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curso que le pronunciara con ocasión de haber sido elegido Presidente de la República y la contestación de éste, ambos indiscretos. Vidaurre, era partidario acérrimo de Santa Cruz y objeto por ello de la ira y encono de Luna Pizarro, cuyo circulo supo aprovechar de sus ligerezas, de su poco juicio y descubrir sus manejos en una conspiración tramada en contra de La Mar. En la que fraguó el Coronel Huavique, motín que debeló Salaverry con extraordinario valor, se siguió un sumario que levantó el Capitán Ross, enemigo de Vidaurre y se halló inculpado. Por tal circunstancia fue hecho prisionero y deportado a los Estados Unidos. Desde allí lanzó inventivas y calumnias contra La Mar. José María Pando, publicó en El Mercurio, artículos en defensa de Vidaurre y el Ministro Mariátegui terció en la polémica en forma airada arremetiendo tanto a Vidaurre como a Pando.

En el terreno de las anécdotas, refiere Mendiburu una de la que fue testigo. El Coronel francés Raulet, charlando en cierta oportunidad con La Mar aludió a un sucedido, el que produjo en el Presidente encendida y violenta ira. Comentándola, recuerda Mendiburu, que La Mar era sujeto, moderado, afable y de fina educación, por cuyo motivo observa textualmente "Sirva de ejemplo para confundirnos y probarnos a qué excesos exponen los odios y el frenesi de las pasiones de partidos".

La biografia detalla con prolijidad, todo lo referente al conflicto con Colombia. Sus causas, orígenes y lamentables resultados. Considera fué grave error el decidirse por una guerra imprudente y loca, que el General La Mar desató principalmente influído por los consejos de los liberales que enardecieron su pasión, cegando su buen criterio y muy principalmente el bien de la Patria.

La fatal campaña tuvo comienzo el 28 de diciembre de 1828 entrando en el departamento de Loja y marchando sobre Cuenca, cuando era rigurosa la estación de las lluvias. Analiza su proceso y señala los errores militares en que se incurrió, los que finalizaron a la salida del Portete y en donde comienza la llanura de Tarqui. Luego se produjo el convenio de Girón, celebrado con Sucre y que dice, La Mar firmó con pesadumbre grave y aún con lágrimas. Su Jefe y sus tropas se retiraron a Piura mas desde allí quiso renovar la guerra.

En situación tan comprometida. la salud de La Mar en extremo precaria, con peligros en la frontera del sur y el ejército anarquizado, aceleraron la sublevación que Gamaria tenía urdida de antemano y que estalló en Piura el 7 de junio de 1829. Su primera consecuencia fué alejar a La Mar trasladado con escolta a Paita y de inmediato se le embarcó y remitió a Centro América en compañía del General Bermudez. Desde Costa Rica dirigió al Congreso un memorial, pidiendo se le oyese y juzgase, redactado en términos medidos y honrosos, voz que no fue atendida. Este militar próbido y benemérito, pasó sus

últimos días en el destierro y murió en la ciudad de Cártago el 11 de octubre de 1830. La pluma de Luis Alayza, lo ha honrado con una bella semblanza en extremo favorable, con el título de "El Gran Mariscal José de La Mar”.

Andrés de Santa Cruz y Calahumana

Este eminente caudillo nació en La Paz el 6 de diciembre de 1792. El esbozo de Mendiburu, es uno de los mejores de la presente serie. Posee precisión de datos, justeza en los dictámenes y ordenada claridad en la exposición, difícil cometido en vida de tan múltiples facetas. El relato no pasa de 1855, año en el cual fue redactado y al que califica con modestia de "Compendiado bosquejo”. En nuestra glosa no pretendemos resumirlo, es demasiado extenso. Desde muy joven se enroló en el ejército realista y asciende desde los más bajos escalones hasta el grado de Teniente Coronel. Luchó con los realistas aguerridos en el Alto Perú al lado primero de: Goyeneche y posteriormente con Pezuela con quien percibió los laureles de Vilcapugio y de Ayouma. En abril de 1817, en Tarija, la derrota lo hiere es tomado prisionero por el Comandante patriota La Madrid y remitido al Tucumán al campo que los argentinos tenían en Las Bruscas.

En heroica odisea de allí se escapa, se interna por el Brasil, logra arribar a la Habana y sin desmayo se presenta en Lima en 1820 para reincorporarse a las filas realistas. Con el grado de Coronel va en ellas bajo las órdenes del Brigadier Diego O'Reiliey en marcha hacia Junín. En esas sierras es destrozado por Alvarez de Arenales y juntamente con el grueso de ese ejército cae por segunda vez prisionero. Y trasladado al cuartel general de San Martín en Huaura, desiste de luchar por España y lo tenemos desde enero de 1821 convertido en ferviente patriota.

