Podriamos citar, en comprobacion de tantas bellezas y defectos, abundantísimos ejemplos, pero los omitimos, ya porque fácilmente ha de dar con ellos todo lector capaz de apreciar las buenas y malas dotes literarias, ya porque profesamos hasta aversion al estudio demasiado nimio de las formas. Deseamos además concluir, deseamos dejar caer de nuevo la losa sobre la tumba de MARIANA. Otros se hubieran detenido en referir los sucesos de su vida pintando con brillante estilo, ya sus triunfos como profesor, ya sus vicisitudes como escritor, ya sus trabajos como examinador sinodal, como consultor del Santo Oficio y como consultor del arzobispo de Toledo; nosotros hemos abierto con respeto su sepulcro solo para sorprender las ideas filosóficas y políticas que debieron agitar su grave y espaciosa frente. Satisfecho nuestro objeto, la pluma se nos cae de la mano, y no podemos ya sin violentarnos sostenerla por mas tiempo (1). (1) Hay obras de MARIANA de que no hemos hecho mencion; mas nos reservamos dar al fin de esta coleccion un catálogo completo de las que de él se conservan, catálogo en que continuarémos un ligero resúmen de las materias de que traten y un corto juicio crítico que dé á conocer el F. P. Y M. valor é importancia de cada una. Están las mas en latin, y por esto no pueden todas formar parte de esta Biblioteca de Autores Españoles, en la cual, sin embargo, vamos á publicar traducida, por ser obra de grandísima importan-* cia, la De Rege et regis institutione. PROLOGO DEL AUTOR. AL REY CATÓLICO DE LAS ESPAÑAS DON FILIPE, TERCERO DESTE NOMBRE, NUESTRO SEÑOR. Los años pasados, muy poderoso Señor, publiqué la Historia general de España, que compuse en latin, debajo del real nombre y amparo de vuestro padre el Rey, nuestro señor, de gloriosa memoria. Al presente me atrevo á ofrecer la misma puesta en lenguaje castellano. Como una joya podrá ser de alguna estima para el reinado dichoso y para la corona de vuestra majestad; servicio, segun yo pienso, agradable à vuestra benignidad por la grandeza de la empresa y por el deseo que tengo de aprovechar y servir. Lo que me movió á escribir la historia latina fué la falta que della tenia nuestra España (mengua sin duda notable), mas abundante en hazañas que en escritores, en especial deste jaez. Juntamente me convidó á tomar la pluma el deseo que conocí los años que peregriné fuera de España, en las naciones extrañas, de entender las cosas de la nuestra; los principios y medios por donde se encaminó á la grandeza que hoy tiene. Volvíla en romance, muy fuera de lo que al principio pensé, por la instancia continua que de diversas partes me hicieron sobre ello y por el poco conocimiento que de ordinario hoy tienen en España de la lengua latina aun los que en otras ciencias y profesiones se aventajan. Mas ¿qué maravilla, pues ninguno por este camino se adelanta, ningun premio hay en el reino para estas letras, ninguna honra, que es la madre de las artes? Que pocos estudian solamente por saber. Además del recelo que tenia no la tradujese alguno poco acertadamente, cosa que me lastimara forzosamente y de que muchos me amenazaban. En todo el discurso se tuvo gran cuenta con la verdad, que es la primera ley de la historia. Los tiempos van averiguados con mucho cuidado y puntualidad. Los años de los moros ajustados con los de Cristo, en que nuestros coronistas todos faltaron. A las ciudades, montes, rios y otros lugares señalamos los nombres que tuvieron antiguamente en tiempo de romanos. Finalmente, no nos contentamos con relatar los hechos de un reino solo, sino los de todas las partes de España, mas largo ó mas breve, segun que las memorias hallamos; ni solo referimos las cosas seglares de los reyes, sino que tocamos asimismo las eclesiásticas que pertenecen á la religion; todo con mucha precision para que la balumba de historia tan larga y tan varia, á ejemplo de las otras naciones, saliese tolerable. Si bien en los hechos mas señalados y batallas nos extendemos á las veces algo mas, no de otra manera que los grandes rios por las hoces van cogidos y por las vegas salen, cuando se hinchan con sus crecientes, de madre. En la traduccion no procedí como intérprete, sino como autor, hasta trocar algun apellido, y tal vez mudar opinion, que se tendrá por la nuestra la que en esta quinta impresion se hallare; ni me até á las palabras ni á las cláusulas; quité y puse con libertad, segun me pareció mas acertado, que unas cosas son á propósito para gente docta, y otras para la vulgar. Darán gusto á los de nuestra nacion a veces las de que los extranjeros harian poco caso. Cada ralea de gente tiene sus gustos, sus aficiones y