo de Dios, ó la hallase en el mundo, ó le trajese la paz. Por esta causa pocas cosas memorables sucedieron en España en tiempo de los emperadores Augusto y Tiberio; sin embargo, se relatarán algunas, mas por continuar la historia que por ser ellas muy notables. Entre los historiadores solo Dion, sin señalar tiempo ni lugar, en particular cuenta que un capitan de salteadores llamado Corocota, de los muchos que quedaron por toda España á causa de las guerras pasadas, y por la libertad y fuerzas que habian tomado, hacian mal y daño por todas partes; dice pues que como le buscasen con diligencia para darle la muerte, él mismo de su voluntad se presentó delante el Emperador; con lo cual no solo le perdonó, sino le dió tambien el dinero y la talla que estaba prometida al que le prendiese ó matase. Falleció de su enfermedad Augusto en Nola de Campaña á 19 de agosto el año 15 de Cristo en edad de setenta y seis años menos treinta y cinco dias. Fué el primero de los emperadores romanos; y si miramos las cosas humanas, el mas dichoso de todos, ca vengó la muerte de César, su padre adoptivo y tio natural, venció á Sexto Pompeyo en Sicilia, á Marco Lépido, su compañero, redujo á vida. particular, y no mucho despues desbarató á Marco Antonio junto á la Prevesa en una batalla naval que le dió; quedó solo con el imperio por espacio de cuarenta y cuatro años. Mereció nombre de padre de la patria por las excelentes cosas que hizo en guerra y paz. Le

que dejó cansado. Hallado y puesto á cuestion de tormento, no pudieron hacer que descubriese los compañeros de aquella conjuracion, dado que no negaba tenerlos. Y sin embargo, por recelarse que la fuerza del dolor no le hiciese blandear, el dia siguiente sacado para de nuevo atormentarle, se escapó de entre las manos á los que le llevaban, y con la cabeza dió en una peña tan gran golpe, que rindió el alma ; tanto pudo eu un rústico la fe del secreto y la amistad. Esto sucedió en España el año 26 de Cristo. En Roma seis años adelante Junio Gallion, hermano de Séneca el Filósofo, por mandado del emperador Tiberio, fué desterrado de Roma, no por otra culpa sino porque sin su licencia propuso en el Senado que á los soldados pretorianos, cumplido el tiempo de su milicia, para ver los juegos públicos y para honrarlos diesen en el teatro asiento mas alto de lo que acostumbraban. Sexto Mario otrosí, hombre de nacion español, y tan rico que en espacio de dos dias hizo derribar en Roma cierta casa de un su vecino que vivia junto á las suyas, y despues mudado parecer, la tornó á reedificar; este fué acusado de haberse aprovechado de una hija suya que tenia de gentil parecer; convencido del delito, le despeñaron del monte Tarpeyo; la hija al tanto fué muerta. Dijose que sus riquezas le acarrearon aquel daño, por hacer el pueblo juicio de lo que á otros habia pasado, en especial que luego el Emperador se apoderó de todas ellas. Mostrábase con la edad mas inclinado á la co