Combatirá con éstos en multitud de acciones. En el choque de Riobamba, en Pichincha se le considera como el artífice de esa gran victoria; conduce la segunda expedición a Intermedios; pelea con bravura en Zepita e igualmente en Junín. En 1825, es nominado Prefecto y Comandante General de La Paz y en junio del 826, Bolívar lo designa Presidente del Consejo de Gobierno con motivo de su marcha para Colombia. Producido el motín de las tropas colombianas en Lima y caído el Régimen Vitalicio, se encarga del mando provisionalmente, pero a consecuencia de las intrigas de Luna Pizarro y del grupo de los liberales, en el Congreso Constituyente quedó eliminado y elegido su contendor, el Mariscal La Mar, como Presidente de la República, el 9 de junio de 1827.

Tal postergación le generó mortal desengaño y es a partir de ese momento cuando prende en su espíritu un empeño alucinado, verdade

ra obsesión delirante de ser Presidente efectivo del Perú. De aquella pasión nacerá uno de los más hondos dramas que ha de padecer nuestra historia, en el cual Santa Cruz, va a ser el protagonista, el gestor implacable y el Perú constante víctima de esa terca, obstinada y pertinaz ambición.

Mendiburu la reseña en sus múltiples fases y al representarlas; conocemos la personalidad de Santa Cruz. Valiente, astuto, tenaz, organizador, implacable en sus deseos hasta la crueldad, más dotado también de eminentes condiciones de estadista y de gobernante. Se ha di cho y con razón sobrada, que fue para el Perú desgracia positiva, el que Luna Pizarro lo odiase, frustrando aquel gobierno, que de haber nacido con credenciales legítimamente peruanas, hubiera gozado de su talento de organizador y del imperio de su fortaleza; en cambio al imponernos a La Mar, militar honrado más politico débil e ineficaz en extremo, nos arrancó la mejor posibilidad que tuvimos para regir al país entre los hombres de esa generación.

El esbozo de Mendiburu, posee el valor del testigo que recogió la verdad y captó la vivencia, más carece de la perspectiva y más aún de la documentación más tarde reunida. Pese a esta debilidad, es útil y en muchos sectores valedera. La personalidad magnífica de Santa Cruz, ha tenido la suerte de hallar un biógrafo moderno: Alfonso Crespo, quien lo afinca en el marco histórico que le corresponde. Le ve en su integra dimensión y su grandeza humana tanto la acentúa, que su libro "Santa Cruz el Cóndor Indio" lleva el teñido constante de lo heroico y un sostenido aliento de prosa épica.

Miguel de San Román y Meza

Entre nuestros caudillos militares el que llegó a ser Gran Mariscal del Perú: Miguel de San Román, no ha tenido la virtud de inspirar alguna biografía in extenso. Aparece ciertamente, en las limitadas galerías de Presidentes de la República o del Congreso. En una de éllas en forma somera, se aprecia lo que podríamos llamar su foja de servicios.

Nació en un pueblo de Puno, el 17 de mayo de 1802 del matrimonio de Miguel de San Román con María de Meza. A los diecinueve años de edad, sentó plaza en el ejército patriota a las órdenes del General Miller. Vino a Lima en 1821 con las fuerzas del General Pardo de Zela. Concurrió a la expedición de Ica, estuvo en el contraste de Macacona y en la expedición a Intermedios. Es ya Capitán en la victoria de Ayacucho, Sargento Mayor en la intervención a Bolivia de 1828 y cae prisionero en la poco feliz batalla del Portete de Tarqui. En Piura, aprisionó al General La Mar cumpliendo órdenes de Gamarra. En 1833 es ya General. Sublevado en 1834, batió a Nieto en Cangallo y

luego de producirse el Abrazo de Maquinhuayo hubo de refugiarse en Bolivia.

Es de los que más convulsionaron al país durante el desgraciado período de la Anarquía, al lado y contra Vivanco y con Torrico en Agua Santa. Fugado de ese campo, emigró a Chile. De vuelta al Perú en 1844, hállase con Castilla en la victoria del Carmen-Alto. Perteneció en diversas ocasiones al Parlamento y figura como su Presidente en algunas legislaturas. Conspiró en contra de Echenique y está con los que lo derrotaron en la importante batalla de La Palma de enero de 1855. En el segundo gobierno de Castilla labora como su Ministro de Guerra, Presidente del Consejo y General en Jefe en el sur, cuando se produce la revolución de Vivanco, a quien derrota en la toma de Arequipa de 1858. Finalizando su agitada vida, en elecciones populares es nominado Presidente de la República, cargo que desempeñó, desde el 24 de octubre de 1862 hasta su muerte ocurrida en el balneario de Chorrillos, el 3 de abril del año siguiente.