sus juicios. En dar el don á particulares voy considerado y escaso, como lo fueron nuestros antepasados. Quien hallare alguno que le toque ó se le deba sin él, póngasele en su libro, que nadie le irá á la mano. Algunos vocablos antiguos se pegaron de las corónicas de Es si paña de que usamos, por ser mas significativos y propios, por variar el lenguaje y por lo que en razon de estilo escriben Ciceron y Quintiliano. Esto por los romancistas. El principio de esta historia se toma desde la poblacion de España; continúase hasta la muerte del rey don Fernando el Católico, tercero abuelo de vuestra majestad. No me atreví á pasar mas adelante y relatar las cosas mas modernas por no lastimar á algunos si se decia la verdad, ni faltar al deber si la disimulaba. Del fruto desta obra depondrán otros mas avisados. Por lo menos el tiempo, como juez y testigo abonado y sin tacha, aclarará la verdad, pasada la aficion de unos, la envidia de otros y sus calumnias sin propósito y su ignorancia. El trabajo puedo yo testificar ha sido grande, la empresa sobre mis fuerzas, bien lo entiendo; mas ¿quién las tiene bastantes para salir con esta demanda? Muchos siglos, por ventura, se pasaran como antes si todo se cautelara. Confio que bien hay faltas, y yo lo confieso, la grandeza de España conservará esta obra; que á las veces hace estimar y durable la escritura el sugeto de que trata. La historia en particular suele triunfar del tiempo, que acaba todas las demás memorias y grandezas. De los edificios soberbios, de las estatuas y trofeos de Ciro, de Alejandro, de César, de sus riquezas y poder, ¿qué ha queda– do? Qué rastro del templo de Salomon, de Jerusalem, de sus torres y baluartes? La vejez lo consumió, y el que hace las cosas las deshace. El sol que produce à la mañana las flores del campo, el mismo las marchita á la tarde. Las historias solas se conservan, y por ellas la memoria de personajes y de cosas tan grandes. Lo mismo quiero pensar será desta historia. ¿Quién quita que yo no favorezca mi esperanza, si ya no se despierta por nuestro ejemplo alguno que con pluma mas delgada sé nos adelante en escribir las grandezas de España, y con la luz de su estilo y erudicion escurezca nuestro trabajo? Daño que por el bien comun llevarémos con facilidad, y mas aína lo deseamos que muchos entren en la liza y hagan en ella prueba de sus ingenios y de su erudicion. Que con algunos de nuestros coronistas ni en la traza ni en el lenguaje no deseo que me compare nadie; bien que de sus trabajos nos hemos aprovechado, y aun por seguillos habrémos alguna vez tropezado, yerro digno de perdon por hollar en las pisadas de los que nos iban delante. No quiero alabar mi mercaduría ni pretendo galardon alguno de los hombres, que no se podrá igualar al trabajo como quier que la empresa suceda, dado que los gastos han sido grandes y la hacienda ninguna por la vida que profesamos, y que las corónicas de los reinos están por cuenta de los reyes y a su cargo. Solo suplico humilmente reciba vuestra majestad este trabajo en agradable servicio, que será remuneracion muy colmada si, como vuestra majestad ha ocupado algunos ratos en la leccion de mi historia latina, ahora que el lenguaje es mas llano y la traza mas apacible la leyere mas de ordinario. Ninguno se atreve á decir á los reyes la verdad; todos ponen la mira en sus particulares: miseria grande, y que de ninguna cosa se padece mayor mengua en las casas reales. Aquí la hallarà vuestra majestad por sí mismo: reprehendidas en otros las tachas, que todos los hombres las tienen; alabadas las virtudes en los antepasados; avisos y ejemplos para los casos particulares que se pueden ofrecer, que los tiempos pasados y los presentes semejables son, y como dice la Escritura, lo que fuere eso será. Por las mismas pisadas y huella se encaminan, ya los alegres, ya los tristes remates; y no hay cosa mas segura que poner los ojos en Dios y en lo bueno y recatarse de los inconvenientes en que los antiguos tropezaron, y á guisa de buen piloto tener todas las rocas ciegas y los bajíos peligrosos de un piélago tan grande como es el gobierno y mas de tantos reinos en la carta de marear bien demarcados. El año pasado presenté à vuestra majestad un libro que compuse de las virtudes que debe tener un buen rey, que deseo lean y entiendan los príncipes con cuidado. Lo que en él se trata especulativamente, los preceptos, avisos y las reglas de la vida real, aquí se ven puestas en práctica y con sus vivos colores esmaltadas. No me quiero alargar mas. Dios, nuestro Señor, dé su luz à vuestra majestad para que, conforme á los principios de su bienaventurado reinado, se