vantó muchos edificios, por donde solia decir que la ciudad de Roma era antes de ladrillo, y él la habia hecho de mármol. Dejó por su sucesor á Tiberio Neron, su entenado, vencido de los halagos de Livia, su muger, dado que Germánico y sus hijos tenian mejor derecho á heredarle. Gobernó Tiberio Neron el imperio de Roma veinte y dos años, seis meses y algunos dias. Fué hombre vario y de ingenio, que tenia de bien y de mal. Al principio se gobernó bien, adelante se dió á la lujuria de todas maneras, á la crueldad y avaricia, con que afeó la buena fama que tenia ganada. El vulgo le llamaba Callipedes, que es un animal, el cual se mueve muy de priesa, y nunca pasa de un codo adelante. Diéronle este nombre porque todos los años hacia aprestar todo lo necesario para visitar las provincias, por otra parte resuelto de no dejar á Roma ni ausentarse. En tiempo deste emperador Germánico hacia la guerra en lo postrero de Francia, y sabida en España la falta que padecia de cosas necesarias, le enviaron armas y caballos junto con cantidad de dineros que él no quiso aceptar, aunque recibió lo demás, y dió gracias á los españoles por la mucha voluntad que á la república de Roma mostraban. Esto avino el año segundo del imperio de Tiberio, en que se dió licencia á los embajadores de la España citerior para que en ella edificasen un templo en memoria de Augusto. En competencia desta adulacion, la España ulterior hizo por sus embajadores instancia con el Emperador para que, á ejemplo de Asia, les fuese lícito hacer lo mismo en memoria del mismo Tiberio y de Livia, su madre; cosa que no se usaba dedicar á ningun príncipe templo antes de su muerte. Oyó el Emperador esta embajada, pero no quiso venir en lo que le pedian, antes mostró pesarle de la licencia dada á los asianos; todo era en él modestia afectada. Por el mismo tiempo se alteraron de nuevo los cántabros, y con robos y correrías que hacian de ordinario daban pesadumbre á los comarcanos. Por esta causa los romanos fueron forzados á repartir guarniciones por aquella tierra; prevencion con que por una parte se enfrenó este atrevimiento, y por otra con la comunicacion de aquellos soldados romanos los naturales dejaron su fiereza acostumbrada y se hicieron mas humanos. Demás desto, Gneio Pison, gobernador poco antes de España, ó por mejor decir robador, por sospecharse que dió la muerte á Germánico César con yerbas en Antioquía, la del rio Orontes, vuelto á Roma, se dió á sí mismo la muerte, sea porque su conciencia le acusaba, sea por no poder contrastar á la rabia del pueblo, el cual, por el ainor que tenia á Germánico, estaba furioso, y se inclinaba á creer de Pison lo que se sospechaba. Otra cosa sucedió muy nueva y extraordinaria, y fué que á Vibio Sereno, procónsul que fué de la España ulterior, acusó su mismo hijo de haber cohechado aquella provincia; fué convencido en juicio, y por ello desterrado á Amorga, que es una de las islas del mar Egeo, y se cuenta entre las Cícladas. Asimismo Lucio Pison, pretor que era de la España citerior, con imposiciones nuevas y muy graves que inventó, alborotó los ánimos de los naturales, de suerte que se conjuraron y hermanaron contra él. Llegó el negocio á que un labrador termestino en aquellos campos le dió la muerte. Quiso salvarse despues de tan gran hazaña, pero fué descubierto por el caballo

dicia V de peores mañas y mas dañadas costumbres. Justo castigo del cielo que se despeñase en tantos males el que no castigó como fuera razon la muerte que dieron contra justicia á Cristo nuestro Señor, cuya vida fué santísima, cual convenia al que era Hijo de Dios. Murió puesto en una cruz el año treinta y cuatro de su edad á 25 de marzo; los que sienten de otra manera reciben engaño, como en particular tratado lo averiguamos. Tal fué la paga que los hombres dieron á su inocencia, á su doctrina y á tantos beneficios como les hizo. Las mismas piedras como con un callado dolor sc quebrantaron; la tierra padeció un temblor extraordinario; el mismo sol se escureció y encogió sus rayos; bastantes testimonios y muestras de cuán grave era esta maldad. Pero sin tardanza, como él mismo lo tenia dicho, y como era necesario, abierto al tercero dia el sepulcro en que le pusieron, y espantadas con el gran ruido que resultó las guardas, salió sano, vivo y salvo; milagro nunca oido, manifiesta prueba de su santa divinidad. Algunos entendieron que la ave fénix, la cual fue vista, como lo refieren Dion, Tácito y Plinio, antes del postrer año del imperio de Tiberio, dió indicio y fué pronóstico y muestra de la resurreccion de Cristo hijo de Dios, por suceder en aquel tiempo y ser ella de tal naturaleza, que de sus cenizas despues de muerta torna á revivir.

CAPITULO II.

De los emperadores Cayo y Claudio.