El perfil moral de San Román, la historiografía moderna, apenas si lo dibuja, lo juzga más bien con benevolencia, más conocida la abundante exposición que de su vida hace Mendiburu, se tendrá que rectificar juicios. De lo que allí aparece se desprende: un hombre sinuoso y bastante falso; en los campos de batalla, militar huidiso, son célebres sus fugas y también sus admirables retiradas. No tuvo sentido recto de la Patria, pues en ocasiones pactó contra ella. Cruel no siempre, pero sí en ocasiones. Agitador inveterado, con habil sentido de organizar tropas y adiestrarlas, para así pesar en la balanza y presentándose armado, lograr influjo en las escenas revolucionarias que promovía en su provecho, sin sentido ni responsabilidad histórica.

Falsificador de triunfos como el de Mecapaca que le valió el ascenso a Gran Mariscal. En la guerra con Bolivia, su comportamiento en Ingavi es vergonzoso. Fue emboscado perenne, en las luchas alternativas de la época en espera de los acontecimientos y sin lealtad decidida. Otras muchas escenas de proterva intención, refleja este duro recorrido en los hitos principales de la vida de San Román y por tanto de utilidad expurgadora, para modelar nuestra historia en consonancia con la intimidad de los sucesos, muchos desconocidos, que si pueden ser atenuados por nuevas fuentes, que modifiquen tan desfavorable panorama, mientras no aparezcan, lo cierto es que, lo relatado por Mendiburu -historiador veraz y justiciero, posiblemente apasionado- manchará a su figura, de quien solamente se ha afirmado en su provecho aspectos negativos, como no ser: ni violento, ni atolondrado ni liviano.

José Bernardo de Tagle y Portocarrero e Isasaga

Nació el IV Marqués de Torre-Tagle, en Lima, el 21 de marzo de 1779, bajo el gobierno del Marqués de Guirior. Su vida durante el Virreinato, la da Mendiburu en su Diccionario Colonial, con bastante proligidad y se interna no poco en los sucesos de la iniciación de la República que luego amplía en la reseña inédita que ahora se publica. El Marqués, dejó una auto-biografía titulada "Narración que hace José Bernardo Tagle de sus servicios a la causa de América" y que aparece inserta en el Boletín del Museo Bolivariano dirigido por Jorge Guillermo Leguía. Es muy útil por las noticias que acarrea sobre los acontecimientos que antecedieron a la llegada al Perú de San Martín y de Bolívar.

Su acción, desde que Tagle proclamó la Independencia en Trujillo, el 29 de diciembre de 1820, la narra con amplitud Mendiburu. A partir de enero de 1822, es Supremo Delegado por voluntad de San Martín y cuando se ausentó rumbo al Ecuador a entrevistarse con Bolívar. En febrero del siguiente año, debió asumir de nuevo el mando por designio del Congreso Constituyente, primacia que le arrebata Riva-Agüero tras de producirse el Motin de Balconcillo. Volverá al gobierno, por encargo del Cnl. Sucre, en su carácter de Jefe del Ejército Unido Libertador y lo mantuvo, hasta que se inaugura el régimen bolivariano, con Mariano Necochea como Jefe Político y Militar, en febrero de 1824.

Producida por las fuerzas españolas la ocupación de Lima, y estando Tagle en abierta lucha con el Libertador, hasta llegarlo a amenazar de muerte, se sintió en tales circunstancias obligado a refugiarse en el Callao y tras la victoria de Ayacucho, establecido el sitio al Real Felipe, no le fue dable salir de ese recinto y en él falleció, el 26 de setiembre de 1825. Su odio a Bolivar fue de tal naturaleza, que olvidando su limpia trayectoria, por resentimientos y desengaños, cayó -dice Mendiburu— “en abismos que acabaron su carrera y su existencia". Su proceder último, que la historia ha calificado generalmente mal, Nemesio Vargas, defiende y explica.

Casó Tagle en primeras nupcias con Juana Rosa Garcia de La Plata, hija del Oidor: Manuel García de La Plata, de las Audiencias de Chuquisaca y de Lima y Regente de la de Buenos Aires. Descendía por línea materna de la Casa de Mc Donald e Inverghisserar y del Rey Roberto II de Escocia. Muerta en temprana edad se unió por segunda vez con: Mariana Micaela Echevarría de Santiago y Ulloa. Poco antes que su marido y refugiada así mismo en el Real Felipe, allí trágicamente fallece.

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