adelante en todo género de virtudes y felicidad como todos esperamos, y para alcanzallo no cesamos de ofrecer á su majestad y á sus santos continuamente nuestros votos y plegarias. HISTORIA GENERAL DE ESPAÑA. CAPITULO PRIMERO. LIBRO PRIMERO. De la venida de Tubal y de la fertilidad de España. TUBAL, hijo de Jafet, fué el primer hombre que vino á España. Así lo sienten y testifican autores muy graves, que en esta parte del mundo pobló en diversos lugares, poseyó y gobernó á España con imperio templado y justo. La ocasion de su venida fué en esta manera. El año que despues del diluvio general de la tierra, conforme á la razon de los tiempos mas acertada, se contaba 131, los descendientes de Adan, nuestro primero padre, se esparcieron y derramaron por toda la redondez de la tierra y por todas las provincias: merced del atrevimiento con que por consejo y mandado del valiente caudillo Nembrod acometieron á levantar la famosa torre de Babilonia, y castigo muy justo del desprecio de Dios. Confundióse el lenguaje comun de que antes todos usaban de manera tal, que no podian contratar unos con otros ni entenderse lo que hablaban; por donde fué cosa forzosa que se apártasen y se derramasen por diversas partes. Repartióse pues el mundo entre los tres hijos de Noé desta suerte: á Sem cupo toda el Asia allende el rio Eufrates hácia el oriente con la Suria, donde está la Tierra-Santa. Los descendientes de Cam poseyeron á Babilonia, las Arabias y á Egipto con toda la Africa. A la familia y descendencia de Jafet, hijo tercero del gran Noé, dieron la parte de Asia que mira al septentrion, desde los famosos montes Tauro y Amano, demás desto toda la Europa. Hecha la particion en esta forma, los demás hijos de Jafet asentaron en otras provincias y partes del mundo; pero Tubal, que fué su quinto hijo, enviado á lo postrero de las tierras donde el sol se pone, conviene á saber, á España, fundó en ella dichosamente y para siempre en aquel principio del mundo, grosero y sin policía, no sin providencia y favor del cielo, la gente española y su valeroso imperio. De donde en todos los tiempos y siglos han salido varones excelentes y famosos en guerra y en paz, y ella ha siempre gozado de abundancia de todos los bienes, sin faltar copiosa materia para despertar á los buenos ingenios, y por la grandeza y diversidad de las cosas que en España han sucedido, convidalles á M-1. tomar la pluma, emplear y ejercitar en este campo su elocuencia. Verdad es que siempre ha tenido falta de escritores, los cuales con su estilo ilustrasen la grandeza de sus hechos y proezas. Esta falta á algunos dió atrevimiento de escribir y publicar patrañas en esta parte y fábulas de poetas mas que verdaderas historias; y á mí despertó para que con el pequeño ingenio y erudicion que alcanzo, acometiese á escribir esta historia, mas aína con intento de volver por la verdad y defendella que con pretension de honra ó esperanza de algun premio; el cual, ni lo pretendo de los hombres, ni se puede igualar al trabajo desta empresa, de cualquiera manera que ella suceda. Conforme á esta traza, será bien que, en primer lugar, se pongan y relaten algunas cosas, así de la naturaleza y propiedades desta tierra de España y de su asiento como de las lenguas antiguas y costumbres de los moradores della. La tierra y provincia de España, como quier que se pueda comparar con las mejores del mundo universo, á ninguna reconoce ventaja, ni en el saludable cielo de que goza, ni en la abundancia de toda suerte de frutos y mantenimientos que produce, ni en copia de metales, oro, plata y piedras preciosas, de que toda ella está llena. No es como Africa, que se abrasa con la violencia del sol, ni á la manera de Francia es trabajada de vientos, heladas, humedad del aire y de la tierra; antes por estar asentada en medio de las dos dichas provincias, goza de mucha templanza; y así bien el calor del verano como las lluvias y heladas del invierno muchas veces la sazonan y engrasan en tanto grado, que de España, no solo los naturales se proveen de las cosas necesarias á la vida, sino que aun á las naciones extranjeras y distantes, y á la misma Italia cabe parte de sus bienes y la provee de abundancia de muchas cosas; porque á la verdad produce todas aquellas á las cuales da estima, ó la necesidad de la vida, ó la ambicion, pompa y vanidad del ingenio humano. Los frutos de los árboles son grandemente suaves; la nobleza de las viñas y del vino, excelente; hay abundancia de pan, miel, aceite, ganados, azúcares, seda, lanas sin número y sin cuento. Tiene minas de oro y de plata; hay venas de hierro donde quiera, piedras trasparentes y á manera 1 |