Falleció el emperador Tiberio á 16 de marzo del año setenta y ocho de su edad, que era el 38 del nacimiento de Cristo, y á la sazon eran cónsules Gneio Acerronio Proculo y Cayo Portio Nigro. Sucedió en el imperio Cayo, hijo de Germánico, el cual de cierto gé

nero de calzado de que usaban los soldados, y en la tin se llamaba caligae, tuvo sobrenombre de Caligula. Señalóse solo en la locura, que le duró toda la vida, y en la fea muerte con que acabó, porque pasados tres años, diez meses y ocho dias, que gastó en maldades y y deshonestidades extraordinarias, fué muerto por Querea, tribuno de una cohorte pretoria, que es lo mismo que capitan de una compañía de su guarda. Emilio Régulo, cordobés, intentó antes lo mismo; el ánimo fué grande, y no menor que el de Querea; la fortuna le fué contraria, porque fué descubierto y pagó con la vida. Al tiempo que murió Tiberio, Agripa (san Lúcas en los Actos de los Apóstoles le llama Heródes) se hallaba por su mandado en prision en Roma, á causa que en cierto convite mostró deseo que Cayo sucediese en el imperio. Recompensóle él este amor, no solo con sacalle de la prision, sino con hacerle rey de Iturea en lugar de Filipo, su tio, que falleció poco antes, y era tetrarca de aquella provincia. Fué grande la envidia que á esta causa concibió contra él otro tio suyo llamado Heródes, tetrarca de Galilea, el que mató á san Juan Bautista y se halló en Jerusalem á la muerte de Cristo; tanto, que con intento de hacerle mal y daño se partió para Roma. Pero Agripa, su sobrino, se dió tal maña, que le acusó por sus cartas de cierta traicion que tramaba, y hizo tanto, que le desterraron á Leon de Francia, como lo sienten los mas autores por testimonio de Josefo en las Antigüedades Judaicas, dado que en otra parte dice que huyó por la crueldad del Emperador á España. Averiguase que le hizo compañía la famosa Herodiade, y que en el destierro dió fin á sus dias con muerte semejante á la vida, que fué torpe y sin concierto. Despues de la muerte del emperador Cayo Claudio, su tio, hermano de su padre, el cual por miedo no le matasen estaba escondido, fué de allí sacado para ser Emperador el año del nacimiento de Cristo de 42. Deseó el Senado romano y aun acometió á cobrar la libertad, mas no pudo salir con su intento, principalmente que el rey Agripa, á á la sazon de su reino vuelto á Roma, hizo grande negociacion, y fué mucha parte para que Claudio saliese con el imperio. Él, en remuneracion deste servicio, le acrecentó el señorío con nuevas tierras que le dió. Muchos vicios reinaron en este Emperador, y sobre todos el descuido fué tan grande, que Mesalina, su mujer, se le atrevió casi á vista de sus ojos de casarse públicamente con un mancebo principal llamado Silio. Verdad es que, aunque con dificultad, en fin fué ejecutada y muerta por ello; con que el Emperador hizo otro nuevo desórden, que se casó con Agripina, sobrina suya, hija de su hermano Germánico y de Agripina, bisnieta del emperador Augusto. Estaban tales matrimonios por derecho romano prohibidos; para dar color á su torpeza hizo primero una ley, en que se daba licencia que los tios libremente pudiesen casar con sus sobrinas. Al principio de su imperio envió desterrado á Séneca á la isla de Córcega; despues le llamó á Roma para hacerle maestro de su entenado Domicio Neron, que á la sazon era de cinco años, y á persuasion de su mujer pretendia nombrarle por su sucesor y anteponelle á su mismo hijo, llamado Británico, que le quedó de Mesalina. Tuvo el imperio casi catorce años. En este tiempo Turanio Grácula, español, floreció en

