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Juan Crisóstomo Torrico Gonzáles

Bastante turbia sale la figura de Torrico, en la presente serie. Era oriundo de Lima y nacido el 21 de enero de 1808 del matrimonio del español Juan Capristano Torrico y de la huaracina Manuela Gonzáles. Estudió en el Seminario de Santo Toribio; es cadete militar en 1819 y entra en las filas de los patriotas, er la Legión Peruana que tuvo por jefe a Guillermo Miller. Asistió a los campos de Ayacucho aunque no a los de Zepita y de Junín, pese a que él lo afirmaba. En 1825 acompañó a Sucre al Alto Perú cuando se dirigía a buscar a Olañeta. En 1827, tiene ya la clase de capitán y pasó a Colombia en el batallón Callao. No asiste a la batalla del Portete de Tarqui por hallarse en la retaguardia.

Mandando un regimiento en el departamento de Ayacucho en 1832, formósele causa por las tropelías, abusos e insubordinaciones que cometió contra el Prefecto, juicio que el Presidente Gamarra mandó cortar, por la protección que le brindaba mas con escarmiento de la moral. Se le halló comprometido en muchas conspiraciones de la época. Siendo edecán de Salaverry y olvidando toda lealtad, tramó en favor de Gamarra y descubierto por aquel, emprendió triste fuga al Callao y se embarcó por ese puerto. Diósele de baja por deserción con documento oficial deshonroso. Permaneció alejado del país durante los gobiernos de Salaverry y de Santa Cruz.

De nuevo pisa tierra peruana agregado a la expedición de Bulnes. En la batalla de Yungay pelea al frente de una columna de la vanguardia y Gamarra en premio lo elevó primero a Coronel y poco después a General. Investido con este grado, pasa a los departamentos sureños con el título de "Jefe Superior del Sur". En esta expedición lo acompañaron hombres de la peor conducta. Durante sus marchas cometió o dejó cometer, faltas que mancharon el triunfo de la Restauración. Confiscó bienes en Pasco, con secuelas de hurtos y escándalos. En Huancavelica disolvió a las célebres minas de mercurio, con grave atentado a la propiedad. Intervino en el poder judicial y asuntos eclesiásticos en un afán de mando y de predominio. Impuso contribuciones forzosas. Desterró a comarcanos notables; quitó empleos e inflingió a los ajusticiados hasta grillos y otras muchas tropelías. En el Cuzco hizo dar azotes al Director de la Casa de Moneda, porque le negara entregarle cincuenta mil pesos. Y silencia manifiesta Mendiburu otros abusos y delitos por no dilatar su exposición. La mala fama fué tal, que los representantes al Congreso de Huancayo, exigieron al Presidente Gamarra, modificase esa situación y su Ministro Ramón Castilla, protestaba por las irregularidades de Torrico, silenciadas y de las que nunca daba cuenta al gobierno. Tales procederes, nada livianos, traen a la memo

ria, verdaderos retoños deshonestos de la picarezca, en nuestro caudillaje militar.

En el período de la Anarquía que generó el desastre de Ingavi, lo vemos alzado contra Menéndez en agosto de 1842 y al chocar con las tropas de Vidal, éste lo venció en Agua Santa el 17 de octubre, tras de cuyo fracaso huiría al extranjero, no de inmediato, sino a consecuencia de los otros desastres que padeció en los departamentos del sur. Exilado estuvo hasta 1844. Castilla durante su primer gobierno, se defendió de los trastornos y discordias que le promovía con astuta saña, descubriéndole una conspiración que abortara y que debió de estallar en febrero de 1849.

Alcanzó tremendo predominio bajo el gobierno de Echenique, fue su ministro general e históricamente es harto conocido que su mala sombra y manejos contribuyeron no poco a la terrible revolución que sacudió al país en los años 53 y 54, que finalizó en el infortunio de La Palma del 5 de enero de 1855. Aunque ya no estaba en el gobierno, la ola persecutoria que siguió a esa derrota, lo hostigó con empeño y refugiado en ia Legación Americana su Encargado de Negocios Mr. Clay, le obtuvo pasaporte y salió al extranjero.

Mendiburu finaliza esta biografía en 1857. Se muestra implacable en denunciar la trayectoria oscura de este político, que bien se ve lleva en su pasivo carga poco favorable. El tupido relato que glosamos, más tiene de acusación de fiscal que de serena historia. Los años últimos de Torrico no aparecen, los vivió casi siempre en Europa y fallecería en París el 27 de marzo de 1875. Domingo Vivero, en su Galería de Presidentes, rememora haber sido Torrico hombre de hermosa figura, maneras finas y atrayentes, elegante en el vestir, de fácil palabra y ame

no trato.