á

y

Roma con fama de hombre erudito; asimismo Lucio Moderato Columela, natural de Cádiz, cuyos libros de agricultura andan comunmente. Séneca en sus declamaciones hace mencion de otros dos oradores españoles que vivieron por este tiempo en Roma: el uno se llamó Cornelio, el otro Clodio Turino. El mas famoso fué Porcio Latron, de quien se habló poco antes, y dél dice Quintiliano que al principio de sus razonamientos y oraciones solia alterarse y temblar mas de lo que su edad pedia y el grande ejercicio que tenia en orar. Eusebio dice que murió de cuartanas. Anda una declamacion suya contra Lucio Catilina. Algo mas viejo que todos estos era y vivia en Roma Sextilio Hena, natural de Córdoba, mas conocido por la desigualdad de su estilo y rudeza de sus versos que por su erudicion y poesía. Gobernaba por estos tiempos con nombre de despensero la España citerior Drusilano Rotundo, liberto del emperador Claudio; la Bética un hombre principal llamado Umbonio Silio. Junto con esto se abrian en España las zanjas y se echaban los cimientos de la religion cristiana; porque Jacobo, hijo del Cebedeo, por sobrenombre el Mayor, despues que predicó en Judea y en Samaria, como lo testifica Isidoro, vino en España. Publicó la nueva luz del Evangelio primero en Zaragoza, donde por su amonestacion se edificó un templo con advocacion de la Vírgen sagrada,' que hoy se dice del Pilar: así lo tiene comunmente aquella gente como cosa recebida de sus antepasados venida de unos á otros de mano en mano. Nosotros no teniamos propósito de alterar opiniones semejantes. Concuerdan en que vuelto de España á Jerusalem, la causa no se sabe; pero que en aquella santa ciudad fué martirizado en los dias de los ácimos á 25 de marzo por Heródes Agripa, que pretendia por esta manera dar un principio agradable al reino que Claudio le habia dado de los judíos. Sobre el año en que padeció hay alguna diversidad; mas del ciclo hebreo se saca que el año 42 de Cristo los judíos celebraron su Pascua sábado á 24 de marzo, y comenzaron los dias de los ácimos ó pan cenceño, en los cuales dice san Lúcas en los Actos que le dieron la muerte. Su cuerpo fué tomado por sus discípulos, y puesto en una nave, costearon la mayor parte de España. Finalmente, á 25 de julio aportó á la ciudad de Iria Flavia, que en lo postrero de Galicia hoy se llama el Padron; de donde á 30 dias de diciembre, aunque el año no se sabe, le trasladaron á Compostella, lugar consagrado y venerado de todo el mundo por estar allí aquel sagrado sepulcro. En toda España se hace fiesta y memoria deste santo Apóstol el dia que llegó á España, y el en que fué trasladado; pero en el mes de marzo, cuando fué muerto, no se le hace fiesta por estar la Iglesia ocupada con el ayuno de la Cuaresma y con las lágrimas de la penitencia, costumbre muy guardada antiguamente de no celebrar en aquel tiempo fiesta de ningun santo. Estuvo el cuerpo deste Apóstol olvidado por largos tiempos hasta tanto que en tiempo del rey don Alonso el Casto, por los años del Señor de 800, fué descubierto por amonestacion divinal, y en el mismo lugar edificaron en su nombre un muy famoso templo, donde ha sido siempre muy reverenciado. Acrecentóse esta devocion cuando el rey don Ramiro, que reinó poco despues de don Alonso, eu la famosa batalla de Clavijo, con la ayuda deste glorioso

Santo venció una innumerable morisma, y por medio desta victoria libró á los cristianos de un gravísimo tributo, que cada un año entregaban á los moros por parias cien doncellas escogidas, que era una servidumbre miserable. Por esta causa desde entonces se dió principio á la costumbre que tienen los soldados españoles de apellidar el nombre de Santiago y invocar su ayuda al tiempo del pelear. Asimismo en memoria deste beneficio por voto se obligaron de pagar cada un año al templo de Santiago de cada yugada de tierras cierta medida de trigo; costumbre que, por haberse alterado muchas veces, los pontífices romanos con diversas bulas expedidas á este propósito la han renovado, y hoy dia en gran parte de España se guarda. Tiénese por cierto que el tiempo que estuvo Santiago en España se le llegaron muy pocos discípulos; los que mas dicen, cuentan nueve escogidos entre los demás; es á saber, Pedro, obispo de Ebora en Portugal, en cuyo lugar otros ponen á Tesifonte, obispo bergitano, que fué una ciudad no léjos de la que hoy llamamos Almería; Cecilio, eliberritano, que era una ciudad cerca de donde hoy está Granada; Eufrasio, illiturgitano; Secundo, obispo de Avila; Indalecio, urcitano (Urci se entiende era un pueblo que hoy se llama Verga en los confines de Navarra); Torcuato, accitano, que es lo mismo que obispo de Guadix; Hesiquio, cartesano, no léjos de Astorga; por conclusion, Atanasio y Teodoro, guardas que fueron del sepulcro sagrado, como se tiene por fama, y aun sus sepuleros se muestran del uno y del otro lado del en que está el Apóstol. Algunos escritores piensan que todos estos que llaman discípulos de Santiago, fueron enviados en España por los sagrados apóstoles san Pedro y san Pablo para predicar en ella el Evangelio de Cristo. Pelagio, obispo de Oviedo, que escribió su historia habrá quinientos años, cuenta por discípulos de Santiago á los siguientes: Calocero, Basilio, Pio, Grisogono, Teodoro, Atanasio y Máximo. La antigüedad destas cosas y de otras semejantes, junto con la falta de libros, hace que no nos podamos allegar con seguridad á ninguna destas opiniones ni averiguar con certidumbre la verdad. Quedará al lector libre el juicio en esta parte.

CAPITULO III.

Del emperador Domicio Neron.

A Claudio mató con yerbas que le dió un eunuco que le servia de maestresala y le hacia la salva; otros dicen que Agripina, su mujer, por ver emperador á su bijo Domicio Neron, deseo muy perjudicial para ella misma. Lo que consta es que pasó desta vida el año de 55 de Cristo. Domicio, su entenado y sucesor, gobernó el imperio catorce años, los cinco primeros muy bien, como lo testificaba el mismo Trajano; despues con la edad se despeñó en todo género de torpezas y crueldades, no de otra manera que cuando una bestia fiera se suelta de donde está encerrada, que todo lo asuela, en tanto grado, que dió la muerte á su misma madre, con la cual primero habia pretendido usar deshonestamente. Lo mismo hizo con una su tia y dos mujeres que tuvo, Octavia y Popea, sin perdonar á Séneca, su maestro, ni al inclito poeta Lucano, hijo que fué de Mella, hermano de Séneca, ni á otro gran número de gente principal: cruel carnicería y fea. Pero en lo que mas

se señaló su torpeza fué que, á manera de mujer, tomó el velo y se casó públicamente con un mozo, como si fuera su marido; y al contrario, hizo abrir un muchacho á manera de mujer para casarse con él : tanto puede un apetito desenfrenado. En el teatro, á manera de representante, cantaba y tañia delante de todo el pueblo muchas veces. Pasó tan adelante su locura, que para holgarse y como por burla puso fuego á la ciudad de Roma, con que se quemó casi toda. Fué grande la indignacion del pueblo por sospechar lo que era; para remedio impuso á los cristianos haber causado aquel daño, y así, fué el primero de los emperadores romanos que los persiguió y afligió con todo género de tormentos. Derramaba por una parte las riquezas que decia solo debian servir de dallas; por otra codiciaba y tomaba contra razon las ajenas, como monstruo compuesto de vicios contrarios. De la hacienda pública era pródigo, codicioso de los bienes particulares. Por este tiempo el famoso encantador Apolonio Tianeo, entre otras provincias por donde discurrió, vino tambien á España. Lo mismo hizo el apóstol sau Pablo despues que se libró en Roma de la cárcel, segun que en la Epistola á los romanos mostró desearlo y pretenderlo. Así lo dicen graves autores, y aun se tiene por cierto que en este viaje puso de su mano por obispo de Tortosa á Rufo, hijo de Simon el Cireneo, aquel que ayudó á llevar la cruz á Cristo, y hermano de Alejandro. Asimismo Beda y Usuardo testifican que dejó por obispo de Narbona á Sergio Paulo, al cual, de procónsul que era en la isla de Chipre, convirtió en siervo de Cristo, segun que en los Actos de los Apóstoles se refiere. Y aun no falta quien diga que llevó consigo á Jeroteo, por sobrenombre el Divino, maestro de Dionisio Areopagita, de España donde era natu. ral y tenia cargo del gobierno, como persona que era de grande autoridad y prudencia. Otros contradicen todo esto por razones que aquí no se refieren. Porque lo que el Metafraste afirma que el apóstol san Pedro asimismo vino á España, los mas eruditos lo tienen por engaño y cosa sin fundamento; verdad es que desde Roma envió á san Saturnino por primer obispo de Tolosa la de Francia, al cual sucedió Honorato, cántabro de nacion, que envió á Firmino, hijo de Firmo, á predicar el Evangelio en lo mas adentro de Francia. Obedeció él, y predicó primero en Angers, despues en Beoves, y últimamente en Amiens; y fué el primer obispo de aquella ciudad, y en ella derramó su sangre, y como á tal le hacen fiesta y tienen templo consagrado en su nombre. Honesto, sacerdote de Saturnino, enviado por él á Pamplona para enschar en aquella ciudad y su comarca el Evangelio, fué maestro de Firmino, y le enseñó en su tierna edad, ca era natural de Pamplona; pero esto sucedió algo adelante. Habia Servio Sulpicio Galba gobernado la España citerior por espacio de ocho años. Era ya muy viejo y de mas de setenta años cuando le nombraron emperador con esta ocasion; Julio Vindice, á cuyo cargo estaba la Gallia Narbonense, alterado por las crueldades de Neron y por las demás torpezas suyas, convidó á Galba como persona de grande autoridad, y le requirió por sus cartas que acudiese al remedio de tanto mal con aceptar el imperio. Excusóse Galba de hacer esto por su mucha edad y por la grandeza del peligro; por esto el mismo Vindice se declaró y tomó las armas contra Neron. Sabido lo que pasaba en la Gallia,