Manuel Ignacio Vivanco e Iturralde

Los apuntes sobre Vivanco debieron escribirse después de 1873 ya que consigna su muerte. El relato de su juventud, está hecho con animación y viveza a tono con ese período de su vida aventurera y gallarda. Nació en Lima en 1806. Estudió latinidad en el Colegio de El Príncipe. A los quince años ingresa de guardiamarina en la corbeta “La Limeña" a órdenes de Blanco Encalada. No resistiendo las fatigas del mar, luego de una incursión a los puertos Intermedios, pide su traslado a tierra y Torre-Tagle lo nombra, sub-teniente en el batallón Cazadores cuyo jefe era el Coronel Herrera.

En 1823 está al lado de los militares que desconocen a la Junta Gobernadora y se pronuncia en el motin de Balconcillo a favor de RivaAgüero. De inmediato pasa a Arica, penetró con Santa Cruz a La Paz

y asiste a la batalla de Zepita. Hállase en la desastrosa retirada de Islay y se embarcó al Callao en el navío "Monteagudo", en el cual, desobedeciendo órdenes se amotinó en la travesía. En su contínuo guerrear, figura entre los peruanos vencedores de Ayacucho. En 1825 ingresa en el Alto Perú con las huestes patriotas; en 1827 lo tenemos en Piura con el contingente que va a luchar con la Gran Colombia. En ese momento es ya capitán graduado y contaba tan solo 21 años.

En esa época ya se hace visible lo que sería una de las notas más saltantes de su carácter: su fatuidad enseñada en sus pomposos decretos y en otras risibles fanfarronadas. Mendiburu señala muchas anécdotas que lo prueban, entre varias cuenta: "Vivanco con su vanidad sin límites y supliendo su falta de instrucción científica con una constante lectura, que utilizó con su clara inteligencia, se hizo en su círculo de oficiales que le admiraban y ante el cual era el paladín de las ideas democráticas exageradas que en tono dogmático propagaba dañando a la austeridad de la disciplina". En esa misma época cuenta que odió a Gamarra con virulencia y publicó un periódico en donde hasta lo acusaba de traidor. Mas, a poco sería su ferviente partidario, tanto, que participó en la conjura, que impuso a Bermudez contra Orbegozo.

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Pormenoriza su acción que revela ser un contínuo esfuerzo para alcanzar el poder, valiéndose siempre de intrigas y conspiraciones, en algunas de las cuales tropieza y fricciona con la oposición de Mendiburu. Aquel su enardecido afán de mando, lo alcanzó en los años turbulentos de la Anarquía, cuando impuso a su régimen que nominó el “Directorio❞ desde marzo de 1843 hasta su fracaso, en la batalla del Carmen Alto, en donde es batido por Castilla el 17 de junio de 1844.

No cejó nunca en el empeño de mandar. Terció en las elecciones cuando Castilla concluía su período y trató de arrebatar a Echenique la victoria lograda en los comicios. Lo inquietó en su gobierno, más ayudándolo a la postre cayó con él en La Palma. A consecuencia de esa derrota se refugió en Chile, desde cuyo retiro volvió a encender revoluciones. Tuvo mal éxito en la del norte del país, análoga desgracia lo acompañó en el ataque al Callao en abril de 1857 y tras de encastillarse en Arequipa, no la abandonó, hasta que fué tomada en marzo de 1858, con la que finalizaría esa sangrienta guerra civil.

Al producirse la querella con España, intervino en las negociaciones de arreglo y firmó el poco feliz tratado Vivanco-Pareja, de enero de 1865. Sirvió al gobierno de Peze: y producida su caída emigró de nuevo a Chile. Durante el mandato de José Balta, fué senador de la República por Arequipa e intervino en las obras de ornato que este mandatario hiciera. Sería poco afecto a su sucesor: Manuel Pardo y conspirando en su contra, en una de las que fraguara fué descubierto y como era de costumbre en su peregrinaje político, retornó a Chile, mas esta

vez hallándose en Valparaíso le llegó la muerte en el mes de setimbre de 1873.

Mendiburu, hombre de orden, no le disimula marcada antipatía, bien lo demuestra, cuando cierra el bosquejo de esta vida con frases como las siguientes: falleció menos por el poder material de una enfermedad, que por una pasión de ánimo exacerbada con sus mismos infortunios y con los desengaños que siempre habían castigado a su ambición. Los venenosos frutos de ésta, fueron siempre: la desmoralización popular y la del ejército, la ruina del erario, el derramamiento inútil de sangre enlutando parte de la sociedad y el atraso de todos los ramos; que no pueden progresar sino a la sombra benéfica de la paz.