Galba asimismo en una junta de personas principales que de toda España tuvo en Cartagena, con un razonamiento muy cuerdo relató las causas por donde le parecia, no solo lícito, sino necesario acudir á las armas en aquella demanda y socorrer á la república. Dijo que Neron era un cruel monstruo y fiero, cuyos vicios con ningun sacrificio se podian mejor atajar que con su misma sangre; que todos ayudasen á la madre comun afligida y echada por tierra, antes que con aquel fuego se abrasasen todas las provincias, con el cual casi toda la nobleza romana y muchas otras familias estaban acabadas; tan grande era la crueldad y fiereza de aquel hombre, si se debia llamar hombre, y no antes bestia fiera. Lo que por los otros pasaba podia tambien avenir á los demás y á cada cual de los que allí presentes se hallaban, pues ni la inocencia de la vida ni la honestidad de las costumbres eran parte para librar á ninguno de aquel tirano, que se gobernaba, no por razon, sino por fuerza y antojo. Si su propio peligro no bastaba para despertarlos, mirasen á lo menos por sus hijos, por salvará los cuales las mismas bestias se meten por el hierro y por las flamas, forzadas del amor natural que tienen á los que engendraron. Acaso se hallaba presente un niño que, sin respeto de su tierna edad, había sido desterrado á Mallorca por Neron. Encendidos pues los que presentes estaban con tal espectáculo y con el razonamiento que les hizo Galba, con grande alarido, que todos se levantaron, le apellidaron Augusto y emperador; mas él no quiso aceptar el tal nombre, antes protestó que seria capitan del pueblo romano y lugarteniente del Senado contra Neron, que fué una modestia notable. Mucho ayudó para llevar adelante estos intentos Oton Silvio, gobernador que á la zazon era de la Lusitania, y los años pasados tuvo grande cabida con Neron; que aprobó el consejo de Galba, y resuelto de correr la misma fortuna con él, acuñó todo el oro y plata, que tenia en gran cantidad, para los gastos de la guerra y paga de los soldados. Por todo lo cual fuera digno de inmortal renombre si acometiera tal empresa en odio del tirano, y no pretendiera vengar sus disgustos particulares y la afrenta que le hizo Neron en tomarle por su combleza á Popea Sabina, su mujer; para gozar de la cual mas á su voluntad con muestra de honrar á Oton le alejó de Roma y le hizo gobernador de la Lusitania, que era lo postrero de España y del mundo. Hecho esto y despues de la muerte que dió Neron á Octavia, su mujer, hija del emperador Claudio, se casó con Popea, que fué nuevo dolor para el otro marido y nueva afrenta. Tuvo Oton, así por esta ayuda como por ser persona de ingenio, el primer lugar acerca del nuevo Emperador, aunque en competencia de Tito Junio, su lugarteniente; bien que se le adelantaba en ser mas amado del pueblo, porque sin mirar á interés daba la mano á los necesitados, y Junio acostumbraba á vender los favores del nuevo Príncipe, por donde tenia ofendida gran parte de la gente y de los soldados. Julio Vindice en la Gallia, donde se declaró contra Neron, vencido en batalla, se dió á sí mismo la muerte. Virginio Rufo, que fué el que le desbarató, no quiso tomar el imperio para sí como pudiera ; antes lo remitió todo á la voluntad del Senado, que fué una señalada templanza y modestia. Esto mandó que des pues de su muerte se declarase en un dístico cortado en su sepultura y lucillo en latin, que hace este sentido;

¿QUIÉN YACE AQUÍ? RUFO.

¿EL QUE AL TIRANO VINDICE VENCISTE? Sí;

MAS NO EL SCEPTRO

TOMÉ. ¿PUES QUIÉN ?

MI PATRIA DE MI MANO.

Mucho se alteró Galba con las nuevas del desastre de Vindice; parecia que la fortuna ó fuerza mas alta era contraria á sus intentos. Recogióse casi perdida la esperanza á la ciudad de Clunia (este nombre está corrompido en Plutarco, que pone colonia por Clunia, como se entiende por las monedas que se hallan en España de Galba, por las cuales se ve que en aquella ciudad le dieron el imperio); pero no tardó de llegar otra nueva de la muerte de Neron, con que volvió sobre sí y cobró ánimo. El caso pasó de esta manera. Luego que el Senado tuvo aviso de lo que Julio Vindice en la Gallia y despues Galba en España hicieron, que fué levantarse contra Neron y tomar las armas, entraron en pensamiento que podrian derribar al tirano. Con este intento hicieron un decreto en que declararon á Neron por enemigo de la patria. Llegó el negocio á que sus mismas gentes y criados le desampararon, como suelen todos aborrecer á los malos. Huyó él y escondióse cerca de Roma en una heredad de un su liberto llamado Faonte; allí, perdida la esperanza de salvarse, por no venir á las manos de sus enemigos, se dió á sí mismo la muerte en edad que tenia de treinta y dos años. Desta manera acabaron las maldades deste príncipe, y en él la alcuña de los Césares y Claudios, que tantos años tuvieron el imperio de Roma. Túvose por entendido, principalmente entre los cristianos, que sanó de la herida, y que á su tiempo se mostraria al mundo con oficio de Antecristo. Lo cierto es que Galba, avisado de lo que pasaba, acordó de partir sin dilacion para Roma; llevó en su compañía para guarda de su persona y para todo lo que sucediese una legion de soldados escogidos de todas las partes de España. Llevó otrosí á Fabio Quintiliano, natural de Calahorra, que fué aventajado en la profesion de la retórica. Sus instituciones oratorias estuvieron perdidas por mas de seiscientos años. Hallólas y sacólas á luz Pogio Florentin en tiempo del concilio de Constancia en cierto monasterio de aquella ciudad. Las declamaciones que andan al fin de aquella obra en su nombre, por el mismo estilo, se entiende fueron de otro autor. A la sazon que acabó Neron era cónsul en Roma Silio Itálico, que fué el año de Cristo de 69. Los mas sienten que este cónsul fué español; Crinito dice que nació en Roma, pero que su descendencia era de España; Gregorio Giraldo afirma que en lo uno y en lo otro hay engaño, y que fué natural de los Pelignos, pueblos del reino de Nápoles, y nació en un lugar de aquella comarca llamado Itálica, de que procedió el engaño de los que le hicieron de España por haber en ella otra ciudad del mismo nombre. La verdad es que con la edad, dejado el gobierno de la república, se retiró en cierta heredad que tenia camino de Nápoles, en que pasaba la vida y se entretenia en los estudios de poesía; y en particular escribió en verso heróico la segunda guerra Púnica que hicieron los romanos contra los cartagineses. Por el mismo tiempo floreció en Roma Séneca, llamado el Trágico, de las tragedias que compuso muy elegantes, á diferencia de Séneca

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