Le impidió ver los lados favorables de la compleja figura de Vivanco, la tirria que le inspirara sus posturas de fatua y pomposa vanidad. Fué hombre de salón y de academia y escritor brillante. Se inspiró en ideales tanto que tomó por lema de gobierno el de "la Regeneracin" que debían de llevar a cabo" los capaces y los cultos" aferrados al orden y a la autoridad vigorosa siguiendo la linea reformista y juvenil que Salaverry trató de imponer y cuyo modelo más eficaz lo daba en Chile: Diego Portales, a quien conoció de cerca en los años de ostracismo vividos en la vecina del sur y en compañía del notable grupo de intelectuales peruanos como Felipe Pardo y Aliaga y Andrés Martinez. Jorge Basadre expresa que simbolizó el vivanquismo, una reacción de las clases altas y educadas, frente al descontento que inspiraba veinte años de caudillaje "estéril, mestizo e ignorante".

BIOGRAFIAS CORTAS Y TRUNCAS

Incluyo en este apartado, las ocho biografias cortas que Mendiburu dejó incluídas en el grupo de las republicanas y además, las páginas no terminadas que redactó sobre el General Felipe Santiago Salaverry. Les formuló observaciones muy pequeñas y las dispongo siguiendo su orden alfabético.

1) Juan de Berindoaga Palomares. Es la continuación de la que escribiera sobre este personaje en su "Diccionario Colonial". Agrega en forma breve pero con claridad, sus procederes durante la Independencia, hasta su fusilamiento que atribuye -como muchos historiadores a presiones ejercidas por Bolívar. Oponiéndose, a esta generalizada acusación, Luis Antonio Eguiguren, ha escrito un libro sobre el proceso seguido al Conde de San Donás, en donde muy largamente trata de probar, lo poco fundada que es esta opinión.

2) Tomás de Heres y Rivero Morin.- Contiene datos útiles sobre este general venezolano, llegado al Perú en 1819, entre los militares que formaban el Regimiento Numancia, el cual defeccionó del servicio del Rey de España, pasándose a San Martín. Heres hizo cabeza de esta entrega en el cuartel general de los patriotas y allí fue designado como su Coronel. Estando en Guayaquil se enlazó con Bolívar y Sucre, actuando luego, como secretario de éste y hallándose en Lima. intrigó a favor de los colombianos y sus maquinaciones contribuyeron altamente en la caída de Riva-Agüero. Sirvió por un tiempo de secretario interino de Bolívar y durante su predominio en el Perú, desempeñó elevados cargos y misiones, una de las cuales se desarrolló en Chile. A la caída del Libertador cesó en todas sus funciones públicas y retornó a su patria y en Agostura, su ciudad natal murió asesinado en abril de 1842.

En Caracas, en 1942, se publicó una in:portante biografía sobre este personaje escrita por R.A. Rondón Márques, con el título de "Heres, el Adusto". Entre las referencias genealógicas indica: que nació en Angostura, el 18 de Setiembre de 1795 del matrimonio de José Fernández de Heres con María Josefa Rivero Morín, ambos de familias destacadas, pues su padre fué gobernador de la Guayana en 1810 y la madre, hija de Antonio Rivero, Teniente del Real Cuerpo de Artillería de la provincia.

3) Miguel del Llano Nájera.- Nos informa muy de ligera sobre este Brigadier oriundo de Guatemala, que Torre-Tagle lo admitió al servicio del Perú. Contribuyó a la entrega de las fragatas "Prueba y Venganza". Se le encomendó una misión diplomática a la República de Guatemala y ejerciéndola le llegó la muerte en el año de 1822.

4) Manuel Maria Martinez de Aparicio y Zantalla. Natural de Santa Marta. Fué amigo del General Santa Cruz, quién lo introdujo al Perú y se halló en la batalla de Zepita. Disgustado con éste, se une luego a La Mar. Se batió en las célebres batallas de Junín y de Ayacucho. Fué representante por el departamento de Puno. Confabuló al servicio de la Confederación. Estuvo sucesivamente con Salaverry, Bermudez y Orbegoso. Bajo el régimen de Santa Cruz, fué Prefecto de Lima en 1836 y luciéndose en el espionaje, no dió reposo a los militares peruanos, desafectos al boliviano. Organizó una verdadera inquisición, utilizando todos los medios a su alcance para lograr delaciones. Tras la derrota de Yungay, huyó de Lima y se refugió en Chile, mas en 1841, pudo retornar valido de un salvoconducto. Larga explicación se da en torno a las maniobras y amaños que utilizó el abogado Tirado, en favor del reconocimiento de los servicios militares de Aparicio, que había sido borrado del escalafón. Este proceso fué muy sonado en el